5ª
Objeción:
La idea de María como
Corredentora y las enseñanzas sobre la corredención Mariana, son
una creencia pía sostenida por algunos Católicos devotos, pero no
es una enseñanza doctrinal de la Iglesia Católica. Sólo se le
encuentra en algunos textos papales menores y ni ha sido enseñada
oficialmente por el Magisterio, ni tampoco está doctrinalmente
presente en las enseñanzas del Concilio Vaticano Segundo.
Para un miembro de la fe Católica, el asunto de si una
posición teológica dada constituye una enseñanza auténtica de la
Iglesia o no, se manifiesta esencialmente por su presencia (o
ausencia de esta) en las enseñanzas de una autoridad reconocida de
la Iglesia. La autoridad oficial de enseñanza de la Iglesia Católica,
o también conocido como “Magisterio”, consiste de las enseñanzas
oficiales del Papa y de los obispos en unión con él, bajo la guía
general del Espíritu Santo.48
A pesar de que existe cierta jerarquía entre las expresiones
de la autoridad pedagógica oficial Católica, desde el dogma
definido en un concilio ecuménico o de una declaración infalible
papal hecha ex cathedra,
hasta las enseñanzas doctrinales de concilios ecuménicos
generales, las cartas encíclicas y las enseñanzas papales más
generales en los discursos papales, hay, al mismo tiempo una
directiva general para los fieles Católicos que está asentada por
el Concilio Vaticano Segundo, sobre la necesidad de un asentimiento
de mente y corazón por lo manifestado en la mente del papa, aunque
no esté hablando infaliblemente49. Y, ciertamente, todas
las enseñanzas doctrinales constituyen una auténtica enseñanza
doctrinal de la Iglesia Católica.
Apliquemos ahora este criterio de la doctrina oficial de la
Iglesia, al tema del estatus doctrinal de la corredención Mariana.
De las bases mismas de las enseñanzas doctrinales del
Concilio Vaticano Segundo, por
sí solo, la certeza del estatus de la doctrina de la corredención
Mariana es incuestionable. Vaticano II repetidamente enseña la
participación única de María en la redención de Jesucristo:
...(Ella)
se consagró totalmente a sí misma, cual esclava del Señor, a la
persona y a la obra de su Hijo, sirviendo al misterio de la Redención
con El y bajo El, por la gracia de Dios omnipotente. Con razón
pues, los Santos Padres estiman a María no como un instrumento
pasivo, sino
como libremente cooperando en la obra de la salvación del hombre a
través de la fe y la obediencia;50
Y
más adelante:
Así
también la Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la
fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz, en
donde, no sin designio divino, se mantuvo de pie, se condolió
vehementemente con su Unigénito y se asoció con corazón maternal
a su sacrificio, consintiendo con amor en la inmolación de la víctima
engendrada por Ella misma.51
Y más adelante, por el Concilio:
(Ella)...concibiendo
a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el
templo al Padre, y padeciendo con su Hijo mientras El moría en la
cruz, cooperó en forma de todo singular, por la obediencia, la fe,
la esperanza y la encendida caridad, en la restauración de la vida
sobrenatural de las almas. Por tal motivo, es nuestra madre en el
orden de la gracia52.
El
teólogo del Vaticano, Fr. Jean Galot, S.J., confirma el estatus
oficial
Doctrinal de la corredención Mariana a la luz de las enseñanzas
del Vaticano II:
Sin
hacer uso del término “corredentora”, el Concilio claramente
enunció la doctrina: una cooperación de tipo excepcional, una
cooperación maternal en la vida y obra del Salvador, lo que alcanza
su máximo en la participación en el sacrificio del Calvario, el
cual está orientado hacia la vida sobrenatural para las almas...53
Y
como fue articulado por Galot en el periódico oficial del Vaticano,
L´Osservatore Romano:
“El Concilio Vaticano Segundo, mismo que evitó el utilizar este título
debatido (Corredentora), sin embargo afirmó
con vigor la doctrina que este implica...54
Más
allá de cierta presencia doctrinal en el Vaticano II, la corredención
Mariana, junto con el uso explícito del título “Corredentora”,
en una enseñanza papal repetida cubriendo los siglos XIX hasta el
XXI, lo que nuevamente asegura un estatus doctrinal auténtico
dentro de la Iglesia. La corredención Mariana ha sido repetidamente
enseñada en las encíclicas papales y en las enseñanzas generales,
tal y como se refleja en las siguientes citas representativas de las
enseñanzas papales oficiales:55
León
XIII: “Cuando María se ofreció a si misma completamente a Dios
junto con su Hijo en el templo, ya estaba compartiendo con El, la
dolorosa expiación a favor de la raza humana. Es seguro, por tanto,
que sufrió en lo más profundo de su alma con los sufrimientos más
amargos y los tormentos de El. Finalmente, fue precisamente frente a
los ojos de María que el sacrificio Divino, por el cual Ella había
nacido y alimentado a la víctima, tuvo que ser consumado...vemos
que estuvo Su Madre frente a la Cruz de Jesús, quien en un milagro
de caridad, nos entregó para que nos recibiera como sus hijos,
voluntariamente ofreciendo a su Hijo a la divina justicia, muriendo
con El en su corazón, atravesada con la espada de dolor”56.
