Medios
de Comunicación
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comunicación
Los
medios y las 4 virtudes clásicas
Los medios de comunicación social al servicio de la auténtica paz
Juan Pablo II,
Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales, 2003
Queridos hermanos y hermanas:
1. La Encíclica «Pacem in terris» del Beato Papa Juan XXIII llegó como
un faro de esperanza para los hombres y mujeres de buena voluntad en los
oscuros días de la Guerra Fría. Al afirmar que la auténtica paz requiere
«guardar íntegramente el orden establecido por Dios» («Pacem in terris»,
1), el Santo Padre señaló la verdad, la justicia, la caridad y la
libertad como los pilares de una sociedad pacífica (ibídem, 37).
El creciente poder que adquirían los modernos medios de comunicación
social fue parte importante del trasfondo de la Encíclica. El Papa Juan
XXIII tenía muy en cuenta esos medios cuando llamaba a la «serena
objetividad» en el uso de los «medios de información que la técnica ha
introducido» y que «tanto sirven para fomentar y extender el mutuo
conocimiento de los pueblos»; él desacreditaba «los sistemas de
información que, violando los preceptos de la verdad y la justicia,
hieren la fama de cualquier país» (ibídem, 90).
2. Hoy, mientras recordamos el cuadragésimo aniversario de «Pacem in
terris», la división de los pueblos en bloques contrapuestos es casi
sólo un recuerdo doloroso, pero todavía la paz, la justicia y la
estabilidad social están ausentes en muchas partes del mundo. El
terrorismo, el conflicto en Oriente Medio y otras regiones, las amenazas
y contra-amenazas, la injusticia, la explotación y las violaciones a la
dignidad y la santidad de la vida humana, tanto antes como después del
nacimiento, son realidades que causan consternación en nuestros días.
Mientras tanto ha crecido enormemente el poder de los medios para
moldear las relaciones humanas e influenciar la vida política y social,
tanto para el bien como para el mal. De aquí la permanente actualidad
del tema elegido para la trigésima séptima Jornada Mundial de las
Comunicaciones Sociales: «Los medios de comunicación al servicio de la
auténtica paz, a la luz de la Pacem in terris». El mundo de los medios
tiene todavía mucho que aprender del mensaje del Beato Papa Juan XXIII.
3. Los Medios y la verdad. La exigencia moral fundamental de toda
comunicación es el respeto y el servicio a la verdad. La libertad de
buscar y decir la verdad es un elemento esencial de la comunicación
humana, no sólo en relación con los hechos y la información, sino
también y especialmente sobre la naturaleza y destino de la persona
humana, respecto a la sociedad y el bien común, respecto a nuestra
relación con Dios. Los medios masivos tienen una irrenunciable
responsabilidad en este sentido, pues constituyen la escena donde hoy en
día se intercambian las ideas y donde los pueblos pueden crecer en el
conocimiento mutuo y la solidaridad. Es por eso que el Papa Juan XXIII
defendió el derecho a «buscar la verdad libremente y, dentro de los
límites del orden moral y el bien común, manifestar y difundir las
propias opiniones», todo ello como condición necesaria para la paz
social («Pacem in terris», 12).
De hecho, con frecuencia los medios prestan un valiente servicio a la
verdad; pero a veces funcionan como agentes de propaganda y
desinformación al servicio de intereses estrechos o de prejuicios de
naturaleza nacional, étnica, racial o religiosa, de avidez material o de
falsas ideologías de tendencias diversas. Ante las presiones que empujan
a la prensa a tales errores, es imprescindible una resistencia ante todo
por parte de los propios hombres y mujeres de los medios, pero también
de la Iglesia y otros grupos responsables.
4. Los Medios y la justicia. El Beato Papa Juan XXIII tuvo palabras
elocuentes en la «Pacem in terris» sobre el bien común universal --«el
bien universal, es decir, el que afecta a toda la familia humana» (nº
132)-- en el que cada individuo y todos los pueblos tienen el derecho de
compartirlo. La proyección global de los medios comporta especiales responsabilidades
en este aspecto. Si bien es cierto que los medios suelen pertenecer a
grupos con intereses propios, privados y públicos, la naturaleza
intrínseca de su impacto en la vida requiere que no favorezcan la
división entre los grupos --por ejemplo en el nombre de la lucha de
clases, del nacionalismo exacerbado, de la supremacía racial, la
limpieza étnica u otros similares--. Enfrentar a unos contra otros en
nombre de la religión es un error particularmente grave contra la verdad
y la justicia, como lo es el tratamiento discriminador de las creencias
religiosas, pues éstas pertenecen al espacio más profundo de la dignidad
y libertad personal.
