Franz
Jägerstätter
Franz Jaegertaetter
Padre Jordi Rivero
1907-1943
Campesino
austriaco, rehusó entrar en las filas de Hitler
beatificado mártir el 26 de octubre, 2007
"Como cristiano, prefiero pelear con la Palabra de Dios y no con
armas. No necesitamos rifles ni pistolas para nuestra batalla, sino
armas espirituales -- y la principal entre ellas es la oración" -Franz
Jagerstatter
La noticia de la
beatificación de Franz Jägerstätter
fue una gran alegría para mi ya
que desde mis días en el seminario sentí gran admiración por él. Lo
que hizo requiere un profundo amor a Cristo. Es un modelo a imitar,
para que en situaciones en que todos optan por el camino fácil
estemos prestos para abrazar la cruz y seguirle.
Franz se mantuvo
fiel al Señor mientras que casi todos, incluso cristianos,
justificaban su colaboración con las potencias del mundo (los
nazis). Franz meditó el Evangelio, meditó la encíclica del Papa que
advertía sobre el mal del nazismo y actuó consecuentemente. Ni
siquiera se dejó condicionar por su propia juventud turbulenta.
Fue capaz de superarse con la
gracia de Dios.
Franz era hijo
ilegítimo de Franz Bachmeier y Rosalie Huber. Su padre los mantuvo
hasta que murió en combate en la Primera Guerra Mundial. Tres años
más tarde
Rosalie se casó con Herr Jägerstätter, dueño de la finca Leherbauer,
junto a la villa de Sankt Radegund, en la región de Salzach,
en el norte de Austria. (Diócesis de Linz, junto a la frontera
con Alemania).
Franz se crió en
la finca, trabajaba duro durante el día pero al terminar la jornada
laboral se reunía a tomar cerveza con la pandilla de jóvenes de la
que era líder. Con frecuencia peleaban con pandillas rivales de
otros pueblos. Las peleas eran a menudo sangrientas. El y otros
fueron arrestados por unos días en 1934 por pelear con la patrulla
fronteriza sobre unas muchachas del pueblo.
Franz en su moto frente a su casa en Sankt Radegund.
De izquierda: su hermana, madre y padrastro |
En 1934, con 27 años
de edad, Franz abandonó abruptamente Sankt Radegund en medio de
alegaciones de que había engendrado un hijo ilegítimo. La verdad
nunca se supo. Pero lo cierto es que el mantuvo a la madre y al niño
con las ganancias de su trabajo en las minas de hierro de Steiermark.
Según algunos que le conocían esto no prueba que fuera el padre del
niño porque Franz, a pesar de sus vicios, era muy generoso con las
personas con problemas.
Durante sus tres años
en las minas, Franz tubo una profunda conversión. Comenzó a ir a
misa y a tomar la comunión con frecuencia. Desarrolló el deseo por
la oración y la lectura espiritual. Hasta pensó entrar en la vida
religiosa. Sin embargo un sacerdote lo desanimó diciéndole: "Debes
laborar en la finca de Leherbauer y ocuparte de tus padres".
Durante ese tiempo
escribió a su ahijado:
"Tu también
experimentarás las tormentas de la juventud. Para algunos las
tormentas vienen más tarde que para otros; para algunos estallan con
toda furia, mientras que para otros el comienzo es débil. Si la
tentación es tan fuerte que sientes que debes ceder al pecado,
piensa entonces en la felicidad eterna. Con frecuencia ocurre que un
hombre arriesga su felicidad temporal y eterna por unos segundos de
placer... Esto te lo puedo decir por mi propia experiencia.
Mientras que
temamos al hombre más que a Dios, nunca seremos dignos. Aún los más
valientes y mejores cristianos pueden caer y de hecho caen. Pero no
se quedan mucho tiempo en la suciedad del pecado. Se rehacen y toman
nueva fuerza de los sacramentos de la Penitencia y Santa Comunión, y
se esfuerzan hacia la meta eterna. Si nos vienen días de ansiedad,
cuando nos sentimos aplastados bajo el peso de los problemas,
recordemos que Dios no nos carga una cruz más pesada de lo que
podemos soportar.
