NOVENA
en honor de
NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
Patrona de las Americas
Ver Tambien:
Nuestra página de la Virgen de Guadalupe
Página de la Basílica Nra. Sra. de Guadalupe
Nuestra página sobre San Juan Diego
Tour Virtual del Santuario de Guadalupe
Comience
el 3 diciembre para terminar en la fiesta.
Puesto
de rodillas delante de María Santísima, hecha la Señal de la Cruz,
se dice el siguiente:
Acto de
Contrición
"Señor
mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío,
por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa
de todo corazón haberos ofendido. Propongo
enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en
satisfacción de mis pecados, y confío por vuestra bondad y
misericordia infinita, que me perdonaréis y me daréis gracia para
nunca más pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra
Señora la Virgen de Guadalupe. Amén. "
Hágase
la petición: …
Récese
cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la
oración de cada día.
Primer Día
"¡Oh
Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus
sagradas sienes publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora,
pues como Hija, como Madre y como Esposa del Altísimo tienes absoluto
poder y justísimo derecho sobre todas las criaturas.
Siendo
esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a ti por mil títulos;
pero no me contento con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes
sobre todos; quiero ser tuyo por otro título más, esto es, por
elección de mi voluntad.
Ved
que, aquí postrado delante del trono de tu Majestad, te elijo por mi
Reina y mi Señora, y con este motivo quiero doblar el señorío y
dominio que tienes sobre mí; quiero depender de ti y quiero que los
designios que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus manos.
Dispón de mí como te agrade; los sucesos y lances de mi vida quiero
que todos corran por tu cuenta. Confío en tu benignidad, que todos se
enderezarán al bien de
mi alma y honra y gloria de aquel Señor que tanto complace al mundo.
Amén.
Un
Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Segundo Día
¡Oh
Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué bien se conoce que eres Abogada
nuestra en el tribunal de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás
dejan de beneficiarnos las juntas ante el pecho en ademán de quien
suplica y ruega, dándonos con esto a ver que desde el trono de gloria
como Reina de los Ángeles y hombres haces también oficio de abogada,
rogando y procurando a favor nuestro.
¿Con
qué afectos de reconocimiento y gratitud podré pagar tanta fineza?
Siendo que no hay en todo mi corazón suficiente caudal para pagarlo.
A
ti recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de una
caridad ardiente y fervorosa, de una humildad profunda y de una
obediencia pronta al Señor.
Esfuerza
tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses de pedir al
Todopoderoso me haga suyo y me conceda ir a darte las gracias por el
feliz éxito de tu intermediación en la gloria. Amén.
Un
Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Tercer Día
¡Oh
Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué puedo creer al verte
cercada de los rayos del sol, sino que estás íntimamente unida al
Sol de la Divinidad, que no hay en tu casa ninguna cosa que no sea
luz, que no sea gracia y que no sea santidad!
¡Qué
puedo creer sino que estás anegada en el piélago de las divinas
perfecciones y atributos, y que Dios te tiene siempre en su Corazón!
Sea para bien, Señora, tan alta felicidad.
Yo,
entre tanto, arrebatado del gozo que ello me causa, me presento
delante del trono de tu soberanía, suplicándote te dignes enviar uno
de tus ardientes rayos hacia mi corazón: ilumina con su luz mi
entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz que acabe yo de
persuadirme de que vivo engañado todo el tiempo que no empleo en
amarte ti y en amar a mi
Dios: haz que acabe de persuadirme que me engaño miserablemente
cuando amo alguna cosa que no sea mi Dios y cuando no te amo a Ti por
Dios. Amén.
Un
Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Cuarto Día
¡Oh
Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra
tan grande suya estar a tus pies y que en prueba de su gozo abre los
brazos y extiende las alas para formar con ellas repisa a tu Majestad,
¿qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración a tu persona,
no ya la cabeza, ni los brazos, sino mi corazón y mi alma para
santificándola con tus divinas plantas se haga trono digno de tu
soberanía?
Dígnate,
Señora, de admitir este obsequio; no lo desprecies por indigno a tu
soberanía, pues el mérito que le falta por mi miseria y pobreza lo
recompenso con la buena voluntad y deseo
Entra
a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas sino las
del deseo de ser tuyo y el temor de ofender a tu Hijo divinísimo.
