Teología del corazón - Santos - San Luis de Montfort |
SAN LUIS MARÍA
GRIGNION DE MONTFORT
S.S Juan Pablo II
A los participantes en el VIII Coloquio internacional de
Mariología
13 de
octubre de 2000
www.vatican.va
Amadísimos hermanos y hermanas:
1. Me alegra acogeros hoy, con ocasión del VIII Coloquio
internacional de mariología sobre el tema: "San Luis María Grignion
de Montfort: espiritualidad trinitaria en comunión con María". Os
saludo a todos con afecto: a los organizadores, a los relatores y a
los participantes. Agradezco en particular a monseñor François
Garnier, obispo de Luzón, las cordiales palabras con que ha
interpretado vuestros sentimientos comunes.
Este encuentro nos trae a la memoria el que tuvo lugar en 1706 aquí
en Roma entre mi venerado predecesor Clemente XI y el misionero
bretón Grignion de Montfort, que vino a pedir al Sucesor de Pedro
luz y fortaleza para el camino apostólico que había emprendido.
Pienso también con gratitud en la peregrinación que la Providencia
me concedió realizar a la tumba de este gran santo en
Saint-Laurent-sur-Sèvre, el 19 de septiembre de 1996.
San Luis María Grignion de Montfort constituye para mí una
significativa figura de referencia, que me ha iluminado en momentos
importantes de la vida. Cuando trabajaba en la fábrica Solvay de
Cracovia siendo seminarista clandestino, mi director espiritual me
aconsejó meditar en el "Tratado de la verdadera devoción a la
santísima Virgen". Leí y releí muchas veces y con gran provecho
espiritual este valioso librito de ascética, cuya portada azul se
había manchado con sosa cáustica.
Al poner a la Madre de Cristo en relación con el misterio
trinitario, Montfort me ayudó a comprender que la Virgen pertenece
al plan de la salvación por voluntad del Padre, como Madre del Verbo
encarnado, que concibió por obra del Espíritu Santo. Toda
intervención de María en la obra de regeneración de los fieles no
está en competición con Cristo, sino que deriva de él y está a su
servicio. La acción que María realiza en el plan de la salvación es
siempre cristocéntrica, es decir, hace directamente referencia a una
mediación que se lleva a cabo en Cristo. Comprendí entonces que no
podía excluir a la Madre del Señor de mi vida sin dejar de cumplir
la voluntad de Dios trino, que quiso "comenzar a realizar" los
grandes misterios de la historia de la salvación con la colaboración
responsable y fiel de la humilde Esclava de Nazaret.
Asimismo, ahora doy gracias al Señor por haber podido experimentar
cuanto habéis profundizado también vosotros en este coloquio, o sea,
que la acogida de María en la vida en Cristo y en el Espíritu
introduce al creyente en el centro mismo del misterio trinitario.
2. Amadísimos hermanos y hermanas, durante vuestro simposio habéis
estudiado la espiritualidad trinitaria en comunión con María: un
aspecto que caracteriza la enseñanza de Montfort.
En efecto, él no propone una teología sin influencia alguna en la
vida concreta y tampoco un cristianismo "por encargo", sin asumir
personalmente los compromisos que derivan del bautismo.
Al contrario, invita a una espiritualidad vivida con intensidad;
estimula a entregarse, con una decisión libre y consciente, a Cristo
y, por medio de él, al Espíritu Santo y al Padre. Desde esta
perspectiva se comprende cómo la referencia a María perfecciona la
renovación de las promesas bautismales, puesto que María es
precisamente la criatura "más semejante a Cristo" (cf. Tratado de la
verdadera devoción a la santísima Virgen, 121).
Sí, toda la espiritualidad cristocéntrica y mariana que enseña
Montfort deriva de la Trinidad y lleva a ella. A este respecto,
impresiona su insistencia en la acción de las tres Personas divinas
en relación con María. Dios Padre "dio a su Hijo único al mundo sólo
por medio de María" y "quiere tener hijos por medio de María hasta
el fin del mundo" (ib., 16 y 29). Dios Hijo "se hizo hombre por
nuestra salvación, pero en María y por medio de María" y "quiere
formarse y, por decirlo así, encarnarse día a día, por medio de su
amada madre, en sus miembros" (ib., 16 y 31). Dios Espíritu Santo
"comunicó a María, su Esposa fiel, sus dones inefables" y "quiere
formarse, en ella y por medio de ella, a elegidos" (cf. ib., 25 y
34).
3. María aparece, por tanto, como espacio de amor y de acción de las
Personas de la Trinidad, y Montfort la presenta en una perspectiva
relacional: "María es totalmente relativa a Dios, y yo la llamaría
muy bien la relación con Dios, la que sólo existe en relación con
Dios" (ib., 225). Por esta razón la Toda Santa lleva hacia la
Trinidad. Repitiéndole a diario Totus tuus y viviendo en sintonía
con ella, se puede llegar a la experiencia del Padre mediante la
confianza y el amor sin límites (cf. ib., 169 y 215), a la docilidad
al Espíritu Santo (cf. ib., 258) y a la transformación de sí según
la imagen de Cristo (cf. ib., 218-221).
Sucede a veces que en la catequesis, y también en los ejercicios de
piedad, se da por supuesto el aspecto trinitario y cristológico, que
en ellos es intrínseco y esencial (cf. Marialis cultus, 25). Por el
contrario, en la visión de Grignion de Montfort la fe trinitaria
impregna totalmente las oraciones dirigidas a María: "Te saludo,
María, Hija amabilísima del Padre eterno, Madre admirable del Hijo,
Esposa fidelísima del Espíritu Santo, templo augusto de la santísima
Trinidad" (Métodos para rezar el rosario, 15). De igual modo, en la
Oración ardiente, dirigida a las tres Personas divinas y proyectada
hacia los últimos tiempos de la Iglesia, se contempla a María como
la montaña de Dios (n. 25), ambiente de santidad que eleva hacia
Dios y transforma en Cristo.
Ojalá que todo cristiano haga suya la doxología que Montfort pone en
los labios de María en el Magníficat: "Adoremos y bendigamos a
nuestro único y verdadero Dios. Que resuene el universo y se cante
por doquier: Gloria al Padre eterno, gloria al Verbo adorable. La
misma gloria al Espíritu Santo, que con su amor los une en un
vínculo inefable" (Cántico, 85, 6).
Implorando sobre cada uno de vosotros la asistencia continua de la
Virgen santísima, para que viváis vuestra vocación en comunión con
ella, nuestra Madre y modelo, os imparto de corazón una especial
bendición apostólica.
Esta página es obra de Las Siervas de los Corazones
Traspasados de Jesús y María
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