ANTE EL ASESINATO DE MONSEÑOR DUARTE, ARZOBISPO DE CALI

Monseñor Duarte Cancino ha sido asesinado. Si las fuerzas del mal creen haberle silenciado se equivocan. Jamás monseñor había sido tan elocuente como al entregar su vida.  Su testimonio no será en vano. La reacción de los colombianos ya lo está demostrando. Aquellos que tienen buen corazón han sido inspirados a comprometerse mas por el Evangelio de Jesús que monseñor predicó. El Papa nos presenta a Mon. duarte como un ejemplo de pastor que defiende el valor de la vida humana en todos sus aspectos. 
Ante los recientes escándalos de algunos en el clero, Monseñor Duarte ha reparado con su sangre. Tanto el como el arzobispo de Nigeria, que ofreció entregar su vida en rescate de una mujer condenada a muerte, son ejemplo de pastores y de que se puede vivir la fe heroicamente con la gracia de Dios.   

Sangre de mártires, semilla de cristianos

Sr. Director:
Ante el bárbaro y sacrílego asesinato de monseñor Isaías Duarte Cancino, arzobispo de Cali, Colombia, se nos viene a la mente una larga lista de siniestros personajes que persiguieron y martirizaron a millares de cristianos: Nerón, Domiciano, Trajano, Adriano, Aureliano, Severo, Diocleciano, etc., etc. y sus no menos siniestros secuaces; los procónsules y gobernadores romanos, como también la cruel guardia pretoriana.

Casi 20 siglos después esos siniestros personajes tienen sus émulos modernos, llámense éstos de sicarios, guerrilla, narcotráfico o todos ellos juntos y traen también a la memoria un epigrama del célebre Tertuliano: “la sangre de los mártires se transformará en la semilla de cristianos”.

Atentamente,

Angel Moreira Zambrano
Santo Domingo de los Colorados, 20/III/2002.
Ecuador

Definición de mártir


PALABRAS DEL PASTOR QUE DA SU VIDA
intervenciones públicas del arzobispo de Cali, monseñor Isaías Duarte Cancino, que según algunos observadores le costaron la vida.

Bogotá, 18 marzo 2002   www.ZENIT.org

Perdón
«Invito a los guerrilleros a que pidan perdón por el mal que han hecho.
Invito a los empresarios a que pidan perdón porque no han tenido sentido
social y no han defendido el bien común de los desempleados. Invito a los
sindicatos a que pidan perdón porque no se preocupan por los miles de
trabajadores del país».

«¿Se puede decir que una persona que pone una mina quiebrapatas no sabe lo
que hace?, ¿se puede decir que el que organiza una masacre no sabe lo que
hace?, ¿se puede decir que los que corrompen el Estado no se dan cuenta
del daño que causan?».

«Qué le sucedió a nuestro país, que terminó siendo el hazmerreír del mundo.
Qué le sucedió a Colombia para que nuestros hermanos fueran masacrados y
ultrajados. Todos tenemos que reconocer nuestra responsabilidad en estos
hechos y pedir perdón».
Abril de 2000

Política y narcotráfico
«La queja de la comunidad, de los obispos del Departamento y de algunos
dirigentes políticos va en ese sentido, que en el Valle del Cauca se
vuelve a sentir el peso del dinero maldito fruto de la droga que destruye a nuestro
pueblo; no podemos aceptar que tras la fachada de la política sana y
limpia se muevan dineros que tienen intenciones torcidas y que causan ciertamente
un inmenso mal a la patria».

«Queremos pedirles a los vallecaucanos que no se dejen engañar y no apoyen
a quienes detrás de la fachada de una política y de una democracia limpia,
esconden el dinero corrupto del narcotráfico. Eso no le trae beneficio al
pueblo colombiano y por el contrario aumentan la pobreza y los problemas
de la población».

«Los obispos tenemos una clara misión pastoral de formar la conciencia de
los fieles y no de acusar a nadie. A quien le corresponde realizar la
investigación es al Estado».
Febrero de 2002

La guerrilla
«Un guerrillero que secuestra y asesina, que destruye pueblos enteros y se
burla de los procesos de paz, carece de las virtudes que distinguen al ser
humano y se convierte en el más miserable de los hombres».

«Pidamos al Señor para que estos guerrilleros de Colombia sientan en lo
profundo de su alma el dolor de matar a un hermano inocente e indefenso,
que entiendan que no están haciendo una guerra justa sino repitiendo la
barbarie de las épocas más oscuras de la historia humana y se conviertan de su mala
vida».

«Pero también supliquemos al Altísimo para que toda la sociedad civil
encuentre los caminos para exigirles eficazmente a los violentos que
asesinan a Colombia, el respeto a la vida y la libertad de las personas».
Agosto 8 de 2000

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