Puedo decir por mi
propia experiencia cuán dolorosa es con frecuencia la vida cuando
uno vive como cristiano a medias; Es más vegetar que vivir... Desde
la muerte de Cristo, casi cada siglo ha visto la persecución de los
cristianos; Siempre ha habido héroes y mártires que dieron su vida —
con frecuencia en formas terribles — por Cristo y su fe. Si
esperamos alcanzar nuestra meta algún día, entonces nosotros también
debemos ser héroes de la fe."
Franz era un
hombre nuevo por la gracia de Dios cuando regresó a Sankt Radegund,
donde continuó su crecimiento en el cristianismo. Para siempre
habían terminado sus aventuras con la pandilla y los desenfrenos.
Sus amigos estaban asombrados.
Franz se casó con
Franziska, mujer devota, y fueron de luna de miel a Roma. Recibieron
del Papa Pío XI la bendición durante la audiencia general. De
regreso a casa, Franz fue un esposo modelo.
Comenzaba el día a
las 5:30 AM. en oración. Iba a Misa diaria. Deseoso de reparar por
su vida de pecado, hacía continua penitencia. Renunció a la cerveza,
ayunaba a diario hasta el mediodía y era muy generoso con los
pobres. En el pueblo lo consideraron un fanático, pero su gozo era
tan grande que a menudo cantaba mientras trabajaba en los campos.
Leía su Biblia bajo un árbol durante su descanso. Tenía una viva
conciencia de la presencia de Dios que se reflejaba en la
naturaleza.
En 1938 Hitler
invadió Austria, anexándola a Alemania en lo que se llamó el "Anschluss".
Franz abiertamente
expresaba su preocupación sobre los acontecimientos con sus amigos:
Amigos: "Hitler
tomó una Alemania destruida, desmoralizada y humillada en el Tratado
de Versailles y la convirtió en una nación próspera y orgullosa. Hoy
todos la respetan. Hitler acabó con el desempleo, puso comida en las
mesas, hizo prosperar tremendamente la economía".
-Franz: "Pagaremos un precio muy alto por todo eso".
-Amigos: "Esa es tu opinión. Te aconsejo que te la guardes. Por
decir menos los nazis eliminan a cualquiera. Mejor que te
acostumbres al sistema"
-Franz: "No aceptaré el sistema porque es una mentira.
-Amigo se despide: "¡Heil Hitler, Franz!"
-Franz: "Jamás!"
Mientras la
mayoría prefirió integrarse a las filas nazis, Franz no sólo se
oponía sino que no desperdiciaba cualquier oportunidad de despertar
a la gente sobre sus perversas intenciones. Franz se retiró de la
Asociación Nacional de Agricultores Austriacos, en protesta pública
contra la débil postura de oposición al nazismo.
En abril del 1938
los austriacos iban a votar si aprobaban o no la ocupación alemana
de su país. Franz le dijo a su párroco, el Padre Karobath, "voy a
votar No".
El padre le respondió: "Franz, tu sabes cuanto odio yo el nazismo.
Pero votar "No" es tonto. Primero, te vas a identificar como
opositor del régimen y –créeme- te agarrarán. Si el voto es 100%
austriacos a favor del Anschluss, la gente del mundo sabrá que el
voto es una farsa. Franz, como tu párroco, te aconsejo que votes
Si."
"Padre Karobath,"
respondió Franz, "Yo lo respeto y lo amo como sacerdote de Dios,
pero mi conciencia no me permite votar Si."
"Franz, haz lo que
tu conciencia te dicte. Pero, que Dios te ayude. Espero que estés
preparado para las consecuencias. Debes pensar que no estás solo.
Tienes una esposa, una hija y otro niño en camino,y tus padres
dependen de ti."
"Yo sé eso, buen
Padre. Me da mucho dolor. Pero no puedo mentir. El régimen de Hitler
es malvado. Llevará a nuestro pueblo a hacer cosas malas. Además,
Padre, yo creo que Dios me pide vivir según mi conciencia. Si yo
hago lo que creo que El quiere que haga, entonces yo se que el
cuidará de mi esposa, mis hijos y todas mis responsabilidades".
