SACRAMENTUM
CARITATIS
Exhortación Apostólica sobre la Eucaristía
S.S. Benedicto XVI
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y resumen:
Benedicto XVI,
19 Mayo, 2007:
"La Exhortación
apostólica postsinodal Sacramentum caritatis tiene como
tema precisamente la Eucaristía, fuente y culmen de la
vida y de la misión de la Iglesia. La he elaborado
recogiendo los frutos de la XI Asamblea General del
Sínodo de los Obispos, celebrada en el Vaticano en
octubre de 2005". Cuento con volver sobre este
importante texto, pero ahora deseo subrayar que éste es
expresión de la fe de la Iglesia universal en el
Misterio eucarístico, y se sitúa en continuidad con el
Concilio Vaticano II y el magisterio de mis venerados
predecesores Pablo VI y Juan Pablo II. En este Documento
he querido, entre otros puntos, evidenciar su vínculo
con la Encíclica
Deus caritas est:
he aquí por qué he elegido como título
Sacramentum Caritatis,
retomando una bella definición de la Eucaristía de Santo
Tomás de Aquino (Summa Th. III, q. 73, a. 3, ad 3),
«Sacramento del amor». Sí, en la Eucaristía Cristo ha
querido darnos su amor, que le impulsó a ofrecer en la
cruz la vida por nosotros. En la última Cena, lavando
los pies a sus discípulos, Jesús nos dejó el mandamiento
del amor: «Como yo os he amado, así amaos también
vosotros los unos a los otros» (Jn 13,34). Pero dado que
esto es posible sólo permaneciendo unidos a Él, como
sarmientos a la vid (Jn 15,1-8), eligió quedarse Él
mismo entre nosotros en la Eucaristía para que nosotros
podamos permanecer en Él. Cuando, por lo tanto, nos
alimentamos con fe de su Cuerpo y de su Sangre, su amor
pasa a nosotros y nos hace capaces a nuestra vez de dar
la vida por los hermanos (1 Jn 3,16). De aquí brota la
alegría cristiana, la alegría del amor.
«Mujer eucarística» por excelencia es María, obra
maestra de la gracia divina: el amor de Dios la hizo
inmaculada «en su presencia, en el amor» (cfr. Ef 1,4).
Junto a Ella, custodiando al Redentor, Dios puso a San
José, de quien mañana celebraremos la solemnidad
litúrgica. Invoco especialmente a este gran Santo para
que creyendo, celebrando y viviendo con fe el Misterio
eucarístico, el Pueblo de Dios sea invadido del amor de
Cristo y difunda sus frutos de alegría y paz a toda la
humanidad.
«Sacramentum Caritatis»:
Nuevo impulso hacia la maduración litúrgica
Padre Lombardi, director de la oficina
de información de la Santa Sede
19 marzo 2007.
Ante todo «el nuevo documento de
Benedicto XVI sobre la Eucaristía –"Sacramento del amor"- es una
nueva señal de la continuidad entre los dos pontificados.
Las últimas grandes iniciativas de Juan Pablo II estuvieron
dedicadas precisamente a la Eucaristía. Su última encíclica
–titulada "Ecclesia
de Eucharistia", esto es: "La Iglesia vive de la Eucaristía"
-, la dedicación de un año pastoral enteramente dedicado a la
Eucaristía –durante el cual falleció- y la convocatoria de un
Sínodo de los obispos sobre el mismo tema».
«Evidentemente Juan Pablo II veía y vivía la Eucaristía como
centro y culmen, además de fuente de la vida de la comunidad de
la Iglesia a él confiada. Y casi simbólicamente el arco de su
pontificado concluyó ante este gran don y misterio»
«Benedicto XVI ha llevado a cumplimiento el Año de la Eucaristía
y el Sínodo, y ahora comunica sus frutos a la Iglesia con un
documento que ya por el propio título se demuestra estrechamente
vinculado a su primera encíclica «Dios
es amor» casi como su natural desarrollo»
«El nuevo texto manifiesta también una intención característica
de Benedicto XVI: la encaminada a la liturgia, a su riqueza de
significados, a la dignidad de su celebración»
«Son ciertamente muchos los
puntos sobre los que la Iglesia es invitada a reflexionar para
hacer cada vez más evidente que la liturgia es un evento vivo de
comunión de la comunidad con Dios. La reforma litúrgica
emprendida por el Concilio continúa así madurando en un
equilibrio siempre mayor en sus dos dimensiones, horizontal y
vertical».
