Blog durante la pregrinacion a la Beatificación de Juan Pablo II
"Testigos del esplendor de su Legado"

Abril 27 Abril 28 Abril 29
Abril 30 Mayo 1  


Llegó el momento: No pudimos controlar nuestras lágrimas
1 de Mayo

Queridos amigos:

Llegó el momento. Juan Pablo II ha sido beatificado.

Pasamos toda la noche en vigilia, esperando tener acceso a la Plaza de San Pedro para la misa de beatificación. La noche estaba llena de júbilo y agradecimiento por su vida, su misión, su pontificado y su santidad.

Todavía se desconoce cuántos millones de personas estuvieron presentes en esta ocasión histórica.

Como siempre, Juan Pablo II atrajo un gran número de jóvenes que exclamaban: “¡Estaremos en Madrid!” Así le prometían a Juan Pablo II que irían al Día Mundial de la Juventud.

Miles de ciudadanos polacos, con sus banderas rojas y blancas, llenaban Roma, y gritaban: “¡Gracias, Juan Pablo II!” Con esas sencillas palabras expresaban todo lo que Juan Pablo significaba para ellos. Nos parece que Polonia se vació durante este fin de semana, mientras que Roma se llenaba.

Los peregrinos mexicanos repetían durante la noche: “Juan Pablo, ¡eres mexicano!”

Cada país representado en aquellas “numerosas multitudes” expresaban su amor cantando y exclamando un lema que representaba un momento particular de su encuentro con él.

Tras superar muchas barreras y conquistar muchos obstáculos, a las tres de la madrugada iniciamos nuestra entrada a la “Via de la Conciliazione”, abriéndonos paso hasta la Plaza de San Pedro. Llegamos a la Plaza a las siete de la mañana, y consideramos un milagro de Juan Pablo II el haber podido sentarnos unidos como un grupo, literalmente en el corazón de la Plaza de San Pedro.

Como muchos de ustedes lo vieron durante la emotiva misa de beatificación, nuestro Papa, Benedicto XVI, estaba muy feliz por ser quien elevó a su amado predecesor a los altares. Fue un verdadero momento de gracia. No pudimos contener nuestras lágrimas, especialmente en el momento del rito de la beatificación, cuando escuchamos el resumen de la vida del beato Juan Pablo II, en el que se resaltaban las características particulares de su vida y espiritualidad: su consagración total a María, a quien amó y sirvió como un caballero que siempre sigue las órdenes de nuestra Señora; su amor por la Eucaristía, centro de su vida; su escuela de sufrimiento, tanto personal ante la pérdida de su familia, como eclesial, en el sufrimiento nacional y social debido al sistema totalitario que oprimió a su nación; sus dones intelectuales, unidos a una profunda vida interior de oración y penitencia; su vida de absoluta dedicación y oblación por el bien de la Iglesia y de la humanidad; y su proclamación clara de la dignidad de la persona humana, que hace del “hombre el camino de la Iglesia” y, por lo tanto, de “la familia el camino de la Iglesia”.

La homilía del Santo Padre fue una profunda reflexión de la dimensión mariana del beato Juan Pablo II (su “Totus Tuus”) y de su profundo entendimiento del misterio de la Divina Misericordia, un misterio que comunicó a la humanidad de un siglo muy difícil, y que proclamó al tercer milenio cuando estableció el Domingo de la Divina Misericordia.

Hubo dos momentos muy profundos durante la ceremonia, y nos preguntamos cuál sería su impacto en el mundo que lo observaba a través de la televisión: los momentos de silencio perfecto después que Juan Pablo II fuera proclamado beato, y luego de recibir la Santa Comunión. Este silencio nos llevó a una profunda contemplación de la gracia que se derramaba en la vida de la Iglesia, en nuestros corazones y en el mundo entero.

Tras concluir la misa, fue muy emotivo ver a Benedicto XVI en oración ante las reliquias de Juan Pablo.

Hoy las puertas de la misericordia se abrieron de par en par para nosotros, pues fue en este Domingo de la Divina Misericordia que fue proclamado beato el Papa mariano que hizo de la misericordia la misión de su pontificado.