El 10 de abril el
pueblo austriaco fue casi unánime en su voto a favor del gobierno
nazi sobre su patria.
"Yo creo que lo
que ocurrió en la primavera del 1938 no fue muy diferente", escribió
más tarde Fraz, "de lo que ocurrió aquel Viernes Santo hace mil
novecientos años, cuando a la turba se le dio libertad para escoger
entre el Salvador inocente y el criminal Barrabás."
Franz continuó su
oposición abierta al régimen Nazi. Se negó a contribuir a las
colectas para las causas nazis. Rehusó recibir cualquier beneficio
que los nazis ofrecieran para congraciarse con la gente. Cuando una
tormenta destruyó las cosechas en el área de Sankt Radegund, Franz fue
el único agricultor que no quiso recibir ayuda del gobierno.
Sueño del
purgatorio
Una noche Franz
tuvo dificultad en dormirse, cosa extraña para él. Entonces tuvo un
sueño:
De repente vi un
hermoso y brillante tren que daba la vuelta por las montañas de
Austria. Deseosos de subir al tren, niños y adultos corrían hacia él
y no se les podía retener. Prefiero no decir cuantos adultos no
subieron al tren. Entonces escuché una voz que me dijo, "Este tren
va al infierno" Inmediatamente me pareció como si alguien me tomara
de la mano y dijera, "Ahora vamos al purgatorio" Oh! qué aterrador
era el sufrimiento que vi y sentí, solo pude suponer que yo estaba
en el infierno mismo si la voz no me hubiese dicho que íbamos al
purgatorio. Probablemente no más de unos segundos transcurrieron
mientras vi todo esto. Me desperté y escuché un suspiro y vi una luz
y todo se acabó. Desperté a mis esposa enseguida y le dije lo
ocurrido. Hasta esa noche yo nunca hubiese creído que el sufrimiento
en el purgatorio pudiese ser tan grande.
Servicio
militar
A fines del
1939 Franz fue reclutado por el ejército austriaco y asignado a
un cuerpo motorizado. Pasó siete meses de entrenamiento pero después
lo defirieron temporalmente.
Franz es el tercero de la izquierda
El hombre amante de las motos ahora forzado a montar contra su
voluntad.
"Este uniforme", dijo Franz, "me fuerza a participar en una mentira"
Su breve tiempo
con el ejército fortaleció su resolución de jamás cooperar con los
nazis. "Si me llaman, yo no serviré", le dijo a su esposa al
regresar a Sankt Radegund.
De regreso
Mientras Franz
estaba en el servicio militar, el Padre Karobath condenó al nazismo
desde el púlpito. El régimen lo sacó inmediatamente de Sankt
Radegund
y lo mantuvieron en situación de retiro
bajo estrecha
vigilancia nazi. ¿Será que las conversaciones con Franz movieron el
corazón del buen padre a tomar una posición valiente? El nuevo
párroco que encontró Franz a su regreso era el Padre Jurthauer. Este
padre pronto descubrió la virtud de Franz y le pidió que fuese
sacristán. Este ministerio era muy visible en Sankt Radegund donde
casi todos eran católicos. Los domingos servía como ujier. También
entrenaba a los monaguillos de tal manera que cumplían
respetuosamente todos sus deberes.
El matrimonio tuvo
su segunda hija, Marie. Mientras
tanto
continuaba la lucha interior de Franz ante la amenaza de ser de
nuevo reclutado por los nazis. El Padre Furthauer reconoció que no
le podía ayudar con sus cuestionamientos y le sugirió que consultase
con otros sacerdotes. Franz lo hizo y hasta visitó al obispo de la
diócesis de Linz. Todos los sacerdotes, sin excepción, le
recomendaron que se reportara al servicio militar en caso que le
llamaran. Basaban su juicio en el siguiente argumento:
Su negativa al
servicio militar haría poca o ninguna diferencia a la maquinaria de
guerra nazi. Sin embargo, significaría su sentencia de muerte,
requerida por la ley para los que se negaban a servir. Eso
conllevaría grave daño a su esposa e hijas. Si las autoridades
obraban mal serían las culpables ante el juicio de Dios y no los
ciudadanos. Estos consejos de representantes de la Iglesia, causaron
un profundo conflicto en la conciencia de Franz. Pero las enseñanzas
del Evangelio resonaban en su corazón. Además, había leído la
encíclica del Papa Pío XI, «Mit Brenneder Sorge», de 1937, en la que
escribía: «Ningún poder coercitivo del Estado, ningún ideal
puramente terreno, por grande y noble que en sí sea, podrá sustituir
por mucho tiempo a los estímulos tan profundos y decisivos que
provienen de la fe en Dios y en Jesucristo».