«Teología, espiritualidad, liturgia y vida encuentran en este
nuevo texto un equilibrio y una integración admirables. Un don
para la Iglesia que hay que acoger, meditar y llevar a la
práctica»
Entrevista concedida a Zenit el
padre Juan Javier Flores, osb.
El rector del Pontificio
Instituto Litúrgico comenta la «Sacramentum Caritatis»
Pide que se
lea en su conjunto para evitar «reduccionismos»
20 marzo 2007 (ZENIT.org).
La novedad de la exhortación apostólica postsinodal sobre la
Eucaristía «Sacramentum Caritatis», publicada la semana pasada,
consiste sobre todo en su profundización en «la reforma
litúrgica» que emprendió el Concilio Vaticano II.
El sacerdote benedictino aclara al mismo tiempo en qué consiste
el llamamiento del Papa lanzado en ese documento a la coherencia
eucarística, así como su petición de utilizar el latín en las
misas multinacionales.
--¿Qué recomendaciones haría usted para leer y comprender bien
la exhortación del Papa?
--Padre Flores: El documento papal se divide en tres partes que
hay que leer en su conjunto: La Eucaristía es un misterio que se
ha de creer (primera parte), que se ha de celebrar (segunda
parte) y que se ha de vivir (tercera parte). Por tanto en la
primera parte se trata de conocer bien el aspecto teológico del
sacramento eucarístico, la segunda centra en la acción
litúrgica, es decir en la liturgia eucarística, y la tercera
presenta la vida eucarística, misterio que se ha de anunciar y
ofrecer al mundo.
Creo que es importante no hacer lecturas reductivas o
minimalistas o parciales del documento, el cual es una reflexión
magisterial sobre el sacramento eucarístico que da luces nuevas
sobre el sacramento de la Eucaristía. Hay que leerlo en su
totalidad y no entresacar frases que puedan despistar o desviar
de la verdadera doctrina.
--¿Cuáles son las novedades de este documento?
--Padre Flores: Las novedades del documento papal están
sobretodo en la profundización de la reforma litúrgica.
El Papa refiere cómo los padres sinodales han constatado y
reafirmado el influjo benéfico que ha tenido para la vida de la
Iglesia la reforma litúrgica puesta en marcha a partir del
Concilio Vaticano II.
No ha faltado tampoco una constatación de las dificultades y los
abusos que no obscurecen el valor y la validez de la renovación
litúrgica, la cual tiene aún riquezas no descubiertas del todo (nº3).
Se observa claramente que hay unidad entre la fe profesada, la
acción litúrgica y celebrativa y el nuevo culto que ha
inaugurado Cristo con su Misterio Pascual.
En este orden de cosas el Papa insiste en el orden de los
sacramentos de la iniciación cristiana y en cómo la Eucaristía
hay que situarla en su justo puesto, tras la recepción del
bautismo y de la confirmación.
La santísima Eucaristía, dice el Papa en el número 17, lleva la
iniciación cristiana a su plenitud y es como el centro y el fin
de toda la vida sacramental.
Pero la gran novedad es la reflexión que la Iglesia reunida en
el Sínodo de los Obispos ha hecho sobre el sacramento de la
caridad, que es la Eucaristía. Nunca se profundizará suficiente
sobre el sacramento que nos da el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
La Celebración eucarística aparece con toda su fuerza como
fuente y cumbre de la misma existencia cristiana. Esta es una de
las grandes ideas del Papa Ratzinger, como se deduce de sus
diferentes intervenciones.
--¿E cierto que se vuelve al latín?
--Padre Flores: Nunca se ha dejado el latín en las celebraciones
litúrgicas, más aún, las ediciones oficiales del Misal Romano se
publican siempre en latín y hay comunidades monásticas y no
monásticas que celebran normalmente en latín.
