Del oficio de
lectura, 24 de abril.
San Fidel de Sigmaringa
Presbítero y mártir
Nació en Sigmaringa (Alemania) el año 1578. Entró en la Orden de los
Capuchinos y llevó una vida de gran aspereza entregado a la oración.
Por su gran actividad como predicador, la Congregación para la
Propagación de la fe le encargó fortalecer la recta doctrina en
Suiza. Perseguido de muerte por los herejes, sufrió el martirio el
año 1622 en Seewis (Suiza).
Elogio de san Fidel, presbítero y mártir
Hombre fiel por su nombre y por su vida
El papa Benedicto catorce celebró la figura de san Fidel defensor de
la fe católica, con estas palabras:
«Desplegando la plenitud de su caridad al socorro material de sus
prójimos, acogía paternalmente a todos los pobres y los sustentaba
haciendo colectas en favor suyo por todas partes.
Remediaba la indigencia de los huérfanos y las viudas con las
limosnas de los ricos; socorría a los presos con toda clase de
ayudas materiales y espirituales, visitaba a los enfermos y los
reconciliaba con Dios, preparándoles para el último combate.
Su actividad más meritoria fue la que desplegó con ocasión de la
peste que se declaró en el ejército austriaco, exponiéndose
constantemente a las enfermedades y a la muerte».
Junto con esta caridad, Fidel –hombre fiel por su nombre y por su
vida– sobresalió en la defensa de la fe católica que predicó
incansablemente. Pocos días antes de morir y confirmar esa fe con su
propia sangre, en su último sermón dejó lo que podríamos llamar su
testamento:
«¡Oh fe católica, qué estable y firme eres, qué bien arraigada, qué
bien cimentada estás sobre roca inconmovible! El cielo y la tierra
pasarán, pero tú nunca podrás pasar. El orbe entero te contradijo
desde un principio, pero con tu poder triunfaste de todos.
Lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe, que
sometió al imperio de Cristo a los reyes más poderosos y puso a las
naciones a su servicio.
¿Qué otra cosa, sino la fe, y principalmente la fe en la
resurrección, hizo a los apóstoles y mártires soportar sus
dificultades y sufrimientos?
¿Qué fue lo que hizo a los anacoretas despreciar los placeres y los
honores y vivir en el celibato y la soledad, sino la fe viva?
¿Qué es lo que hoy lleva a los verdaderos cristianos a despreciar
los placeres, resistir a la seducción y soportar sus rudos
sufrimientos?
La fe viva, activa en la práctica del amor, es la que hace dejar los
bienes presentes por la esperanza de los futuros y trocar los
primeros por los segundos».
Oración
Señor Dios, que te has dignado conceder la palma del martirio a San
Fidel de Sigmaringa cuando, abrasado en tu amor, se entregaba a la
propagación de la fe, concédenos, te rogamos, que arraigados como él
en el amor, lleguemos a conocer el poder de la resurrección de
Jesucristo. Que vive y reina contigo.