PREPARAR UN PUEBLO BIEN DISPUESTO PARA EL SEÑOR
Madre Adela Galindo, SCTJM
Fundadora
Solo
para uso privado -©
(Esta enseñanza la impartió Madre Adela para el Adviento previo al comienzo del tercer milenio. Aunque hay
temas propios de ese momento,
contiene meditaciones propias para
cualquier adviento)
ADVIENTO es tiempo de espera, tiempo de preparación, tiempo en
que aguardamos la manifestación de un gran acontecimiento: el nacimiento
de Nuestro Salvador. Tiempo de espera gozosa y expectante ya que lo que
esperamos es la llegada de nuestra Salvación. Es un tiempo importante y
solemne, es tiempo favorable, tiempo de gracia, tiempo de conversión, de
amor, paz y reconciliación. Adviento es el tiempo que vivieron los
patriarcas y profetas. Es el tiempo que Simeón vivió en el Templo,
orando y esperando la consolación de Israel. Por eso, al tener ante sus
ojos al Salvador esperado, exclamó: "Ahora Señor según tu promesa puedes
dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu salvación,
la que has preparado ante todos los pueblos. Luz para alumbrar a las
naciones y gloria de tu pueblo Israel" (Luc 2: 29). Adviento es el
tiempo, que vivió la profetisa Ana, también en el templo, en oración y
ayunos. Por ello, hablaba del niño a los que esperaban la redención de
Jerusalén. Adviento es el tiempo de espera y preparación para las
manifestaciones de Dios.
Prepararnos para las Manifestaciones de Dios
Siempre las manifestaciones del Señor requerirán de nuestra
parte una especial preparación. Todo período anterior a una
manifestación de Dios debe considerarse un adviento y vivirse como tal.
Esperar sin preparar el corazón para el evento que se espera, es
desaprovechar el tiempo de gracia que el Señor ha determinado para la
humanidad.
Por el pecado tendemos a la superficialidad y la rapidez. No damos la
debida importancia al tiempo, y para el cristiano, el tiempo tiene una
importancia fundamental ya que Dios ha querido actuar en y con el
tiempo: (TMA, 10)
1. dentro de
el, crea al mundo.
2. en su interior, desarrolla la historia de la salvación, que llega a
su culmen en la plenitud de los tiempos, cuando por la Encarnación, Dios
asume la naturaleza humana y entra en el tiempo.
3. se terminará con el retorno glorioso de Jesucristo al final de los
tiempos.
4. nuestro tiempo termina cuando morimos. El único tiempo que tenemos
para dejar al Señor obrar en nuestras vidas es este...
El tiempo es
un medio que Dios utiliza para nuestro crecimiento y desarrollo, no solo
físico sino espiritual. “Bajó con ellos, vino a Nazaret... Jesús
progresaba en sabiduría, estatura y en gracia ante Dios y los hombres"
(Luc 2,54). Dentro del tiempo se cumple el plan de Dios. Hablar de “el
tiempo” significa “ese momento oportuno, esa hora específica en que Dios
quiere hacer algo con nosotros, manifestar su voluntad, derramar sus
gracias.” Hay que saber discernir el momento y el propósito de cada
tiempo, para entonces vivirlo. Ecle 3:1 “Todo tiene su momento y cada
cosa su tiempo bajo el cielo. El ha hecho todas las cosas apropiadas a
su tiempo.”. Todo tiene su tiempo y Dios hace todo según su momento
oportuno.
El adviento precisamente, es tiempo de preparación. Todas las
manifestaciones de Dios, requieren que nos preparemos y que lo hagamos
en el tiempo designado para ello. Si no lo hacemos, cuando llega la hora
de Dios, no estamos listos, y las gracias son desperdiciadas, derramadas
en vano.”Como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a que no
recibáis en vano la gracia de Dios. Pues dice él: en el tiempo favorable
te escuché y en el día de salvación te ayudé” (2 Cor 6).