Por tanto nunca estuvo prohibido, lo que ocurre es que en los
últimos años, se fue dejando ante el desconocimiento del latín
por parte de los fieles, pero nunca se perdió.
El Papa solamente dice que, en las celebraciones que tienen
lugar durante encuentros internacionales o en las grandes
concelebraciones con una presencia masiva de fieles de diversas
nacionalidades, se tengan algunas partes de la Misa en latín.
El Papa dice en el número 62: «Exceptuadas las lecturas, la
homilía y la oración de los fieles, sería bueno que dichas
celebraciones fueran en latín», sugiriendo que eventualmente se
puedan utilizar cantos gregorianos.
Y añade el Papa: «Pido que los futuros sacerdotes, desde el
tiempo del seminario, se preparen para comprender y celebrar la
santa Misa en latín, además de utilizar textos latinos y cantar
en gregoriano» y pensando en los fieles dice también en dicho
número que «se preocupará que los mismos fieles conozcan las
oraciones más comunes en latín y que canten en gregoriano
algunas partes de la liturgia».
Por tanto, se trata de un deseo legítimo que no anula ni impone
nada nuevo.
--¿Qué es la «coherencia eucarística» a la que apela el Papa?
--Padre Flores: El Papa pide --y esto es una gran novedad-- una
fuerte coherencia eucarística. Todo el número 83 insiste en que
la Eucaristía exige una coherencia interna con el obrar.
En este sentido el Papa hace una llamada a los políticos y los
legisladores católicos a fin de que apoyen leyes inspiradas en
los valores fundados en la naturaleza humana, dado que el culto
que damos a Dios no es algo privado sino que exige el testimonio
público de la fe.
Desde esta perspectiva el Papa hace una fuerte llamada a los
bautizados y a quienes por su posición social o política
influyen sobre leyes a que respeten la vida humana, desde su
concepción hasta fin natural, así como la familia, la educación,
etc.
Si leemos rectamente la tercera parte del documento encontramos
la convicción del Santo Padre de que en la autenticidad de la fe
y del culto eucarístico se encuentra el deseo de una
reconstrucción de la vida auténticamente cristiana.
ZS07032021
Resumen de «Sacramentum
Caritatis»,
Sandro Magister, vaticanista. Fuente:
www.chiesa.espresso.repubblica.it, 15 de marzo de 2007
Aclaración: Esta
selección de textos no es oficial. Recomendamos además la
lectura completa de
Sacramentum Caritatis.
"Sacramentum
caritatis": el domingo todos a misa
Sin la Eucaristía un cristiano no puede vivir, escribe Benedicto
XVI. En ella ”el Señor se hace comida para el hombre hambriento
de verdad y libertad”. Con el deber que deriva, también en campo
político: dar “público testimonio de la propia fe”
__________
Hace dos días atrás
Benedicto XVI difundió una exhortación apóstolica “Sacramentum
caritatis”, como conclusión del sínodo de los obispos sobre el
tema de la Eucaristía, que se llevó a cabo en Roma en octubre de
2005.
El documento tiene la magniminidad de una enciclíca. Al punto
tal que con la enciclíca “Deus Caritas Est” tiene mucho en
común, partiendo desde la palabra clave del título. El mismo
Benedicto XVI, escribe en la introducción: "Deseo relacionar la
presente exhortación con mi primera carta encíclica Deus caritas
est".
La “Sacramentum caritatis” debe ser leída completamente. Ya que,
por un lado, ésta recalca el índice de los argumentos que fueron
discutidos en el sínodo, pero por otro lado, tiene la huella
unificadora de la visión de Benedicto XVI, una visión en la cual
"la celebración eucarística aparece aquí con toda su fuerza como
fuente y culmen de la existencia eclesial".
La tarea del lector será la de saborear esta visión unificadora,
que solamente una lectura continuitiva e integral puede ofrecer:
"Sacramento de la caridad, la santísima Eucaristía..."
