"Jesús; yo quiero llegar con mi voz hasta los últimos
confines del universo para alcanzar a todos los pecadores y gritarles que entren todos
dentro de tu Corazón" Este es el mensaje que Santa Gemma deja al mundo entero.
Estas palabras reflejan lo que fue toda la vida de nuestra santa: un constante ofrecerse a
si misma al Señor, como víctima, para atraer así a muchos de regreso al Corazón de
Jesús, de regreso a la vida de la gracia y a rechazar el pecado. Buscaba la restitución de los corazones.
Nace esta "joya del cielo" (como la llamó el
Párroco de Gragnano), el 12 de marzo 1878, en Camigliano, Italia, en el pueblo de
Borgonovo de Capannori. Sus padres, Don Enrique Galgani, [farmacéutico] y Doña
Aurelia Landi, tuvieron 8 hijos (Carlos, Guido, Héctor, Gino, Antonio, Angelina y
Julita). De ellos, Gemma fue la cuarta en nacer y la primera niña de la familia.
Cuando iban a darle su nombre, un tío de ella propuso que la
llamasen "Gemma", pero su mamá no estaba conforme. No había ninguna santa que
se llamara así y su hija no tendría protectora en el cielo. Sin embargo Don Olivio
Dinelli, el Párroco de Gragnano, que estaba presente en la discusión, dijo unas palabras
que resultaron proféticas: "Muchas gemas hay en el cielo, esperemos que también
ella sea un día otra gemma del Paraíso" .
Al día siguiente, 13 de Marzo, la bautizó Don Pedro Quilici,
Párroco de San Miguel de Camigliano, con los nombres de Gemma Hipólita Pía.
Santa Gemma vivió solo un mes en Camigliano ya que sus padres
decidieron trasladarse a Lucca, donde vivió el resto de su vida.
Desde muy niña Gemma mostró signos de santidad. Cuando
tenía cuatro años, estaba de visita en la casa de su abuelita, cuando un día, ésta al
entrar en su cuarto, la encontró de rodillas frente a una imagen de la Virgen. La abuela
corrió a llamar al tío, quien la contempló por largos minutos; luego le dijo:
"¡Gemmita! ¿Qué estas haciendo?. La niña, sin inmutarse, contestó: "Estoy
rezando el Ave María. Salid que estoy en oración". Desde esta tierna edad, la
oración era ya para ella el sostén de su vida y de sus virtudes.
Nos podríamos preguntar: ¿Quién enseñó a Gemma a amar a
Jesús y a María?. Su primera y gran maestra en la escuela del amor a Jesús fue su
madre, Doña Aurelia, quien inculcó en el corazón de su hija lo que sería el distintivo
especial de toda su vida: Su amor a Cristo Crucificado, del que llegaría a ser como
imagen viva, y a la Santísima Virgen, que hizo su santidad tan dulce y atrayente.
Dice Santa Gemma: "De lo primero que me acuerdo es que mi
mamá, cuando yo era pequeñita, acostumbraba a tomarme a menudo en brazos y,
llorando...me enseñaba un crucifijo y me decía que había muerto en la Cruz por los
hombres"
Había también, entre ellas, diálogos como este: "Hija
mía -me decía mamá- yo moriré pronto y tendré que dejarte. Si pudiera te llevaría
conmigo. ¿Te gustaría venir?".
- "¿Y a dónde vamos?", le preguntaba yo.
- "Al Paraíso con Jesús y con los ángeles."
Doña Aurelia, sabiendo que su muerte estaba próxima, solía
decir: "¿Que cosa mejor puedo hacer antes de morir, que confiar mi niña al
Espíritu Santo?. Así, cuando yo falte, sabré quien cuidará de ella". La
preparó, pues, para la Confirmación, que recibió a pesar de ser aun muy pequeña (tenia
siete años), el 26 de Marzo de 1885, de manos del Arzobispo de Lucca, Monseñor Nicolás
Ghilardi.
Durante la Misa se desarrolló entre el Espíritu Santo y
Gemma este diálogo:
-De repente, una voz me dijo al corazón: -"¿Quieres darme a tu mamá?"
- "Sí", respondí, "pero llévame también a mí".
- "No", me replicó la voz, "dame generosamente a tu mamá. Tu debes quedar
por ahora con papá. Llevaré a tu mamá al cielo; ¿me la entregas de buena
gana?".
