"Movimientos eclesiales", ¿Que dice la Iglesia?
En esta página hay varios artículos
La Integración de los Movimientos en la Iglesia
S.S. Benedicto XVI, 22 Feb, 2007
Respondiendo a un sacerdote de romano.
Me parece que tenemos dos reglas fundamentales, de las que usted ha hablado. La primera regla nos la ha dado san Pablo en la primera carta a los Tesalonicenses: no extingáis los carismas. Si el Señor nos da nuevos dones, debemos estar agradecidos, aunque a veces sean incómodos. Y es algo hermoso que, sin iniciativa de la jerarquía, con una iniciativa de la base, como se dice, pero también con una iniciativa realmente de lo alto, es decir, como don del Espíritu Santo, nazcan nuevas formas de vida en la Iglesia, como, por otra parte, han nacido en todos los siglos.
En sus comienzos fueron siempre incómodas: también san Francisco fue muy incómodo, y para el Papa era muy difícil dar, finalmente, una forma canónica a una realidad que era mucho más grande que los reglamentos jurídicos. Para san Francisco era un grandísimo sacrificio dejarse encastrar en este esqueleto jurídico, pero, al final, nació una realidad que vive aún hoy y que vivirá en el futuro: da fuerza y nuevos elementos a la vida de la Iglesia.
Sólo quiero decir esto: en todos los siglos han nacido movimientos. También san Benito, inicialmente, era un Movimiento. Se insertan en la vida de la Iglesia con sufrimiento, con dificultad. San Benito mismo debió corregir la dirección inicial del monaquismo. Y así también en nuestro siglo el Señor, el Espíritu Santo, nos ha dado nuevas iniciativas con nuevos aspectos de la vida cristiana: vividos por personas humanas con sus límites, crean también dificultades.
Así pues, la primera regla: no extinguir los carismas, estar agradecidos, aunque sean incómodos. La segunda regla es esta: la Iglesia es una; si los movimientos son realmente dones del Espíritu Santo, se insertan y sirven a la Iglesia, y en el diálogo paciente entre pastores y movimientos nace una forma fecunda, donde estos elementos llegan a ser elementos edificantes para la Iglesia de hoy y de mañana...
Ahora, como síntesis de las dos reglas fundamentales, diría: gratitud, paciencia y aceptación incluso de los sufrimientos, que son inevitables. También en un matrimonio existen siempre sufrimientos y tensiones. Y, sin embargo, van adelante, y así madura el verdadero amor. Lo mismo sucede en la comunidad de la Iglesia: juntos tengamos paciencia. También los diversos niveles de la jerarquía —desde el párroco al obispo, hasta el Sumo Pontífice— deben tener juntos un continuo intercambio de ideas, deben promover el coloquio para encontrar juntos el camino mejor. Las experiencias de los párrocos son fundamentales, pero también las experiencias del obispo y, digamos, la perspectiva universal del Papa tienen su lugar teológico y pastoral en la Iglesia.
En consecuencia, por una parte, este conjunto de diversos niveles de la jerarquía; por otra, la realidad vivida en las parroquias, con paciencia y apertura, en obediencia al Señor, crean realmente la vitalidad nueva de la Iglesia.
Estamos agradecidos al Espíritu Santo por los dones que nos ha dado. Seamos obedientes a la voz del Espíritu, pero seamos también claros al integrar estos elementos en la vida: este criterio sirve, al fin, a la Iglesia concreta, y así, con paciencia, con valentía y con generosidad el Señor ciertamente nos guiará y nos ayudará.
-El Pontificio Consejo para los Laicos es el dicasterio de la Curia romana que tiene la responsabilidad de discernir la autenticidad de todos los movimientos. Este consejo, que opera bajo el Santo Padre, expresa el sentir oficial de la Iglesia.
-La Santa Sede le ha dado su bendición y apoyo oficial a mas de 50 movimientos eclesiales que han sido reconocidos por su ortodoxia y fidelidad a la Iglesia. Un ejemplo extraordinario de este reconocimiento fue el Congreso mundial de Movimientos Eclesiales.
