Rosarium Virginis Marie y el
AÑo del Rosario
Madre Adela Galindo, SCTJM
Fundadora
©
Solo para uso privado
¡Viva el Papa! Este grito debe ser el de toda la Iglesia, al verlo dar
este golpe de gracia proclamando un Año del Rosario, dándonos una Carta
Apostólica y añadiendo los misterios luminosos al Santo Rosario. Que
gran gracia nos ha dado el Corazón de Jesús a través del Santo Padre.
• Todo esto se nos fue concedido el 16 de octubre 2002. Fiesta de Santa
Margarita María y en inicio del Vigésimo quinto año de su pontificado.
Viva el Papa! En esta Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae el Santo
Padre propone una verdadera revolución espiritual mariana al rescatar
con sólidos argumentos teológicos y pastorales el valor del Santo
Rosario.
Actualidad del Rosario
En la introducción, el Papa señala que el Rosario que ha sido
difundido gradualmente en el segundo Milenio por numerosos santos y
fomentado por el Magisterio, "sigue siendo también en este tercer
Milenio apenas iniciado, una oración de gran significado, destinada a
producir frutos de santidad". Especialmente cuando el camino espiritual
de la Iglesia es ‘remar mar adentro’ (duc in altum!)" para proclamar a
Cristo Señor y Salvador, Camino, Verdad y Vida, la meta y fin de la
historia humana. El rosario:
• oración aunque de carácter mariano es centrada en Cristo. A Jesús por
María.
• compendio de todo el mensaje evangélico
• con él, aprendemos de María a contemplar la belleza del rostro de
Cristo y a experimentar la grandeza de su amor.
• a través de él, se obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de
las mismas manos del Redentor. O sea, en el rosario experimentamos la
mediación materna de María.
Su Misión de Mediadora de gracias.
Al hacer un recuento de la relación de los últimos pontífices, de
manera particular nombró a León XIII: "El Papa del Rosario" quien llamó
a esta oración:"La más agradable de las oraciones". "Resumen del culto
que se le debe tributar a la Virgen". "Una manera fácil de hacer
recordar a los sencillos los Dogmas de la fe cristiana". "Un modo
eficaz de curar el apego a lo terrenal. "Un remedio para pensar en lo
eterno". Escribió doce encíclicas sobre el rosario, y dice: «El Rosario
es la fórmula más eximia y excelente de oración». Dedica 22 documentos
menores a recomendar a los fieles el reño del Rosario. Insistió en el
rezo del rosario en familia, consagró el mes de octubre al rosario e
insertó el título de "Reina del Santísimo Rosario" en la Letanía de la
Virgen. «Considero -dice- que no hay nada mejor ni más oportuno que
recomendar y promover esta forma de oración, para que mediante el
Rosario, y meditando los misterios de la salvación, la fe despierte más
viva en el corañón de los hombres y el fuego sagrado de la oración se
reanime y resplandezca como prenda de paz, de elevación moral y de
prosperidad. Indicó que el Rosario es "instrumento espiritual eficaz
ante los males de la sociedad".
Juan Pablo II menciona a Papas más recientes como al B. Juan XXIII y
Pablo VI, quien en comunión con el Concilio Vaticano II, subrayó y
mostró el carácter evangélico del Rosario y su orientación cristológica.
JPII no ha dejado de exhortar a rezar con frecuencia el Rosario, incluso
reparte rosarios a toda persona que tiene contacto con él. El Papa
revela en esta CA: "Esta oración ha tenido un puesto importante en mi
vida espiritual desde mis años jóvenes".
Su viaje a Kalvaria, Polonia, el pasado Julio, le recordó esta
importancia del rosario: "que me ha acompañado en los mometos de alegría
y enlos de tribulación". "El rosario es mi oración predilecta.
Maravillosa en su sencillez y en su profundidad" (1978). Es un
comentario-oración sobre el último capítulo de la Lumen Gentium que
trata de la presencia de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y la
Iglesia.
• con el trasfondo de la Avemarías pasan ante los ojos del alma los
episodios principales de la vida de Cristo. Nos pone en comunión vital
con Jesús a través del Corañón de su Madre. *
• Incluir en la decenas del Rosario todos los hechos que entraman la
vida del individuo, la familia, la nación, la Iglesia y la humanidad;
experiencias personales o del prójimo, sintonizando así con el ritmo de
la vida humana. (5 nov 1978)
"Cuántas gracias he recibido de la Santísima Virgen a través del Rosario
en estos años de ministerio petrino, bajo cuya protección he puesto este
ministerio y mi vida."
