Del oficio de
lectura, 28 de junio,
San Ireneo,
Obispo y mártir
La gloria de Dios
consiste en que el hombre viva,
y la vida del hombre consiste en la visión de Dios
Del tratado de san Ireneo, obispo, contra
las herejías
Libro 4, 20,5-7
La claridad de Dios vivifica y, por
tanto, los que ven a Dios reciben la vida. Por esto,
aquel que supera nuestra capacidad, que es
incomprensible, invisible, se hace visible y
comprensible para los hombres, se adapta a su capacidad,
para dar vida a los que lo perciben y lo ven. Vivir sin
vida es algo imposible, y la subsistencia de esta vida
proviene de la participación de Dios, que consiste en
ver a Dios y gozar de su bondad.
Los hombres, pues, verán a Dios y
vivirán, ya que esta visión los hará inmortales, al
hacer que lleguen hasta la posesión de Dios. Esto, como
dije antes, lo anunciaban ya los profetas de un modo
velado, a saber, que verán a Dios los que son portadores
de su Espíritu y esperan continuamente su venida. Como
dice Moisés en el Deuteronomio:
Aquel día veremos que puede Dios hablar a un hombre y
seguir éste con vida.
Aquel que obra todo en todos es
invisible e inefable en su ser y en su grandeza, con
respecto a todos los seres creados por él, mas no por
esto deja de ser conocido, porque todos sabemos, por
medio de su Verbo, que es un solo Dios Padre, que lo
abarca todo y que da el ser a todo; este conocimiento
viene atestiguado por el evangelio, cuando dice:
A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está
en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
Así, pues, el Hijo nos ha dado a
conocer al Padre desde el principio, ya que desde el
principio está con el Padre; él, en efecto, ha
manifestado al género humano el sentido de las visiones
proféticas, de la distribución de los diversos carismas,
con sus ministerios, y en qué consiste la glorificación
del Padre, y lo ha hecho de un modo consecuente y
ordenado, a su debido tiempo y con provecho; porque
donde hay orden allí hay armonía, y donde hay armonía
allí todo sucede a su debido tiempo, y donde todo sucede
a su debido tiempo allí hay provecho.
Por esto, el Verbo se ha constituido
en distribuidor de la gracia del Padre en provecho de
los hombres, en cuyo favor ha puesto por obra los
inescrutables designios de Dios, mostrando a Dios a los
hombres, presentando al hombre a Dios; salvaguardando la
invisibilidad del Padre, para que el hombre tuviera
siempre un concepto muy elevado de Dios y un objetivo
hacia el cual tender, pero haciendo también visible a
Dios para los hombres, realizando así los designios
eternos del Padre, no fuera que el hombre, privado
totalmente de Dios, dejara de existir porque la gloria
de Dios consiste en que el hombre viva, y la vida del
hombre consiste en la visión de Dios. En efecto, si la
revelación de Dios a través de la creación es causa de
vida para todos los seres que viven en la tierra, mucho
más lo será la manifestación del Padre por medio del
Verbo para los que ven a Dios.
Oración
Señor, Dios nuestro, que otorgaste a
tu obispo san Ireneo la gracia de mantener incólume la
doctrina y la paz de la Iglesia, concédenos, por su
intercesión, renovarnos en fe y en caridad y trabajar
sin descanso por la concordia y la unidad entre los
hombres. Por nuestro Señor Jesucristo.
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