- Tuve que decir que sí. Acabada la Misa fui corriendo a casa. ¡Dios mío! Miraba a
mamá y lloraba, no podía contenerme.
Don Enrique, temiendo que la niña no pudiera soportar la pena
de ver a su mamá morir, la envió a casa de una tía en San Genaro. Doña Aurelia murió
santamente a los 39 años el 17 de septiembre de 1885. Sus últimas palabras fueron:
"Ofrezco a Dios gustosísima el sacrificio de mi vida,
para que me conceda recoger un día a todos mis ocho hijos en el Paraíso."
MADRE POR MADRE:
Con la muerte de su mamá, todo cambió para Gemma:
"Estando en la casa de los tíos, dice, cambió totalmente mi vida. Me encontré con
una tía que no se parecía en nada mi mamá. Era religiosa y buena, pero...¡Cómo
echaba de menos el tiempo en que mamá rezaba conmigo!" .
Se puso, entonces a buscar otra "mamá", y la
encontró en la Madre de Dios: "Al perder a mi madre terrena me entregué a la Madre
del cielo. Postrada ante su imagen, le dije: `¡María!, ya no tengo madre en la tierra;
se tú desde el cielo mi Madre`". Y como buena Madre que es, la Virgen Santísima
acogió a Santa Gemma como hija.
"¡Oh, cuántas veces -dice la santa- depositando en mi
Mamá del cielo las angustias y penalidades de mi corazón afligido, ella me consolaba!
Sí; yo recuerdo que hallándome en las mayores angustias, huérfana de madre en la
tierra, me tendió cariñosamente los brazos la Madre del cielo¨.
..."¡Cuán buena se me ha mostrado siempre esta
celestial Mamá! Qué hubiera sido de mí si no la hubiera tenido. Me ha ayudado en mis
necesidades espirituales, me ha preservado de los peligros, me ha librado del poder del
demonio, que siempre viene a molestarme...y, finalmente, me ha enseñado a conocer y amar
a Jesús, a ser buena y a agradarle. ¡Oh, queridísima Mamá, te amaré toda mi
vida!".
PRIMERA COMUNIÓN:
Para Santa Gemma, la Eucaristía era el centro de su vida.
Este deseo de recibir a Jesús en la Sagrada Hostia iba en aumento mientras pasaban los
años. Si bien era cierto que ya estaba Confirmada, no podía recibir la Primera Comunión
ya que no tenía la edad requerida en ese momento para recibir el Sacramento. Santa Gemma
tenía 9 años.
Fue su confesor, el Obispo de Lucca, Monseñor Volpi, quien
conociendo el anhelo tan grande de su corazón, le dijo a su padre que si no le daba el
permiso para recibir la Comunión, Gemma moriría de dolor.
Fue así que Don Enrique dio el permiso para que las
religiosas del Colegio de Santa Zita, donde Gemma asistía, la preparasen para recibir
este Sacramento. Inmediatamente comenzó un retiro de 15 días con las demás niñas del
colegio. Dice Santa Gemma: "Apenas me vi en el convento rebosaba de felicidad. Corrí
a la capilla a dar gracias a Jesús y le pedí con gran fervor la gracia de prepararme
bien para la primera comunión".
Una de las religiosas Zitinas, Sor Camila Vagliensi, que
había profundizado en las cualidades absolutamente excepcionales de Gemma, comenzó a
explicarle sistemáticamente la Vida, Pasión y Muerte del Señor. La niña se
compenetraba de tal modo con el relato que llegó a experimentar un dolor profundo. En
grado tal que una tarde se le produjo una fiebre altísima. La profesora, alarmada,
interrumpió su relato de la Pasión.
Hizo confesión general tres veces sucesivas con Monseñor
Volpi, quien sería su confesor ordinario.
Llegó, por fin, el día tan anhelado, 17 de Junio 1887,
fiesta del Sagrado Corazón. Las vivencias de Santa Gemma solo ella las puede explicar:
"me siento incapaz de describir la experiencia de aquel encuentro. En ese momento
comprendí que las delicias del cielo no son como las de la tierra. Hubiera anhelado no
interrumpir nunca aquella unión con mi Dios. Me sentía cada vez más desprendida del
mundo y más dispuesta para la unión con el Señor. Aquella misma mañana Jesús
despertó en mi un gran deseo de ser religiosa".
A raíz de la primera comunión se afianza la vocación de
Gemma. Ella misma lo afirma: "sentía desarrollarse en mí un ardiente anhelo de
padecer y de ayudar a Jesús a sobrellevar la Cruz".
