Oficio de Lectura, 2
Octubre, Santos
Angeles custodios
Que te guarden en tus caminos
De los sermones de
san Bernardo
abad
Sermón 12 sobre el salmo 90
A sus ángeles ha dado órdenes para que
te guarden en tus caminos. Den
gracias al Señor por su misericordia por las maravillas que
hace con los hombres. Den gracias y digan entre los
gentiles: «El Señor ha estado grande con ellos». Señor, ¿qué
es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes
de él? Porque te ocupas ciertamente de él, demuestras tu
solicitud y tu interés para con él. Llegas hasta enviarle tu
Hijo único, le infundes tu Espíritu, incluso le prometes la
visión de tu rostro. Y, para que ninguno de los seres
celestiales deje de tomar parte en esta solicitud por
nosotros, envías a los espíritus bienaventurados para que
nos sirvan y nos ayuden, los constituyes nuestros
guardianes, mandas que sean nuestros ayos.
A sus ángeles ha dado órdenes para que
te guarden en tus caminos. Estas
palabras deben inspirarte una gran reverencia, deben
infundirte una gran devoción y conferirte una gran
confianza. Reverencia por la presencia de los ángeles,
devoción por su benevolencia, confianza por su custodia.
Porque ellos están presentes Junto a ti, y lo están para tu
bien. Están presentes para protegerte, lo están en beneficio
tuyo. Y, aunque lo están porque Dios les ha dado esta orden,
no por ello debemos dejar de estarles agradecidos, pues que
cumplen con tanto amor esta orden y nos ayudan en nuestras
necesidades, que son tan grandes.
Seamos, pues, devotos y agradecidos a unos
guardianes tan eximios; correspondamos a su amor,
honrémoslos cuanto podamos y según debemos. Sin embargo, no
olvidemos que todo nuestro amor y honor ha de tener por
objeto a aquel de quien procede todo, tanto para ellos como
para nosotros, gracias al cual podemos amar y honrar, ser
amados y honrados.
En él, hermanos, amemos con verdadero
afecto a sus ángeles, pensando que un día hemos de
participar con ellos de la misma herencia y que, mientras
llega este día, el Padre los ha puesto junto a nosotros, a
manera de tutores y administradores. En efecto, ahora somos
ya hijos de Dios, aunque ello no es aún visible, ya que, por
ser todavía menores de edad, estamos bajo tutores y
administradores, como si en nada nos distinguiéramos de los
esclavos.
Por lo demás, aunque somos menores de edad
y aunque nos queda por recorrer un camino tan largo y tan
peligroso, nada debemos temer bajo la custodia de unos
guardianes tan eximios. Ellos, los que nos guardan en
nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y
menos aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son
poderosos: ¿por qué espantarnos? Basta con que los sigamos,
con que estemos unidos a ellos, y viviremos así a la sombra
del Omnipotente.
Oración
Oh Dios, que en tu providencia amorosa te
has dignado enviar para nuestra custodia a tus santos
ángeles, concédenos, atento a nuestras súplicas, vernos
siempre defendidos por su protección y gozar eternamente de
su compañía. Por nuestro Señor Jesucristo.
Esta página
es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María
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