Oficio de lectura,
2 de agosto,
San
Eusebio de Vercelli, obispo
He corrido
hasta la meta, he mantenido la fe
De
las cartas de san Eusebio de Vercelli, obispo
Carta 2, 1,3-2, 3;10,
1-11, 1
He tenido noticias de vosotros,
hermanos muy amados, y he sabido que estáis bien, como
era mi deseo, y he tenido de pronto la sensación de que,
atravesando la gran distancia que nos separa, me
encontraba entre vosotros, igual como sucedió con
Habacuc, que fue llevado por un ángel a la presencia de
Daniel. Al recibir cada una de vuestras cartas y al leer
en ellas vuestras santas disposiciones de ánimo y
vuestro amor, las lágrimas se mezclaban con mi gozo y
refrenaban mi avidez de leer; y era necesaria esta
alternancia de sentimientos, ya que, en su mutuo afán de
adelantarse el uno al otro, contribuían a una más plena
manifestación de la intensidad de mi amor. Así, ocupado
un día tras otro en esta lectura, me imaginaba que
estaba hablando con vosotros y me olvidaba de los
sufrimientos pasados; así, me sentía inundado de gozo al
considerar vuestra fe, vuestro amor y los frutos que de
ellos se derivan, a tal punto que, al sentirme tan
feliz, era como si de repente no me hallara en el
destierro, sino entre vosotros.
Por tanto, hermanos muy amados, me
alegro de vuestra fe, me alegro de la salvación, que es
consecuencia de esta fe, me alegro del fruto que
producís, el cual redunda en provecho no sólo de los que
están entre vosotros sino también de los que viven
lejos; y, así como el agricultor se dedica al cultivo
del árbol que da fruto y que, por lo tanto, no está
destinado a ser talado y echado al fuego, así también yo
quiero y deseo emplearme, en cuerpo y alma, en vuestro
servicio, con miras a vuestra salvación.
Por lo demás, esta carta he tenido que
escribirla a duras penas y como he podido, rogando
continuamente a Dios que sujetase por un tiempo a mis
guardianes y me hiciese la merced de un diácono que, más
que llevaros noticias de mis sufrimientos, os
transmitiese mi carta de saludo, tal cual la he escrito.
Por todo ello, os ruego encarecidamente que pongáis todo
vuestro empeño en mantener la integridad de la fe, en
guardar la concordia, en dedicaros a la oración, en
acordaros constantemente de mí, para que el Señor se
digne dar la libertad a su Iglesia, que en todo el mundo
trabaja esforzadamente, y para que yo, que ahora estoy
postergado, pueda, una vez liberado, alegrarme con
vosotros.
También pido y os ruego, por la
misericordia de Dios, que cada uno de vosotros quiera
ver en esta carta un saludo personal, ya que las
circunstancias me impide escribiros a cada uno
personalmente como solía; por ello, en esta carta, me
dirijo a todos vosotros, hermanos y santas hermanas,
hijos e hijas, de cualquier sexo y edad, rogándoos que
os conforméis con este saludo y que me hagáis el favor
de transmitirlo también a los que, aun estando ausentes,
se dignan favorecerme con su afecto.
Oración
Concédenos, Señor, Dios nuestro,
imitar la fortaleza de tu obispo san Eusebio de Vercelli
al proclamar su fe en la divinidad de tu Hijo, y haz
que, perseverando en esa misma fe de la que fue maestro,
merezcamos un día participar de la vida divina de
Cristo. Que vive y reina contigo.
Esta página
es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María