Oficio de lectura, XV
lunes del tiempo ordinario
Renacemos del agua y del Espíritu
Santo
San Ambrosio,
obispo,
Tratado sobre los misterios
Nums 8-11
¿Qué es lo que viste en el bautisterio? Agua,
desde luego, pero no sólo agua; viste también a los diáconos
ejerciendo su ministerio, al obispo haciendo las preguntas de ritual
y santificando. El Apóstol te enseñó, lo primero de todo, que no
hemos de fijarnos en lo que se ve, sino en lo que no se ve;
lo que se ve es transitorio, lo que no se ve es eterno. Pues,
como leemos en otro lugar, desde la creación del mundo, las
perfecciones invisibles de Dios, su poder eterno y su
divinidad, son visibles por sus obras. Por esto, dice el Señor
en persona: Aunque no me creáis a mí, creed a las obras.
Cree, pues, que está allí presente la divinidad. ¿Vas a creer en su
actuación y no en su presencia? ¿De dónde vendría esta actuación sin
su previa presencia?
Considera también cuán antiguo sea este misterio,
pues prefigurado en el mismo origen del mundo. Ya en el principio,
cuando hizo Dios el cielo y la tierra, el Espíritu –leemos–
se cernía sobre la faz de las aguas. Y si se cernía es porque
obraba. El salmista nos da a conocer esta actuación del espíritu en
la creación del mundo, cuando dice: La palabra del Señor hizo el
cielo; el Espíritu de su boca, sus ejércitos. Ambas cosas, esto
es, que se cernía y que actuaba, son atestiguadas por la palabra
profética. Que se cernía, lo afirma el autor del Génesis, que
actuaba, el salmista.
Tenemos aún otro testimonio. Toda carne se había
corrompido por sus iniquidades. Mi espíritu no durará por
siempre en el hombre –dijo Dios–, puesto que es de carne.
Con las cuales palabras demostró que la gracia espiritual era
incompatible con la inmundicia carnal y la mancha del pecado grave.
Por esto, queriendo Dios reparar su obra, envió el diluvio y mandó
al justo Noé que subiera al arca. Cuando menguaron las aguas del
diluvio, soltó primero un cuervo, el cual no volvió, y después una
paloma que, según leemos, volvió con una rama de olivo. Ves cómo se
menciona el agua, el leño, la paloma, ¿y aún dudas del misterio?
En el agua es sumergida nuestra carne, para que
quede borrado todo pecado carnal. En ella quedan sepultadas todas
nuestras malas acciones. En un leño fue clavado el Señor Jesús,
cuando sufrió por nosotros su pasión. En forma de paloma descendió
el Espíritu Santo, como has aprendido en el nuevo Testamento, el
cual inspira en tu alma la paz, en tu mente la calma.