Franz pudo
comprender que, a pesar de la posición acomodaticia de la mayoría
que se conformaba con “obedecer órdenes” y de los consejos que
recibió, Dios le hablaba en su conciencia. El cristiano no debe
jamás actuar contra la verdad y la justicia. El fin (preservar su
vida) no justifica los medios (cooperar con los nazis). Es cierto
que se debe obedecer a las autoridades, pero nunca cuando estas
ordenan lo que es ilegítimo según la ley de Dios.
Franz dijo
como San Pedro: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres».
Por lo tanto optó
por el camino
de la cruz.
Declaró: "Todos
me dicen, por supuesto, que no debo hacer lo que estoy haciendo por
el peligro de muerte. Yo creo que es mejor sacrificar la propia vida
inmediatamente que ponerse en grave peligro de cometer pecado y
después morir."
Su madre y su
esposa le imploraban que respondiera a la llamada. "Franz", dijo su
madre, "Tu no necesariamente tienes que matar si vas a la guerra".
La posición de
Franz llegó a oídos del jefe de la policía
de la región que le conocía de mucho tiempo.
"Franz", dijo este, "Trataré de ponerte en una unidad que no sea de
combate. Por favor no me pongas en la situación de tener que
arrestarte".
Algunos le
aconsejaron que se escondiera en el bosque de Salzach. Un hombre lo
hizo el año siguiente y fue cuidado por la gente del pueblo con
tanto esmero que el dentista fue a su escondite para extraerle una
muela.
Franz tenía un
profundo dolor de corazón por el sufrimiento que su decisión
causaría a su familia. "Cuando uno razona desde el punto de vista de
la familia, uno no puede atormentarse. Uno no puede mentir ni
siquiera por su familia. Si yo tuviera 10 hijos, la mayor demanda
para conmigo mismo aún sería lo que debo hacer".
Una y otra vez sus
amigos le insistieron que no se resistiera, que pensara en su
familia. Una y otra vez el respondía: "Yo no puedo creer que porque
uno tenga esposa e hijos, queda libre para ofender a Dios. ¿Acaso
Cristo no dijo, "Quien ama a padre, madre o hijos más que a mi no
merece mi amor? "
Llamada al ejército
En febrero de
1943 el gobierno ordenó a Franz a reportarse para el servicio
militar en las
barracas de Enns, Austria.
Era el momento
decisivo. Franz le dijo a su esposa que él no podía hacer el
juramento de lealtad a Hitler, obligatorio para todo recluta. El
dolor tanto de Franz como de su esposa Franziska era indescriptible
ya que se amaban mucho. Además Franz dejaba tres hijas.
Antes de partir le
escribió al Padre Karobath que estaba "retirado":
Te ruego que me
recuerdes en la Misa mientras se te permita celebrarla. De corazón
te pido que reces por mi también y me perdones cualquier problema
que alguna vez te haya causado. Que Dios no me abandone en esta
última hora... Dios y la Virgen Santísima ciertamente no abandonarán
a mi familia cuando yo no pueda ya protegerla por mi mismo. Las
cosas serán muy difíciles para mis amados.
Franz se reportó el 4
de marzo a Enns para no comprometer al jefe de la policía de Sankt
Radegund que de otra manera tendría que arrestarlo. Al llegar a Enns,
Franz rehusó el juramento militar. Inmediatamente lo mandaron a la
prisión de
Linz-an-der-Donau, donde Hitler y Eichmann habían vivido de niños.
Su primera carta a su
esposa desde la prisión: "Por favor, no te olvides de mi en tus
oraciones. Todo será lo mejor según la voluntad de Dios... Que Dios
te conceda todo lo que deseas para ti mientras no sea un obstáculo
para tu bienestar eterno.