No podemos caer en el error de creer que todo es igual y que todos los
tiempos son iguales. Las gracias que el Señor quiera derramar hoy en
nuestros corazones, no son las mismas de ayer, ni serán las mismas de
mañana. Con las obras de Dios, hay que saber responder en el momento
adecuado. Hay que estar en el momento y en el lugar preciso. (no es lo
mismo, si Simeón y Ana no hubieran estado en el templo toda su vida
preparándose para ver al Salvador y el haber estado ahí cuando llegó la
Santísima Virgen con el niño y San José).
Dios siempre prepara a su pueblo
Inmediatamente después de la caída de nuestros primeros padres vemos la
misericordia de Dios manifestada sobre la humanidad: Les promete enviar
un Redentor, el que destruiría el poder del demonio sobre ellos. Así
como la caída se inicia en el corazón de una mujer, Eva, que abriéndose
a la mentira del demonio da cabida al pecado, la salvación vendría a
través de un corazón de mujer, que puro e inmaculado traería con su fiat
al Salvador del mundo. Es el hijo de esta mujer inmaculada el que
derrotaría para siempre a Satanás, al pecado y a la muerte. Gen 3,15 es
llamado proto-evangelio, pues es la primera palabra de salvación, la
primera promesa de redención y la revelación de la misericordia de Dios
a una humanidad pecadora.
Dios prepara a la raza humana para la revelación del Salvador por mucho
tiempo. Esta expectación del Mesías, se convierte en la religión de
Israel. La idea de un futuro redentor llena el Antiguo Testamento, toda
la ley antigua, sus símbolos, ritos y sacrificios, le prefiguran y
dirigen la mirada hacia el.
A través del tiempo, de la historia y de los siglos, el Señor va
precisando la promesa hecha en Génesis. Le asegura a los Patriarcas,
Abraham, Isaac y Jacob que es de su raza que nacerá ese linaje bendito .
“por tu descendencia te bendecirán todas las razas de la tierra” (Gen
22, 18). A Jacob en su lecho de muerte, le muestra que es de la tribu de
Judá que saldrá el Esperado de las gentes, que cumplirá los mayores
anhelos del pueblo.
Pero al pasar el tiempo, las naciones se olvidan de la promesa y se
alejan de Dios. Entonces, El elige a un pueblo que será el custodio y
guardián de sus promesas. A este pueblo le recordará sus promesas, las
desarrollará, se las hará ver mas claro y mas abundantemente: es la era
de los profetas. A través de ellos, revela las características
interiores y exteriores del Mesías, su poder, su unción y también su
sufrimiento redentor.
El Señor quiso preparar el corazón de los justos del AT con las
condiciones necesarias para recibir al Mesías. Entre más estuvieran
llenos de fe y confianza en las promesas recibidas, mas llenos de
esperanza por verlas realizadas y mas ardieran de amor por el Redentor ,
mas listos estaban para recibir la abundancia de gracias que el Salvador
traería al mundo. Quien estuviera mas lleno de fe, esperanza y caridad,
mas listo tenía el corazón para recibir al Mesías. A medida que pasaba
el tiempo, Dios iba preparando con mayor intensidad a su pueblo,
derramando gracias, hablando, despertando mas el anhelo de ver al
Salvador y levantando hombres y mujeres que prefiguraban a quienes
estarían en relación directa con el Salvador en su venida.
Quien es la que ha esperado en perfección la venida del Salvador? La
Virgen Santísima.
Toda esta preparación de Dios a su pueblo alcanza su culmen en la
Santísima Virgen María, la escogida para ser la Madre del Redentor. Ella
fue preparada por el Señor de manera única y extraordinaria, haciéndola
Inmaculada. Tanto le importa a Dios preparar nuestros corazones para
recibir las manifestaciones de su presencia y todas las gracias que el
desea darnos, que vemos lo que hizo con la Santísima Virgen María.