Que la intercesión maternal de María, tan visible y efectiva en la vida de Juan Pablo, también sea el camino más seguro de nuestra comunión con el Corazón de Cristo.

Totus Tuus, ad Jesum per Mariam. Totalmente tuyos, a Jesús por María. Y con esto finalizamos nuestro blog.

Que Dios continúe bendiciéndoles.

Beato Juan Pablo II, ¡ora por nosotros! 



 

En las calles de Roma
30 de abril

Calles de Roma - Abril 30

Queridos amigos:

Hoy, en el 11mo aniversario de la canonización de santa Faustina y del establecimiento del Domingo de la Divina Misericordia por Juan Pablo II, ¡llegamos a los alrededores de la Plaza de San Pedro! ¡Cuánta dicha inundaba nuestros corazones mientras nos dirigíamos entre los antiguos muros del Vaticano hacia la Plaza de San Pedro, y nos detuvimos unidos en el corazón de la Iglesia! ¡Gracias, Padre, por traernos a casa! Eso es lo que sienten nuestros corazones. Estamos en casa, en el corazón de la Iglesia, nuestra Madre y Maestra. Como Jesús en la casa de Pedro en Cafarnaún, sentimos que estamos en nuestra casa.

Beatificación JPII

Las multitudes van llegando. Decenas de miles de peregrinos comienzan a llenar las calles. En nuestros corazones hay mucha alegría, esperanza y paz, y también en los corazones de todos los peregrinos, como lo vemos en sus rostros. La policía y los voluntarios han sido muy pacientes y generosos. Podemos escuchar el eco de la voz de Juan Pablo en nuestros corazones cuando vemos los carteles con su foto y las palabras que todos conocemos:

“¡No tengan miedo!”

“¡Abran de par en par las puertas a Cristo!”

“Les busqué y ahora ustedes han venido a mí. Por eso les doy las gracias”.

Juan Pablo está aquí. ¡Es tan buen padre! Y hemos venido para estar con él… junto con millones de otras personas. Querido Juan Pablo, ¡te queremos! ¡Hemos venido para estar contigo!

Estamos acampando en las calles, y personas de todos los rincones del mundo también se encuentran en sus tiendas. En la foto pueden ver a un grupo de las Filipinas, y nuestra “posada” por esta noche.

Esto es muy excitante, y a la vez muy sacrificado. Pero por Juan Pablo II, acogemos todos los sacrificios que conlleva.

¿Qué es una beatificación?

Una beatificación es un acto canónico y litúrgico de la Iglesia. Es un acto canónico, un acto de la ley de la Iglesia en el sentido de que el Santo Padre, como sucesor de Pedro y obispo de Roma, declara con la autoridad propia de su oficio que un miembro de los fieles, en este caso el venerable Juan Pablo II, ahora disfruta la visión de los bendecidos en el cielo, y comparte en la mediación de Cristo, el redentor único y universal de la humanidad. Con la beatificación, el Papa confirma que una piedra viva ha sido colocada en el edificio eterno de la nueva Jerusalén. La autoridad de Pedro confirma la santidad de los bautizados: “Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt. 16:18).

La beatificación es también un acto litúrgico, en el sentido de que es un momento de adoración profunda y jubilosa a Dios por el triunfo de la gracia en la vida de uno de los hijos de nuestro Padre celestial. Específicamente, este 1ro de mayo, toda la Iglesia ofrecerá adoración y alabanza a Cristo por lograr plenamente la obra que el Padre le envió a completar en y a través de la vida de Juan Pablo. La Iglesia también rendirá honor a la cooperación de uno de los fieles en la misión redentora de Cristo, reconociendo que las palabras de san Pablo se han cumplido plenamente en Juan Pablo:  "Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Gal 2:20). Así, en esta ocasión memorable, el Santo Padre confirmará que se ha abierto una nueva entrada en la casa del Padre, a través de la cual el amor de Cristo se derrama sobre toda la Iglesia; y que los fieles pueden depender de la intercesión de Juan Pablo para su propio crecimiento en santidad como discípulos de Cristo, e hijos e hijas del Padre.

