LA CARIDAD FRATERNA:
Signo del Reino de los Dos Corazones
Madre Adela Galindo, SCTJM
Fundadora
©
Solo para uso privado
El reino de los Dos Corazones
es el reino del amor
• Revelar el amor de los Dos
Corazones, es amar hasta el extremo. Nuestra misión es amar con sus
Corazones.
Debemos dejar que el corazón sea traspasado por su
Caridad divina, arrancando nuestros egoísmos y dándonos un corazón
que ama hasta el extremo.
• Dios es amor... quien ama a Dios, participa de su amor y lo da,
edificando así el amor en los demás.
• es el reino que construye una civilización de amor.
• esta civilización se construye con el ejercicio verdadero y
constante del amor y la caridad fraterna.
• conocerán que son mis discípulos cuando vean como se aman.
• el amor es la razón de nuestra creación, de nuestra vida y es la
plenitud de nuestra vida en Dios.
• Al final seremos juzgados por el amor.
La caridad no es solamente la mas excelsa de las virtudes cristianas
y la que orienta todas las demás a su fin sobrenatural, sino que
ella sola, en su triple dimensión- Dios, el prójimo y uno mismo-
resume y compendia toda la ley y los profetas. (Mt 22, 35-40)
El amor a Dios es la primera y mas excelente forma de la caridad
sobrenatural, hasta el punto de que valora y condiciona a los otros
dos aspectos del amor caritativo, y solo vinculados a Él, adquieren
su mayor fuerza y su razón, le da valor en orden a la vida eterna.
Amor sin relación al Amor a Dios, es un amor natural de sí mismo, no
sobrenatural. En esta reflexión estudiaremos la caridad al prójimo,
base de toda relación de comunidad o de familia espiritual.
Triple fundamento de la caridad fraterna
La caridad fraterna se apoya y descansa en un triple fundamento:
Su naturaleza es Dios: Dios es
amor. La caridad ama a Dios con todo el corazón, alma, ser... y a
todas las demás cosas en Dios, por Dios y para Dios.
• cualquier amor que no tenga por fundamento y motivo la bondad de
Dios deja de ser caridad, para convertirse en un amor puramente
natural. Un amor natural en cual uno busca compañía, con quien
hablar y afectividad.
Por el Bautismo somos
Miembros de un solo Cuerpo:
• todos los bautizados estamos
íntimamente unidos entre si y con nuestra divina Cabeza, que es
Cristo. (1 Cor. 12, 12-28)
• todos formamos con Cristo un solo cuerpo. Y así como en el cuerpo
u organismo humano hay una perfecta solidaridad entre sus miembros,
de modo que, cuando uno solo de ellos sufre o goza, repercute a
todos los demás, así los miembros del Cuerpo místico de Cristo
debemos sentirnos íntimamente solidarios unos con otros, como San
Pablo (2 Cor 11,29) (1 Cor 9: 19-22).
Amar a Dios y al hermano,
mandamiento nuevo:
La caridad es universal. Esta
caridad universal, debe hacerse todo para todos debe ser señal de
nuestra condición de discípulos de Cristo. No es filantropía natural
o simple beneficencia.
• no se debe amar al prójimo únicamente por solidaridad humana, ni
solo por sus cualidades humanas, ni con miras exclusivas a su bien
terreno. El amor debe abarcar a la persona completa, con sus
elementos naturales y sobrenaturales. Hay que amar su humanidad pero
sobretodo amarle por ser hijos de Dios, herederos del cielo.
Preferir en ellos la vida divina a todo lo demás y trabajar
ardientemente para proveérsela, aunque para esto tengamos que
sacrificarnos.
• El amor al prójimo es la segunda parte del gran mandamiento: “amar
a Dios y al prójimo”. Por ello, el apóstol San Juan nos dice en la 1
carta 4, 20-21: que quien dice que ama a Dios pero aborrece al
hermano, es un mentiroso.
• El beato Columba Marmion nos dice:
• quien se entrega a Cristo y ama
a su hermano, hace grandes progresos en la vida espiritual.
