Oficio de Lectura,
3 de Noviembre,
San
Martín de Porres,
Religioso
«Martín de la caridad»
De la homilía
pronunciada por el papa Juan XXIII en la canonización de san Martín
de Porres*
6 de mayo de 1962: AAS 54
Martín nos demuestra, con el ejemplo de su vida,
que podemos llegar a la salvación y a la santidad por el camino que
nos enseñó Cristo Jesús: a saber, si, en primer lugar, amamos a Dios
con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todo
nuestro ser; y si, en segundo lugar,
amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Él sabía que Cristo Jesús padeció por nosotros y,
cegado con nuestros pecados, subió al leño, y por esto tuvo un amor
especial a Jesús crucificado, de tal modo que, al contemplar sus
atroces sufrimientos, no podía evitar el derramar abundantes
lágrimas. Tuvo también una singular devoción al santísimo sacramento
de la eucaristía, al que dedicaba con frecuencia largas horas de
oculta adoración ante el sagrario, deseando nutrirse de él con la
máxima frecuencia que le era posible.
Además, san Martín, obedeciendo el mandato del
divino Maestro, se ejercitaba intensamente en la caridad para con
sus hermanos, caridad que era fruto de su fe íntegra y de su
humildad. Amaba a sus prójimos, porque los consideraba verdaderos
hijos de Dios y hermanos suyos; y los amaba aún más que a sí mismo,
ya que, por su humildad, los tenía a todos por más justos y
perfectos que él.
Disculpaba los errores de los demás; perdonaba las
más graves injurias, pues estaba convencido que era mucho más lo que
merecía por sus pecados; ponía todo su empeño en retornar al buen
camino a los pecadores; socorría con amor a los enfermos; procuraba
comida, vestido y medicinas a los pobres; en la medida que le era
posible, ayudaba a los agricultores y a los negros y mulatos, que,
por aquel tiempo, eran tratados como esclavos de la más baja
condición, lo que le valió, por parte del pueblo, el apelativo de
«Martín de la caridad».
Este santo varón, que con sus palabras, ejemplos y
virtudes impulsó a sus prójimos a una vida de piedad, también ahora
goza de un poder admirable para elevar nuestras mentes a las cosas
celestiales. No todos, por desgracia, son capaces de comprender
estos bienes sobrenaturales, no todos los aprecian como es debido,
al contrario, son muchos los que, enredados en sus vicios, los
menosprecian, los desdeñan o los olvidan completamente. Ojalá que el
ejemplo de Martín enseñe a muchos la dulzura y felicidad que se
encuentra en el seguimiento de Jesucristo y en la sumisión a sus
divinos mandatos.
Oración
Señor, Dios nuestro, que has querido conducir a
san Martín de Porres por el camino de la humildad a la gloria del
cielo, concédenos la gracia de seguir sus ejemplos, para que
merezcamos ser coronados con él en la gloria. Por nuestro Señor
Jesucristo.