Corazones en Oración: Sagrada Liturgia-Liturgia de las horas |
Santa Margarita María de Alacoque, Virgen
16 de octubre - Liturgia de las Horas
OFICIO DE LA LECTURA
Primer Lectura: Corintios 7, 25-40.
Segunda Lectura: De las cartas de Santa Margarita María de Alacoque, Virgen
Debemos conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento
Pienso que aquel gran deseo de nuestro Señor de que su Sagrado Corazón sea honrado con un culto especial tiende a que se renueven en nuestras almas los efectos de la redención. El Sagrado Corazón , en efecto, es una fuente inagotable, que no desea otra cosa que derramarse en el corazón de los humildes, para que estén libres y dispuestos a gastar la propia vida según su beneplácito.
De este divino Corazón manan sin cesar tres arroyos: el primero es el de la misericordia para con los pecadores, sobre los cuales vierte el espíritu de contrición y de penitencia; el segundo es el de la caridad, en provecho de todos los que aspiran a la perfección, para que encuentren la ayuda necesaria para superar sus dificultades; del tercer arroyo manan el amor y la luz para sus amigos ya perfectos, a los que quiere unir consigo para comunicarles su sabiduría y sus preceptos, a fin de que ellos a su vez, cada cual a su manera, se entreguen totalmente a promover su gloria.
Este Corazón divino es un abismo de todos los bienes, en el que todos los pobres necesitan sumergir sus indigencias: es un abismo de gozo, en el que hay que sumergir todas nuestras tristezas, es un abismo de humildad contra nuestra ineptitud, es un abismo de misericordia para los desdichados y es un abismo de amor, en el que debe ser sumergida toda nuestra indigencia.
Conviene, pues, que os unáis al Corazón de nuestro Señor Jesucristo en el co0mienao de la conversión, para alcanzar la disponibilidad necesaria y , al fin de la misma para que la llevéis a término. ¿No aprovecháis en lo oración? Bastará con que ofrezcáis a Dios las plegarias que el Salvador profiere en lugar nuestro en el sacramento del altar, ofreciendo su fervor en reparación de vuestra tibieza; y , cuando os dispongáis a hacer alguna cosa, orad así: "Dios mío, hago o sufro tal cosa en el Corazón de tu Hijo y según sus santos designios, y os lo ofrezco en reparación de todo lo malo o imperfecto que hay en mis obras." Y así en todas las circunstancias de la vida. Y, siempre que os suceda algo penoso, aflictivo, injurioso decíos a vosotros mismos: "Acepta lo que te manda el Sagrado Corazón de Jesucristo para unirte a sí".
Por encima de todo, conservad la paz del corazón, que es el mayor tesoro. Para conservarla, nada ayuda tanto como el renunciar a la propia voluntad y poner la voluntad del Corazón divino en lugar de la nuestra, de manera que sea ella la que haga en lugar nuestro todo lo que contribuye a su gloria, y nosotros, llenos de gozo, nos sometamos a él y confiemos en él totalmente.
Ant. del Invitatorio: Venid adoremos al Señor, rey de las vírgenes.
LAUDES
Ant. 1. Libremente confieso a Cristo; de Cristo está sedienta mi alma; deseo estar por siempre con Cristo.
Salmo 62, 2-9
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y, tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Ant. 1. Libremente confieso a Cristo; de Cristo está sedienta mi alma; deseo estar por siempre con Cristo.
Ant. 2.Vírgenes del Señor, bendecid al Señor; el que sembró en vosotras el deseo de la virginidad ha coronado ya su obra.
Cántico Dn 3, 57-88.56
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ant. 2.Vírgenes del Señor, bendecid al Señor; el que sembró en vosotras el deseo de la virginidad ha coronado ya su obra.
Ant. 3.Que los santos se alegren en la gloria, pues han conseguido una brillante victoria sobre la carne y la sangre.
Salmo 149
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Ant. 3.Que los santos se alegren en la gloria, pues han conseguido una brillante victoria sobre la carne y la sangre.
Lectura breve Ct 8,7
Las aguas torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable.
Responsorio breve
R/ Oigo en mi corazón: * Buscad mi rostro. Oigo .