Año del Rosario
El Santo Padre ha querido coronar su Carta Apostólica Novo Millennio
Ineunte, con la que clausuró el Año Jubilar y a través de la cual nos
llamó a "caminar desde Cristo" y "a remar mar adentro". Ha querido que
sea una corona mariana, el Año del Rosario. Con este año del Rosario,
Año Mariano, nos quiere exhortar a la contemplación del rostro de Cristo
en compañía y a ejemplo de su Santísima Madre. Es un llamado a
contemplar con María el rostro del hijo. Para que la Virgen custodie las
gracias del Jubileo.
• hay otra razón y es que en la historia de los Jubileos existe la
costumbre de que tras el Año Santo dedicado a Cristo se dedicase otro
año a María, para implorarle ayuda para que diesen fruto las gracias
recibidas.
Con ocasión de 120 Aniv. de la Encíclica sobre este tema de León XIII y
de los 40 años del comienzo del Concilio Vaticano II, nos quiere
proponer un año en propage y valore de manera particular esta oración en
las comunidades cristianas. Por lo tanto, proclamó de octubre del 2002
al 2003 un Año del Rosario.
El Rosario, nos dice el Papa, comprendido en su pleno significado,
conduce al corazón mismo de la vida cristiana y ofrece una oportunidad
ordinaria y fecunda espiritual y pedagógica, para la contemplación
personal, la formación del pueblo de Dios y la nueva evangeliñación.
Pasa revista a las objeciones
Al proclamar el "Año del Rosario", admite que esta iniciativa tiene
diversas razones, y una de ellas, es la urgencia de afrontar una cierta
crisis de esta oración, que corre el riesgo en estos tiempos de no ser
valorada, o de no ser propuesta a las nuevas generaciones.
• los que piensan que por la centralidad de la Liturgia, el Rosario no
es importante. No solo no se opone sino que apoya a la Liturgia, por que
nos hace meditar en los misterios que celebramos.
• poco ecuménica por su carácter marcadamente mariano: mientras es mas
honrada la Madre, el Hijo sea debidamente conocido, amado y glorificado.
El rosario es una ayuda no un obstáculo al Ecumenismo pues el culto está
orientado hacia el centro: Cristo.
Vía para la contemplación
El Papa recuerda que "el motivo más importante para volver a
proponer con determinación la práctica del Rosario es por ser un "medio
sumamente válido para favorecer en los fieles la exigencia de
contemplación del misterio cristiano"; propuesta que hizo en NMI, pues
dicha contemplación es pedagogía de la santidad: el cristianismo debe
distinguirse por el arte de la oración. Urgencia que nuestras
comunidades cristianas se conviertan en "auténticas escuelas de
oración". El Rosario es una oración tipicamente meditativa y corresponde
de algún modo con la "oración del corañón".
Oración por la pañ y la familia
Especialmente porque "algunas circunstancias históricas ayudan a dar
un nuevo impulso a la propagación del Rosario. Ante todo, la urgencia de
implorar de Dios el don de la paz". "Otro ámbito crucial de nuestro
tiempo, que requiere una urgente atención y oración, es el de la
familia, célula de la sociedad, amenazada cada vez más por fuerzas
disgregadoras, tanto de índole ideológica como práctica".
Numerosos signos de la presencia de la Virgen en los últimos siglos
Numerosos signos muestran cómo la Santísima Virgen ejerce también
hoy, precisamente a través del rosario, aquella solicitud materna y
cuidado para con todo los hijos de la Iglesia que el Redentor, poco
antes de morir le confió. El Santo Padre nos indica cómo en los últimos
siglos la VS ha hecho notar su presencia y voz para llamarnos y
exhortarnos a esta forma de oración contemplativa: el rosario. De manera
particular menciona apariciones marianas, tales como Lurdes y Fátima,
por la influencia que ejercen en la vida de los cristianos y por sus
santuarios que son tan visitados, donde muchos encuentran la fe,
esperanza y consuelo.
Testigos
El SP nos menciona a algunos santos, entre la gran multitud que
existen, que han encontrado en el Rosario un auténtico camino de
santificación.
• San Luis de Montfot: apóstol mariano quien nos dio el Tratado de la
Verdadera Devoción y un hermoso libro dedicado al Rosario: El secreto
admirable del Santísimo Rosario.
• San Pío de Pietrelcina: quien rezaba 33 rosarios diarios, por todos
los que pedían sus oraciones.
• Beato Bartolomé Longo: ex-satanista, tercera orden dominica. "quien
propaga el rosario, se salva". "cuál es mi vocación? escribir sobre
María, para que sea alabada y sea amada". Beatificado en oct de 1980,
llamado "el hombre de María". Desarrolló el fundamento cristológico y
contemplativo del rosario. Edificó el Santuario de Nta. Sra del Rosario
de Pompeya.