San
Pío X: “Debido a la unión de sufrimientos y propósito existente
entre Cristo y María, (Ella) mereció convertirse en la más
valiosa Reparadora del mundo perdido, y por esta razón, la
dispensadora de todos los favores que Jesucristo adquirió para
nosotros por Su muerte y Su sangre...y debido a que fue escogida par
Cristo para ser su compañera en la obra de la redención, nos
merece -como dicen- de
congruo, aquello que Cristo nos merece de
condigno”...57.
Benedicto
XV: “El hecho de que Ella estuvo con su Hijo, crucificado y
agonizante, fue de acuerdo al plan divino. Hasta tal punto entregó
sus derechos maternales sobre su Hijo para la salvación del hombre,
y lo inmoló –hasta donde la fue posible- para calmar la justicia
de Dios, que podemos correctamente decir que redimió a la raza
humana junto con Cristo”58.
Pío
XI: “O Madre del amor y de la misericordia quien, cuando vuestro
dulcísimo Hijo estaba consumiendo la Redención de la raza humana
en el altar de la cruz, permanecisteis de pie junto a El, sufriendo
con El como la Corredentora...conserva en nosotros, os lo
suplicamos, e incrementa día con día los frutos preciosos de Su
Redención y la compasión de su Madre”59.
Pío
XII: “Fue Ella quien, siempre de lo más íntimamente unida con su
Hijo, como la Nueva Eva, lo ofreció en el Gólgota al Padre Eterno,
junto con el sacrificio de su amor y derechos maternales, a favor de
todos los hijos de Adán, avergonzados por la caída vergonzosa de
este último”60.1
Juan
Pablo II: “En ella, los numerosos e intensos sufrimientos se
cumularon en una tal conexión y relación, que si bien fueron
prueba de su fe inquebrantable, fueron también una contribución a
la redención de todos... fue en el Calvario donde el sufrimiento de
María Santísima, junto al de Jesús, alcanzó un vértice ya difícilmente
inimaginable en su profundidad desde el punto de vista humano, pero
ciertamente misterioso y sobrenaturalmente fecundo para los fines de
la salvación universal. Su subida al Calvario, su estar a los pies
de la cruz junto con el discípulo amado, fueron una participación
del todo especial en la muerte redentora del Hijo”61.
Juan
Pablo II: “Crucificada espiritualmente con su Hijo crucificado (cf
Ga 2:20), contemplaba con caridad heroica la muerte de su Dios,
“consintiendo amorosamente en la inmolación de la Víctima quien
Ella misma había engendrado” (Lumen
gentium, 58)”...Efectivamente, en el Calvario Ella se unió al
sacrificio de su Hijo que tendía a la formación de la Iglesia...De
hecho, el papel de María como Corredentora no cesó con la
glorificación de su Hijo”62.
Vemos por tanto, que tanto por el criterio de las enseñanzas
de concilios ecuménicos, como por las repetidas enseñanzas papales
a través de encíclicas e instrucciones generales, la enseñanza de
la corredención Mariana, sin lugar a dudas, constituye una auténtica
doctrina dentro de las enseñanzas del Magisterio.
En algunas ocasiones es objetado que el título específico
de Corredentora sólo aparece en enseñanzas papales de menor
importancia, y que por lo tanto no representan las enseñanzas
doctrinales de la Iglesia. Esto sería el artificialmente
separar el título de Corredentora de la doctrina teológica de la
corredención, de la que el título está esencialmente ligado y
del cual deriva. El título se refiere a la función espiritual que
María lleva a cabo en su cooperación única en la Redención, y
por tanto, el separar el título de la doctrina es el desconectar
inapropiada y peligrosamente el título de su fundamento doctrinal
revelado y enseñado con autoridad. Sintetizando, la
certeza doctrinal de la corredención Mariana, garantiza la certeza
doctrinal de María Corredentora.
Mas aún, el uso repetido del título de Corredentora por el
papa actual, en cinco diferentes ocasiones63, debería
ser por sí mismo para los fieles Católicos, lo que quitara
inmediatamente cualquier duda sobre la legitimidad doctrinal del título
de Corredentora (ya sea personalmente o preferido por prudencia por
el individuo Católico o no). No sea que, por otra parte, el que el
Católico concluya contrariamente que el Papa Juan Pablo II ha usado
repetidamente un título Mariano que es en sí mismo doctrinalmente
erróneo, teológicamente defectuoso, o intrínsecamente sin un
fundamento doctrinal Católico. Esto parece extraño al sentido
completo de la aceptación religiosa en mente y voluntad, que debe
ser dada a la mente manifiesta del papa en sus enseñanzas papales
no infalibles64.
Resumiendo, a la luz tanto de las enseñanzas conciliares
como de las papales, la corredención Mariana y su correspondiente título,
María Corredentora, constituye una enseñanza doctrinal oficial de
la Iglesia.
_________________________
47
Galot, S.J., Maria
Corredentrice en L´Osservatore
Romano, 15 Sept. 1977 (Ed. Italiana)
48
Cf. Concilio Vaticano Segundo, Dei
Verbum, II, nn. 9-10.
49
Cf. Concilio Vaticano Segundo, Lumen
Gentium, n.25.
50
Concilio Vaticano Segundo, Lumen
Gentium, n. 56.
51
Lumen Gentium, n. 58.
52
Lumen Gentium, n. 61
53
Jean Galot, S.J., “Maria Corredentrice. Controversie e problemi
dottrinali”, Civilta
Cattolica, 1994, III, 213-215.
