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Oficio, 13 de Enero,
San
Hilario,
Obispo y doctor de la Iglesia
La vocación de san Antonio
De la Vida de san
Antonio, escrita por san
Atanasio, obispo
Caps. 2-4
Te serviré predicándote
Del tratado de san Hilario,
obispo, sobre la Trinidad
Yo tengo plena conciencia de que es a ti, Dios Padre
omnipotente, a quien debo ofrecer la obra principal de vida, de tal
suerte que todas mis palabras y pensamientos hablen de ti.
Y el mayor premio que puede reportarme esta facultad
de hablar, que tú me has concedido, es el de servirte predicándote a ti
y demostrando al mundo, que lo ignora, o a los herejes, que lo niegan,
lo que tú eres en realidad: Padre; Padre, a saber, del Dios unigénito.
Y, aunque es ésta mi única
intención, es necesario para ello invocar el auxilio de tu misericordia,
para que hinches con el soplo de tu Espíritu las velas de nuestra fe y
nuestra confesión, extendidas para ir hacia ti, y nos impulses así en el
camino de la predicación que hemos emprendido. Porque merece toda
confianza aquel que nos ha prometido:
Pedid, y se os dará; buscad, y encontraréis; llamad, y se os abrirá.
Somos pobres y, por esto, pedimos que remedies
nuestra indigencia; nosotros ponemos nuestro esfuerzo tenaz en penetrar
las palabras de tus profetas y apóstoles y llamamos con insistencia para
que se nos abran las puertas de la comprensión de tus misterios; pero el
darnos lo que pedimos, el hacerte encontradizo cuando te buscamos y el
abrir cuando llamamos, eso depende de ti.
Cuando se trata de comprender las cosas que se
refieren a ti, nos vemos como frenados por la pereza y torpeza
inherentes a nuestra naturaleza y nos sentimos limitados por nuestra
inevitable ignorancia y debilidad; pero el estudio de tus enseñanzas nos
dispone para captar el sentido de las cosas divinas, y la sumisión de
nuestra fe nos hace superar nuestras culpas naturales.
Confiamos, pues, que tú harás progresar nuestro
tímido esfuerzo inicial y que, a medida que vayamos progresando lo
afianzarás, y que nos llamarás a compartir el espíritu de los profetas y
apóstoles; de este modo, entenderemos sus palabras en el mismo sentido
en que ellos las pronunciaron y penetraremos en el verdadero significado
de su mensaje.
Nos disponemos a hablar de lo que ellos anunciaron de
un modo velado: que tú, el Dios eterno, eres el Padre del Dios eterno
unigénito, que tú eres el único no engendrado y que el Señor Jesucristo
es el único engendrado por ti desde toda la eternidad, sin negar, por
esto, la unicidad divina, ni dejar de proclamar que el Hijo ha sido
engendrado por ti, que eres un solo Dios, confesando, al mismo tiempo,
que el que ha nacido de ti, Padre, Dios verdadero, es también Dios
verdadero como tú.
Otórganos, pues, un modo de expresión adecuado y
digno, ilumina nuestra inteligencia, haz que no nos apartemos de la
verdad de la fe; haz también que nuestras palabras sean expresión de
nuestra fe, es decir, que nosotros que por los profetas y apóstoles te
conocemos a ti, Dios Padre, y al único Señor Jesucristo, y que
argumentamos ahora contra los herejes que esto niegan, podamos también
celebrarte a ti como Dios en el que no hay unicidad de persona y
confesar a tu Hijo, en todo igual a ti.
Oración
Concédenos, Dios todopoderoso, progresar cada día en
conocimiento de la divinidad de tu Hijo y proclamarla con firmeza, como
lo hizo, con celo infatigable, tu obispo y doctor san Hilario. Por
nuestro Señor Jesucristo.
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Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús
y María
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