Jesús se encargó de irla desprendiendo inexorablemente de
todo afecto humano, aún de los más legítimos... En 1894 muere su hermano Gino, a quien
Gemma amaba mucho. Tenía 18 años y se preparaba para ser sacerdote. El 11 de Noviembre
de 1897 Gemma debe soportar la prueba del tercero, terrible e inexorable desprendimiento:
su papá muere, de cáncer en la garganta. Ello supuso la quiebra económica de la
familia. Hasta tal extremo que los acreedores, apenas muerto Don Enrique, se precipitaron
como chacales sobre la casa Galgani para apoderarse hasta de los últimos despojos. Gemma
confidenciaría luego, temblando aún ante el recuerdo de aquella escena inhumana:
"llegaron hasta meterme las manos en los bolsillos llevándose las cinco o seis
monedas, apenas unos centavos, que yo guardaba conmigo".
Después del entierro de don Enrique, los hijos se comienzan a
separar. Héctor emigra al Brasil, donde muere. Guido abandona la práctica religiosa e
interrumpe sus estudios de farmacia en Pisa, que más tarde concluye. Julia y Angelina se
quedan con las tías Elena y Elisa. Gemma y Antonio se refugian en Camaiore con los tíos
Carolina Galgani y Domingo Lencioni.
En Camaiore transcurre un año en la vida de Gemma, y no le
deja buen recuerdo: "La tía nos llevaba a misa todas las mañanas. La comunión la
hacía pocas veces porque no me arreglaba bien para confesarme con otro que no fuera
Monseñor (Volpi, de Lucca). En este tiempo comencé de nuevo a olvidarme de Jesús, a
descuidar la oración y a amar las diversiones. La tía tenía otra sobrina -Rosa
Bartelloni. Se hizo muy amiga mía y con ella iba en perfecto acuerdo en mis pillerías.
La tía nos dejaba salir solas a menudo. Y bien me doy cuenta de que si Jesús no hubiera
usado conmigo de tanta misericordia habría caído en pecados graves. El amor del mundo
comenzó a apoderarse poco a poco de mi corazón; pero Jesús vino otra vez en mi
ayuda".
Gemma tiene 20 años, y en este momento Jesús permite una
enfermedad grave para que Gemma retorne a Él con todo su corazón y nunca más se
distraiga con las cosas del mundo.
"De repente comencé a andar jorobada y a sentir dolores
de riñón. Resistí durante algún tiempo, pero como la cosa iba peor, pedí permiso a la
tía para regresar a Lucca".
Así sucedió. Por pudor quiso resistir un poco más sin
avisar al médico, pero las tías lo mandaron a llamar y de improviso se presentó y la
examinó. Su diagnóstico fue osteítis en las vértebras lumbares con sucesivo absceso
frío en los ingüinales. Se quedó paralítica de ambas piernas. El 28 de Enero de 1899
le sobreviene un dolor insoportable en la cabeza, fruto de una otitis media purulenta
aguda con participación del mastoide. Los médicos, viendo que los remedios no producían
mejoría y que la enfermedad avanzaba, la desahuciaron; solo por cumplimiento acuden de
cuando en cuando a verla.
El 8 de Diciembre, Fiesta de la Inmaculada, Santa Gemma,
reacciona con digusto... "le dije a Jesús que no rezaría más si no me curaba. Y le
pregunté qué pretendía teniéndome así. El ángel de la guarda me respondió: -Si
Jesús te aflige en el cuerpo es para purificarte cada vez más en el espíritu".
Su antigua profesora, sor Julia Sestini, le contó la
biografía de un joven pasionista, llamado
. Una
señora piadosa, Cecilia Giannini, acudió a practicar una obra de misericordia con Gemma;
un día la visitó, y para que se distrajera le prestó la biografía de Gabriel de la
Dolorosa, escrita por un desconocido P. Germán de San Estanislao, C.P. ¡Cómo son las
cosas del Señor!. Estas dos personas serían para Santa Gemma, en los últimos años de
su vida dos grandes regalos de Dios. Doña Cecilia sería la que cuidaría de ella, y
estaría al tanto de sus éxtasis y experiencias místicas y el P. Germán sería el
director espiritual que el mismo Señor le enviaría para que guiara su alma y para
confirmar luego la autenticidad de su vida.