54
“Maria Corredentrice”, L´Osservatore
Romano, 15 de Septiembre de 1995, p. 4.
55
Para un tratamiento más completo, cf. Schung y Miravalle, “María
Corredentora en los Documentos del Magisterio Papal”, en
María Corredentora, Mediadora y Abogada, Fundamentos Teológicos I,
Queenship Pub. 1995; Calkins, “Enseñanzas del Papa Juan Pablo II
sobre la Corredención”, en
María Corredentora, Mediadora y Abogada, Fundamentos
Teológicos II, pp. 113-148.
56
Papa León XIII, Encíclica Jacunda
Semper, 1884.
57
Papa San Pío X, Encíclica Ad
diem illum, 1904.
58
Papa Benedicto XV, Carta Apostólica, Inter
Sodalicia, 1918.
59
Papa Pío XI, Oración en la Clausura Solemne del Jubileo de la
Redención, 28 de Abril, 1933.
60
Papa Pío XII, Encíclica Mystici
Corporis, 1943.
61
Juan Pablo II, Carta Apostólica, Salvifici
Doloris, n.25.
62
Juan Pablo II, Discurso Papal en Guayaquil, Ecuador, 31 de Enero de
1985.
63
Cf Para las cinco citas y comentarios, cf. Calkins, “Las Enseñanzas
de Juan Pablo II sobre la Corredención Mariana”, María
Corredentora...Fundamentos Teológicos II
64
Nuevamente, cf Lumen Gentium,
n.25.
6ª
Objeción: A
un nivel teológico más especulativo, parece que María no puede
participar en la adquisición de las gracias de la redención (o
“redención objetiva”) como Corredentora, cuando ella misma
necesitó ser redimida. Si Ella cooperó en la redención objetiva,
es porque sin Ella, la redención objetiva no se hubiera alcanzado.
Pero si la redención objetiva definitivamente fue lograda, entonces
ella misma no puede ser beneficiada personalmente. Esto sería
aceptar que al mismo tiempo que la redención objetiva está en el
acto de ser alcanzada, ha sido ya alcanzada, lo cual sería una
contradicción.
Esta aparente contradicción se quita con el entendimiento
adecuado de cómo María recibió, lo que es llamado la “redención
preservativa”, a la luz de los méritos avanzados de Jesucristo en
la cruz.
Es verdad que María necesitaba ser “redimida”, para
poder participar activamente en el proceso de la Redención como la
compañera sin pecado, la Nueva Eva, con y supeditada a Jesucristo,
el Nuevo Adán. El tener el pecado original o sus efectos, no le
hubiera permitido a María estar completamente unida con el Redentor
y en “enemistad” o completa oposición con Satanás y su semilla
de pecado y sus efectos (Gn 3:15), en el proceso redentor o
“re-adquisición” de la familia humana de Satanás, y el
restablecer la gracia para la humanidad. Cualquier pecado de parte
de María le hubiera atribuido una “doble-posición”, al estar
en parte unida tanto al Redentor como a Satanás. Por eso María,
como hija de Adán y Eva a causa de su humanidad, necesitó ser
redimida en la forma de ser preservada del pecado y sus efectos,
para poder llevar a cabo correctamente la tarea de Corredentora con
el Redentor, en el proceso de la redención universal objetiva.
En la definición papal de la Inmaculada Concepción de María,
hecha por el Beato Papa Pío IX en 1854, declara que María, desde
el primer instante de su concepción fue liberada del pecado
original y todos sus efectos, “en vista de los méritos de
Jesucristo”65. Esto se refiere a la más alta o
“manera más sublime” en que María fue redimida, más allá de
todos los hijos de Adán y Eva. En la redención de María, ella no
tuvo que sufrir la experiencia del pecado original y sus efectos,
sino más bien a través de los méritos avanzados de Jesucristo en
el Calvario, fue preservada de cualquier experiencia o efecto del
pecado original, y es por esto redimida de una manera más sublime
(y consecuentemente, por esta rezón, debe más por la redención a
su Hijo que cualquier otra criatura redimida).
¿Cómo, entonces, específicamente la redención de María
en la más alta forma de preservación de pecado decretada hasta
permitirle participar históricamente en la redención objetiva?
Esta manera más sublime de redención se da en el Calvario, en el
hecho de que la primera
intención del sacrificio redentor de Jesucristo, de acuerdo
con
el plan providencial de Padre66, fue la de redimir a su
propia madre (alcanzada en vistas a la redención y corredención,
la que rescataría de Satanás y del pecado al resto de la familia
humana).
Esta primera intención del Redentor de redimir a María, es
en sí misma otra manifestación de la más grande y más sublime
manera de la redención de María. Las gracias de esta primera
intención del Redentor, son entonces aplicadas a María en el
momento de su Inmaculada Concepción, permitiéndole ser entonces,
la Corredentora sin pecado, la Nueva Eva histórica, en la redención
objetiva histórica de Jesucristo en el Calvario. Jesucristo primero
redimió a su propia madre en el Calvario(aplicado a ella en el
momento de su concepción, preservándola de pecado), y luego con su
activa corredención al resto de la humanidad.
Por tanto, no hay contradicción en el rol histórico de la
Corredentora en la redención objetiva en el Calvario y en la
necesidad personal de María de recibir las gracias de la redención.