V/ Tu rostro buscaré, Señor. * Buscad mi rostro. Gloria al Padre. Oigo
Ant. Benedictus: Ésta es la virgen prudente que, unida a Cristo, resplandece como el sol en el reino celestial.
Preces
Glorifiquemos a Cristo, esposo y corona de las vírgenes, y supliquémosle, diciendo:
Jesús, corona de las vírgenes, escúchanos.
Oh Cristo, a quien las vírgenes amaron como a su único esposo,
- concédenos que nada nos aparte de tu amor.
Tú que coronaste a María como reina de las vírgenes,
- concédenos, por su intercesión, servirte siempre con pureza de corazón.
Por intercesión de las santas vírgenes, que te sirvieron siempre con fidelidad, para alcanzar la santidad de cuerpo y alma,
- ayúdanos, Señor, a que los bienes de este mundo que pasa no nos separen de tu amor eterno.
Señor Jesús, esposo que has de venir y a quien las vírgenes prudentes esperaban,
- concédenos vivir en vela, esperando tu retorno glorioso.
Por intercesión de santa Margarita María de Alacoque, que fue virgen sensata y una de las prudentes,
- concédenos, Señor, la verdadera sabiduría y la pureza de costumbres.
Padre nuestro.
Oración
Infunde, Señor, en nuestros corazones el mismo espíritu con que enriqueciste a santa Margarita María de Alacoque, para que lleguemos a un conocimiento profundo del misterio incomparable del amor de Cristo y alcancemos nuestra plenitud según la plenitudtotal de Dios. Por nuestro Señor Jesucristo.
VÍSPERAS
Ant. 1. Quiero ser solamente tuya, oh Cristo esposo; a ti vengo con mi lámpara encendida.
Salmo 121
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Ant. 1. Quiero ser solamente tuya, oh Cristo esposo; a ti vengo con mi lámpara encendida.
Ant. 2. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Salmo 126
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Ant. 2. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Ant. 3. Mi alma se siente firme, está cimentada en Cristo, el Señor.
Cántico Ef 1, 3-10
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
El nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Éste es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Ant. 3. Mi alma se siente firme, está cimentada en Cristo, el Señor.
Lectura breve 1 Co 7, 32. 34
El soltero se preocupa de los asuntos del Señor, buscando contentar al Señor; la mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a ellos en cuerpo y alma.
Responsorio breve
R/. Llevan ante el rey al séquito de vírgenes; * Las traen entre alegría. Llevan.
V/. Van entrando en el palacio real. *Las traen entre alegría. Gloria al Padre. Llevan.
Ant. Magnificat: Ven, esposa de Cristo, recibe la corona eterna que el Señor te tiene preparada.
Preces
Alabemos con gozo a Cristo, que elogió a los que permanecen vírgenes a causa del reino de los cielos, y supliquémosle, diciendo:
Jesús, rey de las vírgenes, escúchanos.
Oh Cristo, que como esposo amante colocaste junto a ti a la Iglesia, sin mancha ni arruga,
- haz que esta Iglesia sea siempre santa e inmaculada.
Oh Cristo, a cuyo encuentro salieron las vírgenes santas con sus
lámparas encendidas,
- no permitas que falte nunca el óleo de la fidelidad en las lámparas de las vírgenes que se han consagrado a ti.
Señor Jesucristo, a quien la Iglesia virgen ha guardado siempre fidelidad intacta y pura,
- concede a todos los cristianos la integridad y la pureza de la fe.
Tú que concedes hoy a tu pueblo alegrarse por la festividad de santa Margarita María de Alacoque, virgen,
- concédele también gozar siempre de su valiosa intercesión.
Tú que recibiste en el banquete de tus bodas a las vírgenes santas,
- admite benigno a los difuntos en el convite festivo de tu reino.
Padre nuestro.
Oración
Infunde, Señor, en nuestros corazones el mismo espíritu con que enriqueciste a santa Margarita María de Alacoque, para que lleguemos a un conocimiento profundo del misterio incomparable del amor de Cristo y alcancemos nuestra plenitud según la plenitud total de Dios. Por nuestro Señor Jesucristo.
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