Dice Santa Gemma: "Tomé el libro con desprecio y lo puse
debajo de la almohada... Un día estaba sola. Serían como las doce. Me sobrevino una
fuerte tentación, y me decía para mí que estaba aburrida de todo. El demonio se valió
de esto para tentarme, diciéndome que si le hacía caso me curaría. Estuve a punto de
sucumbir. Pero de repente me vino una idea; recurrí al Venerable Gabriel y le dije:
Primero el alma, después el cuerpo".
Superada esta tentación, comenzó a leer el libro de la vida
del Venerable Gabriel y queda maravillada. No se cansa de admirar sus virtudes. Cuando
doña Cecilia volvió para recoger su libro le costó mucho a Gemma devolvérselo. Aquella
misma noche, "se me apareció (Gabriel) vestido de blanco. No lo reconocí....se
quitó la túnica blanca y se apareció vestido de pasionista.
Me dijo: "Ya ves qué agradable ha sido tu sacrificio. He
venido yo mismo a verte. Procura ser buena y volveré."
En otra ocasión se le apareció de nuevo el Ven. Gabriel y
esta vez le dijo que hiciese un voto de hacerse religiosa, pero que no añadiera nada
más.
"¿Y por qué?"-le pregunté.
"Me sonrió y me miró. Me puso el escudo pasionista y
repitió: `Hermana mía...`, y desapareció."
Su salud empeoraba, y le sugirieron que le pidiera a la Beata
Margarita María por el milagro de su sanación. Ella inició la novena al Sagrado
Corazón varias veces pero su debilidad no le permitía continuarla. El día 23 de Febrero
1899, recomienza en serio la novena, y en la noche del día 1 al 2 de Marzo ocurre
esto: Faltando algunos minutos para la media noche, Gemma escuchó el rozar de las
cuentas de un rosario y sintió una mano que se le posó en la frente, la voz que
escuchaba rezar le preguntó:
-¿Quieres curarte?.
-"Todo me da igual", le respondí.
-Te curarás. Ruega con fervor al Sagrado Corazón...
-"¿Y a la Beata Margarita?", pregunté.
-"Añade en su honor tres veces el 'Gloria'". (La Beata Margarita es hoy Santa
Margarita María)
"En el penúltimo día de la Novena quería recibir la
Comunión, ya que terminaba en Primer Viernes del mes de marzo. Comulgué muy temprano.
¡Que momentos tan deliciosos pasé con Jesús! El me repetía:- '¿Quieres curarte?'. No
pude contestar por la emoción. ¡Pobre Jesús! La gracia había sido concedida. ¡Estaba
curada!".
Al amanecer del 2 de marzo se levantó con sus propios pies y
toda la familia al verla lloraba de alegría ante aquel milagro de Dios. Este milagro es
la antesala de otras grandes gracias que Santa Gema recibiría durante su vida. Su amor
por Cristo crucificado y su anhelo de ser solo para Jesús la llevarían cada vez más a
ofrecerse al Señor como víctima de amor.
El Señor iba preparando a Santa Gema, a través del crisol
del sufrimiento, para derramar en ella gracias y "joyas", que nunca ella
imaginó, pudiese Él concederle. ¡Qué lejos estaba de pensar que ese Cristo crucificado
a quien tanto amaba, muy pronto la iba a convertir en un retrato vivo de sí mismo!.
IMÁGEN VIVA DE JESÚS: VICTIMA
El 8 de junio 1899, víspera de la Fiesta del Sagrado
Corazón, después de haber sido rechazada en varias comunidades religiosas a causa de su
frágil salud, Jesús la eleva en este día a la categoría de "Víctima".
Dice Santa Gemma:
- Después de la Comunión, Jesús me avisó de que por la tarde
me haría una gracia grandísima. Se lo dije a Monseñor Volpi, y este me dijo que
estuviese atenta y que se lo contara luego".
-
- Llegó la tarde. De repente me asaltó un fuerte dolor de mis
pecados. Después me sentí recogida... Al recogimiento sucedió la pérdida de los
sentidos y me hallé en presencia de mi Madre Celestial y del angel de la guarda, que me
mandó hacer un acto de contrición. Después mi Madre me dijo: -"Hijita, en nombre
de Jesús te sean perdonados tus pecados. Mi Hijo te ama mucho y quiere hacerte una gracia
muy grande. Sabrás hacerte digna de ella... Yo seré tu Madre. Sabrás mostrarte
verdadera hija."