-Además el Santo Padre Juan Pablo II ha hablado en muchas ocasiones apoyando a los movimientos. Ver: El Papa y los Nuevos Movimientos y Comunidades
El siguiente artículo es del Consejo para los Laicos:
Los Movimientos Eclesiales en la enseñanza de Juan Pablo II
Don del Espíritu, esperanza de los hombres
En la homilía del 25 de mayo de 1996, de la que surge la solicitud de organizar el Encuentro programado para este año, el Papa Juan Pablo II subrayaba el significado y la importancia de los movimientos eclesiales, retomando las palabras pronunciadas por él mismo doce años antes: «Uno de los dones del Espíritu a nuestro tiempo decía el Papa es ciertamente el florecimiento de los movimientos eclesiales, que desde el inicio de mi Pontificado he señalado y sigo señalando como motivo de esperanza para la Iglesia y para los hombres. "Son un signo de la libertad de formas en que se realiza la única Iglesia, y representan una segura novedad, que todavía ha de ser adecuadamente comprendida en toda su positiva eficacia para el Reino de Dios en orden a su actuación en el hoy de la historia" (Insegnamenti, VII/2 [1984], p 696)».
En efecto, ya en su primera encíclica Redemptor hominis, en las primeras «palabras del nuevo pontificado», Juan Pablo II, considerando la herencia recibida del Concilio Vaticano II y de sus predecesores, observaba como un «espíritu de colaboración y de corresponsabilidad» se ha difundido asimismo entre los laicos, «confirmando no sólo las organizaciones de apostolado seglar ya existentes, sino también creando otras nuevas con perfil muchas veces distinto y con un dinamismo excepcional» (Redemptor hominis, n. 5).
Desde entonces han sido numerosos los encuentros del Santo Padre con los miembros de los diversos movimientos eclesiales, y muy expresivas y significativas sus palabras de aliento.
«Como bien sabéis confiaba a los participantes a un congreso de los movimientos la Iglesia misma es "un movimiento" . Y, sobre todo, es un misterio. El misterio del eterno "Amor" del Padre, de su corazón paterno, del cual se inician la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo. La Iglesia nacida de esta misión se encuentra "in statu missionis". Ella es un "movimiento", que se inscribe en la historia del hombre persona y de las comunidades humanas. Los "movimientos" en la Iglesia deben reflejar en sí el misterio de aquel "amor", del cual ella a nacido y continuamente nace. Los varios "movimientos" deben vivir la plenitud de la Vida transmitida al hombre como don del Padre en Jesucristo por obra del Espíritu Santo. Deben realizar con toda la plenitud posible la misión sacerdotal, profética y real de Cristo, de la cual participa todo el pueblo de Dios» (Homilía del 27 de setiembre de 1981, en : Insegnamenti, IV/2 [1982], p. 305).
Y con ocasión de un Coloquio internacional de los Movimientos realizado posteriormente recalcaba: «El gran florecimiento de estos movimientos y las manifestaciones de energía y de vitalidad eclesial que los caracterizan han de considerarse ciertamente como uno de los frutos más bellos de la amplia y profunda renovación espiritual, promovida por el último Concilio» (Discurso del 2 de marzo de 1987, en: Insegnamenti, X/1 [1987], p. 476).
