Oficio de Lectura. 17 de Febrero
Los siete santos fundadores de la Orden de los Siervos de la Virgen
María
Estos siete varones florentinos llevaron primero una vida
eremítica en el monte Senario, con particular dedicación al culto de la
Virgen. Después se dedicaron a predicar por toda la Toscana y fundaron
la Orden de Siervos de santa María Virgen, «Servitas», reconocida por la
Santa Sede el año 1304. Su memoria anual se celebra este día, en el que,
según se dice, murió uno de ellos, san Alejo Falconieri, el año 1310.
Hagamos el elogio de los hombres ilustres
De la tradición sobre el origen de la Orden de los Siervos de la Virgen
María
(Monumenta Ordinis Servorum Beatae Mariae Virginis,
1,3.5.6.9.11:pp.71ss.)
Siete fueron los varones, dignos de reverencia y honor, que reunió
nuestra Señora como siete estrellas, para dar comienzo, por la concordia
de su cuerpo y de su espíritu, a la Orden de sus siervos.
Cuando yo entré en la Orden sólo vivía uno de aquéllos, que se llamaba
hermano Alejo. Nuestra Señora tuvo a bien mantenerlo en vida hasta
nuestros días para que nos contara los orígenes de la Orden. La vida de
este hermano Alejo era, como pude ver con mis propios ojos, una vida tan
edificante que no sólo movía con su ejemplo a todos los que con él
vivían, sino que constituía la mejor garantía a favor de su espíritu,
del de sus compañeros y de nuestra Orden.
Su estado de vida, antes de que vivieran en comunidad, constaba de
cuatro puntos. El primero, referente a su condición ante la Iglesia.
Unos habían hecho voto de virginidad o castidad perpetua, otros estaban
casados y otros viudos. Referente a su actividad pública, eran
comerciantes. Pero en cuanto encontraron la perla preciosa, es decir,
nuestra Orden, no solamente dieron a los pobres todo lo que poseían,
sino que se entregaron con gran alegría al servicio de Dios y de la
Señora.
El tercer punto se refiere a su devoción a la Virgen. En Florencia
existía una antiquísima congregación que, debido a su antigüedad, su
santidad y número de miembros, se llamaba «Sociedad mayor de nuestra
Señora». De esta sociedad procedían aquellos siete varones, tan amantes
de nuestra Señora.
Por último, me referiré a su espíritu de perfección. Amaban a Dios sobre
todas las cosas, a él dirigían, como pide el debido orden, todo cuanto
hacían y le honraban con sus pensamientos, palabras y obras.
Una vez que tomaron la decisión de vivir en comunidad, y confirmado su
propósito por inspiración divina, ya que nuestra Señora les impulsaba
especialmente a este género de vida, fueron arreglando la situación de
sus familias, dejándoles lo necesario y repartiendo lo demás entre los
pobres. Después buscaron a varones prudentes, honestos y ejemplares y
les participaron su propósito.
Subieron al monte Senario, edificaron en lo alto una casita y se fueron
a vivir allí. Comenzaron a pensar que no sólo estaban allí para
conseguir su santidad, sino que también debían admitir a otros miembros
para acrecentar la nueva Orden que nuestra Señora había comenzado con
ellos. Dispuestos a recibir a más hermanos, admitieron a algunos de
ellos y así fundaron nuestra Orden. Nuestra Señora fue la principal
artífice en la edificación de la Orden, fundada sobre la humildad de
nuestros hermanos, construida sobre su caridad y conservada por su
pobreza.
Oración
Señor, infunde en nosotros el espíritu de amor que llevó a estos santos
hermanos a venerar con la mayor devoción a la Madre de Dios, y les
impulsó a conducir a tu pueblo al conocimiento y al amor de tu nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo.