LA BEBÉ "CRISTAL"
Una defensora de la vida cuenta su testimonio.
Ana Lía López
Ver también: Aborto
Un grupo de 6 personas estuvimos frente a un centro de
abortos en Miami orando por casi dos horas y media, como hacemos
semanalmente. Un señor se acercó a dos de nosotros a comentarnos que su
esposa, embarazada de 5 meses, iba a llegar al centro al ratito, para
que le suministraran una inyección para luego tener el aborto al día
siguiente. Según él, tres "doctores" del Hospital Jackson Memorial, les
habían dicho que la bebé venía con un problema en el cerebro y con el
Síndrome de Down. Dado que la vida de la madre presuntamente corría
peligro, le aconsejaron abortar y le recomendaron que fueran a esa
"clínica".
Algo no tiene sentido en lo que aquel hombre dijo:
¡Ninguna mujer corre riesgo de muerte si el bebé tiene problemas en el
cerebro! Luego dijo que la bebé tenía también problemas respiratorios.
Una señora de nuestro grupo le dijo que nosotros no estábamos allí para
juzgar sino para ofrecer opciones y le aconsejó que dejara que la bebé
naciera y que todo siguiera su curso "normal". Es decir, sin adelantar
la muerte de la bebé. Otro de los voluntarios provida le dijo que varias
personas en nuestro grupo tenían bebés con el mismo síndrome y les dio
una tarjeta con el nombre de un médico provida.
Aquel hombre cuya esposa planeaba abortar nos pidió que
guardáramos la foto que llevamos del bebé abortado llamado Malachi. Nos
dijo: "Yo sé que mi bebé va a quedar como éste..." Inmediatamente dos
voluntarios doblaron la foto y la pusieron sobre la hierba.
A la bebé cuya sentencia de muerte había sido firmada por
los "doctores", sus padres la nombraron Cristal, por lo frágil que era.
Ellos planeaban pedir el cuerpito de la bebé para luego enterrarla.
Cuando en otro automóvil llegó la señora que planeaba
abortar y se puso a hablar con dos personas de nuestro grupo,
inmediatamente gente del matadero (la "clínica" de abortos), llegaron a
ella y la amenazaron conque si no se hacía ya el "procedimiento", no se
lo iban a hacer y que si no planeaba hacérselo, debía retirar
rápidamente, su vehículo. Como un corderito, la mujer apresuradamente
entró al estacionamiento del centro de muerte. Ella y su esposo no
paraban de llorar.
Los voluntarios nos quedamos pensando que lo más seguro
era que en los próximos momentos, Cristal se estaría envenenando bajo el
efecto de una solución salina (alta dosis de sal), aplicada a través del
ombligo de la madre. Poco a poco se iría quemando por dentro, al entrar
el liquido por su boquita y cubrirla también por fuera. A veces los
bebés abortados por este método nacen vivos, como sucedió hace unos
meses en la Ciudad de Hialeah. Claro está que los dejan morir sin
asistencia, sin abrazarlos, sin cubrirlos con una mantita, sin una
gotita de amor.
Tirados en una bandeja fría, fría como el alma de los
"doctores" que aconsejaron su muerte, dejan a los bebés abortados. No
tienen ningún respeto por las personas con incapacidades. ¿Han observado
ustedes que ya no se ven niños con el Síndrome de Down? Claro que no,
los están eliminando para que ?no estorben?, para que no se incurra en
densas cuentas médicas. Prontamente aconsejan a los padres que se salgan
del ?problema?, matando a su bebé.
Después que la pareja entró todos nos quisimos ir de ese
lugar. Yo me sentí asqueada, derrotada. Sólo me vino un pensamiento muy
negativo a la mente: "Nada estás haciendo aquí, de nada sirve que estés
parada en este lugar." Una de las voluntarias de nuestro grupo nos hizo
leer una oración de "sanación espiritual", para que Jesús tomara todo
aquello negativo que nos había influenciado. En ese preciso instante
empezó a llover.
Cuando íbamos caminando hacia nuestros automóviles llovía
más fuerte aún y yo dije: "¡Nuestro Señor Jesucristo está llorando!" Al
llegar al estacionamiento el sol brillaba.
Así es hermanos míos en Cristo Jesús. Con cada aborto se
abren las puertas del cielo para recibir esa almita pura y tierna, y
allí está Jesús con su Santísima Madre para recibirla. Me imagino que él
toma al bebé en Sus Santísimas manos y se lo entrega a Su Madrecita y le
dice: "Mamá querida, aquí te entrego otro para que lo cuides y lo ames
profundamente".
Desde el auto llamé a la coordinadora de nuestro grupo de
oración, para decirle que hoy había aprendido a admirarla y respetarla
más que antes. Que admiraba su maternidad, su entereza, su valentía por
haber traído al mundo a James, nacido con el Síndrome de Down. Y que
había descubierto que era el enemigo quien me había susurrado al oído
que nada estaba yo haciendo frente a aquel lugar. ¡Ella con firmeza dijo
que estamos despertando conciencias!
Así es que otra vez más renuevo mi compromiso con los
bebés en riesgo de ser abortados y con sus mamás.
Les pido con todo mi corazón que cuando lean este relato
de la vida real, oren profundamente por Cristal. Sólo Dios sabe si sus
papás cambiaron de idea. Una de nuestras voluntarias les dio el folleto
del Proyecto Raquel (postaborto) y les dijo que sólo Dios iba a poder
ayudarlos. Como todos sabemos, una vez que la "clínica" cobra su dinero,
ya no brinda ningún tipo de ayuda a sus víctimas.
Así es, sus víctimas, porque las mujeres que abortan
también somos víctimas.
¡Sólo nuestro Padre Celestial puede entrar y sanar el
corazón de una madre que se da cuenta de su gravísimo error!
Les pido a los lectores que por favor envíen este artículo
a sus amistades.
Mientras más personas oremos por los bebés en riesgo de
ser abortados y por sus mamás, más vidas y almas se salvarán.
Tomen fuerza, tomen valor, únanse a un grupo provida,
pero, por favor...¡hagan algo! Pareciera que no estamos haciendo mucho,
como que la comodidad y los compromisos superfluos nos consumen
demasiado. Y digo parece, porque cada vez somos menos los que oramos
cerquita de los bebés llevados al matadero.
Padre Santo, te pedimos por la vida de la bebé Cristal y
por todos los bebés que correrán la misma suerte que ella; para que la
determinación de su mamá de traerlos al mundo, cueste lo que cueste,
prevalezca ante cualquier situación, por difícil que ésta sea. Ilumina y
fortalece a sus padres para que detengan ese proceso aniquilador. Danos
fuerzas para ser tus soldados aquí en la tierra, sin esperar ver frutos;
sino sólo con la esperanza de que cuando lleguemos al cielo, Tú nos vas
a mostrar las criaturas salvadas por nuestras oraciones, obras y
sacrificios.
Amén
Ana Lía López ha dado públicamente su testimonio sobre el
dolor que le causó el aborto que se provocó hace muchos años. Puede
verlo en el vídeo que se encuentra en el portal de VHI,
www.vidahumana.org
Esta página
es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María
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