"La
Iglesia desea una comprensión mutua cada vez más profunda"
Discurso en el Centro "Hechal Shlomo", sede del Gran
Rabinado de Jerusalén
S.S. Benedicto XVI
Mayo 12, 2009
www.zenit.org
Distinguidos rabinos,
queridos amigos:
Doy las gracias por la invitación para visitar Hechal Shlomo y
reunirme con ustedes durante este viaje a Tierra Santa como
obispo de Roma. Agradezco al rabino sefardí Shlomo Amar y al
rabino askenazi Yona Metzger sus cálidas palabras de bienvenida
y el deseo expresado de continuar fortaleciendo los vínculos de
amistad que la Iglesia católica y el Gran Rabinado se han
forjado diligentemente en las últimas décadas. Vuestras visitas
al Vaticano, en 2003 y 2005, son un signo de la buena voluntad
que caracteriza el desarrollo de nuestras relaciones.
Distinguidos rabinos, correspondo expresando mi propio respeto y
estima por vosotros y vuestras comunidades. Os garantizo mi
deseo de profundizar en el entendimiento mutuo y en la
cooperación entre la Santa Sede, el Gran Rabinado de Israel y el
pueblo judío en todo el mundo.
Desde el inicio de mi pontificado ha sido para mí un motivo de
satisfacción el fruto producido por el diálogo que tiene lugar
entre la delegación de la comisión de la Santa Sede para las
Relaciones Religiosas con los judíos y la delegación del Gran
Rabinado de Israel para las Relaciones con la Iglesia católica.
Deseo agradecer a los miembros de ambas delegaciones su
dedicación y el duro trabajo para implementar esta iniciativa,
tan deseada por mi venerado predecesor, el papa Juan Pablo II,
como él mismo afirmó en el Gran Jubileo del año 2000.
Nuestro encuentro de hoy es una ocasión muy apropiada para
agradecer al Omnipotente las muchas bendiciones que han
acompañado el diálogo conducido por la comisión bilateral, y
para mirar con esperanza a sus futuras sesiones. La buena
voluntad de los delegados para discutir abierta y pacientemente
no sólo los puntos de acuerdo, sino también los puntos de
discordancia, ha allanado el camino para lograr una colaboración
más efectiva en la vida pública. Judíos y cristianos están
preocupados por asegurar el respeto por la sacralidad de la vida
humana, la centralidad de la familia, una profunda educación de
los jóvenes, la libertad de religión y de conciencia para una
sociedad sana. Estos temas de diálogo no representan más que la
fase inicial de lo que esperamos sea un sólido y progresivo
camino hacia una mejor comprensión recíproca.
Una indicación de las posibilidades de esta serie de encuentros
se ha visto ya en nuestra preocupación compartida frente al
relativismo moral y a las ofensas que produce contra la dignidad
de la persona humana. Al afrontar las cuestiones éticas más
urgentes de nuestros días, nuestras dos comunidades se
encuentran ante el desafío de comprometer a las personas de
buena voluntad con el nivel de la razón, presentando al ismo
tiempo los fundamentos religiosos que sostienen de la mejor
manera los perennes valores morales. Que el diálogo iniciado
continúe generando ideas sobre cómo es posible que cristianos y
judíos puedan trabajar juntos para elevar la consideración de la
sociedad por las contribuciones características de nuestras
tradiciones religiosas y éticas. Aquí, en Israel, los
cristianos, dado que constituyen solamente una pequeña parte de
la población total, valoran de modo particular las oportunidades
de diálogo con sus vecinos judíos.
La confianza es, innegablemente, un elemento esencial para un
diálogo efectivo. Hoy tengo la oportunidad de repetir que la
Iglesia católica está irrevocablemente comprometida en el camino
escogido por el Concilio Vaticano II para una auténtica y
duradera reconciliación entre cristianos y judíos. Como ha
aclarado la declaración Nostra Aetate, la Iglesia sigue
valorando el patrimonio espiritual común de cristianos y judíos,
y desea una comprensión mutua cada vez más profunda y el respeto
a través de los estudios bíblicos y teológicos, así como a
través de los diálogos fraternos. ¡Que los siete encuentros de
la comisión bilateral que ya han tenido lugar entre la Santa
Sede y el Gran Rabinado sean una prueba de ello! Expreso mi
reconocimiento por vuestra afirmación recíproca de que la
amistad entre la Iglesia católica y el Gran Rabinado seguirá
creciendo en el respeto y comprensión en el futuro.
Amigos, expreso una vez más mi profundo aprecio por la
bienvenida que me habéis dirigido hoy. Confío ne que que nuestra
amistad siga sirviendo de ejemplo de confianza en el diálogo
para los judíos y cristianos de todo el mundo. Al ver los
resultados alcanzados hasta ahora, e inspirándonos en las
Sagradas Escrituras, podemos esperar con confianza en una
cooperación cada vez más intensa entre nuestras comunidades
--junto con todas las personas de buena voluntad-- para condenar
el odio y la opresión en todo el mundo. Pido a Dios, que escruta
nuestros corazones y conoce nuestros pensamientos (Salmo 139,
23), que siga iluminándonos con su sabiduría, y así podamos
seguir sus mandamientos de amarlo con todo el corazón, con toda
el alma y con todas las fuerzas (cf. Deuteronomio 6,5) y de amar
al prójimo como a nosotros mismos (Lv 19,18). ¡Gracias!
[Traducción del original inglés realizada por Jesús Colina
© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana]
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