Del Oficio
de Lectura, 8 de agosto,
Santo Domingo de Guzmán,
Presbítero
Hablaba con Dios o de Dios
De varios escritos de la Historia de la Orden
de Predicadores
Libellus de
principiis Ordinis Praedicatorum; Acta canonizationis sancti
Dominici
La vida de Domingo era tan virtuosa y el fervor de su espíritu tan
grande, que todos veían en él un instrumento elegido para la gloria
divina. Estaba dotado de una firme ecuanimidad de espíritu,
ecuanimidad que sólo lograban perturbar los sentimientos de
compasión o de misericordia; y, como es norma constante que un
corazón alegre se refleja en la faz, su porte exterior, siempre
gozoso y afable, revelaba la placidez y armonía de su espíritu.
En todas partes, se mostraba, de palabra y de obra, como hombre
evangélico. De día, con sus hermanos y compañeros, nadie más
comunicativo y alegre que él. De noche, nadie más constante que él
en vigilias y oraciones de todo género. Raramente hablaba, a no ser
con Dios, en la oración, o de Dios, y esto mismo aconsejaba a sus
hermanos.
Con frecuencia, pedía a Dios una cosa: que le concediera una
auténtica caridad, que le hiciera preocuparse de un modo efectivo en
la salvación de los hombres, consciente de que la primera condición
para ser verdaderamente miembro de Cristo era darse totalmente y con
todas sus energías a ganar almas para Cristo, del mismo modo que el
Señor Jesús, salvador de todos, ofreció toda su persona por nuestra
salvación. Con este fin, instituyó la Orden de Predicadores,
realizando así un proyecto sobre el que había reflexionado
profundamente desde hacía ya tiempo.
Con frecuencia, exhortaba, de palabra o por carta, a los hermanos de
la mencionada Orden, a que estudiaran constantemente el nuevo y el
antiguo Testamento. Llevaba siempre consigo el evangelio de san
Mateo y las cartas de san Pablo, y las estudiaba intensamente, de
tal modo que casi las sabía de memoria.
Dos o tres veces fue elegido obispo, pero siempre rehusó,
prefiriendo vivir en la pobreza, junto con sus hermanos, que poseer
un obispado. Hasta el fin de su vida, conservó intacta la gloria de
la virginidad. Deseaba ser flagelado, despedazado y morir por la fe
cristiana. De él afirmó el papa Gregorio noveno: «Conocí a un hombre
tan fiel seguidor de las normas apostólicas, que no dudo que en el
cielo ha sido asociado a la gloria de los mismos apóstoles».
Oración
Te pedimos, Señor, que santo Domingo de Guzmán, insigne predicador
de tu palabra, ayude a tu Iglesia con sus enseñanzas y sus méritos,
e interceda también con bondad por nosotros. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Esta página
es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María
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