I. Contemplar a Cristo con Maria
«Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como
el sol» (Mt 17, 2).
El SP desde su carta apostólica NMI nos ha llamado a esta contemplación
del rostro de Cristo. Fijar los ojos en el rostro de Cristo, descubrir
su misterio en el camino ordinario y doloroso de su humanidad, hasta
percibir su fulgor divino manifestado definitivamente en el Resucitado,
es la tarea de todos los discípulos de Cristo.
Esta tarea podemos llevarla a cabo teniendo a María Stma como modelo de
contemplación. El Papa nos dice que "la contemplación de Cristo tiene en
María su modelo insuperable. El rostro del Hijo le pertenece de un modo
especial. Ha sido en su vientre donde se ha formado, tomando también de
Ella una semejanza humana que evoca una intimidad espiritual ciertamente
más grande aún. Nadie se ha dedicado con la asiduidad de María a la
contemplación del rostro de Cristo. Las diferentes miradas de María en
su contemplación de la vida del Hijo:
• los ojos de su corañón se concentran de algún modo en Él ya en la
Anunciación, cuando lo concibe por obra del Espíritu Santo;
• en los meses sucesivos empieza a sentir su presencia y a imaginar sus
rasgos.
• cuando por fin lo da a luz en Belén, sus ojos se vuelven también
tiernamente sobre el rostro del Hijo, cuando lo «envolvió en pañales y
le acostó en un pesebre» (Lc 2, 7).
Desde entonces su mirada, siempre llena de adoración y asombro, no se
apartará jamás de Él.
• interrogadora, como en el episodio de su extravío en el templo;
• penetrante, capaz de leer en lo íntimo de Jesús, hasta percibir sus
sentimientos escondidos y presentir sus decisiones, como en Caná (cf. Jn
2, 5)
• dolorida, sobre todo bajo la cruz compartiendo la pasión y muerte con
su Hijo, y en cierto sentido, la mirada de la 'parturienta', que recibe
a los nuevos hijos (cf. Jn 19, 26-27);
• radiante por la alegría de la resurrección y, por fin, una mirada
ardorosa por la efusión del Espíritu en el día de Pentecostés (cf. Hch
1, 14).
Por esto es que el Rosario nos lleva a la contemplación con María Stma
de diferentes etapas de la vida de Cristo.
Los recuerdos de María
Una actitud fundamental en el Corazón de María fue contemplar
siempre a Cristo y guardar cada una de sus palabras: ‘Guardaba todas
estas cosas, y las meditaba en su corazón’. (Luc 2, 19). Los recuerdos
de Jesús, impresos en su alma, la han acompañado en todo momento,
llevándola a recorrer con el pensamiento los distintos episodios de su
vida junto al Hijo. Han sido aquellos recuerdos los que han constituido,
en cierto sentido, el 'rosario' que Ella ha recitado constantemente en
los días de su vida terrenal".
El Rosario, "a partir de la experiencia de María, es una oración
marcadamente contemplativa". María propone continuamente a los creyentes
los misterios de su Hijo, con el deseo de que sean contemplados, para
que puedan derramar su fuerza salvadora. Cuando recitamos el Rosario,
estamos en comunión con el recuerdo y la mirada de María. El Rezo del
Rosario por ello, exige un ritmo tranquilo y reflexivo que favorezca la
meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través de
Aquella que estuvo más cerca de su Corazón.
Esta contemplación de María es todo un recordar, pero en el sentido
bíblico de la memoria (ñakar), que actualiza las obras realizadas por
Dios en la historia de la salvación. Esta actualización se realiza en
particular en la Liturgia, siendo esta acción salvífica por excelencia,
el Rosario en cuanto meditación sobre Cristo con María, es contemplación
de lo que El ha realizado que en la Liturgia se actualiza. Por ello, el
rosario prepara, fomenta y apoya a la Liturgia.
En el esfuerzo por comprender a Cristo desde María, el Papa recuerda que
"Cristo es el Maestro por excelencia, el revelador y la revelación. No
se trata sólo de comprender las cosas que Él ha enseñado, sino de
'comprenderle a Él'. Nadie como su Madre puede llevarnos a un
conocimiento profundo de su misterio. ¿qué maestra más experta que
María?
En Caná, vemos a María precisamente como maestra, exhorta a los criados
a ejecutar las disposiciones de Cristo (Jn 2)... esta ha sido siempre su
función. Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la
'escuela' de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para
entender su mensaje. Esta escuela dentro del Corazón de María es la más
eficaz, si se piensa que Ella la ejerce consiguiéndonos abundantes dones
del Espíritu Santo y al mismo tiempo nos propone el ejemplo de su propia
«peregrinación de la fe», siempre en escucha en contemplación, y en
obediencia total.
