SAN FELIPE
DE JESUS
1572-1597
Fiesta: 5 de Febrero
Ver también:
Hechos
de los Apóstoles en América -José
María Iraburu, de quien tomamos algunos datos.
Protomártir mexicano,
entrega su vida por Cristo en el Japón a los 24 años de edad.
Su nombre
de pila fue Felipe de las Casas. Nació en la ciudad de México, en mayo del año
1572. Sus padres,
inmigrantes españoles: Antonio, toledano de Illescas y Antonia, andaluza
de Sevilla. Le dieron buen ejemplo. En su niñez era tan inquieto
y travieso que cuando decidió irse al convento de Puebla para hacerse
franciscano, su aya comentó: "Eso será cuando la higuera
reverdezca". Aludiendo a una higuera seca que había en el patio de la
casa. Llegó al convento de Puebla, donde residía el
Beato Sebastián De Aparicio. En
efecto, Felipe duró muy poco allí. No resistió aquella vida y regresó a su
casa.
Ejerció
entonces el oficio de platero sin mucho éxito. Cuando había
cumplido 18 años, su padre, Alonso de las Casas, lo envió a las Islas
Filipinas a probar fortuna. Allí se estableció en la ciudad de Manila.
Al principio estaba deslumbrado por la vida mundana, pero pronto sintió
de nuevo la llamada del Señor: "Si quieres venir en pos de mí, renuncia
a ti mismo, toma tu cruz y sígueme" (Mt.16,24).
Felipe entró con los franciscanos de Manila. Esta vez ya había madurado
y su conversión fue de todo corazón. Cambió su nombre al de Felipe de
Jesús. Estudiaba, atendía a los enfermos. Todo lo hacía con la dedicación
de un hombre que vivía para Jesús.
En 1596
sus superiores le anunciaron
que ya se podía ordenar sacerdote. Como no había obispo en Filipinas, la ordenación sería en México, su
ciudad natal, junto con su familia y amistades de infancia. Con ese fin
se embarcó en el galeón San Felipe, con Fray Juan Pobre y otros franciscanos; pero una gran tempestad desvió el barco hasta
que naufragó en las costas del Japón. Felipe interpretó su naufragio
como una dicha. Podría entregarse mas a Cristo por la conversión del
Japón.
San Francisco Javier había misionado
en el Japón dejando a su partida 2000 cristianos. La Iglesia siguió
floreciendo y en 1579 habían 150000 cristianos, 54 jesuitas, 22 de ellos
sacerdotes. En la isla de Kyushu, sólo en dos años, se bautizaron 70.000
japoneses. Pero la situación en Japón era precaria. En 1582
Taikosama (altísimo señor) había tomado control de todo el Japón
formando un imperio. El fue al principio favorable hacia el
cristianismo, pero cambió en 1587, al ser instigado por los bonzos.
Entonces decretó la expulsión de los misioneros y la demolición de los
templos cristianos. Al principio la orden no se aplicó rigurosamente y
los misioneros eran tolerados mientras se mantenían en la
clandestinidad, vestidos a la japonesa. En esta
situación estaban cuando llegó la primera expedición de franciscanos,
que inmediatamente comenzó una gran actividad misionera. Allí estaban Fray
Pedro Bautista y algunos hermanos de la provincia Franciscana de
Filipinas.
En noviembre
del 1596 embarrancó en Urando el galeón San Felipe con Felipe y los
otros franciscanos a bordo. El gobernador del lugar, conociendo las
riquezas del navío, dio orden de expropiación, y el emperador, para
encubrir el robo, promulgó de nuevo en Osaka y Meako el edicto de 1587,
alegando que los frailes hacían un proselitismo ilegal y que preparaban
una invasión militar.
La orden, posteriormente, quedó restringida
a «sólo los que han llegado de Filipinas y a sus acompañantes».