Aquí a continuación hay una hoja de apuntes con las numerosas
cuestiones que Benedicto XVI enfrenta o menciona, página tras
página, en su exhortación apostólica:
* * *
MISAL DE SAN PIO V
Benedicto XVI lo cita en el párrafo 3, recordando con admiración
y gratitud "cómo se han desarrollado ordenadamente en el tiempo
las formas rituales" con las cuales se ha celebrado y se celebra
la misa, hasta la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II con
sus "riquezas no descubiertas del todo". Y observa: “En
concreto, se trata de leer los cambios indicados por el Concilio
dentro de la unidad que caracteriza el desarrollo histórico del
rito mismo, sin introducir rupturas artificiosas".
El rechazo de estas "rupturas artificiosas" – según lo que dijo
el papa en el discurso, citado en una nota, a la curia romana
del 22 de diciembre de 2005, sobre la correcta interpretación
del Concilio – es uno de los motivos por los cuales Joseph
Ratzinger justifica la permanencia en uso del rito tridentino.
ÚLTIMA CENA
En el párrafo 11, después de haber descrito la última cena
realizada por Jesús con los apóstoles con el rito judío,
Benedicto advierte: “Para nosotros los cristianos, ya no es
necesario repetir aquella cena", porque en relación a ella la
Eucaristía señala una novedad radical y es esta novedad a la
cual Jesús se refiere diciendo que “Hagan esto, en mi memoria”.
La referencia del Papa va dirigida a aquellas comunidades –por
ejemplo los neocatecumenales – que insisten en celebrar la misa
como un banquete, imitando la última cena.
TRANSUBSTANCIACIÓN
La palabra aparece en el párrafo 13.
Junto a una referencia a los fieles a tener una "conciencia más
clara" de la riqueza de las palabras de la consagración y de la
“epíclesis", la invocación “al Padre para que haga descender el
don del Espíritu a fin de que el pan y el vino se conviertan en
el cuerpo y la sangre de Jesucristo".
ORTODOXOS Y PROTESTANTES
En el párrafo 14, Benedicto XVI subraya que es la Eucaristía la
que unifica a la Iglesia, y en efecto, en el párrafo siguiente,
él llama “Iglesias” a la Iglesia católica y las Iglesias
Ortodoxas ya que "han conservado la auténtica e íntegra
naturaleza del misterio de la Eucaristía", a diferencia de las
simples “comunidades” nacidas a causa de la reforma protestante,
en las cuales el "carácter eclesial de la Eucaristía" es más que
nada materia de diálogo ecuménico.
CONFIRMACIÓN Y PRIMERA COMUNIÓN
En el párrafo 16, el papa escribe que es necesario prestar
atención a la secuencia con la cual se administran los
sacramentos de iniciación: el bautismo, la confirmación, la
eucaristía. En efecto, en numerosas parroquias y diócesis de
todo el mundo la confirmación es suministrada en última
instancia. Para Benedicto XVI es necesario “verificar” esta
práctica, porque el riesgo es que la Eucaristía no tenga el
lugar que le corresponde, "como aquello a lo que tiende toda la
iniciación".
COMUNIÓN Y CONFESIÓN
En el párrafo 20 y también en el 55 Benedicto XVI advierte que
llevar a cabo la comunión siempre, como un automatismo, "como si
por el sólo hecho de encontrarse en la iglesia durante la
liturgia se tenga ya el derecho o quizás incluso el deber de
acercarse a la mesa eucarística". El motivo de esta “actitud
superficial”, escribe, es la difusa pérdida de la concepción del
pecado. Para comulgar es necesaria “la gracia de Dios”. En el
párrafo siguiente, el papa anima a los fieles a confesarse
frecuentemente, y aclara que la forma ordinaria de confesión
debe ser la individual "limitando la praxis de la absolución
general exclusivamente a los casos previstos".
VIÁTICO
En el párrafo 22, el Papa recomienda llevar la Eucaristía a los
enfermos: una práctica que en numerosos lugares peligra caer en
desuso.
ORDENACIÓN SAGRADA
En el párrafo 23, Benedicto XVI dirige un severo reclamo en
contra de aquellos que creen que es suficiente estar bautizados
para celebrar la misa, y como consecuencia, actúan dejando de
lado a los sacerdotes: “La doctrina de la Iglesia considera la
ordenación sacerdotal condición imprescindible para la
celebración válida de la Eucaristía".