En otra carta a su
esposa: "Cuando la gente te pregunta si estás de acuerdo con mi
decisión de no pelear, diles lo que honestamente sientes. Si yo no
tuviese tan gran horror a la mentira y a la actitud de doblez, no
estaría sentado aquí".
Las autoridades le
preguntaron si el Padre Karobath le había aconsejado. Franz pudo
responder que el párroco había recomendado que aceptara el servicio
militar. Sin embargo le escribió a su esposa: "Estoy seguro que el
Padre Karobath no estará libre mucho tiempo".
El padre Karobath
consideró a Franz un héroe, pero esta posición enfureció a muchos en
el pueblo. Otros pensaban que Franz era un fanático religioso que
quería escapar de sus responsabilidades hacia la patria. La esposa
fue objeto de desprecio ya que la guerra afectaba a todos en el
pueblo.
La siguiente semana
Franz fue acosado por una gran tribulación. El dolor y la
preocupación por su familia era inmenso y se sentía responsable. Le
escribió a su esposa:
Estoy atribulado por el
temor de que tengas que sufrir tanto por mi causa. Me preocupa haber
traído sobre ti la injusticia.
Esta preocupación le
hizo reconsiderar su negativa previa a servir en un cuerpo médico
donde no tendría que ser combatiente: "Te puedo decir que me he
declarado dispuesto a servir en el cuerpo médico".
Sin embargo, no le
hicieron caso.
Carta a su esposa:
"No debes estar
triste por mi situación presente... Mientras un hombre ... tenga la
conciencia tranquila y sepa que no es en realidad un criminal, puede
vivir en paz, aún en la prisión".
Franz se sintió
particularmente fortalecido cuando su esposa le escribió que la hija
mayor, Rosalie, de 6 años de edad, hacía sacrificios por él. En su
carta de respuesta él la decía: "Los sacrificios de nuestra Rosalie
no serán en vano. ¿Cómo me puedo sentir abandonado aquí cuando
tantos oran por mi en casa?". Desde entonces sus cartas manifestaban
un estado de buen ánimo. Pidió le enviaran panfletos religiosos y
mantenía sus devociones. "Mientras pueda rezar, y hay mucho tiempo
para eso, mi vida no es en vano".
A sus hijas les
escribió:
Yo pienso en
ustedes frecuentemente y rezo por ustedes también. Me haría tan
feliz poderlas ver de nuevo. Las reuniría a todas para que pronto
aprendan a no pelear más entre ustedes. Además, no deben mentir.
Mientras tanto deben estar satisfechas con lo que reciben. Entonces
creo que el Padre celestial les concederá mi vuelta a casa, algún
día, aunque no sea pronto. Mis queridas pequeñas, que el Niño Jesús
y su querida Madre del Cielo las proteja hasta que nos veamos otra
vez.
De los escritos a
su ahijado:
Si debo escribir
con
mis manos encadenadas,
encuentro eso mucho mejor que si mi mundo estuviese encadenado. En
una prisión ninguna cadena, ni siquiera una sentencia de muerte,
puede robarle al hombre su fe y su propia libre voluntad. Dios da
tanta fortaleza que es posible soportar cualquier sufrimiento, una
fortaleza mucho más fuerte que todo el poder del mundo. El poder de
Dios no puede ser superado.
Igual que un hombre que
piensa sólo sobre este mundo hace todo lo posible para hacer la vida
más fácil y mejor, el cristiano que cree en el reino eterno arriesga
todo para recibir un gran premió allá. Igual que aquellos que creen
en la ideología nazi se dicen que su lucha está con la Biblia,
también nosotros debemos estar convencidos de que nuestra lucha es
por el reino eterno. La diferencia es esta: no necesitamos rifles o
pistolas para la batalla, sino armas espirituales; y la principal
entre ellas es la oración. "Porque la oración", como dice Santa
Clara, "es el escudo que las flechas incendiadas del Maligno no
puede traspasar". Santa Clara constantemente implora nueva gracia
de Dios ya que, sin la ayuda de Dios y la gracia, sería imposible
para nosotros preservar la fe y ser fieles a sus Mandamientos.
