Los padres oblatos de los "Corazones de Jesús y
María"
Congregación Ecuatoriana fundada por el Padre Matovelle
Un 6 de octubre de 1884 nacía en el Ecuador una
nueva congregación de sacerdotes, los Oblatos de
los Corazones de Jesús y María que fuera fundada por el Venerable, Padre
Julio María Matovelle (1852-1929).
En la capilla del Corazón de María, en la ciudad de Cuenca, Matovelle y
un pequeño grupo de sacerdotes , frente al Santísimo Sacramento expuesto,
leen los estatutos de la congregación que fuera reconocida por la
autoridad diocesana y se lanzan con ímpetu a difundir la devoción a los
Sagrados Corazones de Jesús y María. Su carisma es sobre todo ofrecerse
en oblación para que el Ecuador tenga sacerdotes y religiosos santos y,
reparar las ofensas que agravian a Dios.
Ciento dieciocho años más tarde, en el centro de Quito y en un punto
elevado de la ciudad se conmemoró este acontecimiento en el imponente
templo de la Basílica del Voto Nacional. "Los
Corazones de Jesús y María fueron las grandes devociones de nuestro
fundador, siendo un gran impulsor para que se construyera esta Basílica
Votiva Nacional. El quiso perpetuar para los siglos venideros el magno
acto de consagración del Ecuador a los Sagrados Corazones. Quiso que
nuestro país fuera el primero del mundo en consagrarse al Señor, lo que
le valió el nombre de República del Sagrado Corazón de Jesús" dijo el
Padre Celis durante su homilía.
"Al leer la historia de Santa Margarita María Alacoque, a quien el
Sagrado Corazón se le apareció en el siglo XVII, en Francia en donde le
hacía vehementes pedidos para que las naciones se consagren a Él, el
Padre Matovelle se transformó en el apóstol ecuatoriano de esta
devoción. Hizo de los Oblatos misioneros de la hornilla de amor que es
el Sagrado Corazón de Jesús", concluyó el provincial.
La obra y el ejemplo del Padre Matovelle entusiasmó a un grupo de 5
señoritas cuencanas que fundaron , el 8 de abril de 1892 la Congregación
femenina de las Oblatas. Su primera superiora fue la Madre Amalia
Urigüen. Su carisma se caracteriza por la oración y la caridad en obras
como la educación de la niñez.