Cuando realizan una crónica cuidadosa de los hechos, explicando bien los
temas y presentando honradamente los diversos puntos de vista, los
medios cumplen su grave deber de impulsar la justicia y la solidaridad
en las relaciones humanas a todos los niveles de la sociedad. Esto no
significa quitar importancia a las injusticias y divisiones, sino ir a
sus raíces para que puedan ser comprendidas y sanadas.
5. Los medios y la libertad. La libertad es una condición previa de la
verdadera paz, así como uno de sus más preciosos frutos. Los medios
sirven a la libertad sirviendo a la verdad, y por el contrario,
obstruyen la libertad en la medida en que se alejan de la verdad y
difunden falsedades o crean un clima de reacciones emotivas
incontroladas ante los hechos. Sólo cuando la sociedad tiene libre
acceso a una información veraz y suficiente, puede dedicarse a buscar el
bien común y respaldar una responsable autoridad pública.
Si los medios están para servir a la libertad, ellos mismos deben ser
libres y usar correctamente esa libertad. Su situación privilegiada les
obliga a estar por encima de las meras preocupaciones comerciales y
servir a las verdaderas necesidades e intereses de la sociedad. Si bien
existen normativas públicas sobre los medios, adecuadas a la defensa del
bien común, a veces el control gubernamental no lo es. En particular los
reporteros y comentaristas tienen el grave deber de seguir las
indicaciones de su conciencia moral y resistir a las presiones que les
empujan a «adaptar» la verdad para satisfacer las exigencias de los
poderes económicos o políticos. En concreto es necesario, no sólo encontrar el modo de garantizar a los
sectores más débiles de la sociedad el acceso a la información que
necesitan, sino también asegurar que no sean excluidos de un papel
efectivo y responsable en la toma de decisiones sobre los contenidos de
los medios, y en la determinación de las estructuras y líneas de
conducta de las comunicaciones sociales.
6. Los medios y el amor. «La ira del hombre nunca realiza la justicia de
Dios» (Santiago 1,20). En el clímax de la Guerra Fría, el Beato Papa
Juan XXIII expresó un pensamiento que aunaba la sencillez con una gran
profundidad sobre lo que comportaba el camino de la paz: «Es necesario
que la norma suprema que hoy se sigue para mantener la paz sea
sustituida por otra completamente distinta, en virtud de la cual se
reconozca que una paz internacional verdadera y constante no puede
apoyarse en el equilibrio de las fuerzas militares, sino únicamente en
la confianza recíproca» («Pacem in terris», 113).
Los medios de comunicación son actores clave en el mundo actual, y
tienen un papel inmenso que realizar para construir aquella confianza.
Su poder es tal, que en poco tiempo pueden suscitar una reacción pública
positiva o negativa hacia los eventos, según sus intereses. El público
sensato se dará cuenta de que un poder tan enorme requiere los más altos
niveles de compromiso con la verdad y el bien. En este sentido los
hombres y mujeres de los medios están especialmente obligados a
contribuir a la paz en todas las partes del mundo derribando las
barreras de la desconfianza, impulsando la reflexión sobre el punto de
vista de los otros, y esforzándose siempre por aunar a los pueblos y las
naciones en un entendimiento y respeto mutuo; y más allá de la
comprensión y el respeto, ¡en la reconciliación y la misericordia! «Allá
donde dominan el odio y la sed de venganza, allá donde la guerra lleva
sufrimiento y muerte de los inocentes, es necesaria la gracia de la
misericordia para apaciguar las mentes y los corazones y construir la
paz» (Homilía en el Santuario de la Divina Misericordia en Cracovia-Lagiewiniki,
17 de agosto 2002, nº 5).
Aunque todo esto parezca un enorme desafío, de ningún modo es pedir
demasiado a los hombres y mujeres de los medios. Tanto por vocación como
por profesión, están llamados a ser agentes de paz, de justicia, de
libertad y de amor, contribuyendo con su importante labor a un orden
social «basado en la verdad, establecido de acuerdo con las normas de la
justicia, sustentado y henchido por la caridad, y realizado bajo los
auspicios de la libertad» («Pacem in terris», 167). Por ello mi oración
en esta Jornada Mundial de las Comunicaciones sociales se eleva para que
los hombres y las mujeres de los medios asuman más que nunca el desafío
de su vocación: servir al bien común universal. De ello dependen, en
gran medida, su realización personal y la paz y felicidad del mundo. Que
Dios los bendiga, les ilumine y les fortalezca.
Desde el Vaticano, 24 de enero de 2003, Fiesta de San Francisco de
Sales.
IOANNES PAULUS II
-Traducción del original inglés distribuida
por la Santa Sede
Esta página
es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María.
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