Oficio de lectura,
sábado IV
semana
de pascua
A todos alcanzó la misericordia
divina
Del comentario de
san Cirilo de
Alejandría, obispo, sobre
la
carta a los Romanos
Cap 15,7
Nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo y
somos miembros los unos de los otros, y es Cristo quien nos une
mediante los vínculos de la caridad, tal como está escrito:
Él ha hecho de los dos
pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los
separaba: el odio. Él ha abolido la ley con sus mandamientos y
reglas. Conviene, pues, que tengamos un mismo sentir:
que, si un miembro sufre, los demás miembros sufran con él y que, si
un miembro es honrado, se alegren todos los miembros.
Acogeos mutuamente –dice el
Apóstol–, como
Cristo os acogió para gloria de Dios. Nos acogeremos
unos a otros si nos esforzamos en tener un mismo sentir; llevando
los unos las cargas de los otros, conservando
la unidad del Espíritu,
con el vínculo de la paz. Así es como nos acogió Dios a
nosotros en Cristo. Pues no engaña el que dice:
Tanto amó Dios al mundo,
que le entregó su Hijo por nosotros. Fue entregado, en
efecto, como rescate para la vida de todos nosotros, y así fuimos
arrancados de la muerte, redimidos de la muerte y del pecado. Y el
mismo Apóstol explica el objetivo de esta realización de los
designios de Dios, cuando dice que Cristo consagró su ministerio al
servicio de los judíos, por exigirlo la fidelidad de Dios. Pues,
como Dios había prometido a los patriarcas que los bendeciría en su
descendencia futura y que los multiplicaría como las estrellas del
cielo, por esto apareció en la carne y se hizo hombre el que era
Dios y la Palabra en persona, el que conserva toda cosa creada y da
a todos la incolumidad, por su condición de Dios. Vino a este mundo
en la carne, mas no para ser servido, sino, al contrario, para
servir, como dice él mismo, y entregar su vida para la redención de
todos. Él afirma haber venido de modo visible para cumplir las
promesas hechas a Israel. Decía en efecto:
Sólo me han enviado a
las ovejas descarriadas de Israel. Por esto, con verdad
afirma Pablo que Cristo consagró su ministerio al servicio de los
judíos, para dar cumplimiento a las promesas hechas a los padres y
para que los paganos alcanzasen misericordia, y así ellos también le
diesen gloria como a creador y hacedor, salvador y redentor de
todos. De este modo alcanzó a todos la misericordia divina, sin
excluir a los paganos, de manera que el designios de la sabiduría de
Dios en Cristo obtuvo su finalidad; por la misericordia de Dios, en
efecto, fue salvado todo el mundo, en lugar de los que se habían
perdido.
Oración
Dios todopoderoso y eterno, concédenos vivir
siempre en plenitud el misterio pascual, para que, renacidos en el
bautismo, demos fruto abundante de vida cristiana y alcancemos,
finalmente, las alegrías eternas. Por nuestro Señor Jesucristo.