Del oficio de lectura,
14 de Julio
San Camilo de
Lelis,
Presbítero
Servidor de Cristo en la
persona de los hermanos
De la Vida de
san Camilo, escrita por un colega suyo
Empezaré por la santa caridad, raíz y complemento
de todas las virtudes, con la que Camilo estaba familiarizado más
que con ninguna otra. Y, así, afirmo que nuestro santo estaba
inflamado en el fuego de esta santa virtud, no sólo para con Dios,
sino también para con el prójimo, en especial para con los enfermos;
y esto en tal grado que la sola vista de los enfermos bastaba para
enternecer y derretir su corazón y para hacerle olvidar
completamente todas las delicias, deleites y afectos mundanos.
Cuando servía a algún enfermo, lo hacía con un amor y compasión tan
grandes que parecía como si en ello tuviera que agotar y consumir
todas sus fuerzas. De buena gana hubiera tomado sobre sí todos los
males y dolencias de los enfermos con tal de aliviar sus
sufrimientos o curar sus enfermedades.
Descubría en ellos la persona de Cristo con una
viveza tal, que muchas veces, mientras les daba de comer se
imaginaba que eran el mismo Cristo en persona y les pedía su gracia
y el perdón de los pecados. Estaba ante ellos con un respeto tan
grande como si real y verdaderamente estuviera en presencia del
Señor. De nada hablaba con tanta frecuencia y con tanto fervor como
de la santa caridad, y hubiera querido poderla infundir en el
corazón de todos los mortales.
Deseoso de inflamar a sus hermanos de religión en
esta virtud, la primera de todas, acostumbraba inculcarles aquellas
dulcísimas palabras de Jesucristo: Estuve enfermo, y me
visitasteis. Estas palabras parecía tenerlas realmente
esculpidas en su corazón; tanta era la frecuencia con que las decía
y repetía:
La caridad de Camilo era tan grande y tan amplia
que tenían cabida en sus entrañas de piedad y benevolencia no sólo
los enfermos y moribundos, sino toda clase de pobres y
desventurados. Finalmente, era tan grande la piedad de su corazón
para con los necesitados, que solía decir:
«Si no se hallaran pobres en el mundo, habría que
dedicarse a buscarlos y sacarlos de bajo tierra, para ayudarlos y
practicar con ellos la misericordia».
Oración
Oh Dios, que has enaltecido a san Camilo de Lelis
con el carisma singular del amor a los enfermos, infunde en
nosotros, por su intercesión, el espíritu de tu caridad, para que,
sirviéndote en nuestros hermanos, podamos llegar seguros a ti en la
hora de la muerte. Por nuestro Señor Jesucristo.