Ella, fue concebida inmaculada, sin mancha de pecado, sin tendencias
pecaminosas, sin deseos desordenados, su corazón totalmente puro,
espera, ansía y añora solo a Dios. Toda esa acción milagrosa del ES en
ella tuvo un propósito, prepararla para llevar en su seno al Salvador
del mundo. Eso es lo que requiere ser la Madre del Salvador.
Si entre mas fe en las promesas, mas esperanza en verlas realizadas y
mas ardiente amor hacia el Salvador hacía a un corazón mas capaz de
recibir al Señor, imagínense la intensidad de la fe, la esperanza y la
caridad que residían en el corazón de María que lo hizo capaz de
concebir en su seno al Hijo de Dios. Dice San Agustín: “por su fe
concibió primero en su corazón y después en su vientre”. “Feliz tu que
has creído que se cumplirían las promesas que fueron hechas de parte de
Dios”. Su Corazón estaba tan lleno de fe y esperanza en la Palabra de
Dios y en sus promesas, que en ella se cumplieron. “La Palabra si hizo
carne y habitó entre nosotros”.... Habitó en ella.
A partir de la Anunciación se inicia el Adviento de María, Ella vive el
adviento mas especial que criatura alguna haya experimentado. No solo
espera, sino que ya lleva dentro de sí al Dios hecho hombre. María Stma.
ha vivido el adviento por excelencia, y por ello, la Iglesia aprende de
Ella, a vivir y esperar con corazón puro todos los advenimientos y
nacimientos de Cristo. De Ella aprendemos a esperar y preparar el
corazón para las manifestaciones de Dios. “A ti Madre del primer
advenimiento y de cada advenimiento, confiamos nuestros corazones en
estos últimos años del milenio” (Nov. 30, 1996). De Ella debemos
aprender a esperar a que nuestros ojos vean las manifestaciones de la
gloria de Dios.
Como
esperaba la Santísima Virgen el nacimiento del Salvador?
1. En adoración y contemplación del Dios hecho hombre que
habitaba dentro de Ella. Que clase de adoración tuvo que haber en el
Corazón de María? Que clase de contemplación, teniendo tan cerca de su
corazón al Salvador? Ella, es por eso, la mujer de la Adoración..... Lo
que hizo durante los nueve meses de su embarazo, es lo que hace en el
establo.... Adorar al niño que nace y enseñarnos a adorarle. Tanto los
pastores como los magos, se postraron ante el niño, que estaba junto a
su Madre.
2. Meditando en la revelación dada a los profetas acerca de la vida del
Mesías. Su futuro y su misión.
3. En oración buscando la voluntad del Padre sobre su participación en
la obra de Salvación. En que consistía su maternidad, como tendría que
vivirla.
4. Orando por la humanidad, para que los corazones se abrieran a las
gracias de la Salvación.
5. Preparando no solo espiritual sino que físicamente su casa y sus
realidades terrenas, para acoger al Redentor que nacería y vendría al
mundo a través ella. Ella junto con San José debían proveer por todo lo
que El necesitaría humanamente. Ella sería su madre con todo el sentido
de la palabra, la que lo cuidaría, alimentaría, le enseñaría a hablar,
protegería....
Ella fue sobrenaturalmente preparada por el ES para ser el canal por el
cual viniera Jesús al mundo. Con su fiat de criatura, representa a la
humanidad en su acogida al Salvador. En ella, la humanidad ha abrazado
al Redentor sin ningún obstáculo. Porque creen que la Iglesia ha puesto
en el tiempo litúrgico de Adviento, la solemnidad de la Inmaculada
Concepción? Por que Ella, inmaculada es signo visible del corazón
totalmente dispuesto a recibir al Señor. Hay que ser como ella, para
recibir las gracias de Salvación.
