De Corazón a Corazón / Noviembre
Los Pastorcitos de Fátima

Madre Adela Galindo
Fundadora, SCTJM
Solo para uso privado -©

Queridos hermanos y hermanas:

El pasado 13 de octubre , en la Misa de Aniversario del Milagro del sol en Fátima, el obispo de Sousa Ferreira anunció que el próximo 9 de abril del 2000, serán beatificados en la plaza de San Pedro en Roma, dos de los tres niños videntes de dicha aparición: Francisco y Jacinta, quienes fallecieron en 1919 y 1920 respectivamente. ¡Qué gran alegría para la Iglesia! ¡Qué gran alegría para los que aman el Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen!

Francisco y Jacinta se convertirán en los primeros niños, no mártires, en ser beatificados. La Iglesia reconoce con esta beatificación que ellos vivieron una vida de heroica virtud y santidad, y que están gozando de la gloria celestial. A partir del 9 de abril, podremos llamarles, con gran entusiasmo: Beatos Francisco y Jacinta.

En 1916 estos "pastorcitos", junto con su prima Lucía, quien todavía vive y es religiosa carmelita, recibieron apariciones del Ángel de la Paz, quien en uno de sus tres mensajes, les dijo: "¡Rezad, Rezad, mucho! Los Corazones de Jesús y de María tienen designios de misericordia sobre vosotros". Estos designios de misericordia se manifestarían un año mas tarde cuando, el 13 de mayo de 1917, recibieron la primera aparición de la Santísima Virgen, las cuales durarían hasta el 13 de octubre, culminando con el gran milagro del sol. Estas apariciones de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, se consideran uno de los grandes eventos espirituales de este siglo, cuyo mensaje tiene implicaciones trascendentales no solo para la Iglesia, sino también para toda la humanidad.

Francisco y Jacinta, de 9 y 7 años respectivamente, respondieron con gran generosidad a la invitación que Nuestra Señora les propuso desde su primera aparición: "¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera mandaros, en reparación por los pecados con que es ofendido y como súplica por la conversión de los pecadores?" El sí que dieron en ese momento, se convirtió en la vocación de sus vidas ya que la Virgen continuó diciéndoles: "Tendréis mucho que sufrir, pero la gracia de Dios os confortará". Fueron llamados por el Señor a través de los labios de la Stma. Virgen a ser almas víctimas, ofreciendo sus vidas y abrazando todos los sufrimientos, por la conversión de los pecadores y en reparación a los Dos Corazones.

Francisco se convirtió en un niño contemplativo y se distinguió por su amor reparador a Jesús en la Eucaristía. El entendía el mensaje de Nuestra Señora como un llamado a consolar al Señor, "quien es tan ofendido", haciendole compañía por largas horas en el Santísimo Sacramento. A Lucía una vez le dijo: "Jesucristo es el Dios escondido y humilde, es el Rey del cielo oculto en el Sacramento y es muy olvidado por los hombres. Cuán justo es que ya no viva yo sino para desagraviarle y amarle hasta mi muerte". Así vivió Francisco después de las apariciones: amando, adorando, reparando y consolando al Corazón Eucarístico de Jesús hasta su muerte... Su única angustia durante su dolorosa enfermedad y agonía era no tener fuerzas para rezar más y para decirle a Jesús cuánto lo amaba.

Jacinta, después de la aparición del 13 de julio en donde contempló el infierno y tantas almas que van ahí porque pocos oran y hacen sacrificios para salvarles, se convirtió en apóstol de las almas en peligro de ir al infierno. Era consumida por una sed insaciable de salvar almas y por esto, no perdía ni una sola oportunidad de ofrecer sacrificios por los pobres pecadores. Vivió en espíritu penitente y murió en medio de grandes dolores físicos, aunque siendo el mas agudo, el dolor de su corazón. Murió sola, en un hospital de Lisboa, separada de su familia y de Lucía, su prima y gran confidente.

Meditar en la vida de Francisco y Jacinta, es profundizar en el impacto tan profundo que hizo en ellos la visita de Nuestra Madre y su mensaje tan urgente. Ellos acogieron con total obediencia y generosidad las palabras de la Virgen de Fátima. Ellos se convierten para nosotros en modelos de amor, reparación y entrega a los Corazones de Jesús y María. Ruego a Nuestra Señora, que a través de su Inmaculado Corazón recibamos las gracias que necesitamos para que también nosotros participemos con la misma disposición de corazón en la misión de atraer con nuestras vidas, oraciones, sufrimientos y sacrificios, el triunfo del Inmaculado Corazón... el reinado de los Dos Corazones.

Madre Adela Galindo, SCTJM


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