Oficio de Lectura,
1 de Octubre
Santa Teresa del Niño
Jesús, Doctora de la Iglesia
En el corazón de
la Iglesia yo seré el amor
De la
narración de la Vida de santa Teresa del Niño Jesús, virgen, escrita
por ella misma
Teniendo un deseo inmenso del martirio, acudí a
las cartas de san Pablo, para tratar de hallar una respuesta. Mis
ojos dieron casualmente con los capítulos doce y trece de la primera
carta a los Corintios, y en el primero de ellos leí que no todos
pueden ser al mismo tiempo apóstoles, profetas y doctores, que la
Iglesia consta de diversos miembros y que el ojo no puede ser al
mismo tiempo mano. Una respuesta bien clara, ciertamente, pero no
suficiente para satisfacer mis deseos y darme la paz.
Continué leyendo sin desanimarme, y encontré esta
consoladora exhortación: Ambicionad los carismas mejores. Y aún
os voy a mostrar un camino excepcional. El Apóstol, en efecto,
hace notar cómo los mayores dones sin la caridad no son nada y cómo
esta misma caridad es el mejor camino para llegar a Dios de un modo
seguro. Por fin había hallado la tranquilidad.
Al contemplar el cuerpo místico de la Iglesia, no
me había reconocido a mí misma en ninguno de los miembros que san
Pablo enumera, sino que lo que yo deseaba era más bien verme en
todos ellos. Entendí que la Iglesia tiene un cuerpo resultante de la
unión de varios miembros, pero que en este cuerpo no falta el más
necesario y noble de ellos: entendí que la Iglesia tiene un corazón
y que este corazón está ardiendo en amor. Entendí que sólo el amor
es el que impulsa a obrar a los miembros de la Iglesia y que, si
faltase este amor, ni los apóstoles anunciarían ya el Evangelio, ni
los mártires derramarían su sangre. Reconocí claramente y me
convencí de que el amor encierra en sí todas las vocaciones, que el
amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares, en una
palabra, que el amor es eterno.
Entonces, llena de una alegría desbordante,
exclamé: «Oh Jesús, amor mío, por fin he encontrado mi vocación: mi
vocación es el amor. Sí, he hallado mi propio lugar en la Iglesia, y
este lugar es el que tú me has señalado, Dios mío. En el corazón de
la Iglesia, que es mi madre, yo seré el amor; de este modo lo seré
todo, y mi deseo se verá colmado».
Oración
Oh Dios, que has preparado tu reino para los
humildes y los sencillos, concédenos la gracia de seguir,
confiadamente el camino de santa Teresa del Niño Jesús, para que nos
sea revelada, por su intercesión, tu gloria eterna. Por nuestro
Señor Jesucristo.