-
- Me cubrió con su manto, y en ese instante apareció Jesús. De
sus llagas no salía sangre sino llamas de fuego, que vinieron a cerbarse en mis manos,
pies y costado. Creía morir y habría caído al suelo si mi Madre no me hubiera
sostenido. Permanecí así varias horas. Después mi Madre me besó en la frente,
desapareció y me hallé de rodillas. Seguía sintiendo un dolor fuerte en las manos, pies
y costado. Me levanté para acostarme, pero noté que de estas partes manaba
sangre..."
Santa Gemma, la víctima de Jesús, comienza a "suplir en
su carne lo que le falta a la Pasión de Cristo". Este fenómeno se repetirá en las
tardes del jueves al viernes, todas las semanas. Para disimular las llagas usa guantes. Su
confesor ordinario, Monseñor Volpi le dice que no se deje ver las manos porque la gente
se podría reír de ella. En efecto Santa Gema sufrió el desprecio, rechazo y la burla de
muchos aun cuando caminaba por las calles de Lucca. La tenían por una farsante y una
histérica. Le gritaban insultos y burlas por las calles. Esto tan solo por su radical
entrega a Jesús y su piedad. En realidad no manifestaba nada de histeria.
Así comienza para Santa Gemma una vida de incomprensión
verdaderamente conforme a la vida de nuestro Señor, que también padeció todo esto por
nosotros. Este es el consuelo y aliciente de Santa Gema, que cada vez se parece mas a
Jesús, y en toda ocasión en la que es humillada le da gracias al Señor que le permite
compartir sus sufrimientos.
Su propio confesor, Monseñor Volpi, duda de la veracidad de
las estigmas y piensa que es obra de la histeria. Esto hiere mucho el corazón de Santa
Gema pero todo lo aguanta por amor a Aquel que lo sufrió todo por nosotros los pecadores.
RECOGIDA POR CARIDAD CON LOS GIANNINI:
En el mes de junio de 1899, Santa Gemma conoce a los
pasionistas en una misión que predicaban en Lucca. Al verles reconoce en ellos el hábito
de San Gabriel de la Dolorosa y en su corazón escucha al Señor que le dice: "Tu
serás una hija predilecta de mi Corazón".
Se confiesa con uno de ellos, pero es tanto lo que Santa
Gemma
le comienza a decir que el sacerdote le dice que le vaya a ver a la casa de la familia
Giannini, donde siempre se hospedaban los pasionistas. Esta es la puerta de entrada para
Santa Gema
Los Giannini eran una familia de extraordinaria fe. Acogían
en su casa como familia a los sacerdotes y otras almas buenas. Dijo el Papa Pio XII
"En el año 1899 la extraordinaria piedad y modestia de Gemma despertó tan gran
admiración en la piadosísima familia apellidada Giannini, de Luca, que decidió acogerla
en su propia casa y considerarla como hija". Así lo expresa el mismo Don Mateo, que
después de haber escuchado a su hermana doña Cecilia, le dice que recibirá a Gema como
a una hija; y así fue efectivamente. Santa Gemma se convirtió en la onceava hija, y todos
la amaban. Ella por su parte les servía con extraordinario amor.
Todos sabían que Gemma era un alma especial, pero quien estuvo
en mayor contacto con ella fue la señora Cecilia a quien Santa Gemma consideraba como su
mejor confidente. La señora Cecilia tiene 52 años. Permanece soltera y muere en el 1931.
Es una mujer de carácter, emprendedora, afanosa y devota. En sus relaciones con
Gemma
sigue al pie de la letra las directrices de los confesores con tal fidelidad, que el
ángel de la guarda dirá a Gema: "Ninguna persona puede hacer mis veces mejor que
ella".
REGALOS DE DIOS:
Conversando con la señora Cecilia, Gemma oye hablar del P.
Germán de San Estanislao, le pide a Jesús que se lo muestre y el Señor lo hace en un
éxtasis y le dice que este es el sacerdote que guiará su alma. Efectivamente el P.
Germán se convierte en el confesor y director extraordinario de Gema, quien es testigo de
las obras de Dios en su alma.
Muchos fenómenos relacionados con la Pasión se dieron en la
vida de Santa Gemma; además de las estigmas, tuvo sudor y lágrimas de sangre. Se la vio
padeciendo la flagelación. Recibió un regalo que apreció con todo su corazón. Su
ángel de la guarda un día le mostró dos coronas y le pidió que escogiese la que ella
quisiera, y ella escogió "la de Jesús".