Configurarse a Cristo con María
Pero no basta con "contemplar" a Cristo. El Papa recuerda que "la
espiritualidad cristiana tiene como característica el deber del
discípulo de configurarse cada vez más plenamente con su Maestro". (Fil
3,10). Como bautizados debemos ir creciendo en un camino de adhesión a
Él, transformandonos en imagenes vivas suyas, teniendo un comportamiento
de discípulo según la 'lógica' de Cristo: «Tened entre vosotros los
mismos sentimientos que Cristo» (Flp 2, 5). Hace falta, según las
palabras del Apóstol, «revestirse de Cristo» (cf. Rm 13, 14; Ga 3, 27).
"En el recorrido espiritual del Rosario – basado en la contemplación
incesante del rostro de Cristo –en compañía de María– este exigente
ideal de configuración con Él se nos presenta, pues nos introduce de
modo natural en la vida de Cristo y nos hace como 'respirar' sus
sentimientos".
"Además, mediante este proceso de configuración con Cristo, en el
Rosario nos confiamos en particular a la acción materna de la Virgen ";
"el Rosario nos transporta místicamente junto a María, dedicada a seguir
el crecimiento humano de Cristo en la casa de Nazaret. Eso le permite
educarnos y modelarnos con la misma diligencia, hasta que Cristo ‘sea
formado’ plenamente en nosotros". Lo hace mediante su poderosa
intercesión implorando la efusión del Espíritu sobre nosotros. Ícono
perfecto de la Maternidad de la Iglesia. LG: ella favorece la unión
inmediata del creyente con Cristo. Esta experiencia es personal para
JPII: por ello el Totus Tuus, a Jesús por María. "entre más consagrada
esté un alma a la Santísima Virgen, tanto más lo estará a Jesucristo."
En el Rosario el camino de Cristo y el de María se encuentran
profundamente unidos. El Rosario: encuentro con los Dos Corazones.
Rogar a Cristo con María
Cristo nos ha invitado orar con insistencia y confianza para ser
escuchados: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os
abrirá» (Mt 7, 7). El fundamento de esta eficacia de la oración es la
bondad del Padre, la mediación de Cristo ante Él (cf. 1 Jn 2, 1) y la
acción del Espíritu Santo, que «intercede por nosotros» (Rm 8, 26-27).
Para apoyar esta oración, interviene María con su intercesión materna.
«La oración de la Iglesia está como apoyada en la oración de María»
quien por ser pura transparencia de Cristo, muestra el Camino, y por su
cooperación singular a la acción del Espíritu Santo, tiene eficacia de
intercesión. Ella se hace portavoz ante Jesús de las necesidades
humanas: «No tienen vino» (Jn 2, 3).
El Rosario es a la vez meditación y súplica, pues se apoya en la
confianza de que su materna intercesión lo puede todo ante el corazón
del Hijo. Ella es «omnipotente por gracia». Esta certeza está basada en
el Evangelio, y se ha ido consolidando por experiencia propia en el
pueblo cristiano. Dante la interpreta estupendamente, siguiendo a san
Bernardo, cuando canta: «Mujer, eres tan grande y tanto vales, que quien
desea una gracia y no recurre a ti, quiere que su deseo vuele sin
alas».26 En el Rosario, mientras suplicamos a María, Ella intercede por
nosotros ante el Padre que la ha llenado de gracia y ante el Hijo nacido
de su seno, rogando con nosotros y por nosotros.
Anunciar a Cristo con María
El Rosario es también un itinerario de anuncio y de profundización,
en el que el misterio de Cristo es presentado continuamente en los
diversos aspectos de la experiencia cristiana. Es una presentación
orante y contemplativa, que trata de modelar al cristiano según el
corazón de Cristo. Tiene una gran eficacia catequética y de esa forma la
Virgen continúa también de este modo su obra de anunciar a Cristo.
La historia del Rosario muestra cómo esta oración ha sido utilizada
especialmente por los Dominicos, en un momento difícil para la Iglesia a
causa de la difusión de la herejía. Hoy estamos ante nuevos desafíos.
¿Por qué no volver a tomar en la mano las cuentas del rosario con la fe
de quienes nos han precedido? El Rosario conserva toda su fuerza y sigue
siendo un recurso importante en el bagaje pastoral de todo buen
evangelizador.