María, prepara el camino... En ella, Dios hecho hombre, encontró el
camino abierto para venir a la humanidad...En su Corazón no habían las
colinas que rebajar, ni asperezas que limar, ni barrancos que rellenar,
ni sendas que enderezar.... En Ella el camino ya estaba preparado por la
gracia de la Inmaculada Concepción y por su fidelidad y respuesta
personal a esa gracia, manteniéndose siempre pura. Ella es el camino
abierto al Salvador que quiere venir al mundo. Y por eso, puede preparar
a los que tendrán la misión de preparar al pueblo para recibirlo, o sea,
porque Ella, estaba preparada por Dios en forma excepcional y a la vez
prepara la venida del Señor, se convierte en instrumento único a través
del cual Dios prepara a los precursores del Mesías.
Ella es la que mejor puede preparar a los precursores, pues ella es la
precursora por excelencia. Ella con su si, acoge al Salvador, con su
oración y su poderoso silencio, lo trae al mundo. La precursora silente,
que prepara a los precursores que tienen la misión de convertirse en la
voz que clama y grita en el desierto y preparan en el corazón de los
hombres el camino del Señor..
María Stma. es la precursora orante.... A través de su poder intercesor
y su mediación materna de todas las gracias, prepara al precursor: San
Juan Bautista. Ella entra en casa de Zacarías e Isabel, y se derrama el
ES que hace que salte de gozo el niño en el vientre de Isabel, y queda
el precursor del Mesías, pre-santificado o sea, lleno de las gracias de
santidad para poder cumplir su misión de preparar a los hombres a
recibir las gracias de salvación. Entra María en la vida de Juan
Bautista.... Ella se convierte en instrumento de preparación del
precursor del cual dijo el ángel en Luc 1: “que debía preparar un pueblo
bien dispuesto para el Señor”.
San Juan
Bautista como el gran precursor, tenía que revelar cual era la debida
preparación para recibir al Salvador, un "bautismo de conversión para el
perdón de los pecados": "voz que clama en el desierto, preparad el
camino del Señor, enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado,
todo monte y colina será rebajado lo tortuoso será recto y las asperezas
serán caminos llanos. Y todos verán la salvación de Dios" (Luc 3: 3-6) .
La verdadera preparación debía dirigirse al corazón.
En la primera venida del Señor, hubieron 2 personajes que prepararon el
camino: La Stma. Virgen y San Juan Bautista. Todas las manifestaciones
de Cristo, todos los nuevos advenimientos de Cristo, serán preparados
por Ella y un precursor. Al nuevo advenimiento del año 2000, nos han
estado preparando la Stma. Virgen y el San Juan Bautista de estos
tiempos: su Santidad Juan Pablo II.
Así como a través de su mediación maternal, la Stma. Virgen se convierte
en instrumento especialísimo en la vida de Juan Bautista, al ser el
canal por que el cual el ES lo pre-santifica, igual la Virgen Santísima
entró en la vida de JPII desde su niñez, y a través de su consagración a
Ella, la Virgen Santísima lo prepara, lo forma, lo dirige para llegar
hacer el precursor del final de este milenio. Precursor que nos ha ido
mostrando el camino de preparación para abrir las puertas de nuestros
corazones de par en par al Redentor en el año 2000.
La Santísima Virgen y Juan Pablo II, han preparado a la Iglesia y a la
humanidad para este Jubileo, o año de gracia. Desde el siglo pasado, la
Stma. Virgen nos ha estado llamando a la conversión, a la penitencia, al
ayuno, a los sacramentos, a la meditación de la Palabra de Dios, a
abandonar nuestros caminos torcidos, a abandonar las sendas del pecado,
la guerra, la violencia, a consagrarnos a su Corazón Inmaculado como
medio seguro para ser protegidos y para regresar al Corazón Eucarístico
de Cristo. Que gran mensaje de preparación nos ha dado la Madre
Santísima!
