Papa Benedicto XVI
- Discursos |
Palabras de despedida
del Papa de Portugal
S.S. Benedicto xvi
Mayo 14, 2010
Señor presidente de la República,
ilustrísimas autoridades,
queridos hermanos en el episcopado,
queridos amigos:
Al llegar el final de mi visita, vuelvo a sentir en mi espíritu la
intensidad de tantos momentos vividos en esta peregrinación a Portugal.
Conservo en el alma la cordialidad de vuestra acogida afectuosa, el
calor y la espontaneidad que han consolidado los vínculos de comunión en
los encuentros con los grupos, el esfuerzo que ha supuesto la
preparación y realización del programa pastoral previsto.
En este momento de despedida, expreso a todos mi más sincera gratitud:
al Señor Presidente de la República, que desde que he llegado me ha
honrado con su presencia, a mis hermanos obispos con los que he renovado
la profunda unión en el servicio al Reino de Cristo, al Gobierno y a
todas las autoridades civiles y militares, que se han prodigado durante
todo el viaje con manifiesta dedicación. Os deseo toda clase de bienes.
Los medios de comunicación social me han permitido acercarme a muchas
personas, a las que no me era posible ver de cerca. También a ellos les
estoy muy agradecido.
En el momento de despedirme de vosotros, saludo a todos los portugueses,
católicos o no, a los hombres y mujeres que viven aquí, aunque no hayan
nacido aquí. Que no deje de crecer entre vosotros la concordia, que es
esencial para una sólida cohesión, y camino obligado para afrontar con
responsabilidad común los desafíos que tenéis por delante. Que esta
gloriosa Nación siga manifestando su grandeza de alma, su profundo
sentido de Dios, su apertura solidaria, guiada por principios y valores
impregnados por el humanismo cristiano. En Fátima, he rezado por el
mundo entero, pidiendo que el porvenir nos depare una mayor fraternidad
y solidaridad, un mayor respeto recíproco y una renovada confianza y
familiaridad con Dios, nuestro Padre que está en los cielos.
Con gozo he sido testigo de la fe y devoción de la comunidad eclesial
portuguesa. He podido ver el entusiasmo de los niños y los jóvenes, la
fiel adhesión de los presbíteros, diáconos y religiosos, la dedicación
pastoral de los obispos, el deseo de buscar la verdad y la belleza en el
mundo de la cultura, la creatividad de los agentes de la pastoral
social, la fe vibrante de los fieles en las diócesis que he visitado.
Deseo que mi visita sea un incentivo para un renovado ardor espiritual y
apostólico. Que el Evangelio sea acogido en su integridad y testimoniado
con pasión por cada discípulo de Cristo, para que sea fermento de
auténtica renovación de toda la sociedad.
Por la intercesión de Nuestra Señora de Fátima, a la que invocáis con
tanta confianza y firme amor, imploro de Dios que mi Bendición
Apostólica, portadora de esperanza, paz y ánimo, descienda sobre
Portugal y sobre todos sus hijos e hijas. Sigamos caminando en la
esperanza. Adiós.
[© Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana]
Esta página
es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María
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