Quedaban, pues, condenados a la ejecución 5 franciscanos de Meako con 15
japoneses bautizados, y 1 franciscano con 2 japoneses cristianos de
Osaka. A ellos se añadieron voluntariamente Pablo Miki, Juan de Goto y Diego Kisai, tres japoneses que estaban
con los jesuitas de Osaka y que quisieron ser recibidos in extremis
en la Compañía. Veintiséis en total. Entre los franciscanos había cuatro
españoles, fray Pedro Bautista, de Avila, fray Martín de la Ascensión,
de Vergara según parece, fray Francisco Blanco, de Orense, y fray
Francisco de Miguel, de Valladolid. Y con ellos, fray Gonzalo García,
indio portugués, y fray Felipe de Jesús, mexicano.
La noticia causó alegría y entusiasmo entre los
cristianos, cosa que desconcertó a los paganos. Los neófitos acudían a
las casas custodiadas de los misioneros para ofrecerles sus bienes y sus
vidas. San Pedro Bautista, superior de los franciscanos, escribía a
última hora: «Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo por
hacernos esta merced de padecer con alegría por su amor».
Hasta los niños cristianos participaban del alegre
coraje de sus mayores. A uno de ellos le preguntó un misionero: «¿Y qué
harás tú cuando se enteren que eres cristiano». A lo que el chico,
poniéndose de rodillas e inclinando la cabeza, contestó: «Haré así». «¿Y
qué le dirás al verdugo cuando vaya a matarte?»... «Diré "¡Jesús, María!
¡Jesús, María!", hasta que me hayan cortado la cabeza»... Por su parte,
fray Felipe de Jesús comentó: «Dios hizo que se perdiera el
[galeón]
San Felipe para ganar a fray Felipe».
El 3 de enero de 1597, en Meako, se les cortó a los
reos cristianos la mitad de la oreja izquierda y, de tres en tres,
fueron llevados por la ciudad en carretas, precedidas por el edicto
mortal. Queriendo el emperador infundir en sus súbditos horror al
cristianismo, dispuso que fueran llevados por Hirosima y Yamaguchi,
hacia el este, hasta Nagasaki, en la isla Kyushu, donde era muy grande
la presencia de cristianos. Allí, en una colina que domina sobre la
ciudad y la bahía, fueron dispuestos los mártires ante las cruces que
les habían preparado. «¡Qué abrazado estaba con su cruz fray Felipe!»,
contaba un testigo...
26 mártires fueron crucificados.
Entre ellos habían franciscanos y jesuitas como también laicos. Fray
Martín de la Ascensión cantaba el Benedictus a voz en grito. Luis
Ibaraki, de doce años, el más pequeño, repite una y otra vez: «Paraíso,
paraíso, Jesús, María». Antonio, de trece años, «que estaba al lado de
Luis, fijos los ojos en el cielo, y después de invocar los nombres de
Jesús y María, entonó el salmo Alabad, siervos del Señor, que había
aprendido en la catequesis de Nagasaki, pues en ella se les hace
aprender a los niños ciertos salmos». Otros cantaban el Te Deum
con entusiasmo. Y la muchedumbre de cristianos aclamaba con los
mártires: «¡Jesús, María!». Relato de un testigo>>>
Fray Felipe de Jesús no podía decir nada pues el
sedile de su cruz quedaba muy bajo, y estaba casi colgando de la
argolla que le sujetaba el cuello. Apenas logró gritar tres veces el
nombre de Jesús, haciendo verdadero su santo nombre: Felipe de Jesús.
Viéndole acabado, lo mataron al modo acostumbrado: dos lanzas
atravesaron sus costados, y cruzándose en el pecho, salieron por sus
hombros. Así murieron todos, Felipe el primero.
Era
el 5 de febrero de 1597.
Según relata
una leyenda,
ese mismo día la higuera seca de su hogar tomó vida y dio fruto. Felipe
había llegado a la santidad mas heroica.
Fue
beatificado, juntamente con sus compañeros mártires el 14 de septiembre
de 1627.
Canonizados el 8 de junio de 1862 por el papa Pío IX. Una de las
dos iglesias romanas dedicadas a la Virgen de Guadalupe, en la Vía
Auerlia, 677, lo tiene por segundo titular.
En la colina de los mártires de Nagasaki,
la iglesia que corona el conjunto de construcciones está dedicada a San
Felipe de Jesús.
Es patrono de la ciudad de México y de su Arzobispado.