Santa Gemma tenía una relación muy particular con su ángel
de la guarda, que siempre le acompañaba y le protegía, e incluso muchas veces le servía
de "cartero", llevando sus cartas al P. Germán. Se asegura que también tenía
el don de leer los corazones y que en varias ocasiones le dijo a varios religiosos que
abandonarían la religión, cosa que sucedió mas tarde, confirmando este don de su
corazón.
Hay una anécdota muy preciosa que le sucedió a Santa
Gemma en
la casa Giannini. En el comedor de la casa había un crucifijo grande al que toda la familia
tenía gran devoción. También Gema en muchas ocasiones le hacía pequeñas
"visitas", orando frente el. Un día, al tiempo que Gemma preparaba la mesa,
alzó los ojos hacia su Jesús y le dijo que tenía hambre y sed de El. Siente ansias de
dar un beso a la imagen, pero no alcanza porque estaba alta. Jesús le sale al encuentro.
Desprendiendo un brazo de la cruz, la atrae, la abraza muy estrechamente, permitiéndole
apagar su sed en la fuente viva de su costado abierto.
¿Cuál es la actitud del corazón de Santa Gemma ante tantos
hechos extraordinarios? Gemma se mantiene en humildad y sencillez. En ningún momento
permite que el orgullo se apodere de su corazón, le escribía al P. Germán:
"¡Cuánto he rogado a Jesús que me lleve por la vía común!"
FURIOSA GUERRA INFERNAL:
Jesús dijo cierto día a Gemma: "Prepárate, pues el
demonio será quien dé la última mano a la obra que en ti deseo ejecutar". Y estas
palabras del Señor se cumplieron al pie de la letra. El demonio detestaba a Gema; le daba
golpes, la tentaba contra la pureza con pensamientos e imágenes sugestivas y grotescas;
trataba de impedir que comulgase e incluso llegó a aparecérsele bajo la apariencia del
mismo Jesús.
Por todos los medios trataba de privarla de dirección
espiritual, insinuándole cosas malas acerca de sus confesores, o haciéndose pasar por
ellos. Era una guerra constante y continua que duró hasta su misma muerte. Era de
esperar esta guerra de parte del demonio ya que serían muchas las almas que se
beneficiarían de los sufrimientos y oraciones de Santa Gemma, y mas aún, ella solo
quería conformarse con la voluntad de Dios para su vida. Esto hacía que el demonio se
revolcara de rabia, porque no podía vencerla.
Tanta era la rabia que sentía hacia la
pureza de Santa Gemma que un día la tentó visiblemente, de tal modo que, no pudiendo huir
de él, hizo la señal de la Cruz y se arrojó en un pozo de agua helada en el jardín. Su
ángel la sacó y la felicitó por su gran amor a la pureza, por su valentía y por su
triunfo.
En otra ocasión, cuando la santa, por orden del P. Germán,
escribía su vida: "dándose cuenta el demonio del fruto que podía hacer (el libro
de su vida), se lo robó gritando: `¡Guerra, guerra a tu Padre!, tu escrito está en mis
manos`; y se relamía y se revolcaba en el suelo de la satisfacción."
El P. Germán, enterado por una carta de Gemma, se fue al
sepulcro de San Gabriel de la Dolorosa y allí, leyó los exorcismos, ordenando al demonio
que volviese el manuscrito a su lugar. El demonio lo devolvió todo chamuscado, aunque
perfectamente legible, como se conserva todavía hoy en el Convento de los Pasionistas de
Roma, produciendo honda impresión en cuantos lo ven.
Escribe la santa: "El demonio me hace sufrir mucho, pero
siempre terminan por vencerle Jesús y María, o bien el àngel o San Pablo de la Cruz o
el hermano Gabriel; siempre son estos tres.
"¡Si viera cómo escapa tan luego como se presenta
alguno de ellos!.."
¡PADRE!... ME VOY CON JESÚS:
Gemma estaba enferma. El P. Germán que no quería que muriese
aún, le ordenó que sanara. Jesús la sanó pero le dijo: "Escribe a tu padre que
será por poco tiempo". Gemma comunicó a doña Cecilia que deseaba verle, y ésta le
escribió: "Venga pronto a indicarnos que debemos hacer".
Gemma ya había vuelto a enfermar. Llegando el Padre Germán,
se sentó junto a ella y se produjo este diálogo: -"Pero...¿qué es lo que hacemos,
Gemma?"
