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Santos y  Teología del Corazón - Beata Dina Belanger


1897-1929

Fiesta: 4 de septiembre
Beatificada el 20 de marzo de 1993

"Dios vive en mi, yo lo poseo, luego gozo del cielo en la tierra"


La Beata Canadiense Dina Bélanger nació el 30 de abril de 1897, en la ciudad de Quebec, Canada. Sus padres se llamaban Octavio Bélanger y Serafina Matte. Fue bautizada el mismo día de su nacimiento en la iglesia de San Roque, con los nombres de María, Margarita, Dina, Adelaida. Hizo su Primera Comunión y recibió el Sacramento de la Confirmación el 2 de mayo de 1907.

“Desde el comienzo de mi vida, la Virgen me ha protegido de un modo especial. Mis ojos vieron la luz del día cuando comenzaba el mes dedicado a Ella. Ese mismo día recibí el Bautismo. Dios tomó posesión de mi alma para que fuese toda de Él. ¡Qué dicha tan grande ser hija de Dios y de María, mi dulce Madre!” (Autobiografía, cap.1)

Asistió al colegio Jacques Cartier, el cual era dirigido por religiosas de la Congregación de Nuestra Señora. Desde pequeña recibió clases de piano y a los once años obtuvo su primer diploma. A los trece años fue admitida en la Asociación de las Hijas de María en el colegio.

Desde joven su vida era Eucarística....

“Jesús fue mi Maestro de oración enseñándome a comunicarme con Él. Un día, ante el sagrario, leí estas palabras en un libro de oración: “Señor, Dios mío”. Ya no leí más. Sumergida en el silencio, en la paz y en la soledad, sentía estar con Él saboreando estas palabras. Olvidé el tiempo...

Otra vez, ante el Santísimo expuesto, fijos los ojos en la Sagrada Forma, le pedía verle con los ojos del cuerpo: ¡Deseo tanto veros! El Señor respondió a mis ingenuidades con un aumento de fe en su presencia eucarística." (Autobiografía, cap.3)

....y Mariana!

“Me entregué totalmente a la Virgen por la práctica de la devoción perfecta, según el espíritu del Beato (Beato en el tiempo en que D. Bélanger escribe su vida, canonizado en 1947) Luis de Montfort. Este abandono total de mí misma y de mis cosas a la Reina del Cielo me atrajo muchas consolaciones. Sólo en el cielo comprenderé las ventajas de abandonarme a su sabia guía. Quisiera consagrarle toda la humanidad. Hay que dejarla vivir en nosotras para que Cristo se sustituya en nuestra pequeñez. Ella es el camino más seguro, más corto, más idóneo para elevarnos hasta el infinito, para unirnos al amor increado hasta perdernos en Él, abismarnos en la fuente de la felicidad eterna.”

En 1911, comenzó a asistir al internado de Bellevue. En ese mismo año hizo voto privado de castidad y le pidió al Señor la gracia del martirio, el día 1ro de octubre. Terminó sus estudios en 1913 y regresó a su casa paterna. Se involucró en su parroquia, ayudando con los ornamentos litúrgicos y participando del Apostolado de la Oración. En 1914 le comunica a sus padres su deseo de ser religiosa, pero éstos no le concedieron el permiso por ser ella demasiado joven.

“El primer viernes de octubre estando con las demás alumnas en la capilla para la visita al Santísimo, me sentí impulsada a consagrar al Señor mi virginidad. Y así lo hice añadiendo: si esta consagración es de tu agrado. Y debió agradarle porque me sentí más suya, con una pertenencia más profunda, y mi sed de entrega total a su amor en la vida religiosa, más colmada.
Ardía en deseos de ser mártir y decía: Jesús, tú has muerto por mí. Pues bien, mi amor no quedará satisfecho si no muero mártir por Ti.” (Autobiografía, cap.5)

