Oración, ayuno y limosna
Los Padres de la Iglesia nos enseñan que para avanzar espiritualmente debemos unir la oración, el ayuno y la misericordia. Las tres se complementan. (Ver: Oración, ayuno y misericordia, San Pedro Crisólogo).
La oración. Al sabernos amados de Dios deseamos corresponder, alabar a Dios y pedirle que tome el trono de nuestra vida. Meditamos la palabra de Dios de cada día, celebramos la santa Misa, nos confesamos.
El ayuno. Cristo ayunó para darnos ejemplo. Ayunamos como sacrificio ofrecido a Dios y para ganar domino sobre las pasiones y las tendencias de la carne. Con el ayuno nos ejercitarnos. Nos recordamos de los que pasan hambre y nos hacemos solidarios.
La limosna. Los cristianos llamamos "limosna" al compartir con los mas pobres nuestros bienes. No debe ser un aporte de lo que sobra sino un acto de amor hecho de corazón, un compartir que nos mueve a renuncia y al sacrificio. Todo viene de Dios como don. Toda nuestra vida debe convertirse en una dádiva de amor en imitación a Cristo.
Durante la cuaresma se nos recuerdan estas verdades que debemos vivir siempre.