Antes de entrar en Roma: Un apóstol, un milagro y un manto
29 de abril

Tras publicar nuestro blog ayer, día en que el calendario litúrgico recordaba la memoria de San Luis María de Montfort, celebramos la Santa Misa en la iglesia de San José, donde renovamos nuestra consagración total a Jesús a través de María. Al finalizar la Misa, visitamos y veneramos las reliquias de santo Tomás Apóstol, en Ortona. Llegamos a la Basílica el primer día de la novena en honor del apóstol; poco después de haber entrado, recibimos el regalo de la bendición del obispo con el Santísimo Sacramento. Luego nos dirigimos a la cripta donde veneramos las reliquias de santo Tomás, y oramos de manera especial por nuestro Arzobispo – Tomás – y por toda la Arquidiócesis. Fue una gracia especial tras renovar nuestra consagración total: Nuestra Señora nos lleva al Corazón Eucarístico de Su Hijo.

Hoy celebramos la Santa Misa en la iglesia del Milagro Eucarístico de Lanciano, donde durante una Misa hace 800 años, la Eucaristía se transformó en carne de un corazón humano. Antes de que sucediera el milagro, el sacerdote que celebraba aquella Misa había tenido dudas sobre la verdadera presencia del Señor. Desde entonces, el milagro se convirtió en un lugar famoso para peregrinaciones. Tras celebrar la Misa, oramos ante la custodia que guarda el milagro eucarístico, para que todos nosotros, por intercesión de Juan Pablo II, podamos proclamar como él lo hizo: “La Eucaristía es mi vida”.

Tras visitar Lanciano, fuimos a venerar el manto sagrado de Manoppello, que se dice fue utilizado para cubrir el rostro de Cristo cuando su cuerpo se colocó en el sepulcro. El Volto Santo di Manoppello, visitado por Juan Pablo II y, recientemente, por Benedicto XVI, es una reliquia del rostro de Cristo resucitado al abrir sus ojos y su boca en el primer instante de la resurrección. Cuando llegamos al santuario, fuimos recibidos por la Hermana Blandina, religiosa y catequista alemana reconocida a nivel mundial, quien ha dedicado su vida a enseñar a otros sobre el manto y su significado. Fue un hermoso detalle del Señor. La Hermana Blandina deseaba entronizar una pintura original de Nuestra Señora de Guadalupe ante la presencia de las Siervas de los Corazones Traspasados, los sacerdotes y los miembros laicos de la Familia. Mientras cantábamos “La Guadalupana”, la imagen fue entronizada y bendecida. Luego fuimos al santuario para contemplar el rostro de Cristo a través de los ojos de María, como Juan Pablo exhortó a la Iglesia en el Año del Jubileo y el Año del Rosario.

¡Ahora nos encontramos camino de Roma! Pronto llegaremos al corazón de esta peregrinación de amor cuando arribemos a la Ciudad Eterna con millones de peregrinos que van a la beatificación de nuestro amado Juan Pablo.

Juan Pablo II, ¡te amamos! 

El 'rebaño universal' de Juan Pablo II regresa a Roma para celebrar su beatificación
28 de abril

Llegamos a la Ciudad Eterna a mediodía; el aeropuerto estaba muy atareado... Cardenales, obispos, sacerdotes, religiosos y fieles de los cinco continentes han comenzado a llegar para el momento histórico que todos vamos a vivir: la beatificación de nuestro amado Juan Pablo II. A medida que caminábamos por el aeropuerto y comenzábamos nuestro viaje por las calles, podíamos ver grandes imágenes de Juan Pablo II sosteniendo a un niño, con estas palabras: “Yo los he buscado a ustedes. Ahora ustedes han venido a mí. Y les doy las gracias”.