De otras cartas:
El verdadero cristiano
se reconoce más en sus obras y hechos que en sus discursos...
Hacerle al prójimo lo
que uno desearía para uno mismo significa más que meramente evitar
daño al prójimo. Debemos amar a nuestros enemigos, bendecir a
quienes nos maldicen, orar por los que nos persiguen - y el amor de
Dios vencerá y prevalecerá por la eternidad. Felices aquellos que
viven y mueren en el amor de Dios.
A su esposa
Franziska
en abril:
Hoy hace siete años que
pronunciamos nuestros votos de amor y fidelidad ante Dios y el
sacerdote... Cuando miro atrás, al gozo... que he tenido estos siete
años, me parece a veces que raya en lo milagroso. Si alguien me
dijera que no hay Dios o que Dios no nos ama, y si yo fuera a
creerle, no podría explicar cómo todo esto se me ha dado. Querida
esposa... si tan solo no nos olvidamos de dar gracias y no nos
retraemos en aspirar al cielo, Dios permitirá que nuestro gozo
continúe para toda la eternidad.
Franz pudo vivir
profundamente el triduo Pascual en comunión con Jesucristo. Un
sacerdote vino a la prisión el Jueves Santo y el Sábado Santo y les
trajo comunión. La Eucaristía lo llenó de esperanza.
A su esposa:
¿Qué es más gozoso
que el hecho que Cristo ha resucitado... victorioso sobre la muerte
y el infierno? ¿Qué nos puede dar a los cristianos mayor consuelo
que el saber que nunca más vamos a temer a la muerte?
Durante la Semana
Santa, meditando la pasión de Cristo, Franz fue tentado con la duda
de que podía estar cometiendo pecado mortal con su posición.
Escribió a
Franziska:
Si la cruz que
Dios puso sobre mi se hace pesada, no se hará tan difícil y pesada
como la que Satanás carga en sus seguidores, muchos de los cuales ya
han caído bajo ese peso y desperdiciado sus vidas con el suicidio...
el acto es malo pero quien lo comete debe ser puesto en las manos de
Dios...
Franz se alegraba
de ver, a través de las ventanas con barrotes, los pajaritos que se
acercaban a la prisión y los prados verdes que señalaban el comienzo
de la primavera.
Un compañero francés de
celda lo recuerda:
Encontramos un buen
amigo en Franz, uno que en los momentos más oscuros era siempre
capaz de ofrecer una palabra de consuelo y se las arregló para
darnos su último pedazo de pan de las míseras comidas de las mañanas
y noches que nos llevamos a las celdas... Su fe en Dios y en la
justicia no tenían comparación, sólo se podía entender la medida de
su fe cuando uno lo veía inmerso en la oración todo el día, con su
rosario, su compañero constante. De la misma manera, la comunión el
día de Pascua que recibimos juntos en abril de 1943 me trajo gran
felicidad.
El capellán de la
prisión, el Padre Baldinger también trató de disuadir a Franz de su
posición contra el servicio militar:
Debes mantener el
bienestar tuyo y de tu familia en mente. No tienes responsabilidad
como ciudadano privado por los actos y políticas de este gobierno.
Si tomas el juramento y cumples el servicio requerido, no estarías
apoyando a los Nazis y sus objetivos; estarías simplemente siguiendo
órdenes como millones de otros católicos, incluyendo sacerdotes y
seminaristas. No tienes ni los datos ni la competencia para pasar
juicio final sobre la justicia o injusticia de esta guerra".
Franz ya había
escuchado estos argumentos antes. Sabía que no representan la
enseñanza de la Iglesia sino el esfuerzo humano de justificarse ante
una situación difícil. Es la actitud común de los ciudadanos de
cualquier credo ante la misma situación. Sin embargo, era muy
difícil no caer en la duda cuando es un sacerdote quien le aconseja.
Con una claridad
que sólo puede venir del Espíritu Santo, Franz respondió que el
sistema Nazi era contrario a su religión católica.
