Laborem Exercens
Enciclica sobre el trabajo de Juan
Pablo II, 1981.
Laborem Exercens, encíclica completa en la web del Vaticano
Introducción:
Con su trabajo el hombre ha de procurarse el pan cotidiano,
contribuir al continuo progreso de las ciencias y la técnica, y
sobre todo a la incesante elevación cultural y moral de la sociedad
en la que vive en comunidad con sus hermanos. Y «trabajo» significa
todo tipo de acción realizada por el hombre independientemente de
sus características o circunstancias; significa toda actividad
humana que se puede o se debe reconocer como trabajo entre las
múltiples actividades de las que el hombre es capaz y a las que está
predispuesto por la naturaleza misma en virtud de su humanidad.
Hecho a imagen y semejanza de Dios en el mundo visible y puesto en
él para que dominase la tierra, el hombre está por ello, desde el
principio, llamado al trabajo. El trabajo es una de las
características que distinguen al hombre del resto de las criaturas,
cuya actividad, relacionada con el mantenimiento de la vida, no
puede llamarse trabajo; solamente el hombre es capaz de trabajar,
solamente él puede llevarlo a cabo, llenando a la vez con el trabajo
su existencia sobre la tierra. De este modo el trabajo lleva en sí
un signo particular del hombre y de la humanidad, el signo de la
persona activa en medio de una comunidad de personas; este signo
determina su característica interior y constituye en cierto sentido
su misma naturaleza.