Su SS Juan Pablo segundo, desde el inicio de su Papado, exclamó con
fuerte voz desde el balcón de la Basílica de San Pedro, “No tengan miedo
a Cristo.... No tengan miedo de abrir sus corazones a El”. Desde su
primera encíclica en 1979 Redemptor hominis habla explícitamente del
Gran Jubileo, invitándonos vivir el período de espera como un nuevo
adviento. “nos estamos acercando a la fecha que nos hará recordar y
renovar de manera particular la conciencia de la verdad-clave de la fe:
"La Palabra se hizo carne y habitó en nosotros", por esto también
nosotros estamos, en cierto modo en el tiempo de un nuevo Adviento, que
es tiempo de espera. El Santo Padre percibe que en el año 2000 se dará
un nuevo nacimiento espiritual de Cristo en todos los corazones y que se
dará una nueva primavera de vida cristiana, si como nos dice en TMA, 18:
“si somos dóciles a la acción purificadora del ES”. Para esto el Santo
Padre nos ha llamado a un tiempo de preparación inmediata, y solo nos
queda un año de esta preparación. Es por esto que este adviento no es
igual a muchos anteriores.
Este adviento, no solo nos prepara directamente para la Navidad de este
año, sino que es el inicio del ultimo año del milenio. Es el adviento
para el Jubileo del año 2000. Que importancia tan grande tiene este
adviento y este año!! Nos estamos preparando para entrar en un año de
gracia. O sea, un tiempo donde gracias especiales se derramaran sobre
toda la Iglesia y toda la humanidad según la misericordia de Dios. Año
de gracia: es lo que Cristo anunció en la sinagoga al iniciar su
ministerio público en Galilea: “El Espíritu del Señor está sobre mi,
porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha
enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, para dar libertad a los oprimidos y anunciar año de gracia del
Señor”.
Año de gracia: tiempo de liberación de oprimidos y cautivos del pecado,
sanación interior y física, de ver la acción salvífica de Dios entre los
hombres. (TMA,14)
∙ año de perdón de los pecados y de las penas de los pecados
∙ año de reconciliación con Dios y entre los adversarios
∙ año de múltiples conversiones
∙ año de penitencia
∙ año de alegría por la salvación y de experimentar sus efectos en
nuestras vidas y en el mundo.
Esto es lo
que será el año 2000, y por ello debemos prepararnos para que todas esas
gracias sean acogidas en nuestros corazones y no se derramen en vano.
“Una cosa es cierta: cada uno es invitado a hacer cuanto esté en su mano
para que no se desaproveche el gran reto del año 2000, al que está
seguramente unida una particular gracia del Señor para la Iglesia y para
la humanidad entera”. (TMA, 55)
¿QuÉ gracias se esperan para el Jubileo del año 2000?
Según la TMA Gracias de conversión para toda la humanidad. Que
cada corazón se abra al amor y reinado de Cristo. Que la humanidad
acepte a Jesucristo como su Salvador, como el Redentor que vino a
liberarnos del pecado. Que la humanidad entera se abra a las gracias de
salvación. Abra de par en par las puertas al Redentor que viene a
salvarnos de nuestros pecados, de la muerte, de la destrucción. Que la
humanidad que se ha alejado del Padre, regrese a El a través de Cristo,
que vino en búsqueda del hombre para regresarlo al Padre.
A través de
esas gracias de conversión, el Santo Padre inspirado por el ES, nos dice
que podemos esperar:
1. Que la humanidad regrese a la fuente de la Redención: El Corazón de
Cristo.
2. Que el poder Redentor del Sacrificio de Cristo se derrame sobre todos
los corazones venciendo el pecado, el mal, el egoísmo, la violencia, la
idolatría e impureza...
3. Que la humanidad regrese al camino del amor y así se abran las
relaciones de fraternidad basadas en la justicia y la paz.
4. Que los que andan buscando caminos desconocidos de salvación
descubran que Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre y reconozcan en El
al único Salvador y Señor. El Camino, la Verdad y la Vida.