A un compañero de
prisión le dijo: "Como cristiano, prefiero luchar con la palabra de
Dios y no con armas. Yo amo mi patria intensamente y no serviré a
nadie que oprima a Austria"
También le decían
que debía defender su patria de la invasión rusa. "¿Quieres ver a
los rusos invadiendo Austria, violando nuestras esposas e hijas,
quemando nuestras fincas?"
Según el capellán
de la prisión, en
esa prisión
ejecutaron a 38 hombres acusados de ser desertores.
Al principio de
Mayo lo
transfieren a la prisión en Berlín.
Foto de las tres hijas, recibida por Franz
en la prisión de Berlín
"Querido Padre, regresa pronto" |
Escribió a
Franziska:
El traslado vino
como una completa sorpresa. No hubo tiempo para despedirme de mis
camaradas... En cuanto a mi posición,
aun no puedo llegar a otra decisión.
A Franz le dieron como
abogado a Friedrich Leo Feldmann de Dusseldorf. Franz explicó que
sus razones para no servir en el ejército eran dos:
1- El Nazismo es
malvado y causa gran sufrimiento humano
2- Que buscaba destruir la Iglesia Católica.
El abogado le explicó
que esos argumentos no serían efectivos ante la corte militar nazi y
le presentó los argumentos ya familiares para Franz a favor de
servir en el ejército. "Millones de católicos están sirviendo en las
fuerzas armadas..."
El tribunal le presentó
como argumento: "No te pedimos que protejas un régimen particular
sino que defiendas tu patria. ¿Quieres que los rusos entren en
Austria a quemar, saquear y violar a tu esposa y tus hijas?"
-Franz respondió: "No"
-"Entonces", dijo el
oficial, "¡defiende tu patria!"
-"No puedo. El régimen
es malvado y no puedo apoyarlo de ninguna forma"
El abogado recuerda que
el oficial que había comenzado con gran soberbia, gradualmente
suavizó su actitud hasta que al final imploraban a Franz.
-"Jaegerstatter, te
pondremos en una posición donde no tendrás que levantar una pistola.
Te haremos enfermero. ¡Por favor escúchanos!
-"Ustedes son buenos
hombres", respondió Franz, "y yo aprecio lo que están tratando de
hacer por mi. Pero si entro en el ejército siento que estoy haciendo
algo muy malo, y añado a ello el pecado de mentir al parecer que
pertenezco al ejército vistiendo su uniforme. No puedo hacer esto".
Franz fue declarado
culpable de dañar el esfuerzo de guerra y la corte recomendó la pena
de muerte. Franz y su abogado aceptaron la sentencia en silencio.
Dean Kreuzberg, el
capellán católico, le contó a Franz que el Padre Reinisch había
tomado la misma posición que él y por ello le habían matado. El
capellán estaba tratando de convencer a Franz para que cambiase de
postura. Sin embargo, el saber que un sacerdote había muerto
sosteniendo su posición le dio a Franz una gran tranquilidad para
mantenerse firme.
El Padre Furthauer
trajo a Francesca a la prisión de Berlín. Mientras ella esperaba
para verlo, los guardias trajeron a Franz al lugar de visitas. Ella
presenció como lo empujaban brutalmente. Permitieron al matrimonio
estar juntos 20 minutos. Francesca y el capellán trataron de
convencer a Franz. Al acabar el tiempo de la visita, el sacerdote le
dijo: "No tienes que preocuparte de estar cometiendo pecado. Estás
siguiendo tu conciencia y eso es bueno" Le dio la bendición.
Francesca y Franz se abrazaron.
La noche del 8 de
Agosto de 1943 abrieron la celda de Franz. Le entregó un papel y le
dijo: "escribe tu última carta" El la dirigió a su esposa e hijas:
Me trajeron a la
prisión Brandengurg junto a varios otros condenados a muerte ....
Nosotros no sabíamos todavía qué nos pasaría. Hasta el mediodía no
me dijeron que mi sentencia había sido confirmada el 14 de julio y
se cumplirá hoy (9 de agosto, 1943) a las 4:00 PM.... Querida
esposa y madre, te agradezco una vez más de corazón todo lo que has
hecho por mi en la vida, todos los sacrificios que has hecho por mi.