En virtud de su Inmaculada Concepción (gracias redentoras aplicadas
a Ella en su concepción en vistas de los méritos futuros de
Jesucristo en el Calvario), y como resultado de la primera intención
del sacrificio redentor de Jesucristo, María fue capaz de
participar excepcionalmente en la redención histórica del resto de
la humanidad con su Hijo Redentor. Como el Padre Galot sintetiza:
La
primera intención del sacrificio redentor estuvo comprometida de
acuerdo al plan divino, con el rescate de María, alcanzado en
vistas de nuestro rescate...Por tanto, mientras que estaba asociada
en el sacrificio del Calvario, María también se benefició, por
anticipado, de los frutos del sacrificio y actuó en la capacidad de
criatura redimida. Pero Ella verdaderamente cooperó en la redención
objetiva, en la adquisición de las gracias de salvación para toda
la humanidad. Su redención fue comprada antes que la de otras
criaturas humanas. María fue rescatada únicamente por Cristo, de
tal manera que la humanidad pudiese ser rescatada con la colaboración
de su madre...
Por
tanto, no hay contradicción: la corredención Mariana implica la
redención prevista de María, pero no el cumplimiento de la
prevista redención de la humanidad; esto expresa la situación única
de la madre, quien, mientras que recibía una gracia singular para
ella misma de su Hijo, coopera con El en el logro de la salvación
para todos67.
Aún
otras escuelas teológicas prefieren distinguir la noción general
de la redención separada en dos categorías, la de “preservación”
y la de “rescate”. Puesto que María nunca estuvo técnicamente
bajo la atadura de la esclavitud de Satanás puesto que nunca
experimentó el pecado, entonces el término “rescate” es menos
apropiado para ella, puesto que infiere el regresar a alguien de una
esclavitud previa. Por tanto, el término “preservación” o
redención preservativa, quizá más precisamente
distinga la excepcionalidad de la necesidad de María de ser
redimida por Cristo primero como una hija de Adán y Eva, pero no
infiere que haya estado bajo la esclavitud de Satanás del pecado,
siendo ilustrativo de su más alta forma de redención preservativa
y de su subsiguiente participación en el verdadero “rescate”
del resto de la humanidad68.
¿Esta primordial intención de Jesucristo de redimir primero
a su madre y después, como intención subsiguiente al resto de la
humanidad, viola la “único sacrificio” de Jesucristo ofrecido
por todos, como es discutido en Hebreos (cf Hb 10:10)? De ninguna
manera, puesto que la redención permanece una, aunque sus
intenciones y aplicaciones eficaces son duplicadas. El único
sacrificio redentor de Jesucristo en el Calvario no constituye
“dos redenciones”, sino una sublime redención con dos
aplicaciones salvadoras: la primera aplicación afectando la
Inmaculada Concepción de María y por tanto preparándola para ser
la Corredentora en su cooperación con la redención objetiva; y la
segunda, afectando la redención de la familia humana alcanzada
junto con la Corredentora69.
En su homilía en la Fiesta de la Inmaculada Concepción dada
en la Catedral de Krakow, el Cardenal Karol Wojtyla (el actual pontífice),
sintetizó bien esta verdad Mariana: “para ser la Corredentora,
primero fue la Inmaculada Concepción70.
_____________________________
65
Beato Papa Pío IX, Bula Dogmática, Ineffabilis
Deus, 8 de Diciembre de 1854.
66
Para un tratamiento extenso, cf. J.B. Carol, La Corredención de
Nuestra Señora, en Mariología, Vol. II, Bruce, 1958; Friethoff,
Una Mariología Completa, Blackfriars Pub., Londres, 1985, p.182;
Galot, S.J., Maria: Mediatrice o Madre Universale? Civilta Cattolica,
1996, I, 232-244.
67
Galot, S.J., Maria Corredentrice: Controversie e problemi dottrinali,
Civilta Cattolica, 1994, III, p. 218.
7ª
Objeción:
Aún dando por válida la
legitimidad de María Corredentora y su correspondiente doctrina de
la corredención, no existen rezones substanciales o frutos para su
definición papal en estos tiempos, y de hecho tal definición
causaría serias divisiones dentro de la Iglesia
Debe
ser asentado desde el principio que tal posición referente a la
potencial definición papal de María Corredentora, es ciertamente
una posición aceptable para un número de fieles de la Iglesia Católica.
Sin embargo, exploremos, en un formato de breve síntesis, algunas
de las numerosas razones contemporáneas que han sido ofrecidas en
el presente, para soportar la oportunidad y consecuentes frutos
positivos de una definición formal papal de María Corredentora.
1.
Una mayor claridad teológica para un área de malentendido
en el presente.
Cuando
el Venerable Pío XI elevó la doctrina de la Iglesia de la
Inmaculada Concepción a nivel de dogma en 1854, declaró que los
frutos de tal definición serían el “llevar a la perfección”
la doctrina, agregando una mayor claridad y luz para beneficio de
todos:
La
Iglesia trabaja duro para pulir las enseñanzas previas, para llevar
a la perfección sus formulaciones, de tal manera que esos
dogmas viejos de la doctrina celestial reciban prueba, luz y
distinción, al mismo tiempo que mantengan su totalidad, integridad
y su propio carácter...7
A
la luz de la gran confusión contemporánea concerniente
precisamente con lo que la Iglesia Católica quiere comunicar en la
doctrina de la corredención Mariana (como ha sido evidenciado por
el artículo de The New York
Times y sus reacciones), parecería de lo más beneficioso el
contar con una declaración precisa, formulada en base a las
escrituras a la luz de la Tradición Cristiana, desde la más alta
autoridad de la Iglesia Católica, asegurando su precisión
doctrinal y su autenticidad.
