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Oficio de lectura,
miércoles XIV del tiempo ordinario Acerca de la eucaristía
Del antiguo opúsculo
denominado Doctrina de los doce apóstoles
Caps. 9,1-10,6; 14,1-3
Respecto a la acción de gracias, lo haréis de esta
manera: Primeramente sobre el cáliz:
«Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña
de David, tu siervo, la que nos diste a conocer por medio de tu siervo
Jesús. A ti sea la gloria por los siglos». Luego sobre el pan partido:
«Te damos gracias, Padre nuestro, por la vida y el
conocimiento que nos manifestaste por medio de tu siervo Jesús. A ti sea
la gloria por los siglos. Como este pan estaba disperso por los montes y
después, al ser reunido, se hizo uno, así sea reunida tu Iglesia de los
confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder
por Jesucristo eternamente».
Pero que de vuestra acción de
gracias coman y beban sólo los bautizados en el nombre del Señor, pues
acerca de ello dijo el Señor: No deis
lo santo a los perros.
Después de saciaros, daréis gracias de esta manera:
«Te damos gracias, Padre santo, por tu santo nombre,
que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento y la fe y
la inmortalidad que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A
ti sea la gloria por los siglos. Tú, Señor omnipotente, creaste todas
las cosas por causa de tu nombre y diste a los hombres comida y bebida
que disfrutaran de ellas. Pero, además, nos has proporcionado una comida
y bebida espiritual y una vida eterna por medio de tu Siervo. Ante todo,
te damos gracias porque eres poderoso. A ti sea la gloria por los
siglos.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia, para librarla de
todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y congrégala de los cuatro
vientos, ya santificada, en el reino que has preparado para ella. Porque
tuyo es el poder y la gloria por siempre.
Que venga tu gracia y que pase
este mundo. ¡Hosanna al Dios de David! El que sea santo, que se acerque.
El que no lo sea, que se arrepienta.
Maranatha. Amén».
Reunidos cada domingo, partid el pan y dad gracias,
después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro
sacrificio sea puro.
Pero todo aquel que tenga
alguna contienda con su compañero, no se reúna con vosotros, sin antes
haber hecho la reconciliación, a fin de que no se profane vuestro
sacrificio. Porque éste es el sacrificio del que dijo el Señor:
En todo lugar y en todo tiempo se me ofrecerá
un sacrificio puro, porque yo soy rey grande, dice el Señor, y mi nombre
es admirable entre las naciones.
Oración
Oh Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo
levantaste a la humanidad caída, concede a tus fieles la verdadera
alegría, para que quienes han sido librados de la esclavitud del pecado
alcancen también la felicidad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.
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Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús
y María
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