ABOLIR A LA FAMILIA
por Elida Z.
Solórzano, Nicaragua
“Abolir a la familia” es una frase tomada del Manifiesto Comunista de
Karl Marx y Frederick Engels. Hoy esta consigna se ha convertido en
la principal agenda de la izquierda internacional en contubernio con
el feminismo radical de género y con poderosas organizaciones que
buscan controlar la población. Esta conspiración se está llevando a
cabo muy sutilmente bajo un disfraz de derechos humanos, de la
igualdad de la mujer y de los derechos de los niños.
Mis lectores saben que desde 1995 vengo denunciando la ideología
feminista de “género”, la cual está basada en una nueva
interpretación de los ideales de Marx. Se ha retomado la visión
comunista de que toda la historia es una lucha de clases pero lo que
se está fomentando ahora es la lucha de clases entre los géneros
“opresores y oprimidos”: El hombre contra la mujer. Esta es una
batalla que solo se resolverá cuando los oprimidos se percaten de su
situación. De allí, el fomento del odio contra los hombres. Se
necesitará imponer cambios y establecer nuevas leyes y medidas
coercitivas a favor de los oprimidos. Ejemplos de esas medidas
serían: aborto para las mujeres, niños libres de la tutela de sus
padres, matrimonios homosexuales legales, educación con “enfoque de
género”, cuotas de género 50/50 en las empresas, gobiernos
feministas, entre otros. Por medio de estos cambios se pretende
destruir a la familia y “deconstuir” a la sociedad para que libre de
clases y de conflictos emerja la nueva utopía.
La unión entre el marxismo y la ideología de género ha quedado en
evidencia en el libro “El Origen de la Familia, la Propiedad y el
Estado” de Engels en el que se señala que: “El primer antagonismo de
clases coincide con el desarrollo del antagonismo entre el hombre y
la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una
clase por la otra, con la del sexo femenino por el masculino.” Las
feministas de género coinciden plenamente con Marx y Engels en la
concepción errada de que la familia es la fuente principal de
opresión para la mujer y que la maternidad es una gran carga de la
cual se le debe liberar.
Marx declaraba que los medios de “producción y reproducción”, lenguaje
que se quiere copiar ahora en leyes y políticas, deben ser
arrebatados de las manos del opresor y ser restaurados al oprimido.
Que el sistema de clases desaparecería cuando se eliminara la
propiedad privada, la familia encabezada por un padre, cuando se
estableciera el libertinaje sexual, se facilitara el divorcio
unilateral, se aceptara la ilegitimidad, se le otorgaran a las
mujeres derechos reproductivos que incluyeran el aborto, se forzara
la entrada de la mujer al mercado laboral, se colectivizaran las
tareas domésticas, se colocaran a los niños en guarderías del estado
libres de la autoridad de sus padres y se eliminara la religión.
Todo esto intentaron llevarlo a cabo las primeras dictaduras
comunistas. Sin embargo, se vieron forzados a retroceder en los
ataques a la familia debido al repudio de la población y tuvieron
que concentrarse en la socialización industrial y económica.
Las feministas radicales de género siempre han reclamado a los líderes
comunistas que el fracaso del marxismo se debió a que no abolieron a
la familia. En su libro “La Dialéctica del Sexo”, la famosa
feminista Shulamith Firestone expresa lo siguiente: “El colapso de
la revolución comunista en Rusia se debió al fracaso en destruir a
la familia, que es la verdadera causa de la opresión sicológica,
económica y política. ‘Mamá’ es una institución sin la cual el
sistema se destruiría. Entonces ‘Mamá’ debe ser destruida para ser
sustituida por una ‘feminista socialista’ que acabaría con la
explotación capitalista.”