Forma trono de mi corazón, y ya no se envilecerá dándole entrada a
la culpa y haciéndose esclavo del demonio. Haz que no vivan en él
sino Jesús y María. Amén.
Un
Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Quinto Día
¿Qué
correspondía a quien es un cielo por su hermosura, sino uno lleno de
estrellas? ¿Con qué podía adornarse una belleza toda celestial,
sino con los brillos de unas virtudes tan lúcidas y tan
resplandecientes como las tuyas?
Bendita
mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en ti hermosura tan
peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica con
humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan
amable, y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en ti para que mi
corazón no se dejara arrastrar en otro afecto que no sea el amor
tuyo.
No
podré lograr este deseo si esos resplandecientes astros con que estás
adornada no infunden una ardiente y fervorosa caridad, para que ame de
todo corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios, y después de mi Dios
a Ti, como objeto digno de que lo amemos todos. Amén.
Un
Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Sexto Día
¡Oh
Santísima Virgen María de Guadalupe! ¡Qué bien dice a tu soberanía
ese tapete que la luna forma a tus sagradas plantas! Hollaste con
invicta planta las vanidades del mundo, y quedando superior a todo lo
creado jamás padeciste el menguante de la más ligera imperfección:
antes de tu primer instante estuviste llena de gracia.
Miserable
de mí, Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que
hago, no tengo estabilidad en la virtud y sólo soy constante en mis
viciosas costumbres.
Duélete
de mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy como la luna en mi
inconstancia, sea como la luna que está a tus pies, esto es, firme
siempre en tu devoción y amor, para no padecer los menguantes de la
culpa. Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la devoción,
y ya no temeré los menguantes del pecado sino que procuraré darme de
lleno a mis obligaciones, detestando de corazón todo lo que es ofensa
de mi Dios. Amén.
Un
Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Séptimo
Día
¡Oh
Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada veo en este
hermosísimo retrato que no me lleve a conocer las perfecciones
de que te dotó el Señor a tu alma inocentísima. Ese lienzo grosero
y despreciable; ese pobre pero feliz ayate en que se ve estampada tu
singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le
sirvió de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad.
No
te desdeñaste de tomar la pobre tilma de Juan Diego, para que en ella
estampase tu rostro, que es encanto de los ángeles, maravilla de los
hombres y admiración de todo el universo. Pues, ¿cómo no he de
esperar yo de tu benignidad, que la miseria y pobreza de mi alma no
sean embarazo para que estampes en ella tu imagen graciosísima?
Yo
te ofrezco las telas de mi corazón. Tómalo, Señora, en tus manos y
no lo dejes jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra cosa que
en amarte y amar a Dios. Amén.
Un
Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Octavo Día
¡Oh
Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Qué misteriosa y qué acertada
estuvo la mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla
de oro finísimo que le sirve de guarnición! Aludió sin duda a aquel
finísimo oro de la caridad y del amor de Dios con que fueron
enriquecidas tus acciones. Y ¿quién duda, Señora, que esa tu
encendida caridad y amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor
al prójimo y que no, por verte triunfante en la patria celestial, te
has olvidado de nosotros?
Abre
el seno de tus piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien
caído te invoca para levantarse; tráete la gloria de haber
encontrado en mí una misericordia proporcionada, más que todas, a tu
compasión y misericordia. Amén.
Un
Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Noveno Día
¡Oh
Santísima Virgen de Guadalupe! ¿Qué cosa habrá imposible para ti,
cuando multiplicando los prodigios, ni la tosquedad ni la grosería
del ayate le sirven de embarazo para formar tan primoroso tu retrato,
ni la voracidad del tiempo en más de cuatro siglos ha sido capaz de
destrozarle ni borrarle?
¡Qué
motivo tan fuerte es este para alentar mi confianza y suplicarte que
abriendo el seno de tus piedades, acordándote del amplio poder que te
dio la Divina
Omnipotencia del Señor, para favorecer a los mortales, te dignes
estampar en mi alma la imagen del Altísimo que han borrado mis
culpas!
No
embarco a tu piedad la grosería de mis perversas costumbres, dígnate
sólo mirarme, y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo no
puedo creer que si me miras no se conmuevan tus entrañas sobre el
miserable de mí. Mi única esperanza, después de Jesús, eres tú,
Sagrada Virgen María. Amén.
Un
Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.