• quien se entrega a la oración, actividades religiosas, pero
cierra su corazón a algún hermano, se puede estar seguro que hay
parte de ilusión en su vida de oración. Ya que la oración no
tiene otra finalidad que someter el alma a la plena voluntad de
Dios, pero cerrándose a algún prójimo, el alma se cierra a
Cristo, al deseo mas grande de Cristo: “que todos sean uno” Juan
17,22-33). La verdadera santidad resplandece en la caridad.
• La menor frialdad, reserva, palabra, juicio contra el hermano
voluntario, constituirá un obstáculo, de diferente grado, a
nuestra unión con Cristo. Por eso nos dijo que antes de ir al
altar a presentar nuestra ofrenda, y nos acordamos que hay
alguien que tiene algo con nosotros, hay que reconciliarse. (Mt
5: 23-24) Al comulgar recibimos el Cuerpo físico de Cristo y su
Cuerpo Místico.
• San Pablo, el que tanto nos habló de ser un solo cuerpo,
sufría grandemente ante las divisiones, discordias, envidias,
habladurías, que habían entre los cristianos. “Un mismo sentir”.
• esta unidad fruto del bautismo, tiene una expresión mayor
cuando el Espíritu Santo nos lleva a entrar en comunión con
hermanos en una comunidad o en una familia espiritual,
asociación etc.
Características de la Caridad
fraterna
Cuando el Espíritu Santo nos vincula
en una familia espiritual, hay una serie de caracteres que deben
revestir la caridad fraterna.
1. Sentir interiormente
una gran estima hacia todos los hermanos.
La caridad es hermana de la
humildad, jamás se hincha, no subsiste con el orgullo, que es la
hinchazón de un alma llena de si misma; es atenta a las cualidades
ajenas y a los defectos propios, y da señales claras, en las
ocasiones apropiadas de esa clara preferencia.
• tendencia: cerrar los ojos a la cualidades de los demás, ver sus
defectos, y no ver los nuestros.
• la caridad impide que denigremos la imagen de otro ante mis
propios ojos y ante los demás.
• no permitirse nada contrario al amor, ni permitirlo a los demás
(cf. Rom. 12).
2. Tratar al prójimo con
respeto y cordialidad.
• la caridad honra a aquellos a
quien se estima: hace que se tome en cuenta sus realidades,
condiciones diversas, educación, heridas, etc.
• la caridad no es simplemente tener reglas de urbanidad, sino que
verdaderamente llevando a la abnegación y al sincero afecto, pone
gracia en el rostro, benignidad en los labios, afabilidad en la
mirada, dulzura en las palabras, honra, delicadeza, tacto,
cordialidad.
• esa urbanidad fruto de la abnegación y de la humildad, y sobretodo
de la caridad es el arte de saber vencerse a si mismo y pensar en el
otro.
3. Ser de igual sentir que
sus hermanos
• no estar tan apegados a nuestra
manera de ver y obrar. Sino seguir la forma de vida y de actuar que
ha inspirado el Espíritu Santo y es el carisma de la familia
espiritual a la que pertenecemos.
• no ser de espíritu susceptible que se ofende por nada o por
cualquier cosa, incapaces de disimular o suportar cualquier falta.
• ni de espíritu quisquilloso que goza contradiciendo, imponiendo su
idea,
• ni de espíritu independiente, que se erigen como arbitro supremos
del talento y de la virtud
• ni de espíritu suspicaces que rumian en su corazón y que
consideran que cada palabra es dirigida intencionalmente a ellos.
• ni descontentos que hayan molesto toda indicación que se les de.
• imperiosos, que imponen sus opiniones y rehúsan adherirse a la de
los demás, por justas que sean, solo por que no las han concebido
ellos o no las han emitido primero.
• ni burlones, que siempre quieren hacer relucir en broma el defecto
del otro
• ni grandes habladores, que monopolizan la conversación, sin dejar
libertad a otro de expresarse y mostrar sus conocimientos.