5. Que la Iglesia regrese al primer amor con corazón encendido y esté
dispuesta a seguir al Maestro por dondequiera que le lleve, incluso el
martirio.
6. Que todos en la Iglesia atesoren con fidelidad la verdad y enseñanzas
reveladas por Cristo y trasmitidas por el Magisterio.
7. Que se vayan disipando todos los obstáculos internos y externos que
bloquean la unidad de la Iglesia y de todos los cristianos.
8. Que en la Eucaristía la humanidad atrapada en la cultura de la muerte
encuentre a su Salvador que encarnado hace 2000 años en el seno de
María, sigue ofreciéndose como fuente de vida divina.
∙ El Santo Padre nos ha indicado en TMA, que el 2000 será un año
intensamente eucarístico. La Palabra que se hizo carne entre nosotros
hace 2000, continúa estando entre nosotros en su presencia real en la
Eucaristía.
∙ el 2000 se debe levantar a Cristo, pues cuando el sea levantado a
traerá a todos hacia el. Debe ser levantado muy en algo el Corazón
Eucarístico de Cristo.
∙ La Eucaristía es la vida del mundo. Es Cristo, la luz del mundo que
disipa la oscuridad. Es Cristo el único Salvador de la humanidad.
∙ Que interesante que lo primero que San Juan Bautista, dice a sus
discípulos cuando ve a Jesús es: “He ahí el Cordero de dios, que quita
el pecado del mundo”. No son estas las palabras que utiliza el sacerdote
cuando eleva la Eucaristía antes de la comunión? También el Santo Padre,
el precursor de este nueva presencia de Cristo en el mundo, nos dirige
en el 2000, a la Eucaristía, al Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo, que da vida y sacia todas las hambres y ansias del corazón del
hombre.
∙ Ante una humanidad que corre tras falsos salvadores, JPII, nos dice
que en el 2000 debemos decirle a todos: Aquí en la Eucaristía está el
Salvador del mundo.
Todo esto parece una meta imposible de alcanzar, pero para Dios nada es
imposible, si encuentra un pueblo preparado, un pueblo dispuesto con un
corazón dócil y puro. Dios encontró en la Stma. Virgen un corazón puro y
obediente, y por ello, hizo el milagro de la concepción virginal. Nada
es imposible para Dios si abrimos el corazón.
Es necesario preparar el corazón
Para que esas gracias de Redención, salvación, liberación se derramen en
nuestros corazones y ejerzan todo su poder en nosotros, tenemos que
prepararnos con las disposiciones interiores necesarias para abrirnos al
poder salvador de Cristo.
Si esta preparación va dirigida al corazón, debemos vivir este adviento
y el próximo año en una profunda interioridad. Un adviento de
profundidad interior. O sea, trabajar el corazón, purificarlo,
limpiarlo.... Nos dice el Santo Padre que debemos tener presente que
toda la fase de preparación se trata de una “autentica conversión del
corazón”
-mas libres de pecado e imperfecciones, impurezas.
-mas libres de los apegos a las cosas terrenas, idolatrías.
-mas libres del bullicio y la rapidez. Hay que hacer cambios en nuestras
actividades para dar cabida a la voz de Dios en nuestros corazones.
-mas honestos, haciendo un profundo examen de conciencia
-mas auténticos en nuestra búsqueda activa de santidad y virtud.
Zac 13:1-2 “Aquel día habrá una fuente abierta para la casa de David y
para los habitantes de Jerusalén, para lavar el pecado y la impurezas. Y
extirparé de esta tierra el nombre de los ídolos y el espíritu de
impureza los quitaré de esta tierra”.