Sin embargo, a continuación, el papa pone en advertencia a los
sacerdotes que no deben sustituir ellos mismo a Jesús. Los
exhorta a celebrar con humildad, “evitando todo lo que pueda dar
precisamente la sensación de un protagonismo inoportuno".
CELIBATO SACERDOTAL
"No basta con comprender el celibato sacerdotal en términos
meramente funcionales", escribe Benedicto XVI en el párrafo 24.
"El hecho de que Cristo mismo, sacerdote para siempre, viviera
su misión hasta el sacrificio de la cruz en estado de virginidad
es el punto de referencia seguro para entender el sentido de la
tradición de la Iglesia latina a este respecto".
"Respetando la praxis y las tradiciones orientales diferentes",
él confirma el "carácter obligatorio para la tradición latina"
del celibato sacerdotal, "como signo que expresa la dedicación
total y exclusiva a Cristo, a la Iglesia y al Reino de Dios".
Para cautivar válidas vocaciones – dice el papa en párrafo
siguiente – "hace falta sobre todo tener la valentía de proponer
a los jóvenes la radicalidad del seguimiento de Cristo,
mostrando su atractivo".
POLIGAMIA
En el párrafo 28, Benedicto XVI menciona el problema de quien se
convierte en cristiano "proveniendo de culturas en que se
practica la poligamia". Para éstos, la comunión eucarística será
admitida sólo cuando arribarán "a la plena verdad del amor" con
una sola mujer, "a través de las renuncias necesarias".
DIVORCIADOS VUELTOS A CASAR
Escribe Benedicto XVI en el párrafo 29: "Se trata de un problema
pastoral difícil y complejo, una verdadera plaga en el contexto
social actual, que afecta de manera creciente incluso a los
ambientes católicos. Los pastores, por amor a la verdad, están
obligados a discernir bien las diversas situaciones, para ayudar
espiritualmente de modo adecuado a los fieles implicados. El
sínodo de los obispos ha confirmado la praxis de la Iglesia,
fundada en la Sagrada Escritura (cf. Mc 10,2-12), de no admitir
a los sacramentos a los divorciados casados de nuevo, porque su
estado y su condición de vida contradicen objetivamente esa
unión de amor entre Cristo y la Iglesia que se significa y se
actualiza en la Eucaristía. Sin embargo, los divorciados vueltos
a casar, a pesar de su situación, siguen perteneciendo a la
Iglesia, que los sigue con especial atención, con el deseo de
que, dentro de lo posible, cultiven un estilo de vida cristiano
mediante la participación en la santa Misa, aunque sin comulgar,
la escucha de la Palabra de Dios, la adoración eucarística, la
oración, la participación en la vida comunitaria, el diálogo con
un sacerdote de confianza o un director espiritual, la entrega a
obras de caridad, de penitencia, y la tarea educativa de los
hijos”.
"Donde existan dudas legítimas sobre la validez del matrimonio
sacramental contraído, se debe hacer lo que sea necesario para
averiguar su fundamento. Es preciso también asegurar, con pleno
respeto del derecho canónico, que haya tribunales eclesiásticos
en el territorio, su carácter pastoral, así como su correcta y
pronta actuación. En cada diócesis ha de haber un número
suficiente de personas preparadas para el adecuado
funcionamiento de los tribunales eclesiásticos. Recuerdo que es
una obligación grave hacer que la actividad institucional de la
Iglesia en los tribunales sea cada vez más cercana a los fieles.
Sin embargo, se ha de evitar que la preocupación pastoral sea
interpretada como una contraposición con el derecho. Más bien,
se debe partir del presupuesto de que el amor por la verdad es
el punto de encuentro fundamental entre el derecho y la
pastoral: en efecto, la verdad nunca es abstracta, sino que se
integra en el itinerario humano y cristiano de cada fiel. Por
esto, cuando no se reconoce la nulidad del vínculo matrimonial y
se dan las condiciones objetivas que hacen la convivencia
irreversible de hecho, la Iglesia anima a estos fieles a
esforzarse en vivir su relación según las exigencias de la ley
de Dios, como amigos, como hermano y hermana; así podrán
acercarse a la mesa eucarística, según las disposiciones
previstas por la praxis eclesial. Para que semejante camino sea
posible y produzca frutos, debe contar con la ayuda de los
pastores y con iniciativas eclesiales apropiadas, evitando en
todo caso la bendición de estas relaciones, para que no surjan
confusiones entre los fieles sobre del valor del matrimonio”.
