Iglesia-Cultura
"El cristianismo
procura respetar siempre las venerables tradiciones de las culturas y
los pueblos, pero procura al mismo tiempo purificarlas de aquellas
prácticas que son contrarias al Evangelio"
-Benedicto XVI, (24,4,2006)
El drama de América: La ruptura entre Evangelio y cultura.
Comunicado final de la reunión de obispos del
continente celebrada en Quebec, 12 marzo 2003.
Una vez más, los Obispos Católicos de América, en nuestra Reunión anual
hemos examinado la ruptura trágica que se experimenta aquí en las
Américas entre el Evangelio y la cultura; lo hicimos en el contexto del
impacto que la globalización está teniendo en nuestras culturas locales.
Animados por el mandato de Jesús de «remar mar adentro», y fortalecidos
por la frecuente recomendación de «no temer», como constantemente nos
exhorta el Santo Padre, Juan Pablo II, compartimos nuestros proyectos y
las diferentes estrategias para lograr nuestra misión de cara a la
actual globalización. Estudiamos y analizamos las oportunidades y
obstáculos que la globalización presenta a la proclamación del Evangelio
en nuestras diversas culturas de América.
Las preocupaciones de nuestros fieles estuvieron siempre presentes en
nuestras mentes y fueron ellas las que marcaron y dictaron nuestras
deliberaciones. Tales preocupaciones confirmaron el hecho de que la
globalización es una realidad tanto dentro de nuestra Iglesia como en
las diferentes culturas de América. También pudimos compartir los
distintos modos como la globalización es percibida desde nuestras tres
organizaciones: el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM ), la
Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) y la
Conferencia de Obispos Católicos de Canadá (CCCB).
Reconocemos que la globalización brinda tanto oportunidades como
peligros, ofreciendo beneficios a algunos y amenazas y peligros a otros,
y por eso puede y de hecho crea inequidades e injusticias inaceptables.
1. La Juventud de hoy refleja estas «luces y sombras» de la
globalización. La juventud nos reta cada vez a ir mas allá de una visión
fragmentada de la vida. La experiencia de interdependencia
(interconexión) revela el hambre y sed de paz, de justicia y de
compasión, así como la búsqueda de sentido más profundo de la vida. Esta
experiencia, reconocemos, es frágil y se fragua en mucha soledad y es
muy vulnerable.
2. También reconocemos que los medios electrónicos
son uno de los
vehículos claves para la comunicación social de hoy día, así como una de
las fuerzas que están detrás de la globalización. Los medios pueden
servir positivamente para promover la educación y la enseñanza pero
también pueden impactar negativamente en relación a los valores de la
familia y de la sociedad en las Américas. Los jóvenes y los inocentes
son particularmente vulnerables a la influencia negativa de los medios.
Muchos de los jóvenes desean y esperan que la paz prevalezca en el mundo
de hoy; los medios han contribuido recientemente a crear una mayor
conciencia globalizada de esta hambre por justicia y paz.
3. Quienes están siendo
marginados y excluidos como consecuencia
de la globalización estuvieron en el centro de nuestras preocupaciones y
discusiones; así mismo algunas de las políticas injustas operantes en el
proceso de la globalización. Los beneficios reconocidos a favor de
algunos de los segmentos de nuestra sociedad deben ser sopesados contra
las inigualdades e injusticias que la globalización crea en muchos.
Dentro de las causas que actualmente empobrecen y marginan algunos
sectores de nuestra sociedad, hemos de tener cuidado de distinguir los
factores que se derivan directamente de la globalización de los que son
resultado de situaciones locales.
En vista de lo anterior, nosotros, los Obispos Católicos de las Américas,
nos comprometemos y queremos responsabilizarnos de las siguientes
estrategias pastorales:
• Conducir un vigoroso y profundo análisis crítico de la
globalización para comprender y a la vez educar a los fieles sobre los
beneficios y las consecuencias negativas de la Globalización; • Recordar y reclamar nuestro
patrimonio espiritual, con su rica
tradición mística y expresiones del pasado, para que los jóvenes de hoy
que tienen hambre y ansían esto, puedan convertirse en los nuevos
evangelizadores de nuestra sociedad contemporánea; • Enfatizar, por encima de todo, el rostro compasivo de Jesucristo,
demostrado en el Buen Samaritano, para contrarrestar el cruel,
impersonal y a veces inmisericordioso avance de la globalización; • En
diálogo con los inversionistas, líderes corporativos y
políticos, hacer todo lo posible por incorporar en el proceso de
globalización mucha más inclusión y participación, y una mayor atención
por el bien común; • Reconocer y promover el carácter sagrado, que es inherente y
está en lo más íntimo, de toda cultura, para así poder inculturar la fe
a un nivel más profundo en nuestras varias culturas Americanas; • Celebrar la piedad popular de los fieles que emana de un genuino
encuentro con el Evangelio y se sigue afirmando en tantos modos
diversos; • Fomentar una sensibilidad pastoral entre los líderes laicos
emergentes en la Iglesia de hoy para que ellos, que están cada vez más
implicados en el proceso de la globalización, puedan humanizar y
evangelizar mejor este mismo proceso; • Y, sumado a lo anterior, renovar y ofrecer nuestra solidaridad con el
Papa Juan Pablo II y la multitud de personas en los cinco continentes
que claman por la Paz en la Tierra Santa y en el Oriente Medio.
Ciudad de Québec, 18 de Febrero 2003
Esta página es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de
Jesús y María
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