La Virgen de
Almudena
Patrona de Madrid,
España.
"Almudena",
por haber sido hallada en el "almudin", palabra árabe para
"depósito de trigo".
Hoy su imagen está en Catedral de Madrid, Santa
María la Real de la Almudena.
El escritor Vera Tassis hace un juego con la palabra: Al=Alma (virgen,
en hebreo), Mu=Mulier, De=Dei, Na=Natus; o sea Virgen y Mujer o Madre
de Dios nacido.
La Virgen María es la clave de la historia universal por ser la Madre
del Redentor, Jesucristo nuestro Señor. Su cuidado maternal nunca nos
falta y se hace particularmente prodigioso en momentos de crisis. La
Virgen ha sido el instrumento divino para proteger a sus hijos cuando
humanamente parecía que estaban perdidos. Así fue en España en
tiempos de la ocupación musulmana.
En el año 712 el español
rey godo Don Rodrigo fue derrotado en la batalla de Guadalete. Los
capitanes musulmanes Muza y Tariks establecieron su
dominación sobre Toledo y casi toda la Península tras una rápida
conquista. Solo quedaban algunos reductos de resistencia en el norte y
estos parecían estar perdidos.
Madrid, la actual capital de España y la que llegara a ser capital
del gran imperio español, era en el siglo VIII una insignificante
villa. Ni siquiera se conoce su antiguo nombre: Mantua, Miacum, Ursaría...
Pero los musulmanes entendieron que Madrid era un lugar estratégico y
decidieron establecer allí una gran fortaleza.
Grande fue la consternación de los cristianos de aquel lugar al saber
del inminente ataque musulmán. Fue así que pensaron en como salvar a
la venerada imagen
de
la Virgen María, que según la tradición, había sido traída a esta villa por un discípulo del Apóstol
Santiago
en
el año 38 de nuestra Era. Recordemos que dicho apóstol evangelizó
la península, se la apareció la Virgen en Zaragoza y sus restos
mortales se encuentran en Santiago de Compostela. Todo el
pueblo se reunió en la iglesia
para
pedir la protección de la Virgen, dispuestos a defender su querida y
venerada imagen contra todos los infieles.
Un venerable sacerdotes subió al altar, y
con gran emoción, habló así a los madrileños:
"Hijos míos: Los enemigos de nuestra fe han invadido todas las
ciudades,
villas y aldeas de España.
¡Es inútil la resistencia! ¡Dios así lo quiere!
Es preciso que acatemos su santa voluntad, pidiendo de rodillas perdón
por
nuestras culpas.
El que se encuentre con fuerzas para pelear, que pelee hasta morir en
defensa
de nuestra sacrosanta religión.
Y aquel que sobreviva al duro combate, en el que sin duda seremos
vencidos,
que corra hacia las montañas donde se reúnen las huestes de los
soldados de
la Cruz, al mando de don Pelayo, para hostigar cuanto puedan a los
invasores
y trabajar por la libertad de la Patria. (Ver: Virgen
de Covadonga)
Muza está en Toledo; conquistada esta ciudad, pronto el infiel
caudillo se
hallará delante de nuestros muros; antes de que esto suceda, antes de
que
Madrid caiga en sus manos, es preciso que pensemos en salvar los
objetos que
nos son más queridos.
La Virgen Santísima, a quien tanto veneramos, que siempre ha sido
nuestra
abogada y protectora, que siempre ha oído clemente nuestras preces,
no ha de
caer en manos de nuestros enemigos, no hemos de permitir que su
preciosa
imagen sea profanada por los infieles.
Ocultémosla, mientras peleamos contra ellos, en el cubo de esta
muralla
contigua a este santo templo. Si vencemos, todos sabemos dónde la
hallaremos
para darle gracias por la victoria, y si, por desgracia, somos
vencidos,
líbrese, oculta en la muralla, del furor de los mahometanos".
El pueblo escuchó con religioso silencio la emocionante plática del
anciano
sacerdote y quedó aprobada en el mismo instante su proposición.
(La Virgen de Guadalupe fue
ocultada por las mismas razones).
Fue bajada la imagen del camarín y conducida en procesión hasta la
muralla donde se le construyó un nicho en el que fue colocada, "dejando
dos luces
para que la alumbrasen".
Acto seguido, se tapió el nicho y se dejó el muro en la misma forma
que
estaba.
Más de tres siglos y medio sufrió Madrid, que recibió el nombre de
"Magerit",
el yugo de los árabes.
No fue sino en el 1085,
tres siglos después de que la Virgen fuese escondida, que llegó el
añorado día de la liberación de "Magerit". Don Alfonso VI de Castilla, llamado "El Bravo",
reconquistó Toledo,
y poco tiempo después el estandarte de Cruz hondeaba sobre las torres
de Madrid.
Don Alfonso en seguida
dispuso la purificación del antiguo templo dedicado a la Virgen María que los infieles habían profanado
al convertirlo en mezquita. Sabedor de que se había ocultado la imagen de la
Virgen para protegerla, mandó realizar pesquisas para averiguar
el
sitio
donde se encontraba. Pero ya no quedaba nadie que supiese su paradero.