Te ruego me perdones si te he herido u ofendido, como yo he
perdonado todo... No me era posible liberarte del dolor que ahora
debes sufrir por mí. Qué difícil debe haber sido para nuestro
querido Salvador cuando, por sus sufrimientos y muerte, tuvo que
preparar tan gran sufrimiento para su Madre, y ellos cargaron con
todo esto por amor a nosotros pecadores.
Mis saludos de
corazón para mis queridas hijas. Ciertamente le pediré a Dios, si me
permite entrar en el cielo pronto, que guarde un pequeño espacio en
el cielo para todos ustedes. En la semana pasada he rezado mucho a
la Santísima Virgen que, si es la voluntad de Dios que yo muera
pronto, se me permita celebrar la fiesta de la Asunción en el
cielo.....
....El corazón de
Jesús, el corazón de María y mi corazón son uno en tiempo y
eternidad."
Las autoridades de la
prisión dejaron un documento en la celda. Solo tenía que firmarlo
para salvar su vida.
El Padre Jochmann
le sugirió que lo firmara.
-"Padre, no puedo
hacer eso".
El Padre entonces le
ofreció algo para leer, pero Franz no
aceptó nada,
ni siquiera el Nuevo
Testamento porque decía: "Estoy completamente envuelto en unión
interior con el Señor, y cualquier lectura solo interrumpiría mi
comunicación con mi Dios".
El Padre Jochmann
más tarde dijo que
Franz
se encontraba
en profunda paz y no se quejaba. "Puedo decir con certeza que este
hombre sencillo es el único santo que he conocido en mi vida".
Tumba
de Franz
Junto a típico
crucifijo austriaco
+ la cita del Evangelio
Mateo 16:25
"quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda
su vida por mí, la encontrará."
|
Franz tenía
36 años de edad
cuando lo decapitaron.
Su cuerpo fue incinerado . Tres años más tarde las cenizas se
llevaron a Sankt Radegund donde se enterraron junto a la iglesia con
otros 60 hombres del pueblo que murieron en la II Guerra Mundial.
En la misma cárcel
donde decapitaron
a Frana
Jägerstätter,
fue ahorcado
el teólogo protestante Dietrich Bonhöffer que también se opuso a los
nazis por el Evangelio.
El 1 de junio, 2007,
Benedicto XVI autorizó la publicación del
decreto que reconoce
el
martirio
de Franz Jagestatter
y que abrió
las puertas a su beatificación.
Franziska, la esposa de Franz,
pensó que el testimonio de su marido quedaría en el olvido. Así
parecía hasta que en 1966 Gordon Zahn publicó su vida en el libro
In Solitary Witness.
Beatificación, 2007: El 26
de octubre, "Día Nacional" de Austria, Franzisca, de 94 años, y
otras 5,000 personas participaron en la liturgia de beatificación de
Franz. 27 cardenales y obispos de Austria y
del extranjero estaban presente. La misa fue televisada a toda la
nación.
"Yo siempre le pedí al Señor Dios
que me permitiera vivir para ver este día" dijo Franzisca, rodeada
de miembros de su familia, en la catedral, donde una inmensa foto de
Jaegerstaetter colgaba sobre el altar.
"El entregó su vida en magnánima negación de si mismo" escribió el
papa en la carta que fue leida en la beatificación.
Una semana después de su
beatificación, en la fiesta nacional de Austria, la reliquia fue
consagrada e instalada cerca del altar el cual esta consagrado a
María Reina de los Mártires. Sobre la reliquia hay una cita de
Romanos 8,35: "¿Que nos puede separar del amor de Dios?.
El Papa Benedicto XVI
beatificó en el 2005 a otro opositor de los nazis: el
Cardinal Clemens August von Galen
(1878-1946), el "León de Munster", cuya residencia fue incendiada
por sus críticas abiertas contra el régimen nazi.
Oración:
Franz Jägerstätter,
tú que preferiste
ser testigo
solitario de que Jesucristo es el Señor,
ruega por
nosotros.
Enséñanos a ser cristianos coherentes y valientes para no ser
arrastrados por la
lógica del mundo.
Bibliografía:
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