4. Acomodarse a los
diferentes temperamentos
• el que está animado por la
caridad, pacientemente y en silencio, con sentimientos de gran
humildad y de mansedumbre, sabe sobrellevar a todos los
temperamentos hasta los mas difíciles, aunque a veces experimente
dificultad en su corazón ante ellos.
• comprende que para que unos le sufran a uno; uno debe saber sufrir
a los demás. Para que lo amen debe amar, para que lo ayuden debe
ayudar, para que le causen agrado debe primero causarlo.
• Para poder tener paz en medio de tantos diferentes caracteres,
intereses diferentes, solo se puede lograr si se sabe condescender,
no imponer mi persona y mis formas, ceder, abrazar privaciones,
renunciar a mis ideas y planes aunque me parezcan perfectos, y
quitar la vista de muchos males y defectos que no tiene la misión ni
el poder de evitar.
• la caridad verdadera no busca excepciones ni privilegios, los
desea para todos no para si misma. No está en competencia con los
demás, no envidia los dones que otro posee o se le concede. Combate
las antipatías y las aversiones naturales, esforzándose por no
dejarlas aparecer, y hasta busca la compañía de los que son objeto
de ellas.
• la caridad sabe guardar silencio, saber cuando hablar. Sabe
reconocer con honestidad su error ante el otro.
• Trabaja ardientemente por corregir sus defectos: si no puedo
cambiar rápidamente las cosas en mi, porque las quiero cambiar así
de rápido en los demás? Queremos mucho que los demás sean perfectos,
y no nos cuidamos de nosotros ser primero perfectos. Queremos que se
corrija severamente a los demás, y nosotros nos molestamos si somos
corregidos. Nos desagrada si hay condescendencia con los demás, pero
esperamos que se sea con nosotros. Queremos que los demás sigan con
perfección las
reglas, pero nosotros nos revelamos si nos refrenan en algo. Amamos,
entonces, al prójimo como a uno mismo? Esto hermanos, es el primer
escalón, por que hay que llegar a amarlo mas que a uno mismo (Jesús,
María Santísima, los santos) (Imitación de Cristo de Kempis)
5. No negar ningún
servicio razonable y hacer el servicio, o disculparse por no poder
hacerlo con amabilidad.
• La caridad hace todo lo que
puede y cuando hace poco, desea hacer mucho. No pierde ocasión de
consolar, de dar, de sacrificarse, de tomar para sí lo mas difícil,
a ejemplo de Jesús que vino a servir y no a ser servido.
• la caridad perfecta hace los mayores sacrificios en las cosas
cotidianas, escondidas, en las que nadie verá.
• la caridad sabe dar, como sabe negar. Pero al negar, debe ser por
el bien del alma, por no ceder a caprichos de la carne, no fomentar
el egoísmo. Pero aun allí, debe saber negar, sin hacerlo hiriendo,
ni humillando.
6. Gozarse con los que
gozan, llorar con los que lloran
• en nosotros mismos el alma,
experimenta momentos de alegría y dolor, es parte de la vida humana.
También se experimenta en el cuerpo o familia espiritual. Esta
experiencia es fruto de la caridad, por que nos hace de un mismo
corazón. Pasamos de la frialdad de lo mío o lo tuyo, a ardiente de
lo nuestro.
• se entristece ante las pruebas a que están sometidos. Ante sus
pesares, sus tribulaciones, sus necesidades, y sabe hacerse presente
para consolar y hacer con él, lo que en circunstancias iguales,
desearía que hicieran con él.
• se regocija ante la estimación y la confianza con que los demás
son honrados; sin compararse si ellos lo son. Se alegran de los
éxitos de sus apostolados, trabajo, etc. ante los dones de la
naturaleza y de la gracia con que son adornados; les felicita por
ellos y da gracias a Dios.
• si la compasión sabe acompañar y suavizar las penas de los demás,
haciéndolas propias, de otra parte hace las alegrías de otros
propias y así las multiplica.
• no envidiar los privilegios de otros, o aprovecharse para pedir
privilegios para si.
El pecado mas bajo contra la caridad es la envidia:
• todo se lo dan a mi hermano y no me lo dan a mi. Indagación,
curiosidad, medir y calcular.
