La advocación de Ntra. Sra. de los Dolores está muy arraigada en toda
la zona levantina, siendo popularmente conocida con el sobrenombre de
"La Dolorosa" y vinculándose principalmente a las celebraciones de
Semana Santa. En Hellín surge esta devoción a finales del siglo XVIII,
cuando se encarga a Salzillo una talla de la Virgen para ser incluida
en los desfiles pasionales de la ciudad. La escultura sigue el modelo
que ya se venía desarrollando en toda la Región Murciana: una imagen
de vestir que representa a María camino del Calvario, con los brazos
extendidos y un puñal atravesando su pecho.
En 1882 se funda la Cofradía de Ntra. Sra. de los Dolores, época en la
que prolifera la creación de este tipo de hermandades y asociaciones
pasionales, alcanzando desde un primer momento gran popularidad y
renombre entre la población hellinera. La talla empezó a ser venerada
desde su llegada a la ciudad en una hermosa capilla de la Iglesia
Arciprestal de Santa María de la Asunción, gran templo gótico ubicado
en el centro del casco histórico. Por desgracia, casi todas las
imágenes religiosas que poseía la ciudad se perdieron durante la
Guerra Civil, incluida La Dolorosa. Resulta significativo que sea la
de esta Virgen una de las primeras esculturas que se restituyen al
terminar la contienda, señal de la enorme adoración que ya se le
profesaba. Federico Collaut Valera realizó la réplica, tan hermosa
como la tallada por Salzillo, constituyendo actualmente junto a la
Virgen del Rosario (patrona de Hellín) la imagen mariana más venerada
de la ciudad.
Como se ha dicho, el culto a Ntra. Sra. de los Dolores está
íntimamente ligado a la Semana Santa, celebraciones que en Hellín
están declaradas de Interés Turístico Nacional tanto por las
procesiones como por sus famosas tamboradas. En estas fechas La
Dolorosa adquiere especial protagonismo, se organizan numerosos actos
en su honor y es procesionada a hombros por las calles hellineras
acompañada siempre por infinidad de penitentes. Desfila el Viernes de
Dolores (día de su festividad, en la llamada "Procesión de las
Antorchas"), el Miércoles Santo por la noche, la mañana de Viernes
Santo (cerrando la "Procesión del Calvario") y el Domingo de
Resurrección.
Mención especial merecen algunos de los momentos protagonizados por
Ntra. Sra. de los Dolores durante estas procesiones. Uno de ellos es
su llegada al Calvario el Viernes Santo, donde se interpreta el
tradicional Motete (antiguo cántico dedicado a La Dolorosa hellinera)
para luego iniciar la bajada desde este monte hasta la ciudad. Otro es
el jubiloso encuentro que se produce entre la Virgen y la imagen del
Resucitado en la plaza de la Feria, momento en el que se le quita el
puñal que atraviesa su pecho. Por último, también el Domingo de
Resurrección, la solemne entrada del trono de La Dolorosa al templo
arciprestal constituye todo un broche de oro a las celebraciones
pasionales de la ciudad.