¡Qué hermosa y simple expresión de la emoción que todos sentimos. Podemos experimentar su presencia paternal, y en verdad se ha acercado a nosotros. Fue un Papa misionero; sabía que, como pastor universal, tenía que visitar a su rebaño universal. ¡Y así lo hizo! Y durante estos días, podemos contemplar al rebaño, que viene de todo el mundo a celebrar su beatificación. Juan Pablo, el Papa de “Totus Tuus”, recorrió incansablemente las montañas para darnos el esplendor del Evangelio del amor y la verdad. Y ahora todo el mundo se apresura hacia Roma para estar presente; para estar aquí, en el corazón de la Iglesia; para estar aquí por él en esta ocasión gloriosa.

Hoy, la Iglesia recuerda a un gran santo mariano cuyo libro, "La verdadera devoción a María", fue un hito en la vida del joven Karol Wojtyla. Él entendió la potencia de la consagración total a María para crecer en una comunión más profunda con Cristo, para subir más rápidamente la montaña de la santidad por un camino mariano. Desde su total consagración a María, tomó el lema episcopal “Totus Tuus” -- un lema que, cuando él se convirtió en Papa, resonó como un eco en todo el mundo.

Digamos nuestro propio “Totus Tuus” (totalmente tuyo, María; totalmente de Jesús a través de María) y unámonos con toda la Iglesia para celebrar de la santidad de un hombre, sacerdote, obispo y Papa que se formó en la Escuela del Corazón de María para ser un testigo luminoso del amor, la verdad y la esperanza.

Sigamos regocijándonos en el Señor en este jueves de la Octava de Pascua y, con el Salmista, alabemos a nuestro Señor por su bondad, y porque su misericordia permanece para siempre.

¡Que el amor triunfe siempre!

 



Tras los Pasos de Juan Pablo II

27 de abril

aereopuerto

Querida familia y amigos:

Con gran alegría y expectativa, nosotros – la Madre Adela Galindo, fundadora de las Siervas de los Corazones Traspasados y la Familia de los Corazones Traspasados, las Hermanas Ana Margarita, Delia, Elena, Cristina, y 40 peregrinos – nos embarcamos en esta peregrinación para celebrar la beatificación del gran “Testigo del Amor”, el venerable Juan Pablo II.

Llevamos a la Arquidiócesis de Miami, al arzobispo Thomas Wenski, y todas las intenciones de ustedes en nuestros corazones marianos, para colocarlas a los pies de Pedro. Nos regocijamos por el nombramiento del obispo Felipe Estévez como pastor de los fieles de la Diócesis de St. Augustine, y le confiamos a la intercesión paternal de quien pronto será el beato Juan Pablo II.

Hoy iniciamos nuestra jornada en esta peregrinación, “Testigos del Esplendor de Su Legado”. Vamos en peregrinación como una familia para dar gracias al Corazón Misericordioso de Cristo y al Corazón Maternal de María, por la vida, la persona, el corazón y la misión de nuestro Padre Espiritual, Juan Pablo II, quien será colocado el 1ro de mayo en la cumbre de la montaña como faro de luz para la Iglesia del Tercer Milenio. Fue un fiel y fervoroso testigo del amor, del don del Corazón Maternal de María, del triunfo del bien y de la luz sobre la oscuridad, de la dignidad y la grandeza de la persona humana, y de la esperanza cristiana. Él nos enseñó la potencia salvífica del sufrimiento humano, lo sagrado de la vida, a ser portadores de la paz, y a ser testigos incansables de la Nueva Evangelización, tan necesaria en nuestro mundo. Él, simplemente, nos enseñó a ser testigos auténticos de todo lo que es verdadero, bueno y hermoso en el corazón humano y en el mundo.

Con todas sus palabras y sus gestos, nos enseñó y demostró cómo abrir nuestros corazones a la construcción de una nueva evangelización de vida y de amor. Ahora nosotros somos responsables por llevar a cabo esta misión. Creemos que el cielo y la tierra están unidos en expectativa por este gran día que abrirá las puertas de la gracia y de la misericordia por la Iglesia y el mundo entero.

Preparemos nuestros corazones, nuestras familias y nuestras parroquias para este gran regalo, y para la abundancia de gracias que recibiremos cuando nuestro amado Juan Pablo II sea elevado a los altares de la santidad. Mientras seguimos sus pasos, no temamos ser “los santos y los apóstoles del Tercer Milenio”. Totus Tuus!