SÁBADO
SEGUNDO DE ADVIENTO,
liturgia de las horas
PRIMERA LECTURA
Del Libro del Profeta Isaías 29, 1-8
SEGUNDA LECTURA
De los Sermones del Beato Isaac, Abad del Monasterio de Stella
(Sermón 51: PL 194, 1862-1863, 1865)
María y la Iglesia
El Hijo de Dios es el primogénito entre muchos hermanos, y, siendo por
naturaleza único, atrajo hacia sí muchos por la gracia, para que fuesen
uno solo con Él. Pues da poder para ser hijos de Dios a cuantos
lo reciben.
Así pues, hecho hijo del hombre, hizo a muchos hijos de Dios. Atrajo a
muchos hacia sí, único como es por su caridad y su poder: y todos
aquellos que por la generación carnal son muchos, por la regeneración
divina son uno solo con Él.
Cristo es, pues, uno, formando un todo la cabeza y el cuerpo: uno nacido
del único Dios en los cielos y de una única madre en la tierra; muchos
hijos, a ala vez que un solo hijo.
Pues así como la cabeza y los miembros son un hijo a la vez que muchos
hijos, asimismo María y la Iglesia son una madre y varias madres; una
virgen y muchas vírgenes.
Ambas son madres, y ambas vírgenes; ambas concibieron sin voluptuosidad
por obra del mismo Espíritu; ambas dieron a luz sin pecado la
descendencia de dios Padre. María, sin pecado alguno, dio a luz la
cabeza del cuerpo; la Iglesia, por la remisión de los pecados, dio a luz
el cuerpo de la cabeza. Ambas son la madre de Cristo, pero ninguna de
ellas dio a luz al Cristo total sin la otra.
Por todo ello, en las Escrituras divinamente inspiradas, se entiende con
razón como dicho en singular de la Virgen María lo que en términos
universales se dice de la virgen madre Iglesia en general lo que en
especial se dice de la Virgen Madre María; y lo mismo si se habla de una
de ellas que de la otra, lo dicho se entiende casi indiferente y
comúnmente como dicho de las dos.
También se considera con razón a cada alma fiel como esposa del Verbo de
Dios, Madre de Cristo, hija y hermana, Virgen y madre fecunda. Todo lo
cual la misma sabiduría de Dios, que es el Verbo del Padre, lo dice
universalmente de la Iglesia, especialmente de María y singularmente de
cada alma fiel.
Por eso dice la Escritura: Y habitaré en la heredad del Señor.
Heredad del Señor que es universalmente la Iglesia, especialmente María
y singularmente cada alma fiel. En el tabernáculo del vientre de María
habitó Cristo durante nueve meses; hasta el fin del mundo, vivirá en el
tabernáculo de la fe de la Iglesia; y, por los siglos de los siglos,
morará en el conocimiento y en el amor del alma fiel.
Esta
página es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y
María.