-"¡Padre!", contestó Gemma llena de gozo, "Me
voy con Jesús. Me lo ha dicho claramente. ¡Al cielo, padre, al cielo con Jesús!".
-"¿Y los pecados cometidos cuándo se van a pagar?"
-"¿Me ha dicho Jesús que me enviará sufrimientos para
purificarme...El me aplicará los méritos de su Pasión...y me llevará con El al
Paraíso".
Esa misma tarde el P. Germán escuchó su confesión y
llorando decía que Gema había mantenido intacta su inocencia bautismal. Al siguiente
día le administró el Viático.
El P. Germán tenía urgencia de volver a Roma y preguntó a
Gema: "¿Cuánto durará esto? ...Gema le contestó: "Esta enfermedad será la
última, pero me dice Jesús que aún no ha llegado mi hora". Añade el P. Germán:
"Por última vez bendije aquel ángel de la tierra, al que no había de ver más, y
me retiré".
Tenía que retirarse, pues Jesús había dicho a Gemma que el
demonio sería quien diese la última mano a su virtud y..., estando él, el demonio no se
hubiera atrevido a hacerle nada. Pero..., tan luego como el P. Germán se fue, no
reconoció límites su bestialidad durante siete largos meses. Perturbaba su imaginación
con horribles fantasmas con el fin de producirle estados de ansiedad, tristeza, amargura y
temor, que la indujeran a la desesperación. Le decía muchas veces: "Ahí tienes lo
que has conseguido con tus fatigas en el servicio de Dios"; y le presentaba tales
figuras contra la pureza, que escribió al P. Germán: "Padre mío, pídale a Jesús
que me cambie esta cruz por cualquier otra. Haga desde ahí los exorcismos para que este
perverso se vaya, o mande a su ángel para que lo ahuyente".
Viendo que con tentaciones no podía vencerla, empezó a
maltratarla con los golpes más brutales y en forma de bestias feroces, que amenazaban
despedazarla. Dirigiéndose entonces a María Santísima, le decía: "Madre mía; me
encuentro bajo el poder del demonio que quiere arrancarme de las manos de Jesús.
Ruéguele por mí. ¡Viva Jesús!".
Jesús y María, complacidos al ver como luchaba, le enviaban
a San Pablo de la Cruz o a San Gabriel para animarla. El mismo Jesús le dijo: "Hija
mía; humíllate bajo mi mano poderosa y lucha, que tu lucha te conducirá a la
victoria".
ENTREGA SU VIDA POR UN PECADOR
Le escribía al P. Germán: "Usted siempre me recomienda
paz. Gracias a Dios la tengo siempre, aunque a veces en lo exterior parezca seria. Y
tendré mayor aún, cuando se convierta mi pecador".
Este pecador al que se refiere la santa, era un sacerdote que
había dejado el sacerdocio hacía ya doce años y daba mucho escándalo con su vida,
haciendo que muchos se perdieran. Santa Gema viendo que los sacrificios que ofrecía no
eran suficientes, pidió permiso a su director, para ofrecerle al Señor la mitad de su
vida por su conversión; el padre dijo que sí y Jesús aceptó el intercambio.
Este sacerdote se convertiría dos días antes de Gema morir,
dándole a ella un gran consuelo, exactamente en el plazo que ella había ofrecido al
Señor. (Pasados los doce años que aquel sacerdote andaba descarriado; doce años y medio
es la mitad de la vida de Santa Gema quien morirá en sus 25 años).
PARALELO CON LA PASION DE CRISTO
"Y LE SACARON A CRUCIFICAR"
Creyendo los médicos que la enfermedad era contagiosa,
sacaron a Gema de la casa Giannini y la llevaron a un apartamento, contiguo a la casa, que
su tía Elisa había alquilado. Este era otro designio de Dios para asemejarla a Cristo,
que murió fuera de la ciudad como "Víctima oficial" por los pecados.
"REPETICIÓN DEL VIERNES SANTO"
Gemma había pedido a Jesús morir crucificada con El, y
crucificada moriría. Como a las diez de la mañana doña Cecilia pensaba retirarse un
poco y Gemma le dijo: "No me dejes, mamá, mientras no esté clavada en la cruz, pues
Jesús me ha dicho que tengo que morir crucificada como El". Momentos después entró
en éxtasis profundo, extendió un poco sus brazos y, en esta posición permaneció hasta
mediodía. Su semblante era mezcla de amor y dolor, de calma y desolación...¡Agonizaba,
como Jesús en la Cruz! Los presentes la contemplaban atónitos.
