Audiencia General
"Sacerdotes, sean fieles
a su vocación y vivan gozosamente su misión en la Iglesia"
S.S. Benedicto XVI
Agosto 5, 2009
Radio Vaticana
Miércoles, 5 ago
(RV).- Benedicto XVI, tras su estancia en el Valle italiano de
Aosta ha celebrado su primera audiencia general de los miércoles
en Castel Gandolfo, ante más de 4.000 fieles y peregrinos
procedentes de todo el mundo. Como había prometido el pasado
domingo en el Ángelus, el Papa ha dedicado la catequesis a la
figura de san Juan María Vianney, trazando una semblanza del
santo Cura de Ars, al que ha puesto como ejemplo también para
los sacerdotes de hoy.
Sobre
su ejemplo, el Santo Padre se ha preguntado cómo poder seguir
los pasos del Cura de Ars hoy en una época tan distinta a
aquella. La respuesta la ha dado él mismo subrayando que existe
un estilo de vida y un anhelo de fondo que todos estamos
llamados a cultivar. Es decir, lo que ha santificado al Cura de
Ars: su humilde fidelidad a la misión a la que Dios le había
llamado; su constante abandono de confianza absoluta en las
manos de la Providencia divina. Él llegó a tocar el corazón de
la gente transmitiendo lo que íntimamente vivía: su amistad con
Cristo. Fue un enamorado de Cristo, y el verdadero secreto de su
éxito pastoral fue el amor que alimentaba por el Misterio
eucarístico anunciado, celebrado y vivido.
El Papa ha recordado que ayer se cumplió el 150 aniversario de
la muerte del cura de Ars: “¡Qué gran fiesta habrá habido en el
Paraíso al recibir a un acérrimo pastor como él!”, ha exclamado
el Pontífice. Por sus características sacerdotales y su gran
obra de párroco y confesor, Benedicto XVI ha querido establecer
este Año Sacerdotal que lleva por tema, Fidelidad de Cristo
fidelidad del sacerdote. Porque la existencia del cura de
Ars fue una verdadera catequesis viviente que alcanzaba una
eficacia muy particular cuando la gente le veía celebrar la
Misa, permanecer en adoración ante el sagrario, y transcurrir
muchas oras en el confesionario.
Centro de toda su vida fue la Eucaristía, que celebraba y
adoraba con devoción y respeto. Otra característica fundamental
de esta extraordinaria figura sacerdotal fue el asiduo
ministerio de las confesiones. San Juan María Vianney se
distinguió por tanto como un óptimo e incansable confesor y
maestro espiritual.
Su origen familiar humilde, pero rico de humanidad y de fe, le
permitió poder alimentar su vocación sacerdotal a pesar de los
obstáculos y dificultades que se le presentaron. Finalmente fue
ordenado presbítero gracias a la ayuda de sabios sacerdotes que
no se detuvieron en consideraciones humanas, sino que miraron
más allá intuyendo el horizonte de santidad que se perfilaba en
aquel joven verdaderamente excepcional. El 23 de junio de 1815
fue ordenado diácono y al año siguiente sacerdote.
El santo cura de Ars tuvo siempre en alta consideración este don
recibido. Afirmaba: ¡Oh que gran cosa es el Sacerdocio!. Ya
desde muy joven había confiado a su madre: “Si fuera sacerdote
quisiera conquistar muchas almas”. Y así fue. En el servicio
pastoral, tan sencillo como extraordinariamente fecundo, este
anónimo párroco, de un pueblecito del sur de Francia, llegó a
identificarse de tal manera con su propio ministerio hasta
convertirse visible y universalmente reconocible, en la misma
imagen del Buen Pastor.
Antes de finalizar su catequesis en italiano el Papa ha
advertido que si en tiempos del santo Cura de Ars se vivía “la
dictadura del racionalismo” hoy vivimos “la dictadura del
relativismo”. El racionalismo fue inadecuado porque no tuvo en
cuenta los límites humanos transformando la razón en Dios; el
relativismo contemporáneo mortifica la razón porque sostiene que
no se puede conocer nada más allá del campo científico positivo.
El Papa ha pedido a los sacerdotes que, como el cura de Ars,
cumplan el compromiso pastoral del sacerdote, que debe estar
íntimamente unido con Cristo permaneciendo y alimentándose de Él
continuamente.
Y éste ha sido el saludo que el Santo Padre ha hecho en español
para los peregrinos de nuestra lengua presentes en el patio
Clemente XIV de Castel Gandolfo:
“Saludo cordialmente a los
peregrinos de lengua española. En particular, a los grupos de la
pastoral juvenil de Toledo, Valencia y Sigüenza-Guadalajara. En
este Año Sacerdotal, invito a todos a acompañar a los ministros
del Señor con la oración, la solidaridad espiritual y la
colaboración, para que sean fieles a su vocación y vivan
gozosamente su misión en la Iglesia, siguiendo en todo a Cristo,
Buen Pastor, a ejemplo de San Juan María Vianney. Que la Virgen
María interceda para que el Pueblo de Dios se enriquezca con
santos y abnegados sacerdotes. Muchas gracias”.
Como siempre el Santo Padre antes de finalizar la audiencia se
ha dirigido además de los jóvenes, a los enfermos y a los recién
casados; y en particular a los participantes en el quinto
Encuentro Internacional de los Jóvenes hacia Asís”. Hoy, memoria
litúrgica de la dedicación de la basílica de Santa María la
Mayor, la liturgia nos invita a dirigir nuestra mirada a María,
Madre de Cristo. “Mirad siempre a Ella, queridos jóvenes –ha
invitado el Papa- imitándola en seguir fielmente la voluntad
divina; acudid a Ella con confianza, queridos enfermos, para
experimentar en el momento de la prueba la eficacia de su
protección; confiad a Ella, queridos recién casados, vuestra
familia, para que esté siempre sostenida por su maternal
intercesión”.
Unos minutos después de haber saludado al Santo Padre, tras la
audiencia, el obispo auxiliar de Valencia, Mons. Esteban
Escudero Torres nos ha concedido su testimonio:
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