2. Beneficios Ecuménicos en una expresión auténtica Católica
del diálogo doctrinal
Más
que la percepción de estar siendo contra el imperativo de trabajar
por la unidad Cristiana, una formulación precisa de que creen los
Católicos referente a María Corredentora, y al mismo tiempo que es
lo que no creen (Vg.: igualdad con Jesucristo, divinidad de María,
etc.), solamente serviría para un diálogo ecuménico auténtico
basado en la integridad y verdad sobre lo que realmente es una enseñanza
doctrinal Católica.
El
extinto Cardenal John O´Connor de New York, se refirió a este
fruto ecuménico potencial en su carta de apoyo para la definición
papal de María Corredentora:
“Claramente,
una definición papal formal sería enunciada en una tan precisa
terminología, que otros Cristianos perderían su intranquilidad de
que no sabemos distinguir adecuadamente entre la asociación
excepcional de María con Cristo y el poder redentor ejercitado por
Cristo solo”72.
Tal
definición ayudaría a evitar la tendencia peligrosa de presentar
en un diálogo ecuménico sólo aquellos elementos doctrinales que
los Cristianos comparten conjuntamente, antes que la difícil pero
necesaria acción de compartir aquellos elementos doctrinales que
los Cristianos no tienen en común. Tal integridad en el intercambio
doctrinal ecuménico, es críticamente necesaria para llegar
eventualmente a una verdadera unidad Cristiana.
3. Desarrollo adecuado de una doctrina Mariana
Los
cuatro Dogmas Marianos existentes, la Maternidad Divina (431), la
Virginidad Perpetua (649), la Inmaculada Concepción (1854) y la
Asunción (1950), se refieren a los atributos o cualidades de la
vida terrenal de María, pero ninguno se refiere directamente a la
Madre de Jesús en relación
con la familia humana.
Es
interesante anotar que históricamente sólo un mes después de la
definición papal de la Asunción de María en Noviembre de 1950, el
Congreso Mariológico Internacional formalmente pidió al Papa Pío
XII la definición papal de la mediación universal
de María, como una progresión lógica siguiendo a la definición
de la Asunción73.
Después de que la vida y atributos de María han recibido
sus respectivas “perfecciones de doctrina” en definiciones dogmáticas
solemnes, así también, se vería apropiado que la prerrogativa
celestial de María como madre espiritual de todos los pueblos en el
orden de la gracia, inclusive en y fundada sobre su única
corredención, que también recibiese su perfeccionamiento doctrinal
en la forma de una definición dogmática.
4. Afirmación de la dignidad de la persona humana y la
libertad humana
Uno
de los líderes mundiales filósofos personalistas contemporáneos
(de la escuela filosófica que se enfoca en la dignidad de la
persona humana), Profesor Dr. Josef Seifert,74 argumenta
que un dogma de María Corredentora constituiría una confirmación
suprema de la dignidad y libertad de la persona humana:
Un
dogma que declare a María Corredentora daría un testimonio único
a la libertad total de la persona humana y del respeto de Dios por
la libertad humana. Este dogma reconocería de manera última que
una decisión libre de la
persona humana de María, quien no iba a ser la Madre de Dios sin su
libre fiat –una decisión que no fue exclusivamente causada por la
gracia divina, sino también el fruto de su elección propia y
personal- fue necesaria
para nuestra salvación, o jugó una parte indispensable en la forma
concreta de nuestra redención escogida por Dios.
En
nuestra era, en la que la filosofía personalista fue desarrollada más
profundamente que nunca antes en la historia de la humanidad, y en
la que al mismo tiempo reinan terribles ideologías anti-personalistas,
tal dogma sería correctamente percibido como una confirmación
suprema de la dignidad
de la persona humana.
En
todo esto vería un valor y significado crucial y de este dogma al
ser proclamado en nuestro tiempo, en el cual, una nueva conciencia
de la dignidad personal ha emergido, al mismo tiempo que la persona
humana ha sido humillada en acción y negada en teoría más que
nunca antes.75
5. Reafirmación de la dignidad de la mujer
En
la discusión contemporánea del feminismo y la naturaleza de la
mujer, la proclamación papal de María Corredentora, subrayaría lo
que podría ser propiamente identificado como el amor radical y
respeto por la mujer por parte de Dios.
De
acuerdo a la Escritura Cristiana, el plan completo providencial de
Dios Padre de enviar a su Hijo para la redención del hombre estaba
dependiente de la libre fiat de una mujer (cf Lc 1:38; Ga 4:4). Qué
gran “confianza” tuvo Dios Padre en la mujer -en la persona de
María- que hizo posible la venida del Redentor de toda la familia
humana condicionada sobre el libre consentimiento de esta mujer.