II. Contemplando los misterios de Cristo y su Madre
Papa Pablo VI: « Oración evangélica centrada en el misterio de la
Encarnación redentora, el Rosario es, pues, oración de orientación
profundamente cristológica. En efecto, su elemento más característico
–la repetición litánica del "Dios te salve, María"– se convierte también
en alabanza constante a Cristo, término último del anuncio del Ángel y
del saludo de la Madre del Bautista: "Bendito el fruto de tu seno" (Lc
1,42). Diremos más: la repetición del Ave Maria constituye el tejido
sobre el cual se desarrolla la contemplación de los misterios: el Jesús
que toda Ave María recuerda es el mismo que la sucesión de los misterios
nos propone una y otra vez como Hijo de Dios y de la Virgen».
Es precisamente por este carácter evangelico del Rosario que el Papa
señala que de los muchos misterios de la vida de Cristo, "el Rosario,
tal como se ha consolidado en la práctica más común corroborada por la
autoridad eclesial, sólo considera algunos. Dicha selección proviene del
contexto original de esta oración, que se organiñó teniendo en cuenta el
número 150, que es el mismo de los Salmos". "No obstante, para resaltar
el carácter cristológico del Rosario, considero oportuna una
incorporación que permita contemplar también los misterios de la vida
pública de Cristo desde el Bautismo a la Pasión". En ese marco el
Pontífice propone los "Misterios de luz". ya que durante la vida pública
es cuando el misterio de Cristo se manifiesta de manera especial como
misterio de luz: «Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo» (Jn 9,
5).
Siendo el Rosario 'compendio del Evangelio', es conveniente pues que,
tras haber recordado la encarnación y la vida oculta de Cristo
(misterios de gozo), y antes de considerar los sufrimientos de la pasión
(misterios de dolor) y el triunfo de la resurrección (misterios de
gloria), la meditación se centre también en algunos momentos
particularmente significativos de la vida pública (misterios de luñ).
Esta incorporación de nuevos misterios, se orienta a hacer vivir el reño
del Santo Rosario como introducción al conocimiento profundo del Corazón
de Cristo, abismo de gozo y de luz, de dolor y de gloria.
Misterios de Gozo
Los «misterios gozosos», se caracterizan efectivamente por el gozo
que produce el acontecimiento de la encarnación. : "alegrate, María",
"os anuncio una gran alegría", "hace saltar de alegría". Los últimos
misterios conservando el sabor de alegría, anticipan indicios del drama.
Por lo tanto, meditar estos misterios significa adentrarse en los
motivos últimos de la alegría cristiana y en su sentido más profundo.
Significa fijar la mirada sobre lo concreto del misterio de la
Encarnación y sobre el sombrío preanuncio del misterio del dolor
salvífico. María nos ayuda a aprender el secreto de la alegría
cristiana, recordándonos que el cristianismo es ante todo evangelio,
'buena noticia', que tiene su centro en la persona de Cristo, el Verbo
hecho carne, único Salvador del mundo.
Misterios de Luz
En realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es «la luz del
mundo» (Jn 8, 12). Pero esta dimensión se manifiesta sobre todo en los
años de la vida pública, cuando anuncia el evangelio del Reino. Deseando
indicar a la comunidad cristiana cinco momentos significativos
–misterios «luminosos»: 1. su Bautismo en el Jordán; 2. su
autorevelación en las bodas de Caná; 3. su anuncio del Reino de Dios
invitando a la conversión; 4. su Transfiguración; 5. institución de la
Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual.
Excepto en el de Caná, en estos misterios la presencia de María queda en
el trasfondo. Pero, de algún modo, el cometido que desempeña en Caná
acompaña toda la misión de Cristo. «Haced lo que él os diga» (Jn 2, 5).
Es una exhortación que introduce muy bien las palabras y signos de
Cristo durante su vida pública, siendo como el telón de fondo mariano de
todos los «misterios de luz».
Misterios de dolor
Los Evangelios dan gran relieve a los misterios del dolor de Cristo.
En la práctica del Via Crucis, como en estos misterios, nos detenemos
sobre los momentos de la Pasión, intuyendo que ellos son el culmen de la
revelación del amor y la fuente de nuestra salvación. El Rosario escoge
algunos momentos de la Pasión, invitando al orante a fijar en ellos la
mirada de su corazón y a revivirlos. En este gran dolor y oprobio no
sólo se revela el amor de Dios, sino el sentido mismo del hombre. Se
contempla el rostro del hombre sufriente. Ecce homo: quien quiera
conocer al hombre, ha de saber descubrir su sentido, su raíz y su
cumplimiento en Cristo, Dios que se humilla por amor «hasta la muerte y
muerte de cruz» (Flp 2, 8). Los misterios de dolor nos llevan al pie de
la cruz junto a María, para penetrar con ella en la inmensidad del amor
de Dios al hombre y sentir toda su fuerña redentora.