Ordenó entonces Don
Alfonso que se
hicieran rogativas por espacio de nueve días para que el Cielo les
concediese
el tesoro que se hallaba oculto; para que la misma Virgen María los
iluminase
y encaminase sus pasos hacia el lugar donde se encontrara su sagrada
imagen.
La Virgen escuchó sus ruegos: el día 9 de noviembre de 1085, último
del
novenario, organizóse una solemne procesión, después de la misa
celebrada en
el templo de Santa María, que recorrió todos los lugares donde se
creyó que
pudiera esconderse la imagen de la Señora...
Cuentan las crónicas que en esta procesión iban, además de don
Alfonso VI de
Castilla, el rey don Sancho de Aragón y de Navarra, el infante don
Fernando
y
el famoso Cid Campeador, don Rodrigo Díaz de Vivar.
Al llegar la comitiva al sitio denominado hoy Cuesta de la Vega, y al
pasar
por delante de un trozo de la vieja muralla que por dicha parte de la
villa
se levantaba, permitió Dios que se produjera uno de los muchos
prodigios con
que el Todopoderoso muestra a los mortales su infinito poder y su
bondad sin
límites... Ante el asombro de todos los presentes, se derrumbó por sí
mismo
el trozo de muralla donde estaba la hornacina en la que ocultaron la
sagrada
imagen de María, apareciendo ésta, a la vista de los fieles, en la
misma
forma en que fue colocada, incluso con las dos velas encendidas que,
para
alumbrarla, habíanla puesto aquellos fervorosos cristianos, un día
del año
712. Habían transcurrido trescientos setenta y tres años.
Ante el milagro, cayeron todos de rodillas, prorrumpiendo en
exclamaciones
de
júbilo, y no quedó una persona en la villa que no pasase por aquel
lugar para venerar con respeto filial a la Santísima Virgen María, que, de
modo tan
ostensible, había demostrado su amor a los madrileños.
Al otro día fue trasladada la milagrosa imagen con gran pompa a su
primitiva
mansión, en cuyo camarín fue colocada con el título de la Virgen de
la
Almudena, por haber estado oculta en el lugar llamado por los moros
"Almudín", o depósito del trigo.
Desde entonces la Virgen de la Almudena es considerada Patrona de
Madrid. La iglesia parroquial de Santa María, venerable por su antigüedad e
historia,
era un templo mezquino en su forma y dimensiones, y se asegura que en
él se
predicó por primera vez el Evangelio en Madrid. Albergó el culto de
la
Patrona y tuvo la categoría de catedral, siendo colegiata de canónigos
seglares en tiempos del conquistador, el piadoso rey don Alfonso VI.
Luego pasó a la categoría de parroquia, hasta su demolición, a
fines del año
1870, pasando la milagrosa imagen a la iglesia del Sacramento, de
donde fue
trasladada a la cripta de la Catedral. Después
pasó al Altar Mayor
de la
referida iglesia del Sacramento.
El día 9 de noviembre de 1941, tras la devastadora Guerra Civil
Española, inauguró solemnemente el ilustrísimo
señor
Obispo de Madrid-Alcalá, una imagen de la Virgen de la Almudena,
esculpida en
piedra, en el mismo sitio de la Cuesta de la Vega donde se supone que
apareció el año 1085.
A ambos lados de la hornacina, dos monumentales faroles de hierro y
cristales
alumbraban la imagen, en recuerdo de aquellas milagrosas velas que
lucieron
durante trescientos setenta y cinco años, en honor a la Virgen María...
El 8 de septiembre de 1945
se otorga a la Imagen de la ALMUDENA la Medalla de oro de la ciudad de
MADRID. El 10 de noviembre de 1948 se efectúa en la Plaza de la
Armería del Palacio Real de Madrid, la coronación canónica.
El 2 de
febrero de 1954 la imagen de la Virgen fue trasladada desde la Iglesia
del Sacramento, a un altar de la Catedral de Madrid-Alcalá, que por
entonces era el Templo de San Isidro. Allí permaneció hasta junio
1993, en que en una solemne procesión (después de una acertada
restauración de la imagen) fue trasladada a la nueva Catedral de Santa
María la Real de la Almudena, donde desde entonces permanece en un
magnifico altar gótico, en el lado derecho del Altar Mayor. Al día
siguiente S. S. Juan Pablo II consagro la nueva Catedral Metropolitana
de Madrid, siendo la única catedral española consagrada por un
pontífice.
Oremos:
Dios y Señor de la
Historia de todos los pueblos, te damos gracias por habernos dado a tu
Santísima Madre para que con providencia amorosa nos cuide de todos
del mal y nos guie al cielo. En el largo caminar no faltan las
prueban pero tampoco faltará jamás nuestra Madre.
-Agradecemos los datos aportados por P. Manolo Rabadán, CRL