El pensamiento del Santo Padre se ha expresado más orgánicamente en la exhortación apostólica post-sinodal Christifideles Laici, que recoge los frutos de la VII Asamblea general del Sínodo de los Obispos: «La comunión eclesial, ya presente y operante en la acción personal de cada uno, encuentra una manifestación específica en el actuar asociado de los fieles laicos [
] En estos últimos años, el fenómeno asociativo laical se ha caracterizado por una particular variedad y vivacidad. La asociación de los fieles siempre ha representado una línea en cierto modo constante en la historia de la Iglesia, como lo testifican, hasta nuestros días, las variadas confraternidades, las terceras órdenes y los diversos sodalicios. Sin embargo, en los tiempos modernos este fenómeno ha experimentado un singular impulso, y se han visto nacer y difundirse múltiples formas agregativas: asociaciones, grupos, comunidades, movimientos. Podemos hablar de una nueva época asociativa de los fieles laicos. En efecto, "junto al asociacionismo tradicional, y a veces desde sus mismas raíces, han germinado movimientos y asociaciones nuevas, con fisonomías y finalidades específicas. Tanta es la riqueza y versatilidad de los recursos que el Espíritu alimenta en el tejido eclesial; y tanta es la capacidad de iniciativa y la generosidad de nuestro laicado" (Angelus, 23 de Agosto de 1987, en: Insegnamenti, X/3 [1987], p. 240)» (Christifideles Laici, n. 29). En esta «nueva época asociativa» se asiste por lo tanto al florecimiento de una gran pluralidad de asociaciones, movimientos, grupos. Están presentes las tradicionales confraternidades, las terceras órdenes, está también la riquísima tradición de la Acción Católica de la cual numerosas y diversas realidades se encuentran en el Forum Internacional de la Acción Católica - , están luego las Organizaciones Internacionales Católicas reunidas en la Conferencia de las OIC y además muchas otras asociaciones. Es evidente que los "movimientos" han contribuido de un modo significativo y original a este resurgimiento de las asociaciones de fieles laicos en la Iglesia. En la exhortación apostólica Christifideles Laici el Papa reafirma el derecho de los fieles a asociarse libremente, resalta el valor de la vida asociativa en cuanto «signo de la comunión y de la unidad de la Iglesia en Cristo», expone los criterios de discernimiento y de reconocimiento de las asociaciones y las llama a una siempre mayo comunión y colaboración recíproca (cf. Christifideles Laici, nn.29-32).
En la encíclica Redemptoris missio el Papa ha subrayado la tarea de los "movimientos" para la nueva evangelización: «Recuerdo, como novedad surgida recientemente en no pocas Iglesias, el gran desarrollo de los "Movimientos eclesiales", dotados de dinamismo misionero. Cuando se integran con humildad en la vida de las Iglesias locales y son acogidos cordialmente por Obispos y sacerdotes en las estructuras diocesanas y parroquiales, los Movimientos representan un verdadero don de Dios para la nueva evangelización y para la actividad misionera propiamente dicha. Por tanto, recomiendo difundirlos y valerse de ellos» (Redemptoris missio, n.72).
A la luz de estas enseñanzas se puede comprender la atención con la cual Juan Pablo II, en todo su compromiso pastoral, ha seguido a los "movimientos" buscando promoverlos y alentando su fecunda participación en la vida y la misión de la Iglesia.
¿Que fue el Congreso mundial de Movimientos Eclesiales?.
El Pontificio Consejo para los Laicos, órgano oficial de la Santa Sede, convocó a los movimientos en Domus Pacis, Roma, para el Congreso mundial de Movimientos Eclesiales, del 27 al 29 de mayo de 1998, bajo el lema: "Los movimientos eclesiales: Comunión y misión en los umbrales del Tercer milenio"
La Iglesia quiso tener una importante de reflexión sobre la naturaleza teológica de los "movimientos" y sobre su compromiso en la obra de la nueva evangelización. También fue una ocasión importante de encuentro de los "movimientos" entre sí y de testimonio común.
En realidad no es la primera vez que los movimientos eclesiales se han reunido. Una primera ocasión fue el Congreso internacional que se tuvo en Roma del 24 al 27 de septiembre de 1981. Un segundo Coloquio internacional se desarrolló en Rocca di Papa del 28 de febrero al 4 de marzo de 1987. Un tercer Congreso internacional, finalmente, se desarrolló en Bratislava del 1° al 4 de abril de 1991.
El Congreso mundial de Movimientos Eclesiales del 1998 fue el primero promovido directamente por la Santa Sede. Fueron invitados cerca de 350 delegados de 56 movimientos y comunidades. entre ellos los fundadores y los dirigentes a nivel internacional de muchas de las realidades representadas. También participaron diversos representantes de los dicasterios de la Curia Romana, más de cincuenta Obispos, "observadores" de varias instituciones católicas y delegados fraternos de otras Iglesias y comuniones cristianas.
