RESPETO A LA VIDA
HUMANA
Según el Catecismo de la Iglesia Católica
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sobre la Vida Humana
Salud
El testimonio de la historia sagrada
2259 La Escritura, en el relato de la muerte de Abel a manos de su hermano Caín,
revela, desde los comienzos de la historia humana, la presencia en el hombre de la ira y
la codicia, consecuencias del pecado original. El hombre se convirtió en el enemigo de
sus semejantes. Dios manifiesta la maldad de este fratricidio: "¿Qué has hecho? Se
oye la sangre de tu hermano clamar a mí desde el suelo. Pues bien: maldito seas, lejos de
este suelo que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano" (Gn 4,
10-11).
2260 La alianza de Dios y de la humanidad está tejida de llamamientos a reconocer la
vida humana como don divino y de la existencia de una violencia fratricida en el corazón
del hombre:
Y yo os prometo reclamar vuestra propia sangre... Quien vertiere sangre de hombre, por
otro hombre será su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo él al hombre (Gn 9,
5-6).
El Antiguo Testamento consideró siempre la sangre como un signo sagrado de la vida.
La validez de esta enseñanza es para todos los tiempos.
2261 La Escritura precisa lo que el quinto mandamiento prohíbe: "No quites la
vida del inocente y justo" (Ex 23, 7). El homicidio voluntario de un inocente es
gravemente contrario a la dignidad del ser humano, a la regla de oro y a la santidad del
Creador. La ley que lo proscribe posee una validez universal: obliga a todos y a cada uno,
siempre y en todas partes.
2262 En el Sermón de la Montaña, el Señor recuerda el precepto: "No
matarás" (Mt 5, 21), y añade el rechazo absoluto de la ira, del odio y de la
venganza. Más aún, Cristo exige a sus discípulos presentar la otra mejilla, amar a los
enemigos. El mismo no se defendió y dijo a Pedro que guardase la espada en la
vaina.
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