Oficio de Lectura, 27
Septiembre,
San Vicente de
Paúl
Presbítero
El servicio
a los pobres ha de ser preferido a todo
De los escritos de san Vicente de
Paúl, presbítero
Carta 2.546
Nosotros no debemos estimar a los pobres
por su apariencia externa o su modo de vestir, ni tampoco
por sus cualidades personales, ya que, con frecuencia, son
rudos e incultos. Por el contrario, si consideráis a los
pobres a la luz de la fe, os daréis cuenta de que
representan el papel del Hijo de Dios, ya que él quiso
también ser pobre. Y así, aun cuando en su pasión perdió
casi la apariencia humana, haciéndose necio para los
gentiles y escándalo para los judíos, sin embargo, se
presentó a éstos como evangelizador de los pobres: Me ha
enviado para anunciar el Evangelio a los pobres.
También nosotros debemos estar imbuidos de estos
sentimientos e imitar lo que Cristo hizo, cuidando de los
pobres, consolándolos, ayudándolos y apoyándolos.
Cristo, en efecto, quiso nacer pobre,
llamó junto a sí a unos discípulos pobres, se hizo él mismo
servidor de los pobres, y de tal modo se identificó con
ellos, que dijo que consideraría como hecho a él mismo todo
el bien o el mal que se hiciera a los pobres. Porque Dios
ama a los pobres y, por lo mismo, ama también a los que aman
a los pobres ya que, cuando alguien tiene un afecto especial
a una persona, extiende este afecto a los que dan a aquella
persona muestras de amistad o de servicio. Por esto,
nosotros tenemos la esperanza de que Dios nos ame, en
atención los pobres. Por esto, al visitarlos, esforcémonos
en cuidar del pobre y desvalido, compartiendo sus
sentimientos, de manera que podamos decir como el Apóstol:
Me he hecho todo a todos. Por lo cual, todo nuestro
esfuerzo ha de tender a que, conmovidos por las inquietudes
y miserias del prójimo, roguemos a Dios que infunda en
nosotros sentimientos de misericordia y compasión, de manera
que nuestros corazones estén siempre llenos de estos
sentimientos.
El servicio a los pobres ha de ser
preferido a todo, y hay que prestarlo sin demora. Por esto,
si en el momento de la oración hay que llevar a algún pobre
un medicamento o un auxilio cualquiera, id a él con el ánimo
bien tranquilo y haced lo que convenga, ofreciéndolo a Dios
como una prolongación de la oración. Y no tengáis ningún
escrúpulo ni remordimiento de conciencia si, por prestar
algún servicio a los pobres, habéis dejado la oración; salir
de la presencia de Dios por alguna de las causas enumeradas
no es ningún desprecio a Dios, ya que es por él por quien lo
hacemos.
Así pues, si dejáis la oración para acudir
con presteza en ayuda de algún pobre, recordad que aquel
servicio lo prestáis al mismo Dios. La caridad, en efecto,
es la máxima norma, a la que todo debe tender: ella es una
ilustre señora, y hay que cumplir lo que ordena. Renovemos,
pues, nuestro espíritu de servicio a los pobres,
principalmente para con los abandonados y desamparados, ya
que ellos nos han sido dados para que los sirvamos como a
señores.
Oración
Señor, Dios nuestro, que dotaste de
virtudes apostólicas a tu presbítero san Vicente de Paúl,
para que entregara su vida al servicio de los pobres y a la
formación del clero, concédenos, te rogamos, que, impulsados
por su mismo espíritu, amemos cuanto él amó y practiquemos
sus enseñanzas. Por nuestro Señor Jesucristo.