Carta de Navidad, 2002
Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM
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Queridos hermanos y hermanas:

“Vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo, pero al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer...” (Gal. 4, 3-5)


Por la Encarnación del Verbo, Dios entra en la historia humana. En un momento específico, en la plenitud de los tiempos, Dios hecho hombre viene al mundo para salvar a los hombres y transformar la historia.

En un momento específico, en un momento histórico, Dios hecho Hombre, viene al mundo. Entra en el mundo, en la vida de los hombres y en la historia. ¡Entra en la historia!

“Cristo, Verdadero Dios y verdadero hombre, es Señor de la historia, de la que es el Alfa y la Omega” (Ap 1,8) “el Principio y el Fin” (Ap 21,6). En El, el Padre ha dicho la palabra definitiva sobre el hombre y sobre la historia.” (TMA, 5)

Con la Encarnación del Verbo, el tiempo, la historia, alcanzan su plenitud y por ello, el tiempo se divide en dos: antes de Cristo y después de Cristo. El tiempo llegó a su plenitud cuando Dios entró en él, introduciéndose en la historia del hombre. Al Dios entrar en el tiempo, lo redime y el tiempo llega a ser una dimensión de Dios. ¡Dios entra en la historia! De aquí el deber de santificar la historia, de dejar que su gracia salvadora entre continuamente en la historia y en nuestra historia.

La Santísima Virgen, con su fiat, abrió el camino de la manifestación de Dios al mundo. Ella representando a la humanidad, abre de par en par las puertas para la venida del Salvador e introduce a Dios en el mundo y en la historia. ¡Cuánto dependió de su fiat! Nos dice San Bernardo: “Nunca la historia del hombre tanto dependió, como entonces, del consentimiento de la criatura humana”.

Por la plena cooperación de María Santísima, Dios hecho hombre entra en la historia humana. Por su fiat, se convierte en la portadora por excelencia de este gran don de misericordia para el mundo. La Virgen María es modelo y maestra para cada generación que debe en su momento histórico atraer la misericordia y la salvación de Cristo al mundo. Por ello en el Magníficat nos dice: “Su misericordia alcanza de generación en generación”. (Luc. 2, 50)

Nuestra generación, nuestro mundo, nuestras familias, nuestras naciones padecen una gran crisis que desorienta todo su sentido y su fin. Es la crisis de querer construir su historia sin Dios. Sin embargo, la única esperanza para el hombre de hoy es que Dios intervenga en su historia, una historia marcada por la violencia, la corrupción, el egoísmo, la mentira, la injusticia, el error... La única solución para el mundo contemporáneo, para nuestro momento histórico, es que la luz de Cristo brille, traspasando las nubes oscuras que han sombreado el horizonte de nuestra historia.

Les invito en esta Navidad a que sean portadores de la misericordia de Dios para nuestra historia. Abramos las puertas de par en par al único Salvador, permítanle entrar en su historia personal, en las de sus familias, en las de sus vecindarios, ciudades, naciones... Que hoy la historia sea transformada por la entrada de Dios en ella. Nos toca a nosotros decir hoy nuestro fiat, como María Santísima, y ser portadores de la luz de Cristo a nuestra historia, a nuestro momento histórico.


En el Corazón del Niño Jesús y el Corazón de Su Madre,

Madre Adela Galindo
Fundadora SCTJM

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