Misterios de gloria
«La contemplación del rostro de Cristo no puede reducirse a su
imagen de crucificado. ¡Él es el Resucitado!». El Rosario ha expresado
siempre esta convicción de fe, contemplando al Resucitado, el cristiano
descubre de nuevo las razones de la propia fe (cf. 1 Co 15, 14), y
revive la alegría no solamente de aquellos a los que Cristo se manifestó
–los Apóstoles, la Magdalena, los discípulos de Emaús–, sino también el
gozo de María, que experimentó de modo intenso la nueva vida del Hijo
glorificado. A esta gloria, que con la Ascensión pone a Cristo a la
derecha del Padre, sería elevada Ella misma con la Asunción, anticipando
así, por especialísimo privilegio, el destino reservado a todos los
justos con la resurrección de la carne. Al fin, coronada de gloria –como
aparece en el último misterio glorioso–, María resplandece como Reina de
los Ángeles y los Santos, anticipación y culmen de la condición
escatológica del Iglesia. En el centro de este itinerario de gloria del
Hijo y de la Madre, el Rosario considera, en el tercer misterio
glorioso, Pentecostés, que muestra el rostro de la Iglesia como una
familia reunida con María, avivada por la efusión impetuosa del Espíritu
y dispuesta para la misión evangelizadora. Los misterios gloriosos
alimentan en los creyentes la esperanza en la vida eterna, hacia la cual
se encamina el Pueblo de Dios peregrino en la historia impulsando a dar
un testimonio valiente de aquel «gozoso anuncio» que da sentido a toda
su vida.
De los Misterios al Misterio
Cada rasgo de la vida de Cristo, tal como lo narran los
Evangelistas, refleja aquel Misterio que supera todo conocimiento (cf.
Ef 3, 19). El «duc in altum" de la Iglesia en el tercer Milenio se basa
en la capacidad de los cristianos de alcanzar «en toda su riqueza la
plena inteligencia y perfecto conocimiento del Misterio de Dios, en el
cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia»
(Col 2, 2-3)
El Rosario, agrega el Papa, ofrece "el 'secreto' para abrirse más
fácilmente a un conocimiento profundo y comprometido de Cristo.
Podríamos llamarlo el camino de María. Es el camino del ejemplo de la
Virgen, mujer de fe, de silencio y de escucha. Es al mismo tiempo el
camino de una devoción mariana consciente de la inseparable relación que
une Cristo con su Santa Madre: los misterios de Cristo son también, en
cierto sentido, los misterios de su Madre, incluso cuando Ella no está
implicada directamente, por el hecho que en ellos hay una unidad
indisoluble.
Misterio de Cristo, misterio del hombre: el Valor humano del Rosario
En 1978 el Papa nos dijo que el Rosario era su oración predilecta: «
el simple rezo del Rosario marca el ritmo de la vida humana ». Quien
contempla a Cristo recorriendo las etapas de su vida, descubre también
en Él la verdad sobre el hombre. Ésta es la gran afirmación del Concilio
Vaticano II: «Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el
misterio del Verbo Encarnado». Siguiendo el camino de Cristo, en el
Rosario, también se «recapitula» el camino del hombre, pues ante Cristo,
se contempla la imagen del verdadero hombre. Contemplando su nacimiento
aprende el carácter sagrado de la vida, mirando la casa de Nazaret se
percata de la verdad originaria de la familia según el designio de Dios,
escuchando al Maestro en los misterios de su vida pública encuentra la
luz para entrar en el Reino de Dios y, siguiendo sus pasos hacia el
Calvario, comprende el sentido del dolor salvador. Por fin, contemplando
a Cristo y a su Madre en la gloria, ve la meta a la que cada uno de
nosotros está llamado, si se deja sanar y transfigurar por el Espíritu
Santo. De este modo, se puede decir que cada misterio del Rosario, bien
meditado, ilumina el misterio del hombre.
Al mismo tiempo, debemos presentar en este encuentro con la santa
humanidad del Redentor tantos problemas, afanes, fatigas y proyectos que
marcan nuestra vida. Meditar con el Rosario significa poner nuestros
afanes en los corañones misericordiosos de Cristo y de su Madre. Después
de largos años, recordando los sinsabores, que no han faltado tampoco en
el ejercicio del ministerio petrino, deseo repetir, casi como una
cordial invitación dirigida a todos para que hagan de ello una
experiencia personal: sí, verdaderamente el Rosario « marca el ritmo de
la vida humana », para armoniñarla con el ritmo de la vida divina.
