Santa
Isabel
Reina de Portugal, Terciaria O.F.M.
1271-1336
Fiesta: 4 de julio.
Abogada de los territorios en guerra.
Isabel significa "Promesa de Dios"
Nacida en Aragón, España en 1271, santa Isabel es la hija
del rey Pedro III de ese reino y nieta del rey Jaime el
Conquistador, biznieta del emperador Federico II de
Alemania. Le pusieron Isabel en honor a su tía abuela, Santa Isabel de Hungría.
Su formación fue formidable y ya desde muy pequeña
tenía una notable piedad. Le enseñaron que, para
ser verdaderamente buena debía unir a su oración, la
mortificación de sus gustos y caprichos. Conocía desde
pequeña la frase: "Tanta mayor libertad de
espíritu tendrás cuando menos deseos de cosas inútiles
o dañosas tengas". Se esmeró por
ordenar su vida en el amor a Dios y al prójimo,
disciplinando sus hábitos de vida. No comía nada entre
horas .
La casaron cuando tenía 12 años con el rey Dionisio
de Portugal. Esta fue la gran cruz de Santa Isabel ya que
era un hombre de poca moral, siendo violento e infiel.
Pero ella supo llevar heroicamente esta prueba. Oraba y
hacía sacrificios por el. Lo trataba siempre con
bondad. Tuvo dos hijos: Alfonso, futuro rey de
Portugal y Constancia, futura reina de Castilla.
Santa Isabel llegó hasta educar los hijos naturales de
su esposo con otras mujeres.
El rey por su parte la admiraba y le permitía hasta
cierto punto su vida de cristiana auténtica. Ella se
levantaba muy temprano y leía 6 salmos, asistía a la
Santa Misa y se dedicaba a regir las labores del
palacio. En su tiempo libre se reunía con otras
damas para confeccionar ropas para los pobres. Las tardes
las dedicaba a visitar ancianos y enfermos.
Hizo construir albergues, un hospital para los pobres,
una escuela gratuita, una casa para mujeres arrepentidas
de la mala vida y un hospicio para niños abandonados.
También construyó conventos y otras obras para el bien
del pueblo. Prestaba sus bellos vestidos y hasta una
corona para la boda de jóvenes pobres.
Santa Isabel frecuentemente distribuía Monedas del
Tesoro Real a los pobres para que pudieran comprar el pan
de cada día. En una ocasión, el Rey Dionisio,
sospechando de sus actos, comenzó a espiarla. Cuando la
Reina comenzó a distribuir monedas entre los pobre, el
rey lo observó y enfurecido fue a reclamarle. Pero el
Señor intervino, de manera que, cuando el rey le ordenó
que le enseñara lo que estaba dando a los pobres, las
monedas de oro se convirtieron en rosas.
Forjadora de la paz
El hijo de Isabel, Alfonso, tenía como su padre un
carácter violento. Se llenaba de ira por la preferencia
que su padre demostraba por sus hijos naturales. En dos
ocasiones promovió la guerra civil contra su padre.
Isabel hizo todo lo posible por la reconciliación. En
una ocasión se fue en peregrinación hasta Santarém
lugar del Milagro Eucarístico, y vestida de
penitente imploró al Señor por la paz.
Llegó hasta presentarse en el campo de batalla y,
cuando los ejércitos de su esposo y su hijo se
disponían a la guerra, la reina se arrodillaba entre
ellos y de rodillas ante su esposo e hijo, les pedía que
se reconciliasen.
Se conservan algunas de sus cartas
las cuales reflejan el calibre evangélico y la audacia
de nuestra santa.
A su esposo: "Como una loba enfurecida a la cual
le van a matar a su hijito, lucharé por no dejar que las
armas del rey se lancen contra nuestro propio hijo. Pero
al mismo tiempo haré que primero me destrocen a mí las
armas de los ejércitos de mi hijo, antes de que ellos
disparen contra los seguidores de su padre".
A su hijo: "Por Santa María Virgen, te pido que
hagas las paces con tu padre. Mira que los guerreros
queman casas, destruyen cultivos y destrozan todo. No con
las armas, hijo, no con las armas, arreglaremos los
problemas, sino dialogando, consiguiendo arbitrajes para
arreglar los conflictos. Yo haré que las tropas del rey
se alejen y que los reclamos del hijo sean atendidos,
pero por favor recuerda que tienes deberes gravísimos
con tu padre como hijo, y como súbito con el rey".
Consiguió la paz en mas de una ocasión y su esposo
murió arrepentido, sin duda por las oraciones de su
santa esposa.
Entra en el convento de las Clarisas después de enviudar
Por el amor tan grande que Santa Isabel le tenía a la
Eucaristía, se dedicó a estudiar la vida de los santos
mas notables por su amor a la Eucaristía, en especial
Santa Clara. Después de enviudar, Santa Isabel se
despojó de todas sus riquezas. Emprendió un peregrinaje
a Santiago de Compostela, donde le entregó la corona al
Arzobispo para recibir el hábito de las Clarisas como
terciaria. El Arzobispo fue tan movido por este acto de
la santa, que el le entregó su callado pastoral para que
la ayudara en su regreso a Portugal.
Vivió los últimos años en el convento, dedicada a
la adoración Eucarística.
Cuando estalló la guerra entre su hijo y su yerno, el
rey de Castilla, Santa Isabel, a pesar de su ancianidad,
emprendió un largísimo viaje por caminos muy peligrosos
y logró la paz. Sin embargo el viaje le costó la vida.
Al sentir próxima la muerte pidió que la llevasen al
convento de las Clarisas que ella misma había fundado.
Allí murió invocando a la Virgen Santísima el 4 de
julio de 1336.
Dios bendijo su sepulcro con milagros. Su cuerpo se
puede venerar en el convento de las Clarisas en Coimbra.
Fue canonizada en 1625
Santa Isabel de Portugal, ruega por la paz en
nuestros países.