No caigamos en el error de solo llenarnos de programas y actividades, y
olvidarnos que los mas importante es preparar el corazón. Recuerden que
los habitantes de Belén, que también eran parte de ese pueblo que
esperaba al Mesías, no supieron descubrir el momento de la visitación y
cerraron la puerta, porque sus casas estaban llenas de tantas cosas,
ruido y gentes. Este año, debe ser año de oración, penitencia y
conversión. Año de mas silencio interior. Año de esperar con las mismas
actitudes con que esperó la VS. Año de cumplir el mensaje de Joel 2:
“volved a mi de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos. Desgarrad
vuestros corazones”.
Si no hay conversión en los corazones, no podrá darse la paz, la unidad,
la fraternidad, la fidelidad y el amor. Se desperdiciaran las gracias
del Jubileo.
Importancia del ES
Solo el ES puede cambiar el corazón del hombre, desgarrarlo, traspasarlo
con el fuego purificador. "Solo podremos prepararnos para el Jubileo a
través del Espiritu Santo” (TMA). Es el ES el que arranca de nuestros corazones las
piedras y nos da un corazón nuevo: “Os rociaré con agua pura y quedaréis
purificados; de todas vuestras impurezas y de vuestras basuras os
purificaré. Y os daré un corazón nuevo, infundiré en vosotros un
espíritu nuevo, quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré
un corazón de carne” (Ez 36:25-26)
La preparación va dirigida al corazón, a la conversión de corazón, a
tener un:
1. corazón puro, “pues solo los puros de corazón verán a Dios” (Mat 5).
Si no tenemos un corazón purificado, no estaremos listos para “ver”,
“acoger” y “vivir” las manifestaciones de Dios. El triunfo es para los
que tienen el corazón puro, por ello es que la SV puede prometer, que
“al final mi Inmaculado Corazón triunfará sobre mal”.
2. Corazón humilde: reconociendonos pecadores necesitados de salvación.
Solo los que tienen corazón contrito y humilde y amor penitente, reciben
las gracias de redención. “El pueblo que andaba en tinieblas vio una luz
grande. Los que vivivían en tierra de sombras, una luz brillo sobre
ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría, alegría por
tu presencia" (Is 9, 1-2) . Necesitamos humildad para reconocer que no
somos “dignos de que El entre en nuestras casas y corazones, pero que
una sola palabra suya basta para sanarnos”.
Hay que preparar el corazón. Para los que preparan el corazón buscando
arrepentimiento y conversión, el anuncio del nacimiento del Mesías
esperado, se convierte en anuncio de alegría. Evoca en ellos profunda
alegría y agradecimiento, pues comprenden la necesidad de que llegue la
salvación "El ángel dijo a los pastores: no temáis les anuncio una gran
alegría que lo será para todo el pueblo, os ha nacido hoy, en la ciudad
de David, un salvador, que es el Cristo Señor". Como dice su SS JPII:
"el adviento es el tiempo de regocijarnos en el don que se nos ha dado,
El Salvador."
Para los que no preparan el corazón, se dejan distraer por las
preocupaciones de la vida, se envuelven en el ritmo del mundo y no
escuchan la voz de los que preparan el camino, el anuncio de la llegada
del Salvador se convierte en amenaza a sus egoísmos, a sus estilos de
vida e intereses personales: “ cuando el Rey Herodes oyó del nacimiento
de Cristo, por boca de los magos, se sobresaltó y quiso aniquilarlo”.
(Mt2)
Hermanos, preparemos nuestros corazones con un adviento de profunda vida
interior. Preparemos el pesebre de nuestros corazones para que las
gracias del Jubileo se den en plenitud en nosotros, en la Iglesia y en
el mundo entero. Que en el 2000, por el poder del ES, en el Corazón
Inmaculado de María Santísima y bajo la guía de JPII el precursor,
experimentemos con una nueva fuerza, con un dinamismo interior, el
evento de la Encarnación, el nacimiento del Salvador y la obra de
redención que vino a cumplir. “Lo que en la plenitud de los tiempos se
realizó por obra del Espíritu Santo, solamente por obra suya puede
surgir de la memoria de la Iglesia” (TMA 44) .