III. "Para mi la vida es Cristo"
Juan Pablo II advierte que si se considera superficialmente la
repetición del Ave María, "se podría pensar que el Rosario es una
práctica árida y aburrida". "En cambio, se puede hacer otra
consideración sobre el rosario, si se toma como expresión del amor que
no se cansa de dirigirse hacia a la persona amada. En Cristo, Dios ha
asumido verdaderamente un «corazón de carne». Cristo no solamente tiene
un corazón divino, rico en misericordia y perdón, sino también un
corazón humano, capaz de todas las expresiones de afecto. (Ej. triple
repetición de amor de S. Pedro). A nadie se le escapa la belleza de esta
triple repetición, la cual la expresa la experiencia universal del amor
humano. Para comprender el Rosario, hace falta entrar en la dinámica
psicológica que es propia del amor.
Una cosa está clara: si la repetición del Ave Maria se dirige
directamente a María, el acto de amor, con Ella y por Ella, se dirige a
Jesús. La repetición favorece el deseo de una configuración cada vez más
plena con Cristo, verdadero 'programa' de la vida cristiana. «No vivo
yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Ga 2, 20). El Rosario nos
ayuda a crecer en esta configuración hasta la meta de la santidad.
El Papa explica también cómo el Rosario es "un método válido" que, "no
obstante, se puede mejorar". En efecto, como es un método para
contemplar, debe ser utilizado para ese fin. Precisamente por esto se
han incorporado los misterios de luz y propone algunas sugerencias para
el rezo del Rosario.
Propuesta para enriquecer el Rosario y para inremetar los frutos de
la meditación:
El enunciado del misterio: Enunciar y tener la oportunidad de
"contemplar al mismo tiempo una imagen que lo represente", recurriendo
"al elemento visual e imaginativo".
La escucha de la Palabra de Dios: para dar fundamento bíblico y mayor
profundidad a la meditación, es útil que el enunciado del misterio siga
con "la proclamación del pasaje bíblico correspondiente". La Palabra de
Dios tiene mas eficacia, aunque en alguna ocasión solemne y comunitaria,
esta palabra se puede ilustrar con algún breve comentario".
El silencio: "Es conveniente que, después de enunciar el misterio y
proclamar la Palabra, esperemos unos momentos antes de iniciar la
oración vocal, para fijar la atención sobre el misterio meditado"
El Padre Nuestro: es lógico que después de haber escuchado la Palabra y
centrado la atención en el misterio el corazón se eleve al Padre, Jesús
nos lleva siempre al Padre.
El rezo pausado del "Ave María": Este es el elemento más extenso del
Rosario y que a la vez lo convierte en una oración mariana por
excelencia. Precisamente a la luz del Ave Maria, se nota con claridad
que el carácter mariano no se opone al cristológico, sino que más bien
lo subraya y lo exalta. "El centro del Ave María, casi como engarce
entre la primera y la segunda parte, es el nombre de Jesús. A veces, en
el rezo apresurado, no se percibe este aspecto central y tampoco la
relación con el misterio de Cristo que se está contemplando".
El rezo adecuado del "Gloria": "Es importante que el Gloria, culmen de
la contemplación, sea bien resaltado en el Rosario. En el rezo público
podría ser cantado, para dar mayor énfasis a esta perspectiva
estructural y característica de toda plegaria cristiana".
Considerar una jaculatoria final: "La contemplación de los misterios
puede expresar mejor toda su fecundidad si se procura que cada misterio
concluya con una oración dirigida a alcanzar los frutos específicos de
la meditación del misterio".
Un inicio y conclusión adecuados: El Rosario puede comenñarse con la
invocación del Salmo 69: ‘Dios mío ven en mi auxilio, Seor date prisa
en socorrerme’; o con el Credo. Se concluye "rezando por las intenciones
del Papa, para elevar la mirada de quien reza hacia el vasto horizonte
de las necesidades eclesiales". El Rosario siendo realmente un
itinerario espiritual en el que María se hace madre, maestra, guía, y
sostiene al fiel con su poderosa intercesión, se debe conclir con una
oración que muestra que se ha experimentado íntimamente la maternidad de
María, bien con la espléndida oración de la Salve Regina, bien con las
Letanías lauretanas. Es como coronar un camino interior, que ha llevado
al contacto vivo con el misterio de Cristo y de su Madre.
Cambio en la distribución de los misterios: "Considerando que los
misterios gloriosos se proponen seguidos el sábado y el domingo, y que
el sábado es tradicionalmente un día de marcado carácter mariano, parece
aconsejable trasladar al sábado la segunda meditación semanal de los
misterios gozosos, en los cuales la presencia de María es más destacada.
