Oficio de lectura, XVI
sábado del tiempo ordinario
Sentimos el corazón ensanchado
San Juan
Crisóstomo,
Homilías sobre II Corintios
Homilía 13,1-2
Sentimos el corazón ensanchado. Del mismo
modo que el calor dilata los cuerpos, así también la caridad
tiene un poder dilatador, pues se trata de una virtud cálida y
ardiente. Esta caridad es la que abría la boca de Pablo y
ensanchaba su corazón. «No os amo sólo de palabra –es como si
dijera–, sino que mi corazón está de acuerdo con mi boca; por
eso, os hablo confiadamente, con el corazón en la mano». Nada
encontraríamos más dilatado que el corazón de Pablo, el cual,
como un enamorado, estrechaba a todos los creyentes con el
fuerte abrazo de su amor, sin que por ello se dividiera o
debilitara su amor, sino que se mantenía íntegro en cada uno de
ellos. Y ello no debe admirarnos, ya que este sentimiento de
amor no sólo abarcaba a los creyentes, sino que en su corazón
tenían también cabida los infieles de todo el mundo.
Por esto, no dice simplemente: «Os amo», sino que emplea esta
expresión más enfática: «Nos hemos desahogado con vosotros,
sentimos el corazón ensanchado; os llevamos a todos dentro de
nosotros, y no de cualquier manera, sino con gran amplitud».
Porque aquel que es amado se mueve con gran libertad dentro del
corazón del que lo ama; por esto, dice también: Dentro de
nosotros no estáis encogidos, sois vosotros los que estáis
encogidos por dentro. Date cuenta, pues, de cómo atempera su
reprensión con una gran indulgencia, lo cual es muy propio del
que ama. No les dice: «No me amáis», sino: «No me amáis como
yo», porque no quiere censurarles con mayor aspereza.
Y, si vamos recorriendo todas sus cartas, descubrimos a cada
paso una prueba de este amor casi increíble que tiene para con
los fieles. Escribiendo a los romanos, dice: Tengo muchas ganas
de veros; y también: Muchas veces he tenido en proyecto haceros
una visita; como también: Pido a Dios que alguna vez por fin
consiga ir a visitaros. A los gálatas les dice: Hijos míos, otra
vez me causáis dolores de parto; y a los efesios: Por esta
razón, doblo las rodillas por vosotros; a los tesalonicenses:
¿Quién sino vosotros será nuestra esperanza, nuestra alegría y
nuestra honrosa corona? Añadiendo, además, que los lleva consigo
en su corazón y en sus cadenas.
Asimismo escribe a los colosenses: Quiero que tengáis noticia
del empeñado combate que sostengo por vosotros y por todos los
que no me conocen personalmente; busco que tengáis ánimos; y a
los tesalonicenses: Como una madre cuida de sus hijos, os
teníamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el
Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas. Dentro
de nosotros no estáis encogidos, dice. Y no les dice solamente
que los ama, sino también que es amado por ellos, con la
intención de levantar sus ánimos. Y da la prueba de ello,
diciendo: Tito nos habló de vuestra añoranza, de vuestro llanto,
de vuestra adhesión a mí.