Llora la Virgen de Guadalupe en Venezuela 

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Acta de Lacrimación

Hoy 27 de febrero de 2001, Fiesta Regional de Nuestra Señora de Guadalupe y víspera del inicio del Santo Tiempo de Cuaresma, fuimos testigos del signo más impactante ocurrido en El Santuario, desde el hallazgo del óleo de Nuestra Señora en las costas de Muaco en 1723: la Lacrimación de su Imagen Peregrina. 

Según testimonio real de los testigos, doy fe de que así ocurrieron los hechos: 

A ejemplo del pueblo de Éfeso en el año 434, cuando la proclamó Teotokos, se coronó la talla indígena de la Virgen de Guadalupe que se venera en el Santuario. El 12 de diciembre de 1992, el Cardenal José Alí Lebrún, la había coronado canónicamente, más sin embargo, gracias haber recibido una corona como ofrenda para Ella por parte de la Congregación Religiosa Española “Hermanos Obreros de la Cruz”, en ocasión de su ordenación diaconal; realizamos esta su Segunda Coronación.

 Se congregó el pueblo falconiano, fiel devoto de la Virgen Morena, para honrarla desde las 5:30 p.m. 

Concelebramos la solemne Eucaristía, Excelentísimo Mons. Roberto Lückert León,  Arzobispo  de Coro;  Ilustrísimo Mons. Lucas Arcila, Párroco de San Agustín de Las Calderas; el Pbro. Pedro Daniel Jiménez, Párroco de Nuestra Señora de Lourdes de Mene Mauroa y el Ilustrísimo Mons. Julio Germán Urrego Montoya, Rector del Santuario Guadalupano de El Carrizal.

Un silencio contemplativo de parte de más de mil fieles, mientras  colocaba como Arzobispo la corona a la imagen indígena de madera,  evidenció la profunda veneración y honra del pueblo por su Madre Celestial. El fervor de esta noche,  fue mucho más intenso que como de costumbre cuando asisten peregrinos los lunes a las misas de sanación. 

Aproximadamente a las 7:45 p.m. culminó la ceremonia. Muchos fieles ya habían retornado a sus casas, otros quedaban compartiendo vivencias y otros oraban dentro de la Casita de la Virgen, pero, después de dejar los ornamentos en la sacristía, en donde reposaba la Imagen Peregrina que preparó a Falcón para la Primera Coronación Canónica de la Guadalupana en 1992,  tuvimos que retornar a la misma, por aviso de algunos fieles para  testificar la Lacrimación de dicha imagen. 

El impresionante signo había comenzado durante la Misa, cuando una madre, Carlúmb de Vargas, amamantaba a su niña Mariangel Vargas en la sacristía. Después de observar la "humedad en el rostro de dicha imagen", llamó al Sr. José Luis Rodríguez, uno de los Embajadores de Nuestra Señora que custodian el Santuario, para comunicarle lo observado. Éste, tomó un paño y secó su rostro y su traje, no pensando que había brotado dicho líquido de la imagen como lágrimas. No comentaron nada, pues no sospecharon de qué se trataba. Desconociendo lo ocurrido, el Pbro. Pedro Daniel Jiménez, tras retrasar su salida de la sacristía terminada la Misa, notó cómo brotaba de los ojos de la Virgen, un líquido semejante a lágrimas, tal cual estuviese llorando. 

Percatarnos del  rostro triste y tierno con el que lloraba la imagen peregrina, fue impresionante, conmovedor, cuestionador, más bien indescriptible, pues sólo con los ojos de la fe podemos decir que estuvimos frente a un milagro.

Para que la contemplara su pueblo, que la esperaba en el interior de su Casita, la imagen se colocó en el altar del Santuario. Sólo se oró y se cantó pidiendo al Padre su Misericordia por intercesión de las lágrimas de la Madre de Dios. Fuimos eco una y otra vez de la jaculatoria de San Bernardo: “¡Oh Madre fuente de Amor, haznos sentir tu dolor para contigo llorar! 

Una muestra del líquido fue tomada en inyectadora para ser evaluada por un especialista, pero después de ésto, la Virgen dejó de llorar, habiéndolo hecho delante de todos, por aproximadamente 20 min.

Sólo la Madre Amantísima pudo regalarnos este signo con el mismo fin de siempre, repetirnos sin cesar: “Hagan lo que Jesús les diga” (Jn. 2, 5) “¿De qué tienes miedo?¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿Acaso no estás bajo mi sombra y mi regazo?. (Nican Mophua)

El pueblo mariano de Falcón tuvo esta noche la prueba visible para seguir cantando “desde el cielo la Guadalupana bajó al Carrizal”, como ciertamente también lo hizo hace doscientos setenta y ocho años.

Mons. Roberto Lückert  León

Arzobispo Metropolitano de Coro

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