• la envidia se convierte en resentimiento, y se bloquea al amor.
• la envidia hace daño con comentarios, chismes, recriminaciones,
insinuaciones. Quien envidia quiere vengarse haciendo amargo cada
momento de la persona que envidia. Lanza dardos de maledicencia, de
la calumnia a veces; la envida compara, juzga, obsesiona, llega
incluso a exagerar o inventar.
• por envidia o celos, se califica a la persona, hay palabras secas,
se está observando lo que el otro hace o no hace, hay repulsas
amargas y palabras burlonas o sarcásticas.
7. No irritarse por las
injusticias recibidas
• es necesario perdonar y volver
el bien por mal, como nos perdona el Señor, nos hizo siempre bien
por mal.
• Una imagen muy sencilla de la caridad ante la injusticia: “cuando
se pisa una violeta, esta flor no levanta altiva su cabeza, solo por
la suavidad de su perfume conoce su existencia el que la pisa”.
• cuando recibe una ofensa o injusticia, excusa, lo advierte como
equivocación, y a lo máximo como una ligerísima malicia.
Generalmente se acusa de haber sido causante del incidente. Jamás
guarda en su corazón un sentimiento negativo contra su hermano, y
trata en lo mas posible, de que su hermano no guarde algo contra él.
“Todo lo excusa y todo lo soporta” (1 Cor 13), en todo momento y
situación.
8. Pedir perdón y confesar
humildemente nuestra falta o error.
• En una situación difícil se
debe siempre pedir perdón. Eso hace que la tempestad se calme.
San Juan Crisóstomo: “Ante quien os ofenda, cerrad la boca; que si
la abrís no haréis mas que aumentar la tempestad. Estáis en una
habitación, entre dos puertas abiertas, y entra un viento
huracanado; cerrad pronto una, y al instante cesará el ruido,
perdiendo su impetuosidad. Esas dos ventanas son dos bocas que
pueden hacerse tanto mal, si se cierra una, cesará la tempestad.”
• por la boca, se cometen graves pecados contra el amor. Santa
Gertrudis nos dice que la lengua tiene el privilegio de ser el
miembro del cuerpo que puede anunciar los misterios de amor de
Jesús, pero que también si no se hace penitencia en ella, puede ser
la que lanza las piedras contra el amor.
• siempre que se ha herido al amor, hay que reparar. Primera
reparación: pedir perdón a quien se ofendió. Segunda: si ha sido con
otros, ir a pedir perdón a los demás y humillarse confesando su
falta.
Tercera: no hacerlo jamás sino mas bien al contrario.
9. Rodear de cuidados a
los mas débiles: enfermos, viudas, huérfanos, huéspedes, recién
llegados.
• A los enfermos: visitarles, ver
sus necesidades físicas y espirituales. Procurarles el alivio.
• a los ancianos: cuidándolos y haciéndoles ver su utilidad.
• a los huéspedes o nuevos, recién llegados: acoger, pasar tiempo
con ellos, hacerlos sentir parte de la familia. No quedarme con mi
grupito, sino acoger a todos, especialmente al último que llegó.
10. Orar mucho por todos
• tener presente que soy parte de
una familia, integrada por muchos. Llevar en mis oraciones y
sacrificios las intenciones de todos: aunque estén en otro país.
• por los difuntos, los enfermos, las intenciones especiales, etc.
11. Interesarse de corazón
por todo lo que atañe a la familia espiritual a la que pertenezco
• interesarse no por curiosidad o
para ver que beneficio me trae. Interesarse para servir y trabajar.
• no puede concentrarse solo en lo que el hace, sino en lo que hace
todo el cuerpo.
• estar atento a las necesidades de los otros para sus misiones
12. Aprende de las
virtudes de los demás
• se reconoce necesitado de
virtud y por ello, desea aprender de la virtud del otro. Quiere
alcanzar virtud para ser semejante a Cristo y a la Virgen, y para
enriquecer al cuerpo.
Prohibida la
reproducción
de esta enseñanza de la Madre Adela Galindo, excepto para uso personal.
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