"Debido a la complejidad del contexto cultural en que vive la
Iglesia en muchos países, el sínodo recomienda tener el máximo
cuidado pastoral en la formación de los novios y en la
verificación previa de sus convicciones sobre los compromisos
irrenunciables para la validez del sacramento del matrimonio. Un
discernimiento serio sobre este punto podrá evitar que los dos
jóvenes, movidos por impulsos emotivos o razones superficiales,
asuman responsabilidades que luego no sabrían respetar. El bien
que la Iglesia y toda la sociedad esperan del matrimonio, y de
la familia fundada sobre él, es demasiado grande como para no
ocuparse a fondo de este ámbito pastoral específico. Matrimonio
y familia son instituciones que deben ser promovidas y
protegidas de cualquier equívoco posible sobre su auténtica
verdad, porque el daño que se les hace provoca de hecho una
herida a la convivencia humana como tal".
BELLEZA
A la belleza de la celebración y del arte litúrgico, Benedicto
XVI le dedica el párrafo 35: "No es mero esteticismo sino el
modo en que nos llega, nos fascina y nos cautiva la verdad del
amor de Dios en Cristo". Y aún: "No es un elemento decorativo de
la acción litúrgica; es más bien un elemento constitutivo, ya
que es un atributo de Dios mismo y de su revelación. Conscientes
de todo esto, hemos de poner gran atención para que la acción
litúrgica resplandezca según su propia naturaleza".
ARTE SAGRADA
En el párrafo 40, después de haber pedido respeto por los
actuales libros litúrgicos, el papa subraya –en contra de los
repetidos abusos – que "la sencillez de los gestos y la
sobriedad de los signos, realizados en el orden y en los tiempos
previstos, comunican y atraen más que la artificiosidad de
añadiduras inoportunas".
En el siguiente párrafo escribe: "Un conocimiento profundo de
las formas que el arte sacro ha producido a lo largo de los
siglos puede ser de gran ayuda para los que tienen la
responsabilidad de encomendar a arquitectos y artistas obras
relacionadas con la acción litúrgica. Por tanto, es
indispensable que en la formación de los seminaristas y de los
sacerdotes se incluya la historia del arte como materia
importante, con especial referencia a los edificios de culto,
según las normas litúrgicas. Es necesario que en todo lo que
concierne a la Eucaristía haya gusto por la belleza".
MÚSICA SAGRADA
En el párrafo 42, Benedicto XVI advierte sobre la mala música
que invadió demasiadas celebraciones y defiende el canto
gregoriano:
"La Iglesia, en su bimilenaria historia, ha compuesto y sigue
componiendo música y cantos que son un patrimonio de fe y de
amor que no se ha de perder. Ciertamente, no podemos decir que
en la liturgia sirva cualquier canto. A este respecto, se ha de
evitar la fácil improvisación o la introducción de géneros
musicales no respetuosos del sentido de la liturgia. Como
elemento litúrgico, el canto debe estar en consonancia con la
identidad propia de la celebración. Por consiguiente, todo —el
texto, la melodía, la ejecución— ha de corresponder al sentido
del misterio celebrado, a las partes del rito y a los tiempos
litúrgicos. Finalmente, si bien se han de tener en cuenta las
diversas tendencias y tradiciones tan loables, deseo, como han
pedido los Padres sinodales, que se valore adecuadamente el
canto gregoriano como canto propio de la liturgia romana".
LITURGIA DE LA PALABRA Y HOMILÍA
En el párrafo 45 el papa recomienda "que en la liturgia se ponga
gran atención a la proclamación de la Palabra de Dios por parte
de lectores bien instruidos" y que los fieles sean educados "a
apreciar los tesoros de la Sagrada Escritura" leyéndola y
rezando con ella.