Como el Dr. Seifert nuevamente lo anota:
Esta
nueva declaración de la doctrina Tradicional, demostraría de nuevo
por tanto, una verdad
perpetua sobre María y sobre la mujer, una verdad que siempre
ha sido sostenida por la Iglesia, aunque nunca clara e
indudablemente declarada: La
más grande acción del amor gratuito de Dios, la Redención de la
humanidad y de nuestra salvación- es en cierto sentido real también
la consecuencia de un acto libre de una mujer, y por tanto, también
un don de una mujer para la humanidad76
Y más adelante:
Este
dogma expresaría la dignidad
de la acción humana que excede en su actividad, la sublimidad y
efectividad de las acciones de todos las criaturas angélicas y
humanas: de todos los reyes y políticos, pensadores, científicos,
filósofos, artistas y artesanos desde el principio hasta el fin del
mundo...77
La
completa revelación del rol revelado de María Corredentora podría
ser ofrecida, a partir de aquí, como un fundamento ejemplar para un
mejor entendimiento de la contribución excepcional del feminismo a
la humanidad, y como tal, constituir una base antropológica
fundamental para un auténtico feminismo Cristiano.
6. Re-énfasis en la necesidad Cristiana de cooperar con la
gracia de Dios para la
salvación
El
erudito Anglicano de Oxford, Dr. J. Macquarrie, declara que el rol
de María Corredentora provee una expresión concreta de la
necesidad humana de cooperar libre y activamente con la gracia de
salvación de Dios. Más aún, él ve la verdad Cristiana de María
Corredentora como un correctivo para los teólogos que quitan tal
dignidad de la persona, y en consecuencia, proponer una imagen
indeseable de la misma Cristiandad. Como lo sintetiza el Dr.
Macquarrie en la siguiente cita:
En
algunas formas de enseñanza, es aún creído que los seres humanos
pueden salvarse sin siquiera saber que se está dando la salvación.
Todo esto se ha dado a través de la visión de la obra redentora de
Cristo de una vez por todas. Es un hecho, aunque sea o no reconocido
por todos. Para Barth, la Redención (subjetiva) es un acto
puramente subjetivo, en que ha terminado, fuera de nosotros, sin
nosotros, aún en contra de nosotros...
La
Redención no es para él, algo que debe ser considerado como un
proceso en marcha en el cual tenemos alguna parte, sino como un acto
de Dios de una vez por todas, mucho antes de que naciéramos...
Ahora, si uno coincide con este punto de Barth, entonces
pienso, que uno tendría que decir en verdad, está tratando a los
seres humanos como borregos o ganado, o aún como marionetas, no
como seres únicos que son, seres espirituales hechos a imagen de
Dios y entregado con una medida de libertad y responsabilidad...Es
entendible que Feuerbach, Marx, Nietzche y toda la galaxia de
pensadores modernos, llegaron a creer que el Cristianismo los
alienaba de su humanidad genuina...
Regresemos ahora a la consideración de María como
Corredentora. Quizá debamos de reconocer que Bath y otros hayan
estado en correcto en creer que el lugar dado a María en la teología
Católica es un peligro a la doctrina de sola
gratia (sólo la gracia), pero pienso, que este es el caso sólo
cuando la doctrina de sola
gratia es interpretada en su forma extrema, cuando esta doctrina
se convierte a sí misma en un peligro a una visión genuinamente
personal y bíblica del ser humano...un ser todavía capaz de
responderle a Dios en la obra de seguir construyendo la creación.
Esta visión esperanzadora de la raza humana es personificada y
guardado como reliquia en María.
En los vistazos que tenemos en los evangelios de María, el
permanecer al pie de la cruz junto con su Hijo, y sus oraciones e
intercesiones con los apóstoles, son formas particularmente
impactantes en las que María compartió y apoyó la obra de
Cristo...Es María la que se ha convertido en un símbolo de la
perfecta armonía entre la voluntad divina y la respuesta humana,
por tanto que es Ella quien le da sentido a la expresión Corredentora78
María
Corredentora y su nueva proclamación serviría para proteger la
libertad humana, dignidad y
el imperativo humano de cooperar libremente con la gracia de la
salvación.
7.
El “Sufrimiento es Redentor” y la “Cultura de la Muerte”
Una definición solemne de María Corredentora sería una
proclamación Cristiana al mundo de que el “sufrimiento
es redentor”. El ejemplo Cristiano de la Corredentora
manifiesta al mundo que el aceptar las cruces providencialmente
permitidas en nuestra existencia humana, no es una pérdida sin
valor que debe ser evitada a toda costa, incluyendo los males intrínsecos
tales como la eutanasia y el aborto. Sino más bien que el soportar
pacientemente todos las penalidades humanas, es de un valor
sobrenatural cuando son unidos con los sufrimientos de Jesucristo,
una participación en la distribución de las gracias redentoras del
Calvario, tanto para nosotros como
Aún
el ejemplo del “si” de María a la vida prenatal en
circunstancias que pudieron favorecer un juicio injusto y el ridículo
entre la gente, en una muestra de un “si” corredentor que todos
deberían decir en respuesta al caso de una vida nonata,
independientemente de las circunstancias.
Juan
Pablo II describe la actual “Cultura de la Muerte”, como un
“clima cultural que falla en percibir cualquier sentido o valor al
sufrimiento, que considera que el sufrimiento es un epítome de mal
que debe ser eliminado a toda costa. Este es especialmente el caso
en la ausencia de una visión que pudiera ayudar un entendimiento
positivo del misterio del sufrimiento”79.
