El juez
la presionó cuanto pudo para convencerla a que apostatara de la fe
cristiana. Ella le respondió:
"Es inútil que insista. Jamás
podrá apartarme del amor a mi Señor Jesucristo".
El
juez le preguntó: "Y si la sometemos a torturas, ¿será capaz de
resistir?".
La
jovencita respondió: "Sí,
porque los que creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura
tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da fuerza,
inteligencia y valor".
El
juez entonces la amenazó con llevarla a una casa de prostitución
para someterla a la fuerza a la ignominia.
Ella le
respondió: "El cuerpo queda contaminado
solamente si el alma consciente".
Santo Tomás de
Aquino, el mayor teólogo de la Iglesia, admiraba esta respuesta de Santa Lucía. Corresponde
con un profundo principio de moral: No hay pecado si no se consiente al
mal.
No
pudieron llevar a cabo la sentencia pues Dios impidió que los
guardias pudiesen mover a la joven del sitio en que se hallaba.
Entonces, los guardias trataron de quemarla en la hoguera, pero
también fracasaron. Finalmente,
la decapitaron. Pero aún con
la garganta cortada, la joven siguió exhortando a los fieles para que
antepusieran los deberes con Dios a los de las criaturas, hasta cuando
los compañeros de fe, que estaban a su alrededor, sellaron su
conmovedor testimonio con la palabra "amén".
Aunque
no se puede verificar la historicidad de las diversas versiones griegas
y latinas de las actas de Santa Lucía, está fuera de duda que, desde
antiguo, se tributaba culto a la santa de Siracusa. En el siglo VI, se le veneraba ya también en Roma entre las vírgenes
y mártires más ilustres. En la
Edad Media se invocaba a la santa contra las enfermedades de los ojos,
probablemente porque su nombre está relacionado con la luz.
Ello dio origen a varias leyendas, como la de que el tirano mandó
a los guardias que le sacaran los ojos y ella recobró la vista.
Cuando
ya muchos decían que Santa Lucia es pura leyenda, se probó su
historicidad con el descubrimiento, en 1894, de la inscripción
sepulcral con su nombre en las catacumbas de Siracusa. Su fama puede
haber sido motivo para embelezar su historia pero no cabe duda de que la
santa vivió en el siglo IV.
El
nombre de Lucía significa "luz". Dante Alighieri en la
Divina Comedia atribuye a
Santa Lucía el papel de gracia iluminadora.
Lucía
de Fátima
El
1917 una joven pastorcita llamada Lucía, del poblado de Fátima,
Portugal fue la mayor de los tres videntes de la Virgen Santísima que
allí se apareció. Mientras
los otros dos murieron pequeñitos, Lucia entró en el convento y es hoy
hermana Carmelita. Los mensajes y visiones que ella recibió de la
Virgen tienen una gran importancia reconocida por los Papas.
Bibliografía
Butler;
Vida de los Santos
Sálesman,
Eliécer; Vidas de Santos # 4
Sgarbossa,
Mario y Luigi Giovannini; Un santo para cada día
Santa
Lucía Virgen y Mártir: ¡que ciegos estamos!. Intercede por nosotros
para que veamos el valor de la entrega total sin contar el
sufrimiento. Que, como tu, estemos siempre atentos a las luces del
Espíritu Santo.
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María.
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