En el párrafo siguiente, pide a los sacerdotes preparar
adecuadamente las homilías, evitando que sean “genéricas o
abstractas". Para exponer los puntos claves de la doctrina
católica, les aconseja utilizar el Catecismo de la Iglesia
Católica.
OFERTORIO
El ritual de llevar los dones al altar durante el ofertorio,
escribe el papa en el párrafo 47, "para ser vivido en su
auténtico significado, no necesita ser enfatizado con añadiduras
superfluas". Retornan en la mente ciertas versiones teatrales y
de folclores del rito, de moda en los viajes de Juan Pablo II.
DAR LA PAZ
En el párrafo 49, Benedicto XVI recuerda que durante el Sínodo
de los Obispos se ha visto la conveniencia de moderar este
gesto, que puede adquirir expresiones exageradas, provocando
cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la
comunión". En una nota a pie de página el papa agrega haber
"pedido a los dicasterios competentes que estudien la
posibilidad de colocar el rito de la paz en otro momento, por
ejemplo, antes de la presentación de las ofrendas en el altar".
Lo que ya ocurre desde tiempo, por ejemplo, en el rito
ambrosiano que se celebra en la archidiócesis de Milán.
COMUNIÓN NO PARA TODOS
En el párrafo 50, Benedicto XVI llama la atención a la repetida
presencia en las misas de personas no practicantes, de
visitantes extranjeros, de no católicos, de personas
pertenecientes a otras religiones, y también de personas que
"están en una situación de vida que no les permite recibir los
sacramentos". En estos casos incita a buscar expresiones breves
y eficaces para hacer presente a todos, el sentido de la
comunión sacramental y las condiciones para recibirla. En el
caso de que no sea posible garantizar "la debida claridad sobre
el sentido de la Eucaristía", el papa sugiere sustituir la misa
con "una celebración de la Palabra de Dios".
ITE, MISSA EST
En el párrafo 51, inspirándose en la fórmula conclusiva de la
misa latina, Benedicto XVI incita a los fieles a ser misioneros
en el mundo, con nuevos textos "debidamente aprobados" para la
oración y la bendición final, que explicitan tal significado.
INTERCOMUNIÓN
Con los cristianos pertenecientes a Iglesias y comunidades no
católicas Benedicto XVI, en el párrafo 56, remarca la
prohibición de celebrar juntos la eucaristía. "No obstante, es
verdad que, de cara a la salvación, existe la posibilidad de
admitir individualmente a cristianos no católicos a la
Eucaristía, al sacramento de la penitencia y a la unción de los
enfermos. Pero eso sólo en situaciones determinadas y
excepcionales, caracterizadas por condiciones bien precisas.
Éstas están indicadas claramente en el Catecismo de la Iglesia
Católica".
LENGUA LATINA
En el párrafo 62, Benedicto XVI escribe que cuando los fieles
pertenecen a diferentes naciones, no se debe temer a celebrar la
misa en latín y con el canto gregoriano. Y agrega: "Más en
general, pido que los futuros sacerdotes, desde el tiempo del
seminario, se preparen para comprender y celebrar la santa Misa
en latín, además de utilizar textos latinos y cantar en
gregoriano; se procurará que los mismos fieles conozcan las
oraciones más comunes en latín y que canten en gregoriano
algunas partes de la liturgia".
MISAS EN GRUPO
En el párrafo 63, el papa advierte los riesgos de las
celebraciones en pequeños grupos, como acontece en el Camino
Neocatecumenal: "Aun reconociendo el valor formativo que tienen
estas iniciativas, conviene precisar que han de estar en armonía
con el conjunto del proyecto pastoral de la diócesis. En efecto,
dichas experiencias perderían su carácter pedagógico si se las
considerara como antagonistas o paralelas respecto a la vida de
la Iglesia".
