" ¡Es
nuestro ardiente deseo que esta devoción retome por todas partes
su antiguo puesto de honor! En la ciudad y en los pueblos, en
las familias y en los lugares de trabajo,
junto a las élites y entre los humildes, sea el Rosario amado y
venerado como insigne divisa de la fe cristiana y el auxilio más
eficaz
para obtener la misericordia divina" (S.S. León XIII,
Encíclica lucunde semper, 8 de septiembre de 1894).
Misterios Gozosos
(Lunes y sábados)
I. La anunciación
a la Santísima Virgen María
“El ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado
gracia delante de Dios, vas a concebir en el seno y vas a dar a
luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y
será llamado Hijo del Altísimo (...). Dijo María: He aquí la
esclava del Señor; hagase en mí según tú palabra”. (Lc 1, 30-32,
38).
II. La visitación de la Santísima Virgen a su prima Santa
Isabel
“En aquellos días, se levanto María y se fue con
prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en
casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó
Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e
Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran
voz, dijo: bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre; y ¿de donde a mí que la madre de mi Señor venga a
visitarme?” (Lc 1, 39-43).
III. El nacimiento del Niño Jesús en Belén
“Y sucedió que, mientras ellos estaban allí se cumplieron
los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito,
le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no
tenían sitio en el alojamiento. Había en la misma comarca
algunos pastores (...) se les presentó el Ángel del Señor,
(...)y les dijo: no temáis, pues os anuncio una gran alegría,
(...) os ha nacido (...) un salvador” (Lc 2, 6-11).
IV. La presentación del Niño Jesús en el templo
“Llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor,
como está escrito en la Ley del Señor. (...) Y he aquí que había
en Jerusalén un hombre llamado Simeón que esperaba la
consolación de Israel; y estaba en él el Espíritu Santo.
(...)Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: Éste está
puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser
señal de contradicción- ¡y a ti misma una espada te traspasará
el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de
muchos corazones” (Lc 2, 22-25, 34-35).
V. El Niño Jesús perdido y hallado en el templo
“Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta
de la Pascua. (...) Subieron ellos como de costumbre a la fiesta
y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en
Jerusalén, sin saberlo sus padres(...). Se volvieron a Jerusalén
en su busca(...). Al cabo de tres días, le encontraron en el
templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y
preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por
su inteligencia y sus respuestas” (Lc 2, 41-47).
Misterios Dolorosos
(Martes y viernes)
I. La oración de
Jesús en el Huerto
“Va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y
dice a los discípulos: Sentaos aquí, mientras voy allá a orar. Y
tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a
sentir tristeza y angustia. Y adelantándose un poco, cayó rostro
en tierra,” y dijo: “Padre si quieres aparta de mí esta copa,
pero no se haga mi voluntad sino la tuya. “Y sumido en agonía,
insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas
de sangre que caían en tierra” (Mt 26, 36-37; Lc 22, 41-44).
II. La flagelación de Jesús
(Pilato) “volvió a salir donde los judíos y les dijo: Yo
no encuentro ningún delito en él (...). ¿Queréis, pues, que os
ponga en libertad al Rey
judíos? Ellos volvieron a gritar diciendo: ¡A ése, no; a
Barrabás! (...)(...) Pilato entonces tomó a Jesús y mandó
azotarle” (Jn 18, 38-40; 19, 1).
III. La coronación de espinas
Los soldados “trenzando una corona de espinas, se la
pusieron sobre su cabeza, y en su mano derecha una caña; y
doblando la rodilla delante de él, le hacían burla diciendo:
¡Salve, Rey de los judíos!; y después de escupirle, cogieron la
caña y le golpeaban en la cabeza” (Mt 27, 29-30).
IV. Jesús carga con la cruz
“Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron el manto,
le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle” (Mt 27, 31).
“Y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado
Calvario”. “Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene,
(...) a que llevara su cruz” (Jn 19, 17; Mc 15, 21).
V. La crucifixión y muerte de Jesús
“Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron.
(...) Jesús decía: Padre, perdónales, porque no saben lo que
hacen (...). Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse
el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona
(...). Jesús, dando un fuerte grito, dijo: Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu y, dicho esto, expiró.” “Como le vieron
muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los
soldados le traspasó el costado con una lanza y al instante
salió sangre y agua” (Lc 23, 33-34, 44-46; Jn 19, 33-35).
Misterios Gloriosos
(Domingo y miércoles)
I. La Resurrección de Jesús
“El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: Vosotras
no temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el Crucificado; no está
aquí, ha resucitado, como lo había dicho. Venid, ved el lugar
donde estaba. Y ahora id en seguida a decir a sus discípulos: Ha
resucitado de entre los muertos” (Mt 28, 5-6).
II. La Ascensión de Jesús a los cielos
Jesús “los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus
manos, los bendijo. Y sucedió que, mientras los bendecía se
separó de ellos y fue llevado al cielo.” Después “salieron a
predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y
confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban” (Lc
24, 50-51; Mc 16, 20).
III. La venida
del Espíritu Santo
“Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo
espíritu en de los compañía de algunas mujeres, de María, la
madre de Jesús, y de sus hermanos. (...) Al llegar el día de
Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De
repente vino del cielo un ruido (...) que llenó toda la casa en
la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de
fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos;
quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar
en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse”
(Hch 1, 14; 2, 1-4)
IV. La asunción de Nuestra Señora
“¡Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente! Porque,
mira, ha pasado ya el invierno, han cesado las lluvias y se han
ido. (...) Muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz; porque tu
voz es dulce, y bello tu semblante” (Ct 2, 10-11, 14).
V. La coronación de Nuestra Señora
“Toda espléndida, la hija del rey, va adentro, con
vestidos en oro recamados; con sus brocados es llevada ante el
rey.” Y “una gran señal apareció en el cielo; una mujer, vestida
del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce
estrellas sobre su cabeza” (Sal. 45, 14-15; Ap 11, 19;12, 1).
Misterios Luminosos
(Jueves)
I. El bautismo
del Señor
“Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán
donde Juan, para ser bautizado por él (...). Salió luego del
agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios
que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que
salía de los cielos decía: Este es mi Hijo amado, en quien yo me
complazco” (Mt 3, 13, 16-17).
II. Su autorevelación en las bodas de Caná
“Se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí
la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus
discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el
vino de la boda, le dice a Jesús su madre: No tienen vino. Jesús
le responde: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado
mi hora. Dice su madre a los sirvientes: Haced lo que él os
diga” (Jn 2, 1-5).
III. El anuncio del Reino de Dios, invitando a la
conversión
“Marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de
Dios: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca;
convertíos y creed en la Buena Nueva (...). [Luego] llegan a
Cafarnaúm (...) y le vienen a traer a un paralítico. (...) Al no
poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo
(...) y a través de la abertura que hicieron, descolgaron la
camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de
ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados
(...), a ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu
casa” (Mc 1, 15, 21; 2, 3-11).
IV. La transfiguración
“Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a
Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte
alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso
brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como
la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que
conversaban con él. (...) [Y] una nube luminosa los cubrió con
su sombra y de la nube salía una voz que decía: Este es mi Hijo
amado, en quien me complazco; escuchadle” (Mt 17, 1-3, 5).
V. La institución de la Eucaristía
“Sabiendo Jesús, que había llegado su hora de pasar de
este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en
el mundo, los amó hasta el extremo”. Y “mientras estaban
comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a
sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo. Tomó
luego una copa y, dadas las gracias, se la dió diciendo: bebed
de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es
derramada por muchos para perdón de los pecados” (Jn, 13, 1; Mt
26, 26-29).
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