Era Viernes Santo, 10 de abril de 1903.
A las ocho de la mañana del sábado, se le administró la
Extremaunción (hoy día se le llama Unción de los Enfermos), a cuyo rito sagrado
contestó con pleno conocimiento. A doña Cecilia que le habló del P. Germán le dijo:
"Ya he ofrecido a Dios el sacrificio de todo y de todos, para prepararme a
morir".
Tomó entonces el crucifijo en las manos y exclamó:
"¡Jesús!...¡En tus manos encomiendo mi pobre alma!"; y volviéndose a la
imagen de María, añadió: "¡Mamá mía!, recomienda a Jesús mi pobre alma...Dile
que tenga misericordia de mí".
De repente toda señal de agonía desapareció, y una sonrisa
de cielo se dibujó en sus labios. Dos lágrimas corrieron de sus ojos. El párroco, que
estaba presente exclamó: "Jamás he presenciado muerte semejante". Y él mismo
puso sobre el pecho de Gema el escudo pasionista que llevó al sepulcro.
Muere Santa Gemma a la 1:45 p.m. del Sábado Santo, 11 de
abril
de 1903.
La profecía de Santa Gemma se cumplió. Los pasionistas la
rechazaron en vida, pero después de su muerte la tomaron para sí. El Señor que había
acrisolado su corazón con el sufrimiento, también había pedido de ella el sacrificio de
no entrar en ninguna orden religiosa y ella lo aceptó y lo ofreció al Señor, como todo
lo demás.
CON UNA LANZADA LE ABRIÓ EL COSTADO; Y AL PUNTO BROTÓ SANGRE
Y AGUA:
Era necesaria una prueba irrefutable que revelara las
intimidades del corazón de aquella criatura que había amado ardientemente a Jesús.
La prueba se tuvo cuando al fin, y Dios sabe
con qué sacrificios, llegó el P. Germán a Lucca.
Ya habían pasado 14 días de la muerte de Santa Gemma. El
Padre anhelaba volver a ver aquel rostro lleno de dulzura. Pero quería sobre todo
verificar los misterios de aquel corazón virginal cuyos secretos en vida nadie mejor que
él había profundizado... "El 24 de abril se procedió a exhumarlo. Se abrió el
cuerpo y se extrajo el corazón, que apareció fresco, lozano, flexible, rubicundo,
humedecido de sangre, igual que si estuviera vivo. Los especialistas que practicaban la
autopsia quedaron maravillados. Estaba bastante achatado y dilatado por ambos lados,
apareciendo como más ancho que alto. Al abrirlo fluyó enseguida la sangre, bañando el
mármol donde se realizaba la intervención". Aquella que en muchas ocasiones le
había pedido al Señor que le ensanchara el corazón para poder amarlo más, recibió
esta gracia que tanto pedía. Su corazón se conserva en el convento Pasionista de Madrid.
El P. Germán escribió muy pronto su biografía y la
devoción a Santa Gemma comenzó a extenderse de manera prodigiosa, no solo en Italia, sino
en muchos países del mundo. Sin duda el Señor quiso darla a conocer como un medio de
ayudarnos a todos a comprender lo que es la santidad y animarnos a conseguirla.
Su intercesión no se hizo esperar y muchos comenzaron a
recibir grandes milagros y gracias por medio de la Santa. El mas grande de ellos es el
deseo de santidad que meditar su vida infunde en las almas.
Una hija espiritual: La
Madre Gema Eufemia Giannini.
El proceso de canonización de Sta. Gemma Galgani
El proceso para la canonización se abrió el 3 de Octubre de
1907, cuatro años después de su muerte; el Papa Benedicto XV dispensó el proceso de
"fama de santidad", porque era conocida ya en todo el mundo.
Gemma fue Beatificada el 14 de mayo de 1933, Año Santo del XIX
Centenario de la Redención; la Beatificó el Papa Pío XI.
Gemma fue Canonizada el 2 de Mayo de 1940 (día de la
Ascensión del Señor), por el Papa Pío XII, que dijo: "Santa Gemma será la piedra
preciosa de nuestro Pontificado".
Los grandes amores de Santa Gemma, durante toda su vida fueron
Jesús Crucificado, la Virgen María, la Eucaristía y la sed de conversión de las almas.
Para ellos vivió toda su vida y por ellos murió como víctima de amor.
¡Santa Gemma Galgani, ruega por nosotros!.