El Congreso tuvo una excepcional conclusión en el gran "Encuentro del Santo Padre con los Movimientos Eclesiales y las Nuevas Comunidades" que se celebró en la plaza de San Pedro en la víspera de Pentecostés (el sábado 30 de mayo) en el año del Espíritu Santo, 1998. Tuve la dicha de estar presente en ese momento histórico de la Iglesia y pude constatar el amor a la Iglesia y el gozo de los participantes como también la extraordinaria acogida del Santo Padre quien expresó públicamente su apoyo a los movimientos. Un matrimonio romano me dijo que en los treinta años que viven en Roma no había visto jamás tantas personas en la plaza. Las cifras de participación rebasan los 300,000.
El Santo Padre lo calificó de "Un acontecimiento verdaderamente inédito". L´Osservatore Romano le llamó "Un Nuevo Pentecostés" (Edición Semanal Española, 5 Junio 98).
¿Que movimientos fueron invitados?
-Todos los que están reconocidos por la Iglesia, entre ellos: Opera di María (Focolares), las varias realidades de la Renovación Carismática Católica, las Comunidades Neocatecumenales, Comunión y Liberación, Regnum Christi, Cursillos de Cristiandad, la Comunidad de San Egidio, el Orden Franciscano Secular, Schönstatt, Communauté de l´Emmanuel, el Movimiento de Vida Cristiana, L´Arche y muchas otras.
¿Porqué los "movimientos" y las "nuevas comunidades" vienen a encontrarse con el Papa?
Según la explicación promulgada por el Pontificio Consejo para los Laico, fueron tres los objetivos fundamentales de este Encuentro.
1. TESTIMONIAR LA COMUNIÓN
El Encuentro es una celebración de la unidad en la diversidad. Es lo que recuerda el versículo de san Pablo escogido para presentar la cita del 30 de mayo: "Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo, (
) el Señor es el mismo, (
)es el mismo Dios que obra todo en todos" (1 Cor. 12, 4-6). En el Encuentro en la plaza de San Pedro se manifestará la riqueza de los diversos carismas, métodos formativos y modalidades operativas pero al mismo tiempo será evidente un profundo espíritu de comunión eclesial. La celebración se propone expresar visiblemente el profundo sentido de pertenencia a la Iglesia que caracteriza la vida de los "movimientos" y para el cual es de fundamental importancia la constante referencia al ministerio petrino. Se podrá así incluso comprender mejor la realidad de la Iglesia como "casa común" de los movimientos eclesiales, ella misma edificada y siempre renovada por los dones sacramentales, jerárquicos y carismáticos del Espíritu Santo.
2. DAR GRACIAS
El Encuentro quiere ser una acción de gracias al Espíritu Santo por cuanto Dios ha obrado en la vida de las personas, de la Iglesia y del mundo mediante los "movimientos" y gracias a los dones de los cuales ellos son portadores. Se agradecerá por todos los frutos generados por los "movimientos" , en espíritu de humildad y con una viva consciencia de la responsabilidad que los frutos recibidos comportan. La reunión en la plaza de San Pedro será también un agradecimiento público a la Iglesia, que ha sabido leer este signo de los tiempos y acoger el don que los "movimientos" y las "comunidades" constituyen para la comunión y para su misión al servicio de los hombres. No podría faltar luego el agradecimiento al Sucesor de Pedro por la confianza manifestada por Juan Pablo II en relación con los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades, y por el amor con el cual, en su solicitud pastoral, los sigue y los alienta.
3. RENOVAR EL PROPIO COMPROMISO MISIONERO
En el umbral del Tercer Milenio y en camino con toda la Iglesia hacia el Gran Jubileo, los movimientos eclesiales y las nuevas comunidades se sienten llamados a una cada vez mayor fidelidad a los dones recibidos, a una más profunda autoconciencia eclesial, a una más generosa participación en la vida de las Iglesias locales en comunión con sus Pastores, a una acrecentada responsabilidad misionera en el encuentro con aquellos que aun no han recibido el anuncio del Evangelio, a un más fecundo espíritu de caridad en la respuesta a las necesidades de los hombres y en la edificación de formas de vida más dignas para todos