ADORACIÓN EUCARISTICA
A la adoración eucarística de la ostia consagrada, Benedicto XVI
dedica cuatro párrafos, del 66 al 69. Recuerda que, en un
principio, después del Concilio se objetaba en contra de la
adoración, que "el Pan eucarístico no habría sido dado para ser
contemplado, sino para ser comido". Objeción que el papa
considera infundada. En efecto, en varias ocasiones Benedicto
XVI ha demostrado querer restituirle a la adoración eucarística
su lugar central. Recomienda también que el tabernáculo en las
iglesias, sea un lugar visible y digno, "evitando poner delante
la sede del celebrante".
PRECEPTO FESTIVO
En los párrafos del 72 al 74, el papa remarca el precepto de ir
a misa el domingo. Ignacio de Antioquía, ya en siglo II, definía
a los cristianos "iuxta dominicam viventes" (los que viven según
el domingo). No santificar este día "es síntoma de una pérdida
del sentido auténtico de la libertad cristiana, la libertad de
los hijos de Dios".
AUSENCIA DEL SACERDOTE
En aquellas regiones, donde el escaso número de sacerdotes
imposibilita la celebración de la misa dominical, Benedicto XVI,
en el párrafo 75, exhorta a las comunidades cristianas a
reunirse igualmente a leer las Escrituras y a rezar: "Sin
embargo, esto debe realizarse en el contexto de una adecuada
instrucción acerca de la diferencia entre la santa Misa y las
asambleas dominicales en ausencia de sacerdote".
COHERENCIA ENTRE EUCARISTÍA Y POLÍTICA
En el párrafo 83 el papa escribe: "Es importante notar lo que
los padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la
cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el
culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin
consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario,
exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto
vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia
particular para quienes, por la posición social o política que
ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales,
como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su
concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el
matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los
hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos
valores no son negociables. Así pues, los políticos y los
legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad
social, deben sentirse particularmente interpelados por su
conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes
inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana. Esto
tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co
11,27-29). Los obispos han de llamar constantemente la atención
sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para
con la grey que se les ha confiado".
A COSTE DE LA VIDA
En el párrafo 87, Benedicto XVI escribe que en ciertos países ir
a misa requiere de coraje: "En muchas regiones del mundo el mero
hecho de ir a la Iglesia es un testimonio heroico que expone a
las personas a la marginación y a la violencia. En esta ocasión,
deseo confirmar también la solidaridad de toda la Iglesia con
los que sufren por la falta de libertad de culto. Allí dónde
falta la libertad religiosa, lo sabemos, falta en definitiva la
libertad más significativa, ya que en la fe el hombre expresa su
íntima convicción sobre el sentido último de su propia vida".
"SINE DOMINICO NON POSSUMUS"
En conclusión, en el párrafo 95, Benedicto XVI retorna sobre la
vital importancia de ir a misa. Recuerda: "A principios del s.
IV, el culto cristiano estaba todavía prohibido por las
autoridades imperiales. Algunos cristianos del Norte de África,
que se sentían en la obligación de celebrar el día del Señor,
desafiaron la prohibición. Fueron martirizados mientras
declaraban que no les era posible vivir sin la Eucaristía,
alimento del Señor: Sine dominico non possumus".
Y continúa: "Nosotros tampoco podemos vivir sin participar en el
Sacramento de nuestra salvación y deseamos ser iuxta dominicam
viventes, es decir, llevar a la vida lo que celebramos en el día
del Señor. En efecto, este es el día de nuestra liberación
definitiva. ¿Qué tiene de extraño que deseemos vivir cada día
según la novedad introducida por Cristo con el misterio de la
Eucaristía?".
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Los servicios de www.chiesa sobre el
sínodo de los obispos sobre la Eucaristía, cuya exhortación
apóstolica es la conclusión:
> Sinodo sull’eucaristia, penultimo atto. Le proposizioni finali
(25.10.2005)
> C’è un padre sinodale in più: Raffaello (17.10.2005)
> Sinodo. Sulla salute della Chiesa decide l’eucaristia
(12.10.2005)
> Al via il primo sinodo dopo il conclave. Il papa sotto esame
(3.10.2005)
Y la enciclíca “Deus caritas est”, cuya exhortación está ligada:
> "Dios es amor, y quien..."
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Traducción en español de Irene Savio.
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s.magister@espressoedit.it
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14.3.2007
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