Devota de San José

“En mi vida interior me ha ayudado siempre el bendito San José. Lo quiero mucho, y sobre todo en su fiesta, le obsequiaba con pequeños sacrificios.” (Autobiografía, cap.5)

De 1916 a 1918 se fue a Nueva York, donde completó sus estudios de piano y música en la Residencia Nuestra Señora de la Paz, la cual era dirigida por la orden de las Religiosas de Jesús-María. De regreso a su ciudad natal se inscribió en la Tercera Orden de Santo Domingo, y una vez obtenido el permiso de sus padres, ingresó en la Congregación de Jesús-María situada en Québec. Su nombre religioso sería María de Santa Cecilia de Roma, el cual escogió debido a su gran amor por la música. Emitió sus votos temporales el día 15 de agosto de 1923, Solemnidad de la Asunción de María; y sus votos perpetuos el 15 de agosto de 1928, un año antes de su muerte.

“Al fin ya llevaba el hábito religioso; lo besaba con piedad y amor pero no en vano se dice que ‘el hábito no hace al monje’ y tenía que trabajar por hacerme menos indigna de él.” (Autobiografía, cap.13)

“Ya era por fin religiosa de Jesús-María. Recibí la cruz y el rosario. Ya pertenecía a la Congregación que tanto amaba. La mano divina allí me había conducido. Qué deuda de gratitud hacia mi Congregación religiosa. Modela Señor mi alma según su espíritu de caridad y de humildad, de obediencia y de alabanza, que no es otro que el espíritu de tu amor. Obra en mí junto con María, para que alabe por siempre vuestros benditos nombres.” (cap. 16)

Gracias del Señor en su alma

“Un día recibí esta luz que me consoló mucho: el cielo es la posesión de Dios; Dios vive en mí, yo lo poseo, luego gozo del cielo en la tierra. Desde este dichoso momento, me escondía por más tiempo en el Corazón de Cristo y en Él encontraba las delicias de la bienaventuranza, con el privilegio añadido de ser capaz de sufrir por Él. Si los ángeles pudiesen tener algún deseo, creo que, además de la Eucaristía, envidiarían este don del sufrimiento por amor.” (Autobriografía, cap.12)

A Nuestro Señor, Hombre-Dios, me ha hecho ver su Corazón en la sagrada Hostia. Yo no miraba su santo rostro; me cautivaban su Corazón y la Hostia. Los dos estaban perfectamente unidos, de tal manera el uno en la otra, que no puedo explicar cómo me fue posible distinguirlos. De la Hostia se difundían innumerables rayos de luz; de su Corazón salía una inmensidad de llamas que corrían como torrentes impetuosos. La Santísima Virgen estaba allí, tan cerca del Señor que parecía estar como absorbida por Él. Todos los rayos luminosos de la Hostia y todas las llamas del Corazón de Jesús pasaban a través del Corazón Inmaculado de María.


Desde su profesión religiosa sufrió graves enfermedades; desde su cama solía hacer traducciones y despachaba correspondencia. Tuvo una tuberculosis pulmonar que se agravó el 30 de abril de 1929, a tal punto que tuvo que ser trasladada a una enfermería. Murió el 4 de septiembre de 1929, a las 4 de la tarde. Beata Dina Bélanguer

Máximas:

“Jesús y María la ley de mi amor, y mi amor la ley de mi vida.”

“Amar y sufrir.”

“Todo por Jesús solo. Desasida de todo lo que no es Él.”

“Quiero ser santa, y con vuestra gracia, Señor, lo seré.”

“La gracia convierte en alegrías todas las penas, esas que el mundo aborrece.”

“Mi brújula es Cristo, mi barca, la Regla, los que la guían, mis superioras.”

“La vida religiosa es la preparación de la vida eterna.”

“Quiero amar a María como Tú la amas, y quiero amar a los hombres, sobre todo a los pecadores, con tu mismo amor, hasta la locura.”

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