Según las feministas, el género implica clase y toda clase presupone
desigualdad. Para eliminar esta desigualdad se han inventado una
teoría que dice que el género, al contrario del sexo, no es definido
biológicamente, sino que es una construcción social o cultural, es
decir, que es aprendido y por la misma razón puede cambiarse. Esto
quiere decir que una persona con sexo masculino puede adoptar a su
antojo un género femenino y viceversa: hombres femeninos y mujeres
masculinas. Se aprende a ser hombre o mujer, no se nace, tal como lo
expresó la existencialista bisexual Simone de Beauvoir. Además, los
ideólogos de género dicen que la atracción heterosexual también es
aprendida y que el instinto materno no existe. Tristemente, muchos
están apoyando hoy en día esta teoría sin detenerse a analizar que
es un soberano disparate y que contiene una agenda antifamilia muy
peligrosa.
Esta aberrante ideología se está infiltrando en el mundo entero. En
muchos países subdesarrollados como Nicaragua se está imponiendo la
agenda de género por organismos internacionales izquierdistas, que
promueven la práctica del aborto y de la homosexualidad para obtener
la reducción de nuestras poblaciones. Estos organismos condicionan
la ayuda financiera a los gobiernos y subvencionan con grandes sumas
de dinero a los ONG feministas.
En Nicaragua ya estamos observando cómo ha avanzado “el enfoque de
género” y cómo se está atacando a la familia: El indoctrinamiento en
género lo vemos en el Plan Nacional de Educación en el cual
actualmente aparece el enfoque de género como eje transversal. La
figura del aborto terapéutico aparece en el proyecto del nuevo
código penal. La homosexualidad legalizada la encontramos en el
proyecto del nuevo código penal. Incorporar familias y matrimonios
homosexuales está en la propuesta de código de familia. La pérdida
del derecho de la autoridad de los padres sobre sus hijos está en la
propuesta de código de familia y propuesta de ley de igualdad de
oportunidades. Encontramos medidas coercitivas contra la empresa
privada y contra la democracia en las propuestas de cuotas 50/50
entre otras en la ley de igualdad de oportunidad y la política para
esa ley que ya el INIM está elaborando con financiamiento del FNUAP
(UNFPA) y el gobierno canadiense. Restricciones a los medios de
comunicación y a las agencias de publicidad, lo encontramos en la
propuesta de ley de igualdad de oportunidades. Encontramos “derechos
sexuales y reproductivos” que podrían incluir el aborto y la
promoción de la homosexualidad u otras inclinaciones sexuales en la
propuesta de ley de igualdad de oportunidades y la ley de la
juventud. La imposición de un mini gobierno feminista elegido por
feministas radicales, dentro del gobierno elegido por el pueblo, con
injerencia en todas las instancias del gobierno en la propuesta de
ley de igualdad de oportunidades. La pérdida de la soberanía de
Nicaragua en el Protocolo Facultativo de CEDAW y en la ratificación
de la Corte Penal Internacional que se está empujando por Naciones
Unidas y sus agencias. Y hay más.
No cabe la menor duda que los nicaragüenses no aprobamos esta
ideología nefasta para la familia pero todos tenemos que ayudar a
detenerla. No podemos seguir permitiendo que se use una terminología
indefinida metida dentro de medias verdades que realmente amenazan a
la familia y la sociedad. Es importantísimo influenciar sobre
nuestros políticos para que detengan el avance del “enfoque de
género” aunque nos llamen “machistas” o “radicales”. Debemos exigir
que se anulen los planes, proyectos y políticas que contienen el
“enfoque de género”. En 1995 eso de “género” hasta salió en
“Rionsito” porque realmente el pueblo lo ve ridículo. Hoy, sin
embargo, por presiones económicas de organismos extranjeros a
nuestros gobiernos y por el propio descuido ante los engaños que son
bien disfrazados, se ha vuelto un imperativo detenerlo porque
Nicaragua ya está siendo víctimas de un imperialismo ideológico
contra nuestra identidad cultural. Esto es, ciertamente, otro tipo
de corrupción que también hay que combatir.