Queda así libre el jueves para la meditación de los misterios de la
luñ".
El rosario
El instrumento tradicional pra reñarlo es el rosario. En la práctica
superficial a menos termina por ser un instrumento simple para contar la
sucesión de las Avemarías. Pero sirve para expresar un simbolismo que
nos ayuda a la contemplación. El rosario está centrado en el Crucifijo,
que abre y cierra el proceso mismo de la oración. En Cristo se centra la
vida y oración del cristiano. Todo parte de él, tiende hacia él, todo a
través de El. Como medio para contar el rosario evoca el camino
incesante de la contemplación y perfección cristiana. Para Bartolomé
Longo es una cadena que nos une a Dios, pero cadena dulce. También es
simbólico de nuestra relación recíproca, recordando todo vínculo de
comunión y fraternidad que nos une a todos con Cristo y entre nosotros.
La paz mundial y la familia
En la conclusión, el SP reitera la necesidad de reñar por la pañ y
por la familia. "Las dificultades que presenta el panorama mundial en
este comienño del nuevo Milenio - nos inducen a pensar que sólo una
intervención de lo Alto, puede hacernos esperar en un futuro menos
oscuro", dice el Papa, al recordar que el Rosario "es una oración
orientada por su naturaleña hacia la pañ, por el hecho mismo de que
contempla a Cristo, Príncipe de la pañ y ‘nuestra pañ’". Pero además de
oración por la pañ, "el Rosario es también, desde siempre, una oración
de la familia y por la familia", dice el Santo Padre, recordando el ya
tradicional lema de "familia que reña unida, permanece unida". "El Santo
Rosario, por antigua tradición, es una oración que se presta
particularmente para reunir a la familia". Confiar a esta oración el
proceso de crecimiento de los hijos. Reñar el rosario por los hijos, y
con los hijos, educándolos desde su tierna edad para este momento
cotidiano de oración familiar. Hacerlo con aportaciones prácticas,
simbolicas y creativas. Contemplando a Jesús, cada uno de sus miembros
recupera también la capacidad de volverse a mirar a los ojos, para
comunicar, solidariñarse, perdonarse recíprocamente y comenñar de nuevo
con un pacto de amor renovado por el Espíritu de Dios", seala el Papa.
Un tesoro que recuperar
El Papa nos recuerda que el Rosario es "un tesoro que recuperar".
"Una oración tan fácil, y al mismo tiempo tan rica, merece de veras ser
recuperada por la comunidad cristiana. "descubrir la profundidad
mística"
Su Pontificado en las manos de Maria
El Pontífice concluye la Carta Apostólica con una nota emotiva:
dando gracias a Dios por los 24 aos de mi servicio a la Iglesia en la
Sede de Pedro. En este día particular, pongo nuevamente en las manos de
la Madre de Dios la vida de la Iglesia y la vida tan convulsionada de la
humanidad. A ella le confío también mi futuro". Eel Pontífice recordó la
oración que dirigió a la Virgen durante su último viaje apostólico a
Polonia pidiendo "las fuerñas del cuerpo y del espíritu, para que pueda
cumplir hasta el fin la misión que me ha encomendado el Resucitado".
"Totus tuus, Maria. Totus tuus". Amén".
"Al inicio del vigésimo quinto ao de Pontificado, pongo esta Carta
apostólica en las manos de la Virgen María, postrándome espiritualmente
ante su imagen en su espléndido Santuario edificado por el Beato
Bartolomé Longo, apóstol del Rosario. Hago mías con gusto las palabras
conmovedoras con las que él termina la célebre Súplica a la Reina del
Santo Rosario:
‘Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios, vínculo
de amor que nos une a los Ángeles, torre de salvación contra los asaltos
del infierno, puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos
jamás. Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía. Para ti el
último beso de la vida que se apaga. Y el último susurro de nuestros
labios será tu suave nombre, oh Reina del Rosario de Pompeya, oh Madre
nuestra querida, oh Refugio de los pecadores, oh Soberana consoladora de
los tristes. Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y
en el cielo’
Visión del Papa sobre los frutos del Ao del Rosario si lo acogemos con
prontitud y generosidad:
"El Año del Santo Rosario que viviremos juntos producirá ciertamente
benéficos frutos en el corañón de todos, renovará e intensificará la
acción de la gracia del gran Jubileo del Año 2000 y se convertirá en
manantial de pañ para el mundo", concluyó.
Confío que sea acogida con prontitud y generosidad". "Que este
llamamiento mío no sea en balde! (John Paul II)