El
ejemplo concreto de María Corredentora ofrece a la Iglesia y al
mundo, el mensaje positivo Cristiano de que el “sufrir es
redentor” en todas las circunstancias posibles, desde la persecución
Cristiana, hasta el cáncer terminal, el embarazo “no deseado”,
y las cruces de la vida diaria ordinaria.
8
Unidad a través del carisma papal dentro de la Iglesia Católica
Desde
la perspectiva Católica, el carisma (o don del Espíritu Santo) que
es dado a San Pedro y a sus sucesores, los papas subsecuentes (cf Mt
16:15-20), es una fuente de unidad en doctrina y en vida para los
miembros de la Iglesia. Cuando el carisma específico de la
infalibilidad papal es usado en el resguardo contra de un error por
el Espíritu Santo en materia de fe y moral, tal ejercicio
salvaguarda y adecuadamente refuerza la unidad Católica basada en
la unidad de la fe, verdad y doctrina. El mismo beneficio de unidad
que proviene con el ejercicio del carisma papal también se daría
en el caso de la definición solemne de María Corredentora.
En
algunas ocasiones es objetado que tal definición sobre la
corredención Mariana, causaría división dentro de la Iglesia. Es
imperativo ser claro en este punto: La
verdad Cristiana une por su naturaleza, es sólo el rechazo de la
verdad Cristiana el que divide. Lo mismo es válido para una
potencial definición de María Corredentora.
El primer lugar, ya es una enseñanza doctrinal de la Iglesia
y por esto mismo, debería ser aceptada por los fieles Católicos
con una asentimiento religioso de mente y voluntad80. En
segundo lugar, como ya fue declarado, un ejercicio del carisma papal
de infalibilidad al servicio de la verdad Cristiana, guiada por el
Espíritu Santo, traería consigo la gracia de la unidad de
corazones, basados en la unidad de verdad y vida. Pero así como fue
verdad para Jesucristo el “signo de contradicción" (cf Lc
2:35), así también sería verdad el rechazo de la verdad
concerniente a la Madre del “Signo de Contradicción”.
Por
tanto, cualquier división dentro de la Iglesia en respuesta a una
definición papal infalible de la doctrina de la Corredentora, no
constituiría, ni sería correctamente percibido, como un componente
verdadero y válido de la definición papal en sí misma, sino
desafortunadamente sólo un rechazo.
9 Santos Modernos
y la Corredentora
Un
posible indicio de la madurez de la Doctrina sobre la Corredentora y
su definibilidad, es el testimonio moderno y las enseñanzas sobre
esta verdad Mariana dadas por un gran número de santos canonizados
y beatos contemporáneos. La generosa apreciación de santos
recientes sobre la corredención Mariana indica su madurez
espiritual en los corazones de santidad heroica dentro del Cuerpo Místico.
Aquellos
particularmente expresivos en su apreciación de la corredención
Mariana, como doctrina Mariana
y como un modelo de vida espiritual Cristiana, incluyen a Sta.
Teresa de Liseux, Sn. Maximiliano Kolbe, Sn. Pío X, Sn. Francisco
Javier Cabrini, Sta. Gemma Galgani, Sn. Leopoldo Mandic, B.
Elizabeth de la Trinidad, Sta. Edith Stein, B. J. María Escrivá,
B. Padre Pío, y otros más81.
Auque
todavía no ha sido oficialmente beatificada la Madre Teresa, sin
embargo, parece apropiado citar su carta de apoyo pidiendo la
definición papal de María Corredentora: “La definición papal de
María Corredentora, Mediadora de todas las gracias y Abogada, traerá
grandes gracias a la Iglesia. Todo por Jesús a través de María”82.
10. Iniciación del Triunfo del Inmaculado Corazón
profetizado en Fátima
Un
gran número de autores y pensadores Marianos de todo el mundo83,
también ven en la proclamación papal de María Corredentora, junto
con los roles espirituales como Mediadora de todas las gracias y
Abogada, lo que ha sido referido como la “iniciación”
definitiva o la iniciación del Triunfo del Inmaculado Corazón de
María, tal y como fue profetizado en la aparición de Nuestra Señora
en Fátima, Portugal en 1917.
La
noción particular del “Triunfo del Corazón Inmaculado”, viene
de las palabras dadas por María en Fátima a los niños videntes,
en las apariciones aprobadas por la Iglesia, las que después de
profetizar tales eventos como el surgimiento del comunismo ateo,
persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre, una potencial segunda
guerra mundial y la aniquilación de varias naciones, entonces
declaró: “Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará”...84
El
Triunfo del Corazón Inmaculado de María es desde entonces previsto
como un dramático influjo de gracias sobrenaturales para el mundo,
mediadas por medio
La
Corredentora, Mediadora y Abogada, y conduciendo a un período de
paz espiritual para la humanidad.
El rol de la proclamación papal de María Corredentora en el
Triunfo del Corazón Inmaculado de María, como fue profetizado, sería
visto por algunos Marianos contemporáneos como el reconocimiento
oficial del papa, como la más alta autoridad de la Iglesia,
ejerciendo la libertad requerida por parte de la humanidad, para
permitir que sea liberada la total potencia mediadora e intercesora
de María Corredentora, Mediadora y Abogada, en la distribución de
las gracias redentoras del Calvario para el mundo contemporáneo.
Dios no fuerza sus gracias sobre nosotros, sino espera el
consentimiento libre de la humanidad. Con la definición papal
oficial de María Corredentora dada por la máxima autoridad humana
en libre voluntad a favor de la humanidad, este libre acto
“liberará” a la Corredentora para distribuir completamente las
gracias del Calvario en un nuevo derramamiento de gracias del Espíritu
Santo para el mundo. Como fue explicado por el Ex-Embajador de las
Filipinas en el Vaticano:
Hace
dos mil años durante el Primer Adviento, el Espíritu Santo
descendió sobre María, y cuando el poder del Altísimo la cubrió,
concibió a Jesús, Hijo de Dios. Ahora, durante este Nuevo
Adviento, es la Madre de Todos los Pueblos, Corredentora, Mediadora
de todas las gracias y Abogada, la que acompañará a su Esposo para
descender a nuestros corazones y a nuestras almas, y recrear en cada
uno de nosotros –si damos nuestro fiat-
la semejanza
de Jesús...La proclamación del Quinto Dogma ya no es nuestra
prerrogativa; es nuestro deber85.
Como
tal, la proclamación papal de María Corredentora efectuará una
liberación histórica de gracias sobre el mundo, por el ejercicio
pleno de la madre espiritual de todos los pueblos en su más
generoso ejercicio de sus roles como Corredentora, Mediadora de
todas las gracias y Abogada86.
Conclusión
Se espera que se hayan dado algunas luces sobre las
principales preguntas concernientes a la discusión presente en el
tema de María Corredentora en sí misma, y, al menos como forma de
introducción, en discutir el aspecto específico de una potencial
definición papal sobre la doctrina de la Corredentora.
Referente a cualquier definición potencial futura de la
Corredentora desde una perspectiva Católica, debería reinar
finalmente la paz y la verdad en los corazones y mentes de los
fieles, en la conducción por el pontífice de la Iglesia, en temas
de fe y moral,
independientemente de la diversidad presente de opiniones personales
en este tema.
Desde la perspectiva general Cristiana, referente a la
doctrina de María Corredentora y a otras doctrinas que actualmente
nos dividen, mantengamos la fe en eventual cumplimiento de la oración
de Jesucristo por la unidad Cristiana en la Ultima Cena: ”...para
que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, para que
ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú
me has enviado” (Jn 17:21). Aparte de los avances y retrocesos
temporales históricos, los Cristianos deben tener fe en la unidad
final Cristiana de corazón, la que florecerá en unidad de mente,
verdad y fe basada en el único Jesucristo, quien es “el Camino,
la Verdad y la Vida” (Jn 14:6).
Dr. Mar Miravalle
Profesor de Teología y Mariología
Universidad Franciscana de Steubenville
25 de Marzo del 2001
___________________________
68
Cf. Friethoof, op. cit.
69
Cf. J.B. Carol, op. cit.
70
Karol Cardenal Wojtyla, Homilía en la Fiesta de la Inmaculada
Concepción, 8 de Dic. de 1973.
71
Beato Pío IX, Ineffabilis
Deus, 8 de Diciembre de 1854, DS 2802.
72
John Cardinal O´Connor, Carta de Apoyo dirigida al Papa para pedir
el Quinto Dogma, 14 de Febrero de 1994.
73 Alma
Socia Christi, Memorias del Congreso Internacional Mariológico
en Roma, 1950, p.234.
74
El Dr. Josef Seifert es Rector de la Academia Internacional de
Filosofía en Liechtenstein y miembro del Consejo Pontificio por la
Vida.
75
Seifert, María como Corredentora y Mediadora de todas las Gracias
–Bases Filosóficas y Personalistas de una Doctrina Mariana, en Maria
Corredentora...Bases Teológicas II, p. 166.
76
Seifert, op. cit., p.168.
77
Ibid.
78
J. Macquarrie, “María Corredentora y Disputas sobre la
Justificación...”op. cit.
p.248, 255.
79
Juan Pablo II, Encíclica 1995, Evangelium
Vitae, n.15.
80
Again, cf Lumen
Gentium, n.25.
81
Para un tratamiento más completo de la hagiografía sobre la
Corredención Mariana, cf Stefano Minelli, FFI, “Hagiografía del
Siglo Veinte sobre la Corredención Mariana”, en María
al Pie de la Cruz, Actas del Simposio sobre la Corredención Mariana
en Inglaterra, 1999.
82
Madre Teresa de Calcuta, Carta
de Apoyo por el Quinto Dogma Mariano, 14 de Agosto, 1993.
83
Como ejemplo de tal pensamiento, cf en Miravalle, ed., Discernimientos
Contemporáneos sobre un Quinto Dogma Mariano, Bases Teológicas
III, Queenship Pub., 2000, los siguientes ensayos: Embajador Howard
Dee, “Embajador de Nuestra Señora, Juan Pablo II, Fátima y el
Quinto Dogma Mariano”; Dr. Bartholomew, “Un Científico Explora
a María, Corredentora”; Calkins, “El Mensaje de Nuestra Señora
de Todas las Naciones”.
84
Memorias de la Hna.. Lucia de Fátima, 13 de Julio de 1917.
85
Embajador Howard Dee: “Embajador de Nuestra Señora, Juan Pablo II
y el Quinto Dogma Mariano”, en Discernimientos
Contemporáneos, op. cit. p. 12-13.
86
Para un tratado extenso, cf